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ANDRÉS TORRES QUEIRUGA

MORAL Y RELIGIÓN: DE LA MORAL RELIGIOSA
A LA VISIÓN RELIGIOSA DE LA MORAL

     La moral y la religión aparecen siempre unidas y en conflicto en la
     historia humana. La unión tiende a la confusión en las épocas más
     pacíficas y al dominio de una sobre la otra en tiempos de crisis. Hubo
     etapas en que la religión absorbió a la moral convirtiéndola en una
     simple manifestación suya, sometida a sus dictados. En otras, la moral
     tiende a erigirse en señora absoluta, siendo la religión una consecuen-
     cia o un puro resto histórico. J. A. Marina, habla de “hijo parricida”,
     sosteniendo la tesis de que la moral, nacida dentro de la religión, hoy
     se ha convertido en el criterio de su validez y legitimidad, con tenden-
     cia a sustituirla en las mentalidades maduras e ilustradas.
     Pretender solucionar este grave problema con la simple vuelta al pa-
     sado sería religiosamente suicida; y darlo por resuelto con la descalifi-
     cación drástica de lo religioso, puede resultar humanamente devasta-
     dor. Subyace una honda crisis histórica que es preciso comprender y
     asimilar si queremos reconstruir una relación correcta.

     Moral e relixión: da moral relixiosa á visión relixiosa da moral, Encru-
     cillada 28 (2004) 2-23.

                  LA SÍNTESIS ESPONTÁNEA

    Desde el punto de vista his-        do divino, el que marcaba las
tórico, es prácticamente unáni-         pautas de la conducta correcta.
me la convicción de que las di-         En las (más) proféticas estas
versas normas éticas o morales          pautas se viven como originadas
de la humanidad nacieron en el          y sancionadas directamente por
seno de las religiones. Éstas           Dios o por los dioses, interpre-
constituyeron los “contextos de         tándose como “mandamientos”
descubrimiento”, donde se afinó         divinos.
la sensibilidad para encontrar las
                                            En todas, las normas son tra-
normas morales que así apare-
                                        ducciones de esa intención glo-
cían fundadas en el ámbito de lo
                                        bal, y varían según los contex-
sagrado y sancionadas por él.
                                        tos culturales, sociales e históri-
    En las religiones (más) natu-       cos. A veces pueden parecer con-
ralistas era el orden cósmico,          tradictorias entre sí e incluso
como manifestación del trasfon-         provocar aberraciones. Pero, a

                                                                           83
pesar de todo, esas morales            gran escuela de la educación hu-
“religiosas” constituyeron la          mana.


                 LA RUPTURA DE LA SÍNTESIS

Heteronomía                            conciencia moral, que luego se
                                       interpretaban con razón como
   La cultura tiende a la diferen-     queridos por Dios. Influyó tam-
ciación. La moral se fue con-          bién la difusión de la mentalidad
cienciando de su racionalidad          nominalista, que afirmaba que las
específica y se fue preguntando        normas son buenas porque Dios
por los motivos intrínsecos que        las quiere.
hacían correctas unas normas e
                                           En la práctica, en occidente la
incorrectas otras. En la vida in-
                                       historia colocó a la Iglesia como
dividual sucede algo parecido: el
                                       una instancia determinante en el
niño empieza aceptando las ór-
                                       mundo cultural con gran poder en
denes y orientaciones de sus pa-
                                       la normativa moral y socio-polí-
dres, pero llega un momento en
                                       tica. Eso ayudó a sacar a Europa
que precisa preguntarse por qué
                                       del caos provocado por la disolu-
le mandan esto y le prohíben
                                       ción del imperio y las invasiones
aquello.
                                       bárbaras. Pero resultó fatal cuan-
    En la cultura occidental este      do, a partir del Renacimiento, las
problema aparece desde antiguo.        nuevas circunstancias postulaban
El Eutrifón platónico ya se pre-       una renovación objetiva de mu-
gunta si las cosas son buenas -re-     chas normas y un avance subjeti-
ligiosa o moralmente- porque           vo en el uso de la libertad. La re-
Dios las quiere o las quiere por-      sistencia institucional al cambio
que son buenas. Tomás de Aqui-         hizo que en la conciencia occi-
no optará por la primera alternati-    dental la moral eclesiástica fue-
va. Factores muy importantes os-       se percibida como una imposi-
curecieron esa convicción en la        ción: se hacía o se dejaba de ha-
conciencia cristiana, creando en la    cer porque la Iglesia lo mandaba
práctica, en la predicación y en la    o lo prohibía.
mentalidad espontánea la idea de
                                           Las guerras de religión en Eu-
que hay que cumplir las normas
                                       ropa y el auge del iusnaturalismo
porque Dios, y, en su nombre, la
                                       (que sostiene la opinión de que las
Iglesia, lo manda.
                                       normas serían válidas “aunque
    Ante todo estaba la lectura li-    Dios no existiese”), agudizaron la
teral de la Biblia, con la impresión   contradicción. Cuando Kant des-
ingenua de que Dios dictó los          cribe como heterónoma toda nor-
mandamientos, sin percatarse de        ma que viene de una autoridad
que eran descubrimientos de la         externa al sujeto, no hace más que

84   Andrés Torres Queiruga
dar forma filosófica a una creen-           iglesia y el abandono de toda pre-
cia ampliamente extendida.                  tensión de control exclusivo de la
                                            conciencia moral. Para la reacción
                                            progresista la tentación consiste
La reacción popular: autono-                en absolutizar la autonomía, pen-
mía                                         sando que sólo la puede mantener
                                            con la negación de la existencia
                                            de Dios.
    “La autonomía de la voluntad
es el único principio de todas la              Entre ambos extremos resulta
leyes morales, así como de los              posible una mediación.
deberes que se ajustan a ellas; en
cambio, toda heteronomía del al-
bedrío se opone al principio de             La teonomía como media-
dicha obligación y a la moralidad           ción
de la voluntad”. En estas palabras,
Kant retoma la intuición que ex-                El Vaticano II reconoció la le-
presó Pico della Mirandola como             gitimidad de la autonomía de lo
signo específico de “dignidad hu-           creado. Sabe que puede ser falsi-
mana”, cuando Dios le dijo a                ficada desconectándola de toda
Adán: “No te fijes ni en lo celeste         referencia a Dios (GS 36), pero no
ni en lo terrestre, tampoco en lo           se va al extremo opuesto, sino que
mortal ni inmortal, para que así,           afirma el camino de la justa me-
como libre escultor y plasmador             diación.
de ti mismo, te puedas dar la for-
ma que más te agrade”. Hegel lo                 En el mundo de las ciencias,
                                            esta evidencia se impuso con fuer-
confirma, afirmando que la reali-
                                            za, y constituye ya un bien común
zación de la libertad constituye el
                                            en la conciencia eclesial. En el
fin de la historia universal.               ámbito ético la aplicación concre-
    Se trataba aquí de un punto sin         ta resulta más delicada. Estructu-
retorno en la percepción de la              ralmente, el problema es idéntico:
moralidad y supone, todavía hoy,            el concilio habla de las “leyes y
un desafío enorme. Asumir eso               valores” tanto de las “cosas crea-
con todas las consecuencias exi-            das” como de la “sociedad mis-
ge repensar las relaciones entre            ma”.
religión y moral. Y, como en toda
                                                Ya mucho antes, Pablo habló
ruptura crítica, la tentación es acu-       a su modo de una autonomía de la
dir a posiciones extremas.
                                            conciencia moral (cf. Rm 2,14).
   Institucionalmente, la tenta-            Ahí resuena la idea de la filosofía
ción de volver atrás nace de la sen-        estoico-helenística del vivir ético
sación de que reconocer la auto-            como un “vivir conforme a la na-
nomía de la moral implica una dis-          turaleza” o “conforme a la razón”,
minución de la autoridad de la              sin desvincular a la moral de su

        Moral y religión: de la moral religiosa a la visión religiosa de la moral   85
referencia a lo divino.                hace ni para “su gloria” ni para
                                       que “le sirvamos”, sino por nues-
    Hoy esto todavía resulta más       tro bien y nuestra realización.
claro. Históricamente, el descu-       Cumplir su proyecto creador es
brimiento de la autonomía tiene        realizar nuestro ser, y a la inver-
hondas raíces en la conciencia bí-     sa. La teología actual expresa esto
blica de la creación. Al “desdivi-     hablando de teonomía, es decir,
nizar” toda realidad que no sea        hablando de “la razón autónoma
Dios, abrió la posibilidad de exa-     unida a su propia profundidad”.
minarla y tratarla por sí misma        (Paul Tillich)
conforme a sus leyes intrínsecas.
Cristológicamente, se hizo evi-            Creando desde la libre gratui-
dente que la relación creatural        dad de su amor, Dios funda y sos-
                                       tiene la libertad sin sustituirla;
refuerza la autonomía dada: Cris-
                                       crea para que la criatura se realice
to es “tanto más divino, cuanto
                                       a sí misma. La llamada divina que,
más humano”. Teológicamente, ya
                                       de entrada, pudo parecer una im-
Schelling y Kierkegaard vieron         posición (heteronomía), aparece
que la realidad creada cuanto más
                                       como tarea insustituible de la pro-
se fundamenta en Dios, más se
                                       pia persona, invitada a realizarse,
afirma en sí misma.                    optando y decidiendo por sí mis-
   La idea de creación por amor        ma (autonomía), para acabar re-
permite comprender todo esto de        conociendo su acción como idén-
manera más intuitiva. Si Dios crea     tica al impulso amoroso y creador
desde la infinita gratuidad, no lo     de Dios (teonomía).


             NO MORAL “CRISTIANA”,
  SINO VISIÓN Y VIVENCIA CRISTIANA DE LA MORAL

    Tomar en serio la creación es      “felicidad” (eudaimonía), lo que
reconocer que la criatura está en-     en los tratados éticos y morales
tregada a sí misma, realizando las     acostumbra a llamarse su “vida
propias potencialidades. En la na-     buena”.
turaleza eso sucede espontánea-
mente. En la persona humana la             Esos caminos están inscritos
realización tiene que ser buscada      en el propio ser y en las propias
libremente a través de la inteligen-   relaciones. Algunos parecen evi-
cia y de la opción de la voluntad.     dentes como manifestación espon-
Auscultando los dinamismos de su       tánea del dinamismo moral, como
ser más auténtico y analizando las     no matar, no robar… Otros exi-
relaciones con su entorno, va des-     gen un esfuerzo consciente de
cubriendo los caminos de su ver-       dilucidación para distinguir lo au-
dadera realización, de su posible      téntico de lo espurio (piénsese en

86   Andrés Torres Queiruga
el largo camino para llegar a los           la autonomía de la moral, a saber,
derechos humanos).                          que las normas concretas son un
    En realidad, dado que la per-           encuentro desde dentro, desde la
sona es una esencia abierta, siem-          realidad humana y con medios
pre en construcción, se trata de            humanos. En esta búsqueda no se
una tarea inacabable. Los caminos           trata de un asunto religioso, sino
no están aún trazados: es preciso           de un asunto humano. En princi-
el tanteo, y resulta inevitable la          pio no tiene por qué haber dife-
aventura, el esfuerzo creativo. No          rencia entre una ética o moral atea
siempre se puede pretender la se-           y una religiosa. De hecho, siem-
guridad ni esperar unanimidad               pre hay diferencias, pero la divi-
(piénsese en los problemas que              sión nace de la dificultad propia
plantea la genética con sus posi-           de la exploración moral y no tie-
bilidades de curación y sus peli-           ne por qué ser definida religiosa-
gros de manipulación).                      mente: hay diferencias entre reli-
    Pero siempre se trata de una            giosos y ateos, entre los mismos
tarea humana: encontrar aquellas            ateos o entre religiosos.
pautas de conducta que llevan a                 Ahora bien, hay moralistas que
una vida más auténtica y a una              siguen afirmando una especifici-
convivencia más humanizadora.               dad de la ética cristiana (con al-
Sucede en las sociedades y en las           gunos contenidos sólo alcanzables
religiones, también en la religión          por “revelación”). Cuando no obe-
bíblica. A Moisés no le fueron es-          dece a una insuficiente distinción
critos milagrosamente los “man-             de planos, se trata de una resisten-
damientos” en dos tablas de pie-            cia residual: la misma que llevó a
dra, sino que, discurriendo, dia-           oponerse durante siglos al recono-
logando con los suyos y apren-              cimiento de la autonomía de las
diendo del entorno, fue descu-              ciencias respecto a la revelación
briendo aquellas pautas de con-             bíblica. Lo que la Biblia pretende
ducta que le parecían mejores para          es hablar de religión: carece de
el bien de su pueblo. Después,              sentido hablar de “física cristiana”
como persona religiosa que era y            o de “medicina católica”. Aunque
comprendiendo con toda la razón             la cuestión sea más delicada, lle-
que, en la justa medida en que eran         ga el momento de afirmar con
buenos, eran también queridos por           idéntico derecho que la Biblia
Dios, fueron propuestos al pueblo           tampoco quiere hablar de moral,
como salidos de la propia boca              sino de religión. Por eso el título
divina.                                     de este apartado no habla de “mo-
                                            ral cristiana”.
   Situándonos en el descubri-
miento de las normas, éste es el               La teonomía, al incluir la pa-
planteamiento de quienes, tam-              labra “Dios” (theós), califica esa
bién desde la teología, sostienen           autonomía, no para negarla, sino

        Moral y religión: de la moral religiosa a la visión religiosa de la moral   87
para evitar la ruptura de su rela-     La relación estructural entre
ción con lo divino en una pers-        moral y religión
pectiva distinta. Relación obvia
para el creyente que, como cria-           Reconocer la autonomía de la
tura, sabe que tanto su ser como       moral no significa una substitu-
su esfuerzo en la búsqueda le vie-     ción: donde antes estaba la reli-
nen de Dios. Interpretado esto         gión debe ahora ponerse la moral.
como imposición, lleva a la hete-      La moral no es el “hijo parricida”
ronomía e interpretado como don        de su progenitora histórica, sino
gratuito y llamada amorosa, no         que estamos ante la legítima
sólo no disminuye su autonomía,        emancipación de una hija llegada
sino que la afirma. Cuanto más se      a la madurez.
abre la criatura a la acción crea-         En el proceso normal de la
dora, más es en sí misma y más se      vida, esta emancipación significa
potencia su libertad.                  el establecimiento de una nueva
    El obrar ético se sabe sosteni-    relación. En nuestro caso, a la re-
do y acompañado por una Presen-        ligión se le pide una cura ascéti-
cia que, estando en su origen, lo      ca, que, sin abandonar el amor,
apoya en su camino y lo aguarda        renuncie a una súper-tutela que ya
en su final. Exactamente al revés      no es precisa; y a la moral, una
de lo que demasiadas veces se          superación del entusiasmo adoles-
piensa –¡y se enseña y se predi-       cente que, sin renunciar a la justa
                                       autonomía, sepa reconocer lími-
ca!–. La vivencia puede ser dis-
                                       tes y agradecer apoyos. El rol ac-
tinta, pues el creyente, consciente
                                       tual de la religión es el de animar
de la compañía divina –que es
                                       a ser morales, dejando para la re-
para todos–, tiene la suerte de vi-
                                       flexión autónoma el ir descubrien-
virla de una manera distinta,
                                       do cómo serlo.
“agraciada”.
                                           Eso es una gracia. Igual que en
    El hombre, desde la fe, se sien-
                                       sus relaciones con la ciencia -la
te como un hijo amado que, inclu-
                                       Biblia no habla de astronomía ni
so cuando se desvía y pierde, siem-
                                       de biología- y con la política -se-
pre puede conservar la esperanza
                                       paración de la iglesia del estado-,
de un Padre que le espera con los
                                       ahora se le presenta a la religión
brazos abiertos. Paul Ricoeur ha-
                                       la oportunidad de concentrarse en
blaba de “la carga de la ética y del
                                       su rol propio y específico.
consuelo de la religión”.
                                           La religión, poniendo al des-
    Lo que debe caracterizar al
                                       cubierto la profundidad infinita de
creyente no es tener una moral
                                       la persona por su origen y destino
distinta, sino un modo distinto de
                                       en Dios, permite comprender el
vivir la moral.
                                       valor incondicional de la moral, que
                                       en muchas ocasiones lleva a sacri-

88   Andrés Torres Queiruga
ficar no sólo la propia comodidad,          tivismo moral. La historia de-
sino incluso la propia vida. Algo           muestra que las religiones tienden
que no resulta fácil de explicar sin        a sacralizar sus normas con el ries-
un fundamento trascendente.                 go de caer en un moralismo que
   Este fundamento trascendente             oprime y deforma el espacio abier-
ayuda a mantener clara la distin-           to y libre de la trascendencia reli-
ción entre moralidad, moralismo             giosa. La teonomía enfatiza el
y relativismo. La antropología              punto justo: la moralidad, la deci-
cultural muestra que las normas             sión incondicional de querer ser
varían según culturas, hasta el             auténticamente morales, aunque
punto de llevar a muchos al rela-           no siempre acertemos.


  LA RELACIÓN INSTITUCIONAL: IGLESIA Y MORAL

    El reconocimiento de la auto-           te morales. Éstos no pueden ser
nomía de la normas exige a la Igle-         descalificados sin más “porque
sia renunciar a ser la definidora,          vienen de la Iglesia”, sino que
guardiana y sancionadora de las             merecen ser discutidos y sopesa-
mismas. Sigue en pie su vocación            dos con igual respeto a los pro-
específica de proclamar la buena            puestos por cualquier instancia
noticia de la llamada y del apoyo           seria y responsable.
divino a la moralidad. En cuanto                En negativo: lo que se pide, es
a la definición de las normas con-          un cambio en el modo de hablar.
cretas, debe aceptar que esa fun-           La Iglesia tiene que argumentar
ción es humana con consecuen-               con razones propiamente morales,
cias contrapuestas.                         sometidas a discusión pública, tan
                                            válidas como válidos sean los ar-
    En positivo: como tarea huma-
                                            gumentos en que se apoye. Un
na, la Iglesia no queda excluida de         cambio que exige un esfuerzo de
esa función. Esto permite disipar
                                            conversión, que deslegitima toda
un fuerte malentendido: el preten-
                                            tentación de autoritarismo. La
der recluir a la Iglesia en el ámbi-        Iglesia tiene la oportunidad de ha-
to meramente privado, “encerrar-
                                            cerse de nuevo “éticamente habi-
la en la sacristía”. Tal pretensión
                                            table”.
de excluir a la Iglesia es injusta
cuando ésta se sitúa en el terreno              Reconociendo la autonomía de
de la moralidad, es decir, cuando           las normas y renunciando al do-
llama y anima a guiarse por prin-           minio sobre ellas, la Iglesia deja
cipios morales, y no por instintos          que la obligación de cumplirlas
egoístas o por intereses de parti-          aparezca con claridad a partir de
do, y cuando interviene en el diá-          su carácter de tarea humana. No
logo con argumentos propiamen-              como una imposición divina, sino

        Moral y religión: de la moral religiosa a la visión religiosa de la moral   89
como una exigencia intrínseca de       pecado, la impresión es que se está
la libertad finita, que afecta por     defendiendo a Dios de un daño
igual a creyentes y a ateos. Se aca-   que se le hace a Él, y no de su pre-
ba así con un moralismo que lle-       ocupación por el daño que nos ha-
vó al terrible malentendido de ver     cemos a nosotros mismos. Tomás
a la religión –y a Dios– oprimien-     de Aquino dijo que “a Dios no lo
do la existencia con prohibiciones     ofendemos por ningún otro moti-
y mandamientos heterónomos,            vo que no sea por actuar contra
como si fuesen impuestos arbitra-      nuestro propio bien”. No quiero
riamente desde fuera y se opusie-      decir que esa deformación obe-
sen a la verdadera realización hu-     dezca a la intención consciente de
mana.
                                       la predicación, pero un mensaje no
    Así se explicita el verdadero      consta sólo de su emisión por par-
sentido del mensaje religioso en       te del hablante, sino también de
este campo. Si hay algo profun-        su recepción por parte del que es-
damente deformado en la predi-         cucha. No tenerlo en cuenta pue-
cación eclesiástica, es la sensación   de ser catastrófico. Pensemos en
de que, en sus orientaciones, la       la gran cantidad de personas que
Iglesia está buscando una conve-       por malentendidos en este campo
niencia propia o defendiendo unos      abandonaron o siguen abandonan-
supuestos “derechos” o “intere-        do la fe.
ses” de Dios. Cuando se habla del


          LA VIVENCIA CREYENTE DE LA MORAL

    Una vivencia creyente no pue-      ral, hasta el punto de que Tomas
de descuidar hoy el momento de         de Aquino llega a afirmar que pe-
autonomía. Ya no resulta posible       caría cuando adorase a Cristo pen-
aceptar una norma simplemente          sando que no es Dios.
“porque lo manda la santa madre
iglesia”. El adulto precisa saber el       Esto permite aclarar un aspec-
por qué de la norma y seguirla         to que pudo haber quedado oscu-
porque está convencido de que es       ro en los apartados anteriores.
buena, humanizadora. Un hom-           Decir que la Biblia no habla de
bre o una mujer adultos obran          moral o que a la Iglesia no le com-
moralmente mal, si, convencidos        pete dar normas morales es una
de que una norma es incorrecta,        afirmación de principio. En la Bi-
la siguen a pesar de todo, “por-       blia aparecen una gran cantidad de
que así está mandado”. Esto es-        normas, y la Iglesia no puede que-
taba implícito en la teoría tradi-     dar muda ante los problemas con-
cional de la conciencia como           cretos. Muchas de las pautas fun-
norma última de la decisión mo-        damentales, una vez descubiertas,

90   Andrés Torres Queiruga
resultan evidentes, y es normal                 Comprenderlo lleva a eliminar
que tanto la Biblia como la Igle-           de raíz el esquema infantil –e in-
sia las asuman y proclamen.                 fantilizante– de obrar bien por el
     La cuestión es que la propues-         premio y de evitar el mal por mie-
ta, siendo legítima como ayuda en           do al castigo. La auténtica viven-
el “descubrimiento”, no debe dar-           cia creyente se experimenta en
se sin más como válida para la              sintonía con la aspiración más
“fundamentación”. La propuesta              íntima del propio ser, sustenta-
tiene que ser “mayéutica”, debe             da por la gracia de un Dios que
servir para que el receptor acabe           impulsa sin forzar y animada por
viendo por sí mismo la razón de             una mirada que comprende sin
lo que se le propone. De ordina-            condenar.
rio, en esos casos fundamentales                Para lo segundo hace falta eli-
la misma proclamación explícita
                                            minar las monstruosas doctrinas
hace evidente esta razón. En otros,
                                            que angustiaron -y angustian- a
la proclamación puede ser el paso           tantos cristianos y que llevaron a
necesario para que el individuo las
                                            Nietzsche y a Sartre a rebelarse
descubra. En determinadas oca-
                                            contra una mirada “impúdica” que
siones, puede ser razonable fiar-           los clavaría como insectos contra
se de la competencia de quien pro-
                                            la propia culpabilidad. ¡Qué dife-
pone. En este sentido, la Iglesia,
                                            rencia la visión auténtica de un san
si sabe mostrarse receptiva a lo            Juan de la Cruz, que repite incan-
nuevo y sensible a las llamadas de
                                            sablemente que “el mirar de Dios
la historia, tiene también derecho
                                            es amar”!
a esperar que su larga experiencia
se convierta en un aval de credi-               Y para lo primero –para expe-
bilidad.                                    rimentar la religión como gracia–
                                            es preciso superar el espíritu de
    Pero es la valencia teónoma la
                                            esclavos, viviendo como hijas e
que debe hacerse oír con más in-
                                            hijos guiados no por la ley sino
tensidad en la vivencia individual.         por el amor; que conforme a la
Viviendo el esfuerzo moral como
                                            dialéctica paulina de indicativo-
continuación de la acción creado-
                                            imperativo, no se les pide para
ra, el creyente comprende que su            su bien más que acoger aquello
dureza no es una imposición o un
                                            que previamente se les regala: “si
capricho divino, sino que nace
                                            vivimos según el Espíritu, obre-
inevitablemente de la condición             mos también según el Espíritu”
finita de la libertad. Comprende
                                            (Gál 5,25).
también que su esfuerzo está sus-
tentado y rodeado por un Amor                  Es la ley sin ley del amor, que
que “sabe de qué barro estamos              hizo exclamar a san Agustín: “ama
hechos” y que no busca otra cosa            y haz lo que quieres”. Nótese: “lo
que animar en la realización y              que quieres” (dilige et quod vis
alentar en la caída.                        fac), no “lo que quieras” o “lo que

        Moral y religión: de la moral religiosa a la visión religiosa de la moral   91
querrías”; es decir, sigue la llama-             ba afirmando: “Ya por aquí no hay
da real y actual de tu ser más au-               camino, porque para el justo no
téntico y profundo, que consiste                 hay ley: él para sí se es ley”.
en amar, pues por amor y para el
amor fuiste creado. Y san Juan de                   La teonomía no teme procla-
la Cruz supo decir lo fundamen-                  marse como una autonomía tan
tal. En la Subida al Monte Car-                  radical que no tiene nada que en-
melo, con el realismo de quien no                vidiar a las más osadas afirmacio-
ignora la dureza de la subida, aca-              nes kantianas.

                                         Tradujo y condensó: JOSEP M. BULLICH




(Viene de la pág. 82: Autores de los artículos del presente número)


TORRES QUEIRUGA, ANDRÉS. Prof. de Fil. de la relig. en la Univ. de Santiago de Com-
   postela, Dir. de Encrucillada. Entre sus obras recientes: Recuperar la creación. Por
   una religón humanizadora (1997); Del terror de Isaac al Abbá de Jesús (2000); Fin del
   cristianismo premoderno (2000).
         O Curraliño 23G; 15705 Santiago de Compostela (España).

VIGIL, JOSÉ M. Claretiano. Estudios de teología en Salamanca y Roma y de psicología
   en Madrid y Managua. Profesor de teología en la Univ. Pont. de Salamanca y en la
   UCA (Nicaragua). Entre sus publicaciones: Espiritualidad de la liberación y Aunque
   es de noche: hipótesis piscoteológicas sobre la hora espiritual de América Latina en los
   90.
         Apartado 9192; Zona 6 Betania; Ciudad de Panamá (República de Panamá)

WEIGL, NORBERT. Diplomado en teología por la Julius-Maximilians-Univ. (Würzburg).
  Estudios de germanística e historia. Desde mayo de 2004, colaborador científico
  en la cátedra de liturgia de la Fac. de teol. de la Julius-Maximilians Univ.
       Bayerische Julius-Maximilians-Universität; katholisch-theologische Fakultät;
       Lehrstuhl für Liturgiewissenschaft; z. H. Norbert Weigl Sanderring 2; 97070
       Würzburg (Alemania)


92     Andrés Torres Queiruga

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Moral y religion

  • 1. ANDRÉS TORRES QUEIRUGA MORAL Y RELIGIÓN: DE LA MORAL RELIGIOSA A LA VISIÓN RELIGIOSA DE LA MORAL La moral y la religión aparecen siempre unidas y en conflicto en la historia humana. La unión tiende a la confusión en las épocas más pacíficas y al dominio de una sobre la otra en tiempos de crisis. Hubo etapas en que la religión absorbió a la moral convirtiéndola en una simple manifestación suya, sometida a sus dictados. En otras, la moral tiende a erigirse en señora absoluta, siendo la religión una consecuen- cia o un puro resto histórico. J. A. Marina, habla de “hijo parricida”, sosteniendo la tesis de que la moral, nacida dentro de la religión, hoy se ha convertido en el criterio de su validez y legitimidad, con tenden- cia a sustituirla en las mentalidades maduras e ilustradas. Pretender solucionar este grave problema con la simple vuelta al pa- sado sería religiosamente suicida; y darlo por resuelto con la descalifi- cación drástica de lo religioso, puede resultar humanamente devasta- dor. Subyace una honda crisis histórica que es preciso comprender y asimilar si queremos reconstruir una relación correcta. Moral e relixión: da moral relixiosa á visión relixiosa da moral, Encru- cillada 28 (2004) 2-23. LA SÍNTESIS ESPONTÁNEA Desde el punto de vista his- do divino, el que marcaba las tórico, es prácticamente unáni- pautas de la conducta correcta. me la convicción de que las di- En las (más) proféticas estas versas normas éticas o morales pautas se viven como originadas de la humanidad nacieron en el y sancionadas directamente por seno de las religiones. Éstas Dios o por los dioses, interpre- constituyeron los “contextos de tándose como “mandamientos” descubrimiento”, donde se afinó divinos. la sensibilidad para encontrar las En todas, las normas son tra- normas morales que así apare- ducciones de esa intención glo- cían fundadas en el ámbito de lo bal, y varían según los contex- sagrado y sancionadas por él. tos culturales, sociales e históri- En las religiones (más) natu- cos. A veces pueden parecer con- ralistas era el orden cósmico, tradictorias entre sí e incluso como manifestación del trasfon- provocar aberraciones. Pero, a 83
  • 2. pesar de todo, esas morales gran escuela de la educación hu- “religiosas” constituyeron la mana. LA RUPTURA DE LA SÍNTESIS Heteronomía conciencia moral, que luego se interpretaban con razón como La cultura tiende a la diferen- queridos por Dios. Influyó tam- ciación. La moral se fue con- bién la difusión de la mentalidad cienciando de su racionalidad nominalista, que afirmaba que las específica y se fue preguntando normas son buenas porque Dios por los motivos intrínsecos que las quiere. hacían correctas unas normas e En la práctica, en occidente la incorrectas otras. En la vida in- historia colocó a la Iglesia como dividual sucede algo parecido: el una instancia determinante en el niño empieza aceptando las ór- mundo cultural con gran poder en denes y orientaciones de sus pa- la normativa moral y socio-polí- dres, pero llega un momento en tica. Eso ayudó a sacar a Europa que precisa preguntarse por qué del caos provocado por la disolu- le mandan esto y le prohíben ción del imperio y las invasiones aquello. bárbaras. Pero resultó fatal cuan- En la cultura occidental este do, a partir del Renacimiento, las problema aparece desde antiguo. nuevas circunstancias postulaban El Eutrifón platónico ya se pre- una renovación objetiva de mu- gunta si las cosas son buenas -re- chas normas y un avance subjeti- ligiosa o moralmente- porque vo en el uso de la libertad. La re- Dios las quiere o las quiere por- sistencia institucional al cambio que son buenas. Tomás de Aqui- hizo que en la conciencia occi- no optará por la primera alternati- dental la moral eclesiástica fue- va. Factores muy importantes os- se percibida como una imposi- curecieron esa convicción en la ción: se hacía o se dejaba de ha- conciencia cristiana, creando en la cer porque la Iglesia lo mandaba práctica, en la predicación y en la o lo prohibía. mentalidad espontánea la idea de Las guerras de religión en Eu- que hay que cumplir las normas ropa y el auge del iusnaturalismo porque Dios, y, en su nombre, la (que sostiene la opinión de que las Iglesia, lo manda. normas serían válidas “aunque Ante todo estaba la lectura li- Dios no existiese”), agudizaron la teral de la Biblia, con la impresión contradicción. Cuando Kant des- ingenua de que Dios dictó los cribe como heterónoma toda nor- mandamientos, sin percatarse de ma que viene de una autoridad que eran descubrimientos de la externa al sujeto, no hace más que 84 Andrés Torres Queiruga
  • 3. dar forma filosófica a una creen- iglesia y el abandono de toda pre- cia ampliamente extendida. tensión de control exclusivo de la conciencia moral. Para la reacción progresista la tentación consiste La reacción popular: autono- en absolutizar la autonomía, pen- mía sando que sólo la puede mantener con la negación de la existencia de Dios. “La autonomía de la voluntad es el único principio de todas la Entre ambos extremos resulta leyes morales, así como de los posible una mediación. deberes que se ajustan a ellas; en cambio, toda heteronomía del al- bedrío se opone al principio de La teonomía como media- dicha obligación y a la moralidad ción de la voluntad”. En estas palabras, Kant retoma la intuición que ex- El Vaticano II reconoció la le- presó Pico della Mirandola como gitimidad de la autonomía de lo signo específico de “dignidad hu- creado. Sabe que puede ser falsi- mana”, cuando Dios le dijo a ficada desconectándola de toda Adán: “No te fijes ni en lo celeste referencia a Dios (GS 36), pero no ni en lo terrestre, tampoco en lo se va al extremo opuesto, sino que mortal ni inmortal, para que así, afirma el camino de la justa me- como libre escultor y plasmador diación. de ti mismo, te puedas dar la for- ma que más te agrade”. Hegel lo En el mundo de las ciencias, esta evidencia se impuso con fuer- confirma, afirmando que la reali- za, y constituye ya un bien común zación de la libertad constituye el en la conciencia eclesial. En el fin de la historia universal. ámbito ético la aplicación concre- Se trataba aquí de un punto sin ta resulta más delicada. Estructu- retorno en la percepción de la ralmente, el problema es idéntico: moralidad y supone, todavía hoy, el concilio habla de las “leyes y un desafío enorme. Asumir eso valores” tanto de las “cosas crea- con todas las consecuencias exi- das” como de la “sociedad mis- ge repensar las relaciones entre ma”. religión y moral. Y, como en toda Ya mucho antes, Pablo habló ruptura crítica, la tentación es acu- a su modo de una autonomía de la dir a posiciones extremas. conciencia moral (cf. Rm 2,14). Institucionalmente, la tenta- Ahí resuena la idea de la filosofía ción de volver atrás nace de la sen- estoico-helenística del vivir ético sación de que reconocer la auto- como un “vivir conforme a la na- nomía de la moral implica una dis- turaleza” o “conforme a la razón”, minución de la autoridad de la sin desvincular a la moral de su Moral y religión: de la moral religiosa a la visión religiosa de la moral 85
  • 4. referencia a lo divino. hace ni para “su gloria” ni para que “le sirvamos”, sino por nues- Hoy esto todavía resulta más tro bien y nuestra realización. claro. Históricamente, el descu- Cumplir su proyecto creador es brimiento de la autonomía tiene realizar nuestro ser, y a la inver- hondas raíces en la conciencia bí- sa. La teología actual expresa esto blica de la creación. Al “desdivi- hablando de teonomía, es decir, nizar” toda realidad que no sea hablando de “la razón autónoma Dios, abrió la posibilidad de exa- unida a su propia profundidad”. minarla y tratarla por sí misma (Paul Tillich) conforme a sus leyes intrínsecas. Cristológicamente, se hizo evi- Creando desde la libre gratui- dente que la relación creatural dad de su amor, Dios funda y sos- tiene la libertad sin sustituirla; refuerza la autonomía dada: Cris- crea para que la criatura se realice to es “tanto más divino, cuanto a sí misma. La llamada divina que, más humano”. Teológicamente, ya de entrada, pudo parecer una im- Schelling y Kierkegaard vieron posición (heteronomía), aparece que la realidad creada cuanto más como tarea insustituible de la pro- se fundamenta en Dios, más se pia persona, invitada a realizarse, afirma en sí misma. optando y decidiendo por sí mis- La idea de creación por amor ma (autonomía), para acabar re- permite comprender todo esto de conociendo su acción como idén- manera más intuitiva. Si Dios crea tica al impulso amoroso y creador desde la infinita gratuidad, no lo de Dios (teonomía). NO MORAL “CRISTIANA”, SINO VISIÓN Y VIVENCIA CRISTIANA DE LA MORAL Tomar en serio la creación es “felicidad” (eudaimonía), lo que reconocer que la criatura está en- en los tratados éticos y morales tregada a sí misma, realizando las acostumbra a llamarse su “vida propias potencialidades. En la na- buena”. turaleza eso sucede espontánea- mente. En la persona humana la Esos caminos están inscritos realización tiene que ser buscada en el propio ser y en las propias libremente a través de la inteligen- relaciones. Algunos parecen evi- cia y de la opción de la voluntad. dentes como manifestación espon- Auscultando los dinamismos de su tánea del dinamismo moral, como ser más auténtico y analizando las no matar, no robar… Otros exi- relaciones con su entorno, va des- gen un esfuerzo consciente de cubriendo los caminos de su ver- dilucidación para distinguir lo au- dadera realización, de su posible téntico de lo espurio (piénsese en 86 Andrés Torres Queiruga
  • 5. el largo camino para llegar a los la autonomía de la moral, a saber, derechos humanos). que las normas concretas son un En realidad, dado que la per- encuentro desde dentro, desde la sona es una esencia abierta, siem- realidad humana y con medios pre en construcción, se trata de humanos. En esta búsqueda no se una tarea inacabable. Los caminos trata de un asunto religioso, sino no están aún trazados: es preciso de un asunto humano. En princi- el tanteo, y resulta inevitable la pio no tiene por qué haber dife- aventura, el esfuerzo creativo. No rencia entre una ética o moral atea siempre se puede pretender la se- y una religiosa. De hecho, siem- guridad ni esperar unanimidad pre hay diferencias, pero la divi- (piénsese en los problemas que sión nace de la dificultad propia plantea la genética con sus posi- de la exploración moral y no tie- bilidades de curación y sus peli- ne por qué ser definida religiosa- gros de manipulación). mente: hay diferencias entre reli- Pero siempre se trata de una giosos y ateos, entre los mismos tarea humana: encontrar aquellas ateos o entre religiosos. pautas de conducta que llevan a Ahora bien, hay moralistas que una vida más auténtica y a una siguen afirmando una especifici- convivencia más humanizadora. dad de la ética cristiana (con al- Sucede en las sociedades y en las gunos contenidos sólo alcanzables religiones, también en la religión por “revelación”). Cuando no obe- bíblica. A Moisés no le fueron es- dece a una insuficiente distinción critos milagrosamente los “man- de planos, se trata de una resisten- damientos” en dos tablas de pie- cia residual: la misma que llevó a dra, sino que, discurriendo, dia- oponerse durante siglos al recono- logando con los suyos y apren- cimiento de la autonomía de las diendo del entorno, fue descu- ciencias respecto a la revelación briendo aquellas pautas de con- bíblica. Lo que la Biblia pretende ducta que le parecían mejores para es hablar de religión: carece de el bien de su pueblo. Después, sentido hablar de “física cristiana” como persona religiosa que era y o de “medicina católica”. Aunque comprendiendo con toda la razón la cuestión sea más delicada, lle- que, en la justa medida en que eran ga el momento de afirmar con buenos, eran también queridos por idéntico derecho que la Biblia Dios, fueron propuestos al pueblo tampoco quiere hablar de moral, como salidos de la propia boca sino de religión. Por eso el título divina. de este apartado no habla de “mo- ral cristiana”. Situándonos en el descubri- miento de las normas, éste es el La teonomía, al incluir la pa- planteamiento de quienes, tam- labra “Dios” (theós), califica esa bién desde la teología, sostienen autonomía, no para negarla, sino Moral y religión: de la moral religiosa a la visión religiosa de la moral 87
  • 6. para evitar la ruptura de su rela- La relación estructural entre ción con lo divino en una pers- moral y religión pectiva distinta. Relación obvia para el creyente que, como cria- Reconocer la autonomía de la tura, sabe que tanto su ser como moral no significa una substitu- su esfuerzo en la búsqueda le vie- ción: donde antes estaba la reli- nen de Dios. Interpretado esto gión debe ahora ponerse la moral. como imposición, lleva a la hete- La moral no es el “hijo parricida” ronomía e interpretado como don de su progenitora histórica, sino gratuito y llamada amorosa, no que estamos ante la legítima sólo no disminuye su autonomía, emancipación de una hija llegada sino que la afirma. Cuanto más se a la madurez. abre la criatura a la acción crea- En el proceso normal de la dora, más es en sí misma y más se vida, esta emancipación significa potencia su libertad. el establecimiento de una nueva El obrar ético se sabe sosteni- relación. En nuestro caso, a la re- do y acompañado por una Presen- ligión se le pide una cura ascéti- cia que, estando en su origen, lo ca, que, sin abandonar el amor, apoya en su camino y lo aguarda renuncie a una súper-tutela que ya en su final. Exactamente al revés no es precisa; y a la moral, una de lo que demasiadas veces se superación del entusiasmo adoles- piensa –¡y se enseña y se predi- cente que, sin renunciar a la justa autonomía, sepa reconocer lími- ca!–. La vivencia puede ser dis- tes y agradecer apoyos. El rol ac- tinta, pues el creyente, consciente tual de la religión es el de animar de la compañía divina –que es a ser morales, dejando para la re- para todos–, tiene la suerte de vi- flexión autónoma el ir descubrien- virla de una manera distinta, do cómo serlo. “agraciada”. Eso es una gracia. Igual que en El hombre, desde la fe, se sien- sus relaciones con la ciencia -la te como un hijo amado que, inclu- Biblia no habla de astronomía ni so cuando se desvía y pierde, siem- de biología- y con la política -se- pre puede conservar la esperanza paración de la iglesia del estado-, de un Padre que le espera con los ahora se le presenta a la religión brazos abiertos. Paul Ricoeur ha- la oportunidad de concentrarse en blaba de “la carga de la ética y del su rol propio y específico. consuelo de la religión”. La religión, poniendo al des- Lo que debe caracterizar al cubierto la profundidad infinita de creyente no es tener una moral la persona por su origen y destino distinta, sino un modo distinto de en Dios, permite comprender el vivir la moral. valor incondicional de la moral, que en muchas ocasiones lleva a sacri- 88 Andrés Torres Queiruga
  • 7. ficar no sólo la propia comodidad, tivismo moral. La historia de- sino incluso la propia vida. Algo muestra que las religiones tienden que no resulta fácil de explicar sin a sacralizar sus normas con el ries- un fundamento trascendente. go de caer en un moralismo que Este fundamento trascendente oprime y deforma el espacio abier- ayuda a mantener clara la distin- to y libre de la trascendencia reli- ción entre moralidad, moralismo giosa. La teonomía enfatiza el y relativismo. La antropología punto justo: la moralidad, la deci- cultural muestra que las normas sión incondicional de querer ser varían según culturas, hasta el auténticamente morales, aunque punto de llevar a muchos al rela- no siempre acertemos. LA RELACIÓN INSTITUCIONAL: IGLESIA Y MORAL El reconocimiento de la auto- te morales. Éstos no pueden ser nomía de la normas exige a la Igle- descalificados sin más “porque sia renunciar a ser la definidora, vienen de la Iglesia”, sino que guardiana y sancionadora de las merecen ser discutidos y sopesa- mismas. Sigue en pie su vocación dos con igual respeto a los pro- específica de proclamar la buena puestos por cualquier instancia noticia de la llamada y del apoyo seria y responsable. divino a la moralidad. En cuanto En negativo: lo que se pide, es a la definición de las normas con- un cambio en el modo de hablar. cretas, debe aceptar que esa fun- La Iglesia tiene que argumentar ción es humana con consecuen- con razones propiamente morales, cias contrapuestas. sometidas a discusión pública, tan válidas como válidos sean los ar- En positivo: como tarea huma- gumentos en que se apoye. Un na, la Iglesia no queda excluida de cambio que exige un esfuerzo de esa función. Esto permite disipar conversión, que deslegitima toda un fuerte malentendido: el preten- tentación de autoritarismo. La der recluir a la Iglesia en el ámbi- Iglesia tiene la oportunidad de ha- to meramente privado, “encerrar- cerse de nuevo “éticamente habi- la en la sacristía”. Tal pretensión table”. de excluir a la Iglesia es injusta cuando ésta se sitúa en el terreno Reconociendo la autonomía de de la moralidad, es decir, cuando las normas y renunciando al do- llama y anima a guiarse por prin- minio sobre ellas, la Iglesia deja cipios morales, y no por instintos que la obligación de cumplirlas egoístas o por intereses de parti- aparezca con claridad a partir de do, y cuando interviene en el diá- su carácter de tarea humana. No logo con argumentos propiamen- como una imposición divina, sino Moral y religión: de la moral religiosa a la visión religiosa de la moral 89
  • 8. como una exigencia intrínseca de pecado, la impresión es que se está la libertad finita, que afecta por defendiendo a Dios de un daño igual a creyentes y a ateos. Se aca- que se le hace a Él, y no de su pre- ba así con un moralismo que lle- ocupación por el daño que nos ha- vó al terrible malentendido de ver cemos a nosotros mismos. Tomás a la religión –y a Dios– oprimien- de Aquino dijo que “a Dios no lo do la existencia con prohibiciones ofendemos por ningún otro moti- y mandamientos heterónomos, vo que no sea por actuar contra como si fuesen impuestos arbitra- nuestro propio bien”. No quiero riamente desde fuera y se opusie- decir que esa deformación obe- sen a la verdadera realización hu- dezca a la intención consciente de mana. la predicación, pero un mensaje no Así se explicita el verdadero consta sólo de su emisión por par- sentido del mensaje religioso en te del hablante, sino también de este campo. Si hay algo profun- su recepción por parte del que es- damente deformado en la predi- cucha. No tenerlo en cuenta pue- cación eclesiástica, es la sensación de ser catastrófico. Pensemos en de que, en sus orientaciones, la la gran cantidad de personas que Iglesia está buscando una conve- por malentendidos en este campo niencia propia o defendiendo unos abandonaron o siguen abandonan- supuestos “derechos” o “intere- do la fe. ses” de Dios. Cuando se habla del LA VIVENCIA CREYENTE DE LA MORAL Una vivencia creyente no pue- ral, hasta el punto de que Tomas de descuidar hoy el momento de de Aquino llega a afirmar que pe- autonomía. Ya no resulta posible caría cuando adorase a Cristo pen- aceptar una norma simplemente sando que no es Dios. “porque lo manda la santa madre iglesia”. El adulto precisa saber el Esto permite aclarar un aspec- por qué de la norma y seguirla to que pudo haber quedado oscu- porque está convencido de que es ro en los apartados anteriores. buena, humanizadora. Un hom- Decir que la Biblia no habla de bre o una mujer adultos obran moral o que a la Iglesia no le com- moralmente mal, si, convencidos pete dar normas morales es una de que una norma es incorrecta, afirmación de principio. En la Bi- la siguen a pesar de todo, “por- blia aparecen una gran cantidad de que así está mandado”. Esto es- normas, y la Iglesia no puede que- taba implícito en la teoría tradi- dar muda ante los problemas con- cional de la conciencia como cretos. Muchas de las pautas fun- norma última de la decisión mo- damentales, una vez descubiertas, 90 Andrés Torres Queiruga
  • 9. resultan evidentes, y es normal Comprenderlo lleva a eliminar que tanto la Biblia como la Igle- de raíz el esquema infantil –e in- sia las asuman y proclamen. fantilizante– de obrar bien por el La cuestión es que la propues- premio y de evitar el mal por mie- ta, siendo legítima como ayuda en do al castigo. La auténtica viven- el “descubrimiento”, no debe dar- cia creyente se experimenta en se sin más como válida para la sintonía con la aspiración más “fundamentación”. La propuesta íntima del propio ser, sustenta- tiene que ser “mayéutica”, debe da por la gracia de un Dios que servir para que el receptor acabe impulsa sin forzar y animada por viendo por sí mismo la razón de una mirada que comprende sin lo que se le propone. De ordina- condenar. rio, en esos casos fundamentales Para lo segundo hace falta eli- la misma proclamación explícita minar las monstruosas doctrinas hace evidente esta razón. En otros, que angustiaron -y angustian- a la proclamación puede ser el paso tantos cristianos y que llevaron a necesario para que el individuo las Nietzsche y a Sartre a rebelarse descubra. En determinadas oca- contra una mirada “impúdica” que siones, puede ser razonable fiar- los clavaría como insectos contra se de la competencia de quien pro- la propia culpabilidad. ¡Qué dife- pone. En este sentido, la Iglesia, rencia la visión auténtica de un san si sabe mostrarse receptiva a lo Juan de la Cruz, que repite incan- nuevo y sensible a las llamadas de sablemente que “el mirar de Dios la historia, tiene también derecho es amar”! a esperar que su larga experiencia se convierta en un aval de credi- Y para lo primero –para expe- bilidad. rimentar la religión como gracia– es preciso superar el espíritu de Pero es la valencia teónoma la esclavos, viviendo como hijas e que debe hacerse oír con más in- hijos guiados no por la ley sino tensidad en la vivencia individual. por el amor; que conforme a la Viviendo el esfuerzo moral como dialéctica paulina de indicativo- continuación de la acción creado- imperativo, no se les pide para ra, el creyente comprende que su su bien más que acoger aquello dureza no es una imposición o un que previamente se les regala: “si capricho divino, sino que nace vivimos según el Espíritu, obre- inevitablemente de la condición mos también según el Espíritu” finita de la libertad. Comprende (Gál 5,25). también que su esfuerzo está sus- tentado y rodeado por un Amor Es la ley sin ley del amor, que que “sabe de qué barro estamos hizo exclamar a san Agustín: “ama hechos” y que no busca otra cosa y haz lo que quieres”. Nótese: “lo que animar en la realización y que quieres” (dilige et quod vis alentar en la caída. fac), no “lo que quieras” o “lo que Moral y religión: de la moral religiosa a la visión religiosa de la moral 91
  • 10. querrías”; es decir, sigue la llama- ba afirmando: “Ya por aquí no hay da real y actual de tu ser más au- camino, porque para el justo no téntico y profundo, que consiste hay ley: él para sí se es ley”. en amar, pues por amor y para el amor fuiste creado. Y san Juan de La teonomía no teme procla- la Cruz supo decir lo fundamen- marse como una autonomía tan tal. En la Subida al Monte Car- radical que no tiene nada que en- melo, con el realismo de quien no vidiar a las más osadas afirmacio- ignora la dureza de la subida, aca- nes kantianas. Tradujo y condensó: JOSEP M. BULLICH (Viene de la pág. 82: Autores de los artículos del presente número) TORRES QUEIRUGA, ANDRÉS. Prof. de Fil. de la relig. en la Univ. de Santiago de Com- postela, Dir. de Encrucillada. Entre sus obras recientes: Recuperar la creación. Por una religón humanizadora (1997); Del terror de Isaac al Abbá de Jesús (2000); Fin del cristianismo premoderno (2000). O Curraliño 23G; 15705 Santiago de Compostela (España). VIGIL, JOSÉ M. Claretiano. Estudios de teología en Salamanca y Roma y de psicología en Madrid y Managua. Profesor de teología en la Univ. Pont. de Salamanca y en la UCA (Nicaragua). Entre sus publicaciones: Espiritualidad de la liberación y Aunque es de noche: hipótesis piscoteológicas sobre la hora espiritual de América Latina en los 90. Apartado 9192; Zona 6 Betania; Ciudad de Panamá (República de Panamá) WEIGL, NORBERT. Diplomado en teología por la Julius-Maximilians-Univ. (Würzburg). Estudios de germanística e historia. Desde mayo de 2004, colaborador científico en la cátedra de liturgia de la Fac. de teol. de la Julius-Maximilians Univ. Bayerische Julius-Maximilians-Universität; katholisch-theologische Fakultät; Lehrstuhl für Liturgiewissenschaft; z. H. Norbert Weigl Sanderring 2; 97070 Würzburg (Alemania) 92 Andrés Torres Queiruga