3. El profeta Amós Ambiente social La persona Autenticidad El libro de Amós La justicia La Majestad divina El día de Yahwéh Pecados del pueblo Estructura y estilo Actualidad de su mensaje
5. En el canon bíblico el libro de Amós es el tercero en el códice de Profetas Menores. Sin embargo, recoge las palabras del primer profeta , cuya predicación se puso por escrito. Los oráculos y las visiones las proclamó A-mós en el siglo VIII, en Betel, Gilgal, y Sama-ría, probablemente en un corto espacio de tiem-po.
6. La autenticidad del libro de Amós no ha sido puesta en duda seriamente; su estilo directo y claro es señal de no haber sufrido elaboraciones tardías de im-portancia. Ú nicamente han suscitado dudas el oráculo con-tra Judá (2,4-5); las doxologías (4,13; 5,8-9; 9,5-6) y el oráculo de salvación con que termina el libro (9,11-15). Pero los argumentos aducidos no son plenamente convincentes, porque no explican por qué fueron aña-didos ni la novedad que aportan.
7. La crítica histórica sí ha planteado la posibilidad de diversas manos antes de la redacción final. En los últimos años el Prof William J. Doorly ( Prophet of Justice: Understanding the Book of Amos , Phila-delphia, 1989) ha propuesto la hipótesis de tres redactores : el primero , contemporáneo de Amós, recogería los oráculos del profeta con muy pocos retoques; el segundo , de la época de Josías, aplicaría los orácu-los a la sociedad del reino de Judá; finalmente, el tercero y definitivo, postexílico, intro-duciría pequeños retoques con objetivos espiritualistas.
8. Del oráculo contra Judá reconoce que el estilo vago y general supone un autor distinto de Amós, pero las ideas de ley y de supremacía de Jerusalem/Sión son del profeta. Por tanto, la sustancia del oráculo es de Am6s, aunque la redacción o relectura sea de un autor deute-ronomista. Algunos autores consideran que los oráculos contra Tiro y Edom , por su estructura corta, son tam-bién deuteronomistas. Acerca de las doxologías hay un mayor acuerdo en considerarlas partes de un himno independiente.
9. Ahora bien, este himno que pudo tener su origen en un canto a Baal, probablemente ya existía en tiem-pos del profeta, purificado y dirigido al Señor las cua-lidades y el dominio sobre la naturaleza que los cana-neos atribuían a Baal, los israelitas las aplican a Yah-weh. Por tanto, aunque la paternidad del himno no sea de Amós, fue él y no un autor posterior quien acomo-dó a su libro las partes de l cántico que le interesaron.
10. E l epílogo que había sido rechazado por muchí-simos autores, vuelve a ser tenido como auténtico por un número cada día mayor de exegetas contemporá-neos. No parecía que un oráculo de bendición encajara en un libro obstinadamente pesimista. Sin embargo los vv.-11.13-15 bien pudo pronun-ciarlos Amós, pues en ellos no se menciona la expia-ción, la conversión , el reto rn o a un país lejano, ni un personaje mesiánico, temas típicos de los oráculos be-néficos tardíos .
11. E n cambio se recogen ideas propias del entorno de Amós (y hasta cananeas), según las cuales a una época de desgracia sigue otra de bonanza (recuérdese la doctrina de los ciclos naturales de Canaán). Por otra parte, la misión de Amós, como la del resto de los profetas, consiste en anunciar la salvación . E1 tono severo del profeta de Técoa hace más patente la misericordia divina.
14. 731-722 Oseas 852-841 Jorán 736-732 Pécaj 852-852 Ocozías 737-736 Pecajías 875-853 Ajab 746-737 Menajén 877-875 Omrí 747 Salún 887-882 Tibní 747 Zacarías 887 Zimrí 789-748 Jeroboán II 887 Elá 805-789 Joás 910-887 Basá 814-798 Joacaz 911-910 Nadab 841-814 Jehú 933-911 Jeroboam Cronología de los reyes del Reino del Norte
15. Amós predica en un momento de prosperi-dad durante el cual los israelitas sintieron más que nunca el orgullo nacional. Por los datos iniciales del libro, Amós ejer-ció su actividad probablemente poco después de la victoria de Jeroboam II sobre los arameos de Damasco, hacia el final de su reinado (760-750) (cfr. 2Reg 14,23- 28).
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17. En estos años el reino del Norte alcanzó su máxi-mo poderío; la población fue la más numerosa; flore-ció el comercio y la industria textil y del tinte. No hu-bo guerras ni amenazas, porque aún no había apareci-do el usurpador asirio Teglatpalasar III. Israel, en su-ma, vive en su mejor momento como reino . El propio Amós se refiere con frecuencia a las construcciones suntuosas (Am 3,15; 5,11; 6,4-6). Pero esa prosperidad ocultaba una enorme descomposición social con diferencias escandalosas entre ricos y po-bres, corrupción de jueces y magistrados, explotación de los desheredados, etc.
18. Y sobre todo, la degradación religiosa: los san-tuarios eran frecuentados, pero no había piedad pro-funda; algunos llegaron a aceptar cultos paganos de fertilidad y prostitución sagrada; otros, la mayoría, se limitaban a actos externos de culto. Por otra parte, las ideas religiosas corrían peligro de deteriorarse, al considerar los beneficios antiguos no como acicate de mayor entrega, sino como fuente de aburguesamiento: el pueblo esperaba el día de Yah-weh, es decir, una intervención prodigiosa de Dios en favor de Israel, pero lo entendían en sentido material y político, con los ojos puestos en una etapa de mayor bienestar y de exaltación entre las naciones.
20. Los datos biográficos son escasos. No se conocen las fechas de su nacimiento ni de su muerte, y faltan muchos detalles de su vida privada. Aunque desarrolla su actividad en el Norte, era originario del Sur, de Tecoa, una ciudad pe-queña, pero importante, situada a unos l7 Kms al sur de Jerusalén (Am 1,1).
21. Es una zona montañosa, poco propicia para la agricultura; sus habitantes se dedicaban pri-mordialmente a la cría de ganado. También Amós era pastor (Am 1,1; 7,14) y cultivador de sicomoros (Am 7,14). Los autores antiguos explican que los sico-moros producen un fruto muy dulce y apreciado, pero requieren que se les haga pequeñas incisio-nes: « Si no se pinchan los higos del sic ó moro se quedan raquíticos, muy amargos y sólo sirven para alimento de los animales »
22. No significa, sin embargo, que fuera extremadamente pobre porque posiblemente los ganados y los campos eran de su propie-dad; ni tampoco conviene exage-rar que su ascendencia campesi-na tuviera que reflejarse en un carácter rudo o en un estilo tos-co. San Jerónimo llega a til-darle de imperitus sermone . Más bien se constata que su origen ru-ral influye en su amor por la na-turaleza
23. H ay en el libro 55 términos agrícolas : conoce las cos-tumbres de las langostas (7,1). o de los animales salvajes (3,4), los efectos de la sequía (4,7-8), las artes de la caza (3,5). Pero además, no le son ajenas las costumbres urbanas : cómo influyen los acontecimientos de la ciudad en todo el pueblo (3,6-9); el lujo que suele abundar (3,9-12); las casas climatizadas para invierno y verano (3,15); los grandes ban-quetes (6,4-6).
24. Por otra parte, conoce bien las antiguas tradiciones y los fundamentos de la fe del pueblo : la fraternidad de Edom e Israel (1,11; cfr Gen 25,19-24); la salida de Egipto, los cuarenta años en el desie rt o y la posesión de la tierra (2,10; 3,2); la destrucción de Sodoma y Gomorra (4,11); el talento musical y poético de David (4,5); el culto del desierto (5,25). Y menciona un gran número de ciu-dades que fueron es-cenario de aconteci-mientos importantes durante el reinado de Salomón o antes de él .
25. Hay que añadir también que era un hombre versado en cuestio-nes jurídicas y en técnicas sapien-ciales: las denuncias de 2,6-8 alu-den a diversos preceptos del Có-digo de la Alianza (Ex 22,25; 23,6). Los oráculos contra las na-ciones muestran bien a las claras los recursos sapienciales de expo-sición (por tres crímenes... y un cuarto: Am 1,3.6.9.13...); también las visiones reflejan la sabiduría del narrador (Am 7-9). Amós, por tanto, es un hombre rural pero es un sabio de su tiempo , versado en la cultura religiosa de su pueblo.
26. A este hombre laico, que no tiene ninguna relación con los mi-nistros oficiales del Templo, ni con los grupos de profetas caris-máticos, Dios le envía a profetizar a Israel. Es una llamada imperiosa que no puede rehusar: « Si ha ru-gido el león, ¿quién no temerá? Si el Señor Dios ha hablado, ¿quién no profetizará?» [ Cfr el conocido incidente de Bethel: Am 7,10-17 ] .
27. Amasías, sacerdote de Betel, santuario real, ha-cía las veces de portavoz del rey. Sacando de contexto las palabras de Amós, le a-cusa de ir contra el rey y le llama despectivamente vi-sionario (7,12). Es evidente que Amós no estaba al servicio del Templo ni del rey; al contrario su conciencia de porta-voz de Dios le sitúa por encima de las instituciones y pronuncia un severo oráculo contra el sacerdote (v. 17): nótese que el profeta se reserva la última palabra.
31. Juicio de las naciones vecinas, de Judá e Israel (1,3-2,16) Contra Damasco (1,3-5) Contra Filistea (1,6-8) Contra Fenicia (1,9-10) Contra edom (1,11-12) Contra Amón (1,13-15) Contra Moab (2,1-3) Contra Judá (2,4-5) Contra Israel (2,6-16)
32. Reproches y amenazas a Israel (3,1-6,14) Elección y castigo de Israel (3,1-2) La mediación profética (3,3-8) Oráculo contra Samaria (3,9-12) Oráculo contra el santuario de Betel y el lujo (3,13-15) Contra las mujeres de Samaria (4,1-3) Reproches a Israel (4,4-5) Correciones divinas desatendidas (4,6-12)
33. Doxología sapiencial (4,13) Elegía por Israel (5,1-3) Conversión al Señor (5,4-7) Doxología (5,8-9) Denuncia profética (5,10-13) Exhortación a convertirse (5,14-15) Lamentos (5,16-17) El día del Señor (5,18-20) Reproches al culto meramente externo (5,21-25) Amenaza profética (5,26-27) Falsa seguridad de las riquezas (6,1-7) Castigo divino (6,8-14)
34. Ciclo de las visiones proféticas (7,1-9,10) Visión 1ª: las langostas (7,1-3) Visión 2ª: el fuego (7,4-6) Visión 3ª: La plomada (7,7-9) Disputa con Amasías (7,10-17) Visión 4ª: La canasta de frutas (8,1-3) Denuncia de los exploradores (8,4-8) Día del juicio (8,9-14) Visión 5ª: ruina del santuario (9,1-4) Doxología (9,5-6) Castigo de los israelitas pecadores (9,7-10)
36. Esquema Prólogo: Am 1,1-2 Epílogo: Am 9,11-15 Amasías Oráculos Oráculo contra Israel Visiones 6 oráculos contra Israel Oráculos contra las naciones Tercera parte Segunda parte Primera parte
37. El libro, tal como nos ha l legado en el Ca-non se divide en tres par-tes más la introducción y la conclusión. La introducción consta del título (« Pala-bras de Amós ...») y un resumen del contenido del libro, expresado en un oráculo (l,l-2). 7,1-9,10 3ª 3,1-6,20 2ª 1,3-2,16 1ª
38. La primera parte (1,3-2,16) está formada por una serie de oráculos contra distintas naciones que culmina en el orácu-lo contra Israel. Tienen un mismo esquema (recurso sapiencial) y for-man un continuo crescendo . Los elementos son los siguientes: i) Fórmula introductoria: Así dice el Señor (1,5.8.15; 2,3); ii) Motivación general, casi idéntica en todos ellos: «Por tres crí-menes...»; iii) Motivación particular, diferente en cada caso, porque concreta los delitos de cada nación; iv) Sentencia condenatoria. Cada una de las naciones sufrirá las desgracias correlati-vas a sus crímenes
39. Muchos autores se han planteado la cronología de las diversas partes y su correspondencia con los a contecimientos que vivió Amós. Tarea difícil y frecuentemente hipotética. Sin duda las visiones debieron ocurrirle al in icio de su ministerio y probablemente el episodio de Bethel al final. El orden de los oráculos es más problemático y no hay acuerdo entre los autores . [ cfr L. Monloubou, o.c., 719-720. Si el oráculo contra Judá (2,4-5) fuera et único añadido, tendríamos un bloque de siete oráculos, numero simbólico. Sería un dato más del caráctar sapiencial de este btoque. Incluso hay un cierto orden geográfico: Damasco, Gaza, Tiro, Edom, Ammón, Moab. (Judá), Israel ] .
40. El oráculo contra Israel (2,6-16) es más pormenorizado que los anteriores: no se limita a enumerar los delitos y la condena correspondiente, sino que alterna (y contrasta) los pecados de Israel y los beneficios recibidos. De esta forma, los crímenes no son simples desórdenes de unas normas establecidas, sino ofensas contra Dios.
41. Los pecados enumerados son : injusticias sociales (vv.6-7), incesto e idolatría (v.7b), y abuso cultual (v.8). Los beneficios divinos se resumen en : la donación de la tierra (v. 10b), precedida de la liberación de Egipto (v.10, si bien el profeta no hace hincapié en la crudeza de la travesía del desierto).
42. Y la elección de nazireos y profetas (¡ni jueces ni reyes!) para conducir al pueblo. Los nazireos (cfr Num 6) y los profetas eran los representantes más genuinos de la religiosidad israelita, puesto que no estaban supeditados a los poderes establecidos ni a las presiones ambientales. La condena es implacable: Israel sucumbirá ante el enemigo que los aplastará de tal modo que ni el mejor pre-parado («el rápido» y «el fuerte») podrá escapar. El pecado denunciado en este verso puede ser de idolatría, de incesto o/y de abuso de poder.
43. «La gravedad puede ser por tres razones: porque la joven era hieródula de algún templo cananeo; en este caso el profeta estaría denunciando un pecado de idolatría, fre-cuente entre los israelitas. Pero no se explica la mención del padre e hijo; igualmente graves serían esas relaciones idolátricas de uno solo. La gravedad puede estar precisamente en el paren-tesco de ambos: el incesto estaba ya condenado en las leyes de Lev 18 y 20; el oráculo de Amós sería un testimonio de la extrema depravación de costumbres.
44. Un tercer motivo: es posible que se tratara de una joven israelita,vendida por un deudor en apuros, en cuyo caso, al incesto se añadiría el abuso de poder. Aquellos hacendados pervertidos deshonraban el nombre de Dios al deshonrar de esa manera a una mujer de su mismo pueblo» ( S. Ausín , La sexualidad en los libros proféticos , en Teologia del cuerpo y de la sexualidad , Ma-drid 1991, pp. 51-106). Nótese que en este texto deshonrar a una mujer equivale a deshonrar el nombre de Dios.
45. La segunda parte ( Am 3-6) abarca seis oráculos diri-gidos también contra el pueblo de Israel . Vienen a ser una ampliación del oráculo contra Israel de la primera parte. Los tres primeros comienzan con la misma frase: Escuchad esto (Am 3,1; 4,1 y 5,1); los tres últimos están redactados en tono de lamentación y tienen también el mismo comienzo: Ay de los que... (Suele denominarse la sección de Ayes : 5,7; 5,18; 6,1). Se condenan las injusticias sociales y el culto perver-tido, cargado de ritos externos y de fórmulas de autosufi-ciencia. Probablemente es la parte más severa de todo el libro.
46. Algunos autores consideran que la perícopa Am 8,4-8 debería pertenecer originariamente a esta sección, porque comienza con la misma palabra que los tres primeros oráculos y tiene el mismo estilo de pregunta retórica. Si así fuera, también este bloque constaría de siete oráculos, como en la primera parte. Cfr. L. Alonso-Shökel-J.L. Sicre, Profetas, II, p. 957
47. La tercera parte (7,1-9,10) contiene las visiones de A-mós entre las que van intercalados algunos oráculos y el e-pisodio con el sacerdote Amasías en Betel. Las ci nco visiones (7,1-3. 4-6. 7-9; 8,1-2 y 9,1-6) re-flejan el inicio de la vocación de Amós y su experiencia de la depravación del pueblo ; progresivamente van mostran-do la desgracia a la que está abocado. En las dos primeras , la langosta y el fuego, el profeta intercede (cfr Ex 32 y la intercesión de Moisés) con el mis-mo estribillo: Israel es muy pequeño y su plegaria es aten-dida.
48. La tercera , de la plomada, pone de mani f i esto la corrupción interior del pueblo, como una pared que se abomba antes de derrumbarse (cfr Is 30,19); el profeta ya no intercede, simplemente constata lo inevitable. Tampoco intercede en la cuarta , la cesta de fruta madura. Juega el profeta con los términos hebreos qâis (fruta madura) y qês (final), para indicar que el juicio (el día de Yahwéh) está próximo. La quinta visión, destrucción del santuario, pone de relieve la soberanía de Dios, de cuya presencia nadie puede escapar; la caída de Israel es presentada como una catástrofe cósmica.
49. La idea central aparece también en Jeremías: Haré volver a los deportados de mi pueblo (9,14). La conclusión (9,11-15) es un oráculo de salva-ción en el que se anuncia la restauración del reino davídico, las bendiciones de la tierra y la reanima-ción del pueblo entero.
50. Doctrina del profeta Amós La justicia La Majestad divina El día de Yahwéh Pecados del pueblo
51. La preocupación de Amós estriba en comprobar que el pueblo se está descomponiendo interiormente. No significa que sea un profeta pesimista sino, al contrario, su celo por el pueblo le mueve a zarandear a sus contemporáneos para que pongan remedio. Todo su mensaje quedaría vacío sin unas ideas claras sobre Dios.
52. A) La majestad divina .- Amós atribuye a Dios lo que los cananeos predicaban de Baal: en las doxologías (4,13; 5,8-9 y 9,5-6) presenta al Señor dominando sobre las constelaciones, enviando la lluvia, produciendo la fecundidad de la tierra. Dios es el autor y dueño de la naturaleza: a El se deben también la sequía, el hambre, las plagas que devastan los campos, etc. (4,6-11). Este recio oráculo menciona cinco acciones punitivas, encaminadas a conseguir la conversión; la forma literaria es tan regular como la de otros oráculos de Amós; al final de cada estrofa se repite el mismo estribillo: «pero no os convertisteis a mí, oráculo del Señor» (vv. 6.8.9.10.11).
53. Los castigos mencionados (carencia de víveres, falta de agua, enfermedades y plagas de las cosechas, peste sobre las personas, destrucción de las ciudades provocada quizás por un terremoto) las ha experimentado el pueblo, pues, aunque evocan las plagas de Egipto, son relativamente frecuentes en aquella zona. Ahora bien, el profeta pone el acento en que es Dios mismo quien ha enviado tales castigos, porque sólo El, y no Baal, gobierna la naturaleza y la orienta en favor de su pueblo. Por otra parte , esta perícopa es una profunda reflexión sobre el castigo: Dios envía las desgracias no para desahogar su ira, sino para mover a conversión a su pueblo.
54. Frente a la soberbia y autosuficiencia de los israelitas de aquella época, Amós proclama la soberanía de Dios . Ahora bien, Dios no es un ser lejano, sino que está íntimamente comprometido con su pueblo: Amós no menciona el término «berith» (alianza), ni menciona el amor misericordioso («hasad»), pero insiste en la elección como fuente de responsabilidad: « Sólo a vosotros he conocido entre todos los pueblos de la tierra, por eso os pediré cuentas de todas vuestras iniquidades » ( Am 13,2).
55. Como ampliación de esta enseñanza fundamental, el profeta añade una nueva reflexión sapiencial, fruto de su propia experiencia vocacional y de la del pueblo (3,3-8): Consta esta sección de siete pregunt as retóricas, cargadas de imágenes vivas, que ponen de relieve la iniciativa de Dios y exigen la cor respondencia del hombre: la imagen de los dos peregrinos (v. 3), de la vida de la selva (v. 4), de la caza menor (v. 5), de la alarma ciudadana (v. 6) preparan la definitiva enseñanza de que siendo Dios quien habla con la fuerza del león, el profeta no puede dejar de hablar (ni el pueblo de acoger su palabra).
56. Por otra parte, sólo con su pueblo ha realizado gestos de predilección: ha suscitado nazireos y profetas a los que comunica su secreto (2,1 l; 3,7), ha sacado al pueblo de Egipto y le ha conducido por el desierto (2,10). Y aunque el futuro se presenta tenebroso, Dios mantendrá un resto (5,3). Pero los lazos que unen a Dios con su pueblo no le hacen manipulable. Amós es el profeta que con mayor crudeza anuncia el castigo divino; señal de que pretende enseñar la trascendencia de Dios. Dios gobierna la historia, pero está por encima de los hombres: su intervención futura ha de ser severa, universal y total (cfr 5,18-20; 8,9-10). Queda así reflejada la majestad divina: «Su nombre es Dios de los ejércitos» (4,13).
57. B) La justicia .- Amós es el profeta que muestra mayor sensibilidad ante las injusticias sociales de su tiempo, tanto en Israel como en las demás naciones: i) los delitos denunciados en los oráculos contra las na-ciones (caps.1-2) son casi todos de injusticia; ii) Con-dena con severidad la perversión de los jueces por dinero (2,6; 5,7-12; 6,12); iii) fustiga sin piedad los abusos de los prestamistas que se enriquecen a costa de los más débiles (2,6; 5,11-12; 8,6); iv) las consecuencias de tales injusticias están puestas de relieve con realismo y cru-deza, como aparece al denunciar los abusos de la clase urbana en Samaría (4,1- 3), la avaricia de los poderosos (5,10-12), la inmoralidad de los comerciantes (8,4- 6), el lujo y el despilfarro de Samaría (6,4-7).
58. Ahora bien, la preocupación del profeta no es meramente social. Las constantes alusiones de las tradiciones antiguas ponen de relieve que los crímenes de Israel son contra Dios (cfr 2,6-16) y sólo Dios puede castigarlos como merecen. Amós no busca tanto la solución de los prob lem as sociales, cuanto la «vuelta» al Señor (cfr 4,6-12).
59. C) Los pecados del pueblo .- En época de bienestar como aquella, Amós denuncia el grave error de sus contemporáneos que han confundido la elección con la impunidad (3,1-2). El gran pecado de Israel entonces era suponer que Dios se había comprometido con su pueblo de modo incondicional y que no podría castigarlos: «Morirán a espada todos los pecadores de mi pueblo, los que dicen: no llegará, no nos alcanzará la desventura» (9,10). Israel no puede apropiarse como mérito el ser elegido (2,9-16), porque la elección es un don gratuito que comporta exigencias. Sólo un cambio de actitud puede salvarlo: «Buscadme y viviréis» (5,4; cfr 5,14-15).
60. Amós contrapone a esa concepción casi má-gica de la elección, el verdadero sentido: frente a la postura cómoda y conformista de que podían cometerse toda clase de atropellos, Amós fustiga en tono radical ese egoísmo encubierto y anuncia con claridad que Dios mide a los pueblos con justicia y al suyo con mayor severidad. Este orgullo es el origen de todos los pecados que Amós denuncia: la ingratitud por los beneficios an-tiguos (2,9-10), la incomprensión del designio divino (4,6-11; 6,1-6), la degradación del culto que se refleja en actitudes meramente externas y, sobre todo, en la ido-latría, pues acuden a los templos cananeos a participar en cultos degeneradores e impíos. «Israel, dice, está maduro para la destrucción» (8,2).
61. D) El “día de Yahweh” (Am 5,18-19).- Amós es el primero en utilizar esta expresión: «Ay de los que ansían el día del Señor» (5,18). Los contemporáneos del profeta lo interpretaban como día señalado, bien en sentido litúrgico (cfr Lev 16,3, referido al Día de la Expiación) como un día festivo, bien en sentido castrense (cfr Is 9,3) como un día en que Dios intervendrá victoriosamente en favor de Israel. En ambos casos el día del Señor es día de salvación. Pero Amós proclama un sentido nuevo: a Israel le aguarda un día de juicio, de destrucción, de desgracia y de condena. De modo pintoresco lo expresa en 5,19 (Como un hombre que, huyendo del león, se topa con el oso).
62. Oseas, Isaías y Sofonías ampliarán más el alcance del día de Yahweh como juicio y condena por las malas obras, puesto que Dios no puede intervenir de otra manera si no hay una conversión definitiva. Sobre el "día de Yahweh" hay además dos oráculos contenidos en 8,9-14. El primero (vv. 9-10) refleja el duelo profundo y triste que provoca el castigo; está construido con expresivos contrastes. E l segundo (vv. 11-14) gira en torno a la «sed de la palabra de Dios» cuando el Señor haya abandonado a su pueblo.
64. En el NT apenas hay citas explícitas de Amós: en el sermón escatológico (Mt 25,45) hay una mención de Am 8,9. También son citas explícitas Act 7,42ss. (cfr Am 5,25-27) y Act 15,16ss. (cfr Am 9,11). El libro de Amós ha influido enormemente tanto por su contenido, como por la forma externa y el estilo.
65. La referencia que mejor refleja la lectura de Amós desde el NT es la parábola del rico epulón y Lázaro (Lc 16,19-31): en ella se refleja el contraste entre el aburguesamiento y la pobreza (cfr Am 6,4-6), como dos mundos separados.
66. Sin embargo, Jesús subraya con más fuerza la dignidad de toda persona humana y su destino eterno: es, ante todo, una parábola cargada de esperanza.
67. La Iglesia tiene la misión de enseñar con la misma audacia y sinceridad que el profeta, y más de una vez tendrá que fustigar las ideas o costumbres desviadas. También en los temas de justicia social la Iglesia dice su palabra que ilumina e interpela a los cristianos y a todos los hombres.