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EDITORIAL /                          E D I TOR I A L         /   EDITORIALA


      MALICIA SANITARIA Y PREVENCIÓN CUATERNARIA
      “ MALICIOUSNESS” IN HEALTH AND QUARTENARY PREVENTION
      ASMO TXARREKO JARRERAK OSASUNEAN ETA LAUGARREN MAILAKO PREBENTZIOA
       Se presentó una versión inicial de este trabajo en una mesa sobre controversia (medicalización de la sociedad), durante
      el XIII Congreso de la Sociedad Española de Medicina General, celebrado en Valencia, del 14 al 17 de junio de 2006.




      Introducción                                                                          nas intenciones”). Y, siendo sinceros, uno no sabe qué es
                                                                                            peor, si la malicia, la ingenuidad, la ignorancia, o la
      Existe un conjunto creciente de bien intencionadas activi-                            imprudencia. Todas ellas pueden llevar a la arrogancia, a
      dades sanitarias caracterizadas por su dudosa utilidad                                la falta de humildad, al desprecio de la incertidumbre, y al
      para el individuo y la sociedad (y por su indudable benefi-                           olvido de la duda sistemática (7).
      cio para quienes las promueven y promocionan). Iván Ilich
      escribió sobre ello desde un punto de vista sociológico
      (1), y otros, como Bob Evans y Vicente Ortún, se han pro-                             Más allá de la “buena intención” en las actividades
      nunciado acerca del mismo asunto desde el punto de                                    sanitarias
      vista económico, sobre la “demanda inducida por el pro-
      veedor” (2,3). Por ejemplo, a más hospitales, mayor acti-                             Puesto que no hay intervención sanitaria sin riesgos (por
      vidad hospitalaria sin que necesariamente se acompañe                                 muchos beneficios que aporte) siempre conviene la pru-
      de mayor salud de la población (3). De hecho, en España,                              dencia y el rigor científico para evitar las cascadas diag-
      a más hospitales más atención centrada en la tecnología,                              nósticas y terapéuticas innecesarias (9,10). Prudencia y
      no en las necesidades de los pacientes (4).                                           rigor que evitarían la mezcolanza de la moral y de la ética
      Desde un punto de vista ético estas propuestas de dudosa                              con la estadística y la prevención, y la transformación de
      utilidad son inaceptables pues, siendo generalmente bien                              hallazgos menores en obligaciones profesionales, como
      intencionadas, carecen de crédito y de valor, y merece-                               sucede en muchos protocolos y guías clínicas (11). Es difí-
      rían verse como expresión de una cierta “malicia sanita-                              cil mantenerse firmes frente a la doble presión, la cientí-
      ria” ya que, aunque no haya propiamente engaño ni                                     fica-técnica y la social, que genera el caldo de cultivo
      mentira, llevan a falsas conclusiones a través de medias                              necesario para la aceptación acrítica de tantas actividades
      verdades, extrapolaciones atrevidas, interpretaciones ses-                            de dudoso valor, con la expectativa general de lograr una
      gadas, afirmaciones inciertas, y/o simplificaciones proble-                           “feliz y eterna juventud”, o casi (12,13).
      máticas. Semejante fenómeno es frecuente y hay activida-                              Newton, con su inmenso talento, acuñó una feliz expre-
      des de este estilo en prevención, curación y rehabilitación.                          sión para eludir la imputación de causalidad en lo que
      También hay en salud pública, planificación y política sani-                          respecta a la ley de la gravedad: “las cosas suceden como
      taria, y en otros ámbitos referentes a la salud.                                      si ...”. Se puede parafrasear a Newton para salvar lo sal-
      Paradigma reciente de este tipo de actividad fue la pro-                              vable, y decir que con ignorancia, imprudencia y/o malicia
      puesta e implantación casi universal, preventiva y tera-                              propiamente dicha, en cualquier caso, en muchas activi-
      péutica, de la terapia hormonal “substitutiva” en la                                  dades sanitarias, “las cosas suceden como si hubiera mali-
      menopausia, que siempre tuvo un dudoso y débil funda-                                 cia”. Puede no ser malicia, puede ser sólo un malenten-
      mento científico y que ha conllevado morbilidad y morta-                              dido, simple ignorancia, pero las cosas suceden como...
      lidad innecesaria (cáncer de mama, embolias pulmonares,                               No hay malicia “absoluta”, evidentemente. Hay políticos,
      y demás) para cientos de miles de mujeres en el mundo                                 médicos y profesionales sanitarios más o menos consenti-
      entero (5-8).                                                                         dores con la malicia, más o menos fuertes ante la misma
      Por supuesto, muchos médicos y políticos que abusan de                                (según la cuestión y la situación de que se trate). A veces
      su posición con sus propuestas de dudosa utilidad no son                              capaces y capacitados para evitarla, a veces engañados,
      maliciosos sensu stricto, sino ingenuos, ignorantes y/o                               negligentes y/o tolerantes con la misma. Desde luego, no
      imprudentes, llenos de buena intención. Ingenuidad,                                   es fácil formarse el buen juicio necesario para discriminar
      ignorancia e imprudencia suelen ir juntas con la buena                                las propuestas maliciosas, pero esa es parte de la dificul-
      intención, pero no hay nada más atrevido que la ignoran-                              tad de (intentar) ser un buen médico, y de dominar el
      cia, tanto para ignorantes negligentes como para igno-                                campo que nos corresponde.
      rantes engañados. Si los médicos reclamamos autonomía                                 El término “malicia” es duro, y no lo he escogido al azar,
      y libertad clínica, ni la ingenuidad, ni la ignorancia ni la                          ni lo empleo inconscientemente, sino por su connotación
      buena intención deberían eximir de la responsabilidad                                 de “intención encubierta” ante propuestas sanitarias sor-
      consecuente (ya dicen que “el infierno está lleno de bue-                             prendentes, al menos. Insisto en que no hay engaño apa-


[7]                                                                  Gac Med Bilbao. 2007; 104: 93-96                                                      93
JUAN GERVAS – MALICIA SANITARIA Y PREVENCIÓN CUATERNARIA




     rente, en que no hay mentira evidente, pues se trata, más      cribaje se aplica a las mujeres que no lo necesitan (jóve-
     bien, de propuestas problemáticas que reducen la incerti-      nes, cultas, ricas, y urbanas), y es inaccesible para las
     dumbre con actividades sorprendentemente simples y             mujeres que lo precisan, lo que conlleva que cuatro de
     superficialmente bien fundadas, en el límite o forzando la     cada cinco mujeres muertas por cáncer de cuello de útero
     generalización. Por ello, son actividades y propuestas         en España no se hubieran hecho citología, pese a que en
     “sospechosas”, que parecen maliciosas.                         este país cada año se hacen diez millones de papanico-
                                                                    laus (20-22). ¿Y la promoción del cribaje del cáncer de
                                                                    próstata mediante el uso de la determinación del PSA,
                                                                    que además de carecer de base científica inicia innecesa-
     Algunos ejemplos
                                                                    rias cascadas múltiples que conllevan muertes, impoten-
                                                                    cias, septicemias, e incontinencias? (23,24). ¿Y la cita y
     Podría hablarse de malicia sanitaria respecto el típico        re-cita de cientos de pacientes anticoagulados en los ser-
     “chequeo” indiscriminado del individuo sano (niño, ado-        vicios hospitalarios de hematología, o en las consultas de
     lescente, escolar, mujer, obrero, adulto, anciano) (14,15)     atención primaria, para el control rutinario de su INR,
     que tanto se promociona y tantos intereses mueve, lo           sabiendo que el autocontrol (por el propio paciente y su
     mismo por los profesionales que por la Consejería de           familia) disminuye la mortalidad y la morbilidad compa-
     Sanidad de Andalucía (chequeo gratis y anual a los mayo-       rado con el control profesional? (25). ¿Cómo llamar a la
     res de 65 años, que se suma a las “revisiones de los niños     transformación de la menopausia y el climaterio en enfer-
     sanos”), y que se convierten en “santo y seña” y esencia       medad y al tratamiento hormonal consiguiente? (6-8). ¿Y
     de la atención primaria. Estos servicios consumen recur-       al uso innecesario de antibióticos en enfermedades respi-
     sos, dinero y tiempo (que se desvían de otros usos más         ratorias altas probablemente víricas? ¿Y al empleo sin
     racionales), no añaden salud, tienen efectos perjudiciales     sentido y sin prudencia de cerivastatina, los coxibs, los
     (falsos positivos y falsos negativos, con las consiguientes    inhibidores de la recaptación de la serotonina, los nuevos
     cascadas diagnósticas y terapéuticas) y sólo benefician a      neurolépticos y otros medicamentos? ¿Cómo calificar la
     los que toman la iniciativa, los promocionan, los realizan y   falta de uso de aspirina en el infarto agudo, y de beta-
     los mantienen, no a los pacientes.                             bloqueantes en la isquemia de miocardio y en la insufi-
     Otro ejemplo, de dudosa ética, la epidemia iatrogénica de      ciencia cardiaca? ¿Cómo denominar la muerte de termi-
     miedo (casi terror) provocada por la OMS en la tempo-          nales en ambulancias y urgencias hospitalarias? ¿Cómo
     rada 2005-2006 sobre la gripe aviar (16). En forma simi-       denominar esa fiebre de implantación normativa de pro-
     lar, sería maliciosa la construcción de nuevos hospitales en   tocolos y guías clínicas? ¡Qué decir, así mismo, de todas
     la Comunidad de Madrid (una verdadera “siembra”) si no         esas “epidemias ruidosas” llevadas a su paroxismo por la
     se establecieran mecanismos para cerrarlos en caso de          incontinente actividad de todos los interesados (profesio-
     que se demuestre un impacto negativo en la salud de las        nales e industriales), como la osteoporosis, los factores de
     poblaciones atendidas. Otro sí, la promoción y difusión de     riesgo cardiovascular, el síndrome del túnel carpiano, la
     las consultas y hospitales de “alta resolución” (CHAR), en     eyaculación precoz, la apnea del sueño, el síndrome hipe-
     Andalucía, Castilla La Mancha y Cataluña, sin que se haya      ractivo, los melanomas, la fibromialgia, el síndrome de
     demostrado su beneficio en salud (cabe deducir de lo           piernas inquietas, la disfunción erectil, la hipertensión, el
     poco publicado que es “excesiva”, más que “alta” resolu-       síndrome metabólico, el ataque de pánico, el cáncer de
     ción) (17,18).                                                 próstata, la escoliosis, la bronquiolitis, la escoliosis, el
     En otro ejemplo más específico: podría considerarse mali-      colon irritable, la depresión, y demás enfermedades ima-
     cia sanitaria al conjunto de actividades de moda en torno      ginarias (algunas por su definición, y otras por la amplia-
     a la prevención del cáncer de mama mediante la mamo-           ción abusiva de su definición y de su diagnóstico) (26).
     grafía de cribado, pues la información necesaria para          Ejemplo extremo de esa incontinente actividad es la pro-
     decidir la participación voluntaria se presenta en forma       moción de densitómetros (regalados, de facto) en ayunta-
     engañosa a la mujer (19). Así, esta puede generar daños        mientos y farmacias, obsequiados en el contexto de una
     mal llamados “inesperados”, como falsos positivos y fal-       “campaña de género”, que conlleva (falsos) diagnósticos
     sos negativos, y sus consecuentes problemas que, en con-       de osteoporosis y la consiguiente solicitud del tratamiento
     junto, ni ayudan al individuo, ni aportan un beneficio         al médico general (¡a veces por el nombre de fantasía del
     social cierto.                                                 medicamento correspondiente!). ¿No son casos de trans-
     Malicia sanitaria podría ser, también, la promoción de la      formación de los pacientes en “el combustible” del sis-
     autoexploración mamaria, que sabemos no tiene ningún           tema sanitario, como ha dicho algún sociólogo? ¿No son
     beneficio. ¿Cómo llamaríamos a la citología de cuello de       ejemplos de una atención centrada en los profesionales,
     útero, que se promociona como cribaje en España, pese a        la tecnología, los medicamentos y el sistema sanitario?
     su carencia de fundamento científico en nuestro entorno        ¿Cabe pensar y hablar de malicia sanitaria sensu stricto, o
     y a su nulo impacto en la mortalidad por dicha causa? El       sirve de excusa la ubicua ignorancia?


94                                                 Gac Med Bilbao. 2007; 104: 93-96                                                 [8]
JUAN GERVAS – MALICIA SANITARIA Y PREVENCIÓN CUATERNARIA




      Prevención cuaternaria                                         ción necesaria, tan cerca del paciente como sea pru-
                                                                     dente” (29).
      La Medicina puede hacer mucho bien, pero puede tam-            En muchos casos, la intervención excesiva se justifica por
      bién hacer mucho daño, más por acción que por omisión.         la “prevención”, en el falso supuesto del “más vale preve-
      En este sentido, el médico bien formado, con su recto          nir que curar”. Se demuestra en la prevención secundaria
      proceder y con su conciencia viva, es la última barrera que    (32), y en la primaria (33,34). Sirvan de ejemplo respec-
      le queda al paciente y a la sociedad frente a una presión      tivo el diagnóstico precoz del neuroblastoma (32), y la
      que “explota” el deseo inveterado de la eterna juventud        vacuna contra el virus del papiloma humano (33-35).
      (que ya consta en el poema de Gilgamesh, del año 2000          Precisamos de la prevención cuaternaria ante todo tipo de
      aC), con la exigencia del “todo, aquí y ahora”.                malicia, bien curativa bien preventiva. Especialmente al
      Hablamos de prevención cuaternaria para designar el            empezar una “era de la genética”, cargada de expectati-
      conjunto de actividades sanitarias que atenúan o evitan        vas excesivas (27).
      las consecuencias de las intervenciones innecesarias o         Frente al vicio que uno llamaría “malicia sanitaria”, la vir-
      excesivas del sistema sanitario (27,28). Hacer prevención      tud de la prevención cuaternaria. Es la mejor alternativa
      cuaternaria es decir “no” a muchas propuestas franca-          para ofrecer una Medicina cercana, científica y humana.
      mente indecentes, y ofrecer alternativas prudentes y cien-     Humana con los pacientes y con los mismos profesiona-
      tíficas (la ética de la negativa, y la ética de compartir la   les, pues todos tenemos una “vena maliciosa” a combatir.
      ignorancia). Hacer prevención cuaternaria es cambiar el
      miedo que explota la malicia sanitaria por el bienestar de
      saber que lo importante es la calidad de la vida.              Bibliografía
      La prevención cuaternaria no intenta eliminar sino sólo
      atemperar la medicalización de la vida diaria, pues una        1. Illich I. Némesis médica. Méjico: Joaquín Moriz-Planeta ; 1987.
      parte de la dicha medicalización es ajena al acto médico y     2. Evans RG. Supplier-Induced Demand: some empirical evidence and
      tiene profundas razones sociales, culturales y psicológicas.   implications. En: Perlman M, editor. The Economics of Health and
                                                                     Medical Care. Nueva York: International Economics Association,
      Por ello, aunque suene a retruécano, la prevención cua-        MacMillan; 1974.
      ternaria sólo trata de evitar o paliar la parte médica de la   3. Ortún V. La demanda inducida por el hospital. Gac Sanit. 1986; 26:
      medicalización de la vida diaria.                              64-7.
                                                                     4. Peiró S, Bernal E. ¿A qué incentivos responde la utilización hospitala-
      Hacer prevención cuaternaria en la consulta es cumplir         ria en el Sistema Nacional de Salud? Gac Sanit. 2006;20(Supl 1):110-6.
      con el objetivo científico de la Medicina, que busca “la       5. Vanderbroucke JP. How much of the cardioprotective effect of post-
      máxima calidad con la mínima cantidad, tan cerca del           menopausal estrogens is real? Epidemiol. 1995;6:297-9.
                                                                     6. Pérez Fernández M, Gérvas J. Encarnizamiento diagnóstico y tera-
      paciente como sea posible” (29).                               péutico con las mujeres. SEMERGEN. 1999;25:239-48.
      Nuestros pacientes son personas, y merecen una atención        7. Sackett DL. The arrogance of preventive medicine. CMAJ.
      personalizada, prudente y positiva. La medicalización de       2002;167:363-4.
      la vida diaria se está convirtiendo en un problema res-        8. Million Women Study. Breast cancer and hormone therapy in the
                                                                     Million Women Study. Lancet. 2003;362:419-27.
      pecto a los derechos humanos, y sorprende ver que en la        9. Mold JW, Stein HF. The cascade effect in the clinical care of patients.
      era del refinamiento de la demanda, de la autonomía del        N Engl J Med. 1986;314:512-4.
      paciente y de la libertad de elección, la sociedad acepta      10. Pérez Fernández M, Gérvas J. El efecto cascada: implicaciones clíni-
                                                                     cas, epidemiológicas y éticas. Med Clín (Barc). 2002;118:65-7.
      casi sin protestas ese abuso contra los derechos de las        11. Skarabanek P, McCormick J. Sofismas y desatinos en Medicina.
      personas (30).                                                 Barcelona: Doyma; 1992.
      Las personas sufren como tales, no como cosas a los que        12. Verdú V. Pornoprevención. El País, 3 de mayo de 2003 (nº 9350);
                                                                     p.29.
      algunos robots (médicos maliciosos y/o ignorantes, y/o         13. Fugelli P. The Zero-vision: potencial side effects of communicating
      imprudentes) prestan esa atención sumada y enredada            health perfection and zero risk. Pat Educ Counselling. 2006;60:267-71.
      que recomiendan las múltiples guías y los muchos proto-        14. Seguí M. Revisión del niño sano por el médico general/de familia.
                                                                     SEMERGEN. 2000;26:196-218.
      colos. Puesto que la calidad es adecuación al uso, no          15. Laine C. The annual physical examination: needless ritual or neces-
      basta con ofrecer calidad extrema a cada problema, sino        sary routine? Ann Intern Med. 2002;136:701-3.
      la calidad necesaria al conjunto de los problemas del          16. Bonneux L, Damme WV. An iatrogenic pandemic of panic. BMJ.
                                                                     2006;332:786-8.
      paciente, en el lugar más cercano posible al mismo (31).       17. Gérvas J, Palomo L. ¿Alta o excesiva resolución? Med Clín (Barc).
      Así se evitan interacciones, efectos adversos y efectos        2002;119:315.
      secundarios, y su cohorte de errores sanitarios; así se        18. García-Encabo M. Entre los deseos y los pronósticos en atención
                                                                     primaria. El Médico. 9 de febrero de 2007 (nº 1015); p. 8-15.
      cuida la “seguridad del paciente”.                             19. Gérvas J, Pérez Fernández M. Los programas de prevención secun-
      Hay que intentar ofrecer, repito, la máxima calidad con la     daria del cáncer de mama mediante mamografía: el punto de vista del
      mínima cantidad (de intervenciones), en el lugar más cer-      médico general. SEMERGEN. 2006;32:31-5.
                                                                     20. Spagnolo E, Segura A, Vila R, Andrés J, Sans S. Importancia del cán-
      cano posible al paciente. Hay que ofrecer cuidados de          cer de cérvix en Cataluña. Consideraciones sobre un eventual programa
      “baja intensidad y alta calidad, con la mínima interven-       de cribaje. Med Clín (Barc). 1984;82:83-6.


[9]                                                 Gac Med Bilbao. 2007; 104: 93-96                                                              95
JUAN GERVAS – MALICIA SANITARIA Y PREVENCIÓN CUATERNARIA




     21. Segura A, Spagonolo E, Sans S, Andrés J. El caso del cáncer de cue-     31. Tinetti ME, Bogardus ST, Jr. Agostini JV. Potential pitfalls of disease
     llo uterino y la frivolización de la prevención masiva. Aten Primaria       specific guidelines for patients with multiple conditions. N Engl J Med.
     1994;13:516-9.                                                              2004;351:2870-4.
     22. Sanjosé S, Alejo M, Combalia N, Culubret M, Tarroch J, Badal JM et      32. Gérvas J, Pérez Fernández M, González de Dios J. Problemas prácti-
     al. Historia del cribado en mujeres con cáncer inflitrante de cuello ute-   cos y éticos de la prevención secundaria. A propósito de dos ejemplos
     rino. Gac Sanit. 2006;20:166-70.                                            en pediatría. Rev Esp Salud Pública. 2007;81:345-52.
     23. Coldman AJ, Phillips N, Pickles TA. Trends in prostate cancer inci-     33. Sawaya GF, Smith K. HPV vaccination. More answers, more ques-
     dence and mortality: an analysis of mortality change by screening           tions. N Engl J Med. 2007;356:1991-3.
     intensity. CMAJ. 2003;168:31-5.                                             34. Lippman A, Melnychuch R, Shimmin C, Boscope M. Human papillo-
     24. Barry MJ. The PSA conundrum. Arch Intern Med. 2006;166:7-9.             virus, vaccines and women’s health: questions and cautions. CMAJ.
     25. Heneghan C, Alonso-Coello P, García-Alamino JM, Perera R, Metas         2007;177:484-7.
     E, Glasziou P. Self-monitoring of oral anticoagulation: a systematic        35. Gervas J. La incierta prevención del cáncer de cuello de útero con la
     review and meta-analysis. Lancet. 2006;367:404-11.                          vacuna contra el virus del papiloma humano. Rev Port Clín Geral. 2007;
     26. Gérvas J, Pérez Fernández M. El auge de las enfermedades imagina-       23:547-555.
     rias. FMC. 2006;13:109-11.
     27. Gérvas J, Pérez Fernández M. Genética y prevención cuaternaria. El
     ejemplo de la hemocromatosis. Aten Primaria. 2003;32:158-62.
     28. Gérvas J. Moderación en la actividad médica preventiva y curativa.                                                                 J uan Gérv as     s
     Cuatro ejemplos de necesidad de prevención cuaternaria en España.            Médico General, Can encia de la Sierra, Garganta de
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     Gac Sanit. 2006;20(Supl 1):127-34.
     29. Gérvas J. La clave para mejorar la clínica: más calidad con el mínimo         los Montes y El Cuadrón. Madrid. España. UE
     de cantidad. Gac Med Bilbao. 2006;103:46-7.                                                     E q u i p o CE S CA . M a d r i d . E s p a ñ a . U E
     30. Davis P. Health care as a risk factor. CMAJ. 2004;170:1688-9.                      Co r r e o e l e ct r ó n i co : j g e r v a s c@m e d i t e x .e s




96                                                           Gac Med Bilbao. 2007; 104: 93-96                                                                     [10]

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  • 1. EDITORIAL / E D I TOR I A L / EDITORIALA MALICIA SANITARIA Y PREVENCIÓN CUATERNARIA “ MALICIOUSNESS” IN HEALTH AND QUARTENARY PREVENTION ASMO TXARREKO JARRERAK OSASUNEAN ETA LAUGARREN MAILAKO PREBENTZIOA Se presentó una versión inicial de este trabajo en una mesa sobre controversia (medicalización de la sociedad), durante el XIII Congreso de la Sociedad Española de Medicina General, celebrado en Valencia, del 14 al 17 de junio de 2006. Introducción nas intenciones”). Y, siendo sinceros, uno no sabe qué es peor, si la malicia, la ingenuidad, la ignorancia, o la Existe un conjunto creciente de bien intencionadas activi- imprudencia. Todas ellas pueden llevar a la arrogancia, a dades sanitarias caracterizadas por su dudosa utilidad la falta de humildad, al desprecio de la incertidumbre, y al para el individuo y la sociedad (y por su indudable benefi- olvido de la duda sistemática (7). cio para quienes las promueven y promocionan). Iván Ilich escribió sobre ello desde un punto de vista sociológico (1), y otros, como Bob Evans y Vicente Ortún, se han pro- Más allá de la “buena intención” en las actividades nunciado acerca del mismo asunto desde el punto de sanitarias vista económico, sobre la “demanda inducida por el pro- veedor” (2,3). Por ejemplo, a más hospitales, mayor acti- Puesto que no hay intervención sanitaria sin riesgos (por vidad hospitalaria sin que necesariamente se acompañe muchos beneficios que aporte) siempre conviene la pru- de mayor salud de la población (3). De hecho, en España, dencia y el rigor científico para evitar las cascadas diag- a más hospitales más atención centrada en la tecnología, nósticas y terapéuticas innecesarias (9,10). Prudencia y no en las necesidades de los pacientes (4). rigor que evitarían la mezcolanza de la moral y de la ética Desde un punto de vista ético estas propuestas de dudosa con la estadística y la prevención, y la transformación de utilidad son inaceptables pues, siendo generalmente bien hallazgos menores en obligaciones profesionales, como intencionadas, carecen de crédito y de valor, y merece- sucede en muchos protocolos y guías clínicas (11). Es difí- rían verse como expresión de una cierta “malicia sanita- cil mantenerse firmes frente a la doble presión, la cientí- ria” ya que, aunque no haya propiamente engaño ni fica-técnica y la social, que genera el caldo de cultivo mentira, llevan a falsas conclusiones a través de medias necesario para la aceptación acrítica de tantas actividades verdades, extrapolaciones atrevidas, interpretaciones ses- de dudoso valor, con la expectativa general de lograr una gadas, afirmaciones inciertas, y/o simplificaciones proble- “feliz y eterna juventud”, o casi (12,13). máticas. Semejante fenómeno es frecuente y hay activida- Newton, con su inmenso talento, acuñó una feliz expre- des de este estilo en prevención, curación y rehabilitación. sión para eludir la imputación de causalidad en lo que También hay en salud pública, planificación y política sani- respecta a la ley de la gravedad: “las cosas suceden como taria, y en otros ámbitos referentes a la salud. si ...”. Se puede parafrasear a Newton para salvar lo sal- Paradigma reciente de este tipo de actividad fue la pro- vable, y decir que con ignorancia, imprudencia y/o malicia puesta e implantación casi universal, preventiva y tera- propiamente dicha, en cualquier caso, en muchas activi- péutica, de la terapia hormonal “substitutiva” en la dades sanitarias, “las cosas suceden como si hubiera mali- menopausia, que siempre tuvo un dudoso y débil funda- cia”. Puede no ser malicia, puede ser sólo un malenten- mento científico y que ha conllevado morbilidad y morta- dido, simple ignorancia, pero las cosas suceden como... lidad innecesaria (cáncer de mama, embolias pulmonares, No hay malicia “absoluta”, evidentemente. Hay políticos, y demás) para cientos de miles de mujeres en el mundo médicos y profesionales sanitarios más o menos consenti- entero (5-8). dores con la malicia, más o menos fuertes ante la misma Por supuesto, muchos médicos y políticos que abusan de (según la cuestión y la situación de que se trate). A veces su posición con sus propuestas de dudosa utilidad no son capaces y capacitados para evitarla, a veces engañados, maliciosos sensu stricto, sino ingenuos, ignorantes y/o negligentes y/o tolerantes con la misma. Desde luego, no imprudentes, llenos de buena intención. Ingenuidad, es fácil formarse el buen juicio necesario para discriminar ignorancia e imprudencia suelen ir juntas con la buena las propuestas maliciosas, pero esa es parte de la dificul- intención, pero no hay nada más atrevido que la ignoran- tad de (intentar) ser un buen médico, y de dominar el cia, tanto para ignorantes negligentes como para igno- campo que nos corresponde. rantes engañados. Si los médicos reclamamos autonomía El término “malicia” es duro, y no lo he escogido al azar, y libertad clínica, ni la ingenuidad, ni la ignorancia ni la ni lo empleo inconscientemente, sino por su connotación buena intención deberían eximir de la responsabilidad de “intención encubierta” ante propuestas sanitarias sor- consecuente (ya dicen que “el infierno está lleno de bue- prendentes, al menos. Insisto en que no hay engaño apa- [7] Gac Med Bilbao. 2007; 104: 93-96 93
  • 2. JUAN GERVAS – MALICIA SANITARIA Y PREVENCIÓN CUATERNARIA rente, en que no hay mentira evidente, pues se trata, más cribaje se aplica a las mujeres que no lo necesitan (jóve- bien, de propuestas problemáticas que reducen la incerti- nes, cultas, ricas, y urbanas), y es inaccesible para las dumbre con actividades sorprendentemente simples y mujeres que lo precisan, lo que conlleva que cuatro de superficialmente bien fundadas, en el límite o forzando la cada cinco mujeres muertas por cáncer de cuello de útero generalización. Por ello, son actividades y propuestas en España no se hubieran hecho citología, pese a que en “sospechosas”, que parecen maliciosas. este país cada año se hacen diez millones de papanico- laus (20-22). ¿Y la promoción del cribaje del cáncer de próstata mediante el uso de la determinación del PSA, que además de carecer de base científica inicia innecesa- Algunos ejemplos rias cascadas múltiples que conllevan muertes, impoten- cias, septicemias, e incontinencias? (23,24). ¿Y la cita y Podría hablarse de malicia sanitaria respecto el típico re-cita de cientos de pacientes anticoagulados en los ser- “chequeo” indiscriminado del individuo sano (niño, ado- vicios hospitalarios de hematología, o en las consultas de lescente, escolar, mujer, obrero, adulto, anciano) (14,15) atención primaria, para el control rutinario de su INR, que tanto se promociona y tantos intereses mueve, lo sabiendo que el autocontrol (por el propio paciente y su mismo por los profesionales que por la Consejería de familia) disminuye la mortalidad y la morbilidad compa- Sanidad de Andalucía (chequeo gratis y anual a los mayo- rado con el control profesional? (25). ¿Cómo llamar a la res de 65 años, que se suma a las “revisiones de los niños transformación de la menopausia y el climaterio en enfer- sanos”), y que se convierten en “santo y seña” y esencia medad y al tratamiento hormonal consiguiente? (6-8). ¿Y de la atención primaria. Estos servicios consumen recur- al uso innecesario de antibióticos en enfermedades respi- sos, dinero y tiempo (que se desvían de otros usos más ratorias altas probablemente víricas? ¿Y al empleo sin racionales), no añaden salud, tienen efectos perjudiciales sentido y sin prudencia de cerivastatina, los coxibs, los (falsos positivos y falsos negativos, con las consiguientes inhibidores de la recaptación de la serotonina, los nuevos cascadas diagnósticas y terapéuticas) y sólo benefician a neurolépticos y otros medicamentos? ¿Cómo calificar la los que toman la iniciativa, los promocionan, los realizan y falta de uso de aspirina en el infarto agudo, y de beta- los mantienen, no a los pacientes. bloqueantes en la isquemia de miocardio y en la insufi- Otro ejemplo, de dudosa ética, la epidemia iatrogénica de ciencia cardiaca? ¿Cómo denominar la muerte de termi- miedo (casi terror) provocada por la OMS en la tempo- nales en ambulancias y urgencias hospitalarias? ¿Cómo rada 2005-2006 sobre la gripe aviar (16). En forma simi- denominar esa fiebre de implantación normativa de pro- lar, sería maliciosa la construcción de nuevos hospitales en tocolos y guías clínicas? ¡Qué decir, así mismo, de todas la Comunidad de Madrid (una verdadera “siembra”) si no esas “epidemias ruidosas” llevadas a su paroxismo por la se establecieran mecanismos para cerrarlos en caso de incontinente actividad de todos los interesados (profesio- que se demuestre un impacto negativo en la salud de las nales e industriales), como la osteoporosis, los factores de poblaciones atendidas. Otro sí, la promoción y difusión de riesgo cardiovascular, el síndrome del túnel carpiano, la las consultas y hospitales de “alta resolución” (CHAR), en eyaculación precoz, la apnea del sueño, el síndrome hipe- Andalucía, Castilla La Mancha y Cataluña, sin que se haya ractivo, los melanomas, la fibromialgia, el síndrome de demostrado su beneficio en salud (cabe deducir de lo piernas inquietas, la disfunción erectil, la hipertensión, el poco publicado que es “excesiva”, más que “alta” resolu- síndrome metabólico, el ataque de pánico, el cáncer de ción) (17,18). próstata, la escoliosis, la bronquiolitis, la escoliosis, el En otro ejemplo más específico: podría considerarse mali- colon irritable, la depresión, y demás enfermedades ima- cia sanitaria al conjunto de actividades de moda en torno ginarias (algunas por su definición, y otras por la amplia- a la prevención del cáncer de mama mediante la mamo- ción abusiva de su definición y de su diagnóstico) (26). grafía de cribado, pues la información necesaria para Ejemplo extremo de esa incontinente actividad es la pro- decidir la participación voluntaria se presenta en forma moción de densitómetros (regalados, de facto) en ayunta- engañosa a la mujer (19). Así, esta puede generar daños mientos y farmacias, obsequiados en el contexto de una mal llamados “inesperados”, como falsos positivos y fal- “campaña de género”, que conlleva (falsos) diagnósticos sos negativos, y sus consecuentes problemas que, en con- de osteoporosis y la consiguiente solicitud del tratamiento junto, ni ayudan al individuo, ni aportan un beneficio al médico general (¡a veces por el nombre de fantasía del social cierto. medicamento correspondiente!). ¿No son casos de trans- Malicia sanitaria podría ser, también, la promoción de la formación de los pacientes en “el combustible” del sis- autoexploración mamaria, que sabemos no tiene ningún tema sanitario, como ha dicho algún sociólogo? ¿No son beneficio. ¿Cómo llamaríamos a la citología de cuello de ejemplos de una atención centrada en los profesionales, útero, que se promociona como cribaje en España, pese a la tecnología, los medicamentos y el sistema sanitario? su carencia de fundamento científico en nuestro entorno ¿Cabe pensar y hablar de malicia sanitaria sensu stricto, o y a su nulo impacto en la mortalidad por dicha causa? El sirve de excusa la ubicua ignorancia? 94 Gac Med Bilbao. 2007; 104: 93-96 [8]
  • 3. JUAN GERVAS – MALICIA SANITARIA Y PREVENCIÓN CUATERNARIA Prevención cuaternaria ción necesaria, tan cerca del paciente como sea pru- dente” (29). La Medicina puede hacer mucho bien, pero puede tam- En muchos casos, la intervención excesiva se justifica por bién hacer mucho daño, más por acción que por omisión. la “prevención”, en el falso supuesto del “más vale preve- En este sentido, el médico bien formado, con su recto nir que curar”. Se demuestra en la prevención secundaria proceder y con su conciencia viva, es la última barrera que (32), y en la primaria (33,34). Sirvan de ejemplo respec- le queda al paciente y a la sociedad frente a una presión tivo el diagnóstico precoz del neuroblastoma (32), y la que “explota” el deseo inveterado de la eterna juventud vacuna contra el virus del papiloma humano (33-35). (que ya consta en el poema de Gilgamesh, del año 2000 Precisamos de la prevención cuaternaria ante todo tipo de aC), con la exigencia del “todo, aquí y ahora”. malicia, bien curativa bien preventiva. Especialmente al Hablamos de prevención cuaternaria para designar el empezar una “era de la genética”, cargada de expectati- conjunto de actividades sanitarias que atenúan o evitan vas excesivas (27). las consecuencias de las intervenciones innecesarias o Frente al vicio que uno llamaría “malicia sanitaria”, la vir- excesivas del sistema sanitario (27,28). Hacer prevención tud de la prevención cuaternaria. Es la mejor alternativa cuaternaria es decir “no” a muchas propuestas franca- para ofrecer una Medicina cercana, científica y humana. mente indecentes, y ofrecer alternativas prudentes y cien- Humana con los pacientes y con los mismos profesiona- tíficas (la ética de la negativa, y la ética de compartir la les, pues todos tenemos una “vena maliciosa” a combatir. ignorancia). Hacer prevención cuaternaria es cambiar el miedo que explota la malicia sanitaria por el bienestar de saber que lo importante es la calidad de la vida. Bibliografía La prevención cuaternaria no intenta eliminar sino sólo atemperar la medicalización de la vida diaria, pues una 1. Illich I. Némesis médica. Méjico: Joaquín Moriz-Planeta ; 1987. parte de la dicha medicalización es ajena al acto médico y 2. Evans RG. Supplier-Induced Demand: some empirical evidence and tiene profundas razones sociales, culturales y psicológicas. implications. En: Perlman M, editor. The Economics of Health and Medical Care. Nueva York: International Economics Association, Por ello, aunque suene a retruécano, la prevención cua- MacMillan; 1974. ternaria sólo trata de evitar o paliar la parte médica de la 3. Ortún V. La demanda inducida por el hospital. Gac Sanit. 1986; 26: medicalización de la vida diaria. 64-7. 4. Peiró S, Bernal E. ¿A qué incentivos responde la utilización hospitala- Hacer prevención cuaternaria en la consulta es cumplir ria en el Sistema Nacional de Salud? Gac Sanit. 2006;20(Supl 1):110-6. con el objetivo científico de la Medicina, que busca “la 5. Vanderbroucke JP. How much of the cardioprotective effect of post- máxima calidad con la mínima cantidad, tan cerca del menopausal estrogens is real? Epidemiol. 1995;6:297-9. 6. Pérez Fernández M, Gérvas J. Encarnizamiento diagnóstico y tera- paciente como sea posible” (29). péutico con las mujeres. SEMERGEN. 1999;25:239-48. Nuestros pacientes son personas, y merecen una atención 7. Sackett DL. The arrogance of preventive medicine. CMAJ. personalizada, prudente y positiva. La medicalización de 2002;167:363-4. la vida diaria se está convirtiendo en un problema res- 8. Million Women Study. Breast cancer and hormone therapy in the Million Women Study. Lancet. 2003;362:419-27. pecto a los derechos humanos, y sorprende ver que en la 9. Mold JW, Stein HF. The cascade effect in the clinical care of patients. era del refinamiento de la demanda, de la autonomía del N Engl J Med. 1986;314:512-4. paciente y de la libertad de elección, la sociedad acepta 10. Pérez Fernández M, Gérvas J. El efecto cascada: implicaciones clíni- cas, epidemiológicas y éticas. Med Clín (Barc). 2002;118:65-7. casi sin protestas ese abuso contra los derechos de las 11. Skarabanek P, McCormick J. Sofismas y desatinos en Medicina. personas (30). Barcelona: Doyma; 1992. Las personas sufren como tales, no como cosas a los que 12. Verdú V. Pornoprevención. El País, 3 de mayo de 2003 (nº 9350); p.29. algunos robots (médicos maliciosos y/o ignorantes, y/o 13. Fugelli P. The Zero-vision: potencial side effects of communicating imprudentes) prestan esa atención sumada y enredada health perfection and zero risk. Pat Educ Counselling. 2006;60:267-71. que recomiendan las múltiples guías y los muchos proto- 14. Seguí M. Revisión del niño sano por el médico general/de familia. SEMERGEN. 2000;26:196-218. colos. Puesto que la calidad es adecuación al uso, no 15. Laine C. The annual physical examination: needless ritual or neces- basta con ofrecer calidad extrema a cada problema, sino sary routine? Ann Intern Med. 2002;136:701-3. la calidad necesaria al conjunto de los problemas del 16. Bonneux L, Damme WV. An iatrogenic pandemic of panic. BMJ. 2006;332:786-8. paciente, en el lugar más cercano posible al mismo (31). 17. Gérvas J, Palomo L. ¿Alta o excesiva resolución? Med Clín (Barc). Así se evitan interacciones, efectos adversos y efectos 2002;119:315. secundarios, y su cohorte de errores sanitarios; así se 18. García-Encabo M. Entre los deseos y los pronósticos en atención primaria. El Médico. 9 de febrero de 2007 (nº 1015); p. 8-15. cuida la “seguridad del paciente”. 19. Gérvas J, Pérez Fernández M. Los programas de prevención secun- Hay que intentar ofrecer, repito, la máxima calidad con la daria del cáncer de mama mediante mamografía: el punto de vista del mínima cantidad (de intervenciones), en el lugar más cer- médico general. SEMERGEN. 2006;32:31-5. 20. Spagnolo E, Segura A, Vila R, Andrés J, Sans S. Importancia del cán- cano posible al paciente. Hay que ofrecer cuidados de cer de cérvix en Cataluña. Consideraciones sobre un eventual programa “baja intensidad y alta calidad, con la mínima interven- de cribaje. Med Clín (Barc). 1984;82:83-6. [9] Gac Med Bilbao. 2007; 104: 93-96 95
  • 4. JUAN GERVAS – MALICIA SANITARIA Y PREVENCIÓN CUATERNARIA 21. Segura A, Spagonolo E, Sans S, Andrés J. El caso del cáncer de cue- 31. Tinetti ME, Bogardus ST, Jr. Agostini JV. Potential pitfalls of disease llo uterino y la frivolización de la prevención masiva. Aten Primaria specific guidelines for patients with multiple conditions. N Engl J Med. 1994;13:516-9. 2004;351:2870-4. 22. Sanjosé S, Alejo M, Combalia N, Culubret M, Tarroch J, Badal JM et 32. Gérvas J, Pérez Fernández M, González de Dios J. Problemas prácti- al. Historia del cribado en mujeres con cáncer inflitrante de cuello ute- cos y éticos de la prevención secundaria. A propósito de dos ejemplos rino. Gac Sanit. 2006;20:166-70. en pediatría. Rev Esp Salud Pública. 2007;81:345-52. 23. Coldman AJ, Phillips N, Pickles TA. Trends in prostate cancer inci- 33. Sawaya GF, Smith K. HPV vaccination. More answers, more ques- dence and mortality: an analysis of mortality change by screening tions. N Engl J Med. 2007;356:1991-3. intensity. CMAJ. 2003;168:31-5. 34. Lippman A, Melnychuch R, Shimmin C, Boscope M. Human papillo- 24. Barry MJ. The PSA conundrum. Arch Intern Med. 2006;166:7-9. virus, vaccines and women’s health: questions and cautions. CMAJ. 25. Heneghan C, Alonso-Coello P, García-Alamino JM, Perera R, Metas 2007;177:484-7. E, Glasziou P. Self-monitoring of oral anticoagulation: a systematic 35. Gervas J. La incierta prevención del cáncer de cuello de útero con la review and meta-analysis. Lancet. 2006;367:404-11. vacuna contra el virus del papiloma humano. Rev Port Clín Geral. 2007; 26. Gérvas J, Pérez Fernández M. El auge de las enfermedades imagina- 23:547-555. rias. FMC. 2006;13:109-11. 27. Gérvas J, Pérez Fernández M. Genética y prevención cuaternaria. El ejemplo de la hemocromatosis. Aten Primaria. 2003;32:158-62. 28. Gérvas J. Moderación en la actividad médica preventiva y curativa. J uan Gérv as s Cuatro ejemplos de necesidad de prevención cuaternaria en España. Médico General, Can encia de la Sierra, Garganta de n Gac Sanit. 2006;20(Supl 1):127-34. 29. Gérvas J. La clave para mejorar la clínica: más calidad con el mínimo los Montes y El Cuadrón. Madrid. España. UE de cantidad. Gac Med Bilbao. 2006;103:46-7. E q u i p o CE S CA . M a d r i d . E s p a ñ a . U E 30. Davis P. Health care as a risk factor. CMAJ. 2004;170:1688-9. Co r r e o e l e ct r ó n i co : j g e r v a s c@m e d i t e x .e s 96 Gac Med Bilbao. 2007; 104: 93-96 [10]