c3.hu3.p1.p2.El ser humano y el sentido de su existencia.pptx
Etica 2p guia 1 1
1. COLEGIO NICOLAS ESGUERRA J.T.
GUIA 1 –ETICA Y VALORES GRADO
OCTAVO - SEGUNDO PERIODO.
Nombre:_________________________curso_______
Derechos Fundamentales:Los
derechos fundamentales son aquellos inherentes al
ser humano, que pertenecen a toda persona en
razón a su dignidad.
CONSTRUYENDO
AMBIENTES DE RESPETO
Aquel era uno de esos días que tanto le
gustaban a Ana.
Día de sol. Y de volver corriendo de la
escuela, de pegarse al timbre de la casa,
gritando: ¡Ya llegué!
Día de entrar volando por la casa justo
cuando la puerta se abría, y gritar feliz: ¡Hola
todos!
Día de correr hasta el cuarto, tirar la maleta,
hacer una pirueta y caer en la cama. Día de
sentir el olor que venía de la cocina y adivinar
qué había de almuerzo. Día de jugar, pelear,
cantar, reír, saltar, correr, hacer alboroto. Día
de ser totalmente, completamente Ana.
Pero no había duda… aquel también era un
día de reclamos de la mamá por tocar así el
timbre, por cantar, por bailar, por reír, por
saltar:
- ¡Ana ya estás crecidita!
Día de oír a la mamá tan enfadada,
achantada, triste, preocupada, viendo a la hija
llegar de la calle despeinada, desarreglada
(aunque feliz):
- ¡Tan diferente a Lía!
Lía era la prima de Ana: el ejemplo de la
familia.
¡Obediente, juiciosa, callada, modelo de
perfección!
Alumna estudiosa, hija y nieta respetuosa,
amiga del hermano.
Ana también era cariñosa, pero de una
manera especial.
¿Es necesario que todo el mundo sea igual?
Aunque peleaba con su hermano – por causa
de un juguete o de cualquier bobada que él
terminaba por esconder – aun así ella lo
amaba.
Incluso si la pelea era por causa de cosas
bobas como chicles o chocolates que él cogía
sin permiso, bolas de cristal, figuritas, un
videojuego, un programa de televisión…
…aun así, Ana adoraba a su hermano.
Pero Lía… ¡ah, Lía!
Ella no sabía – no quería – jugar, pelear,
correr. No discutía, no era terca, no saltaba,
no bailaba, no peleaba. Nada quería (o sabía)
hacer.
La madre de Ana vivía reclamándole:
- ¿Por qué no eres como tu prima?
Ella no se ensucia la ropa ni se despeina por
andar corriendo. No se sube a los árboles, no
juega bolas ni futbol con los amigos. No
pelea, no discute, estudia muy juiciosa y
obedece las órdenes de los mayores.
De tanto oír a la mamá hablar así, Ana pensó
que era hora de cambiar. Y Ana cambió.
Dejó de pelear con el hermano, de discutir, de
molestar a los demás. De ensuciar la ropa
en jueguitos en la calle, porque ya no jugaba
en la calle.
Parece que no sabía qué más hacer. Dejó de
bailar, de saltar, de reír y de correr, de jugar
con los niños, de pelear por el videojuego y
por el control del televisor, aunque pensaba
que todo eso era divertido.
Dejó de despeinarse el cabello por andar
corriendo, porque ya no corría y porque ya no
jugaba.
Dejó de llegar a casa saltando y de subir las
escaleras corriendo, de pegarse al timbre de
la puerta y de entrar gritando “llegué”.
No volvió a hablar duro ni a reír sin tener por
qué.
Y la mamá ya no podía reclamar que su hija
era despistada y bulliciosa.
En pocos días, Ana se fue volviendo igual a
su prima Lía: juiciosa, calmada, callada.
El hermano estaba extrañado:
- Ana está rara. No juega, no pelea, no
se oye. ¿Será que ya no me quiere?
Ella lo oía decir eso y se entristecía.
Pero estaba tan resuelta a imitar a su prima
que no respondía nada.
En pocos días, Ana tenía una gran sombra de
tristeza en los ojos.
Principalmente en días de sol, cuando tenía
ganas de mirar por la ventana de la sala, o de
saltar, de correr detrás de los niños, con los
niños, y de jugar un buen partido de futbol.
ANA LA BULLISIOSA
2. Fue así como ella descubrió porqué la prima
Lía y todas las Lías del mundo – tan juiciosas
que nunca pelean con los hermanos, nunca
juegan con los niños, ni ensucian la ropa ni se
despeinan, ni jamás desobedecen a los
mayores – porqué todas esas Lías tienen en
el corazón y en los ojos, mucha tristeza.
Y supo que, a veces, pelear y jugar y saltar y
reír o correr con los niños detrás de un balón,
en un día de sol, o bajo la lluvia, en un buen
partido de fútbol… sólo hace bien.
Cuando descubrió eso, todo volvió a ser
normal y ella volvió a jugar y a pelear, aun por
cosas bobas como los chicles (que su
hermano terminaba por esconder).
Volvió a desobedecer a los mayores si era
necesario (aunque no fuera la hora ni el lugar)
Y volvió a reír, a hablar duro, a correr por la
casa, a bailar, a saltar y a espaciar el mundo
por la ventana del salón de clase.
A quien más le gustó el cambio de Ana fue a
su mamá.
Ella estaba cansada de la hija quieta, juiciosa,
arregladita, parada con aquella tristeza en los
ojos y en el corazón.
¡Mamá estuvo muy contenta de tener vuelta
en su casa a la hija bulliciosa y feliz!
María de Lourdes Krieger
¿COMPRENDES LA HISTORIA?
1. Escribe en la casilla las palabras que describen a cada una de las niñas del cuento.
¿Y TU QUE OPNAS?
3. 2. ¿Y tú qué harías?
Marca con una X la opción que elijas.
¿Alguna vez has tenido que vivir una de las siguientes situaciones?
Te han comparado con una persona de tu familia.
Han comparado a alguien contigo.
Te han comparado con una persona del Colegio.
3. Comente lo siguiente:
a. ¿Es bueno hacer comparaciones?
b. Cómo se siente la persona que comparan.
VIDA COTIDIANA ;,TIENES QUE HACERLO.
4. 10. ¿Qué actitudes debe manifestar una persona respetuosa?
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http://youtu.be/YRiCaYX6TG8
Video cuerdas