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LA LABOR DE LAS COOPERATIVAS
AGRARIAS, COMO ACTOR SOCIAL
INFLUYENTE EN EL MEDIO RURAL, EN
LA ADOPCIÓN DE ESTRATEGIAS
EFECTIVAS DE GESTIÓN DE
SINIESTROS
XIII Jornadas de Investigadores en Economía Social y Cooperativa
La Economía Social: un modelo de desarrollo sostenible y una alternativa
para la salida a la crisis

Santiago Escribano Pintor
Departamento de Economía y CC. Sociales Agrarias
ETS Ingenieros Agrónomos. Universidad Politécnica de Madrid
RESUMEN
Las explotaciones agrarias españolas, sobre todo las pequeñas y medianas, se
encuentran inmersas en una crisis estructural, cuya característica principal es su
fragilidad y vulnerabilidad como consecuencia de la inestabilidad de sus rentas,
tanto por la integración parcial y posición de subordinación en los mercados
agrarios, donde las cooperativas agrarias ya ejercen una positiva labor a favor de
los agricultores, como por la probabilidad de destrucción de sus cosechas como
consecuencia de siniestros meteorológicos no controlables. Contra esta segunda
incertidumbre también trabajan ya las cooperativas agrarias, aunque desde nuestro
punto de vista podría implementarse mucho más su labor en el ámbito de los
seguros agrarios, como herramienta de política agraria pero también de política
social, tanto reforzando las funciones que ya realizan las cooperativas con sus
socios, de información, apoyo y gestión de pólizas de seguros agrarios, como
reclamando un nuevo modelo de póliza donde se trasladaría a la cooperativa la
gestión de siniestros por parte de sus socios, en lo que se denomina póliza
asociativa, de la que realizamos un breve estudio.
PALABRAS CLAVE
Cooperativas agrarias, seguro agrario, póliza asociativa, gestión de siniestros

1. INTRODUCCIÓN
Son las cooperativas el grupo primario más importante donde se encuadran de
forma natural los agricultores, realidad que debidamente analizada puede conducir
a múltiples aplicaciones, fundamentalmente en el campo de la política agraria.
Las prácticas cooperativas aparecen en las primeras etapas de la civilización,
respondiendo a una vocación natural de las personas como un sistema eficaz de
protección y amparo frente a las fuerzas de la naturaleza y la acción de otros
hombres. El agricultor cooperativista no coopera por ser mejor o para establecer
fines inmediatos sino como una necesidad de su existencia, necesidad que se
convierte en necesaria en periodos de crisis como el actual.
Las explotaciones agrarias españolas se encuentran inmersas en una crisis
estructural que avanza desde mediados del siglo pasado, siendo la característica
principal de nuestras explotaciones tradicionales la fragilidad y vulnerabilidad como
consecuencia de la inestabilidad de sus rentas, consecuencia, a su vez, de dos tipos
de incertidumbres: una primera incertidumbre motivada por la integración parcial y
posición de subordinación en los mercados agrarios, donde las cooperativas
agrarias ya ejercen una positiva labor a favor de los agricultores, por todas las
instancias reconocida; y otra incertidumbre, motivada por la probabilidad de
destrucción de sus cosechas como consecuencia de siniestros meteorológicos no
controlables. Contra esta segunda incertidumbre también trabajan ya las
cooperativas agrarias, aunque desde nuestro punto de vista podría implementarse
mucho más su labor, sobre todo en el ámbito de los seguros agrarios, como
herramienta de política agraria pero también de política social, por toda una serie
de motivos y circunstancias que procederemos a analizar.
No podemos olvidar que los fundamentos teóricos y metodológicos del movimiento
cooperativo se encuentran vinculados a la búsqueda de nuevas alternativas ante los
problemas con que se enfrenta nuestro sector agrario. Y sobre todo, a partir de la

 

2
década de los 80 del pasado siglo XX, en plena crisis del sistema económico
mundial, cuando el cooperativismo se circunscribe en torno a la llamada Economía
Social.
A partir de este trabajo tratamos de desarrollar toda una serie de consideraciones
acerca de las posibilidades que tiene el cooperativismo agrario actual en España
para contribuir a que las cooperativas sean una alternativa real y seria en la gestión
de los siniestros, y en concreto en el sector de los seguros agrarios.
2. EL COOPERATIVISMO COMO RESPUESTA ECONÓMICA Y SOCIAL PARA
LOS AGRICULTORES
El cooperativismo sigue siendo la alternativa más adecuada para la supervivencia
de las pequeñas y medianas explotaciones agrarias de nuestro país, que
normalmente no disponen de otros medios para desenvolverse, satisfacer y atender
sus necesidades, fundamentalmente económicas, pero también sociales con clara
repercusión sobre el territorio en que se asientan, motivo por el que deben, no ya
sólo ser fomentadas sino también protegidas.
Cooperación y riqueza se encuentran íntimamente relacionadas en el medio rural
español, tanto en las zonas de agricultura más moderna, como puede ser el
Levante español, como en aquellas otras de agricultura extensiva de las zonas
interiores y de montaña.
Dentro de las cooperativas agrarias probablemente sean los pequeños agricultores
los que encuentran más elementos a su favor, de tal modo, que al incorporarse al
grupo cooperativo hacen suyos tanto los triunfos como los fracasos en la gestión de
las mismas, ya que son las cooperativas a través de su mayor eficiencia técnica
como en la gestión y comercialización de sus productos las que les permiten
acceder a unas mayores cotas de bienestar y sobre todo de seguridad, aspecto
fundamental para el trabajo de investigación que estamos desarrollando. Pero sin
embargo, el concepto de cooperativa alcanza en el medio rural un ámbito más
integrador, pues aparte de la voluntariedad para su creación y adhesión, nos
encontramos con la existencia de un fin que les es común a todos los agricultores
cooperativistas, y que no es otro que el de alcanzar una mejora en su situación
económica y social de cada uno de ellos a través de lo que se consideraría
autoayuda o solidaridad mutua mediante la acción del grupo organizado de
agricultores.
Según Martínez Soto (2000), el asociacionismo rural nace y se desarrolla a partir de
las últimas décadas del siglo XIX como respuesta de los agricultores a la progresiva
integración de la agricultura en el mercado, así como un resultado lógico en la
búsqueda de soluciones a la continua crisis en que se encontraba inmersa. Siendo
la Ley de Sindicatos Agrícolas de 1906 la que proporcionó un gran estímulo a este
tipo de asociacionismo. Aunque en estas primeras etapas, el hecho de que muchas
cooperativas fracasaran provocaría entre los distintos agricultores una gran
desconfianza hacia las mismas ya que dejaba endeudados a sus asociados.
El proceso de cambio de una sociedad tradicional con una agricultura tradicional en
una agricultura moderna, que comienza a producirse en España en los años
sesenta, lleva consigo una reducción de la población dedicada a la agricultura, con
el consiguiente incremento de la terciarización y multifuncionalidad de la sociedad
rural. La renta agraria en comunidades autónomas donde el mundo agrario pervive
con fuerza como es el caso de Castilla-La Mancha se ha multiplicado por 2.9 en la
última década del siglo pasado, así como la renta agraria por ocupado también ha
crecido espectacularmente en dicho periodo multiplicándose por 6. Asimismo,

 

3
destaca el gran peso que tienen en dicha renta las distintas subvenciones, que se
estima que alcanzan al 40 % del porcentaje de la renta que procede de ellas (Ureña
Pardo, 2001). Nos encontramos con espacios agrarios afectados por un proceso de
desagrarización, lento aunque constante, sobre todo en determinados municipios,
como consecuencia de la modernización de la actividad agraria, destacando la
fuerte reducción de efectivos agrarios, y la disminución del PIB en la economía
nacional del sector agrario. Todo ello tiene implicaciones sociológicas, siendo la
principal la pérdida en los agricultores de cuotas de poder en amplios sectores de la
sociedad en la que viven, sobre todo en el hecho de que su voto deja de ser
decisivo para la elección de dirigentes políticos y sociales en muchas localidades y
comarcas.
La realidad actual del cooperativismo en nuestro país implica una importancia en el
medio rural tanto desde el punto de vista económico como social, ya que la mayor
parte de los titulares de explotaciones agrarias son socios de cooperativas. En este
sentido, destacaremos el peso que ejercen actualmente las cooperativas agrarias
en España con 932.124 socios agrupados en 4.195 cooperativas que concentran el
45,4% de la Producción Final Agraria con una facturación de 14.194.000.000 euros
(Baamonde Noche, 2006), cuando en el año 2000 tan sólo alcanzaba al 40% de la
Producción Final Agraria (Juliá y Marí, 2002).
Gráfico nº 1
Importancia de las cooperativas en el sector agrario medida a través de la
participación de las mismas en los diferentes subsectores en el año 2008

Fuente: elaboración propia a partir de los datos de Cooperativas Agro-alimentarias,
en http://www.agro-alimentarias.coop
El cooperativismo en el medio rural es una realidad consolidada, fundamentalmente
desde el punto de vista agrícola y ganadero, pero también en el agroindustrial. Su
presencia en número, volumen de negocio y empleo va creciendo a lo largo de los
años. Y aunque son muy diversas las fórmulas que nos podemos encontrar en el
ámbito cooperativo, son fundamentalmente las cooperativas de primer grado las
que más existen, seguidas de las de las de explotación comunitaria (CEC) y las de
segundo grado.

 

4
Gráfico nº 2
Distribución de las cooperativas de primer grado, de segundo grado y de
explotación comunitaria en España.

10%
4%

86%

Coops 1º

Coops 2º

CEC

Fuente: elaboración propia a partir de los datos de Cooperativas Agro-alimentarias,
en http://www.agro-alimentarias.coop
El cooperativismo agrario se caracteriza por su amplia implantación en el medio
rural español. De tal forma, que si tenemos en cuenta el nuevo concepto de
municipio rural que nos define la Ley para el Desarrollo Sostenible del Medio Rural,
según la cuál se consideran rurales aquellos municipios con densidades menores de
100 habitantes por km2 y poblaciones menores de 30.000 habitantes, nos
encontramos con que más del 70% de las cooperativas de primer grado se
encuentran localizadas en este tipo de municipios.
Según el Observatorio Socioeconómico del Cooperativismo Agroalimentario Español
(OSCAE) existen actualmente 3.989 cooperativas. Y en las Federaciones que
forman Cooperativas agroalimentarias se encuentran representadas 2.840
entidades, que suponen el 70% de las cooperativas de primer grado de nuestro
país, así como el 95% de las cooperativas de segundo grado. Con un número de
socios cercano a los dos millones y un volumen de negocio cercano a los 19.000
millones de euros, representando una cuarta parte de los empleos en el sector de la
agroindustria española, con alrededor de los cien miel empleados.
Cuadro nº 1
Principales datos de las cooperativas agroalimentarias en el año 2009
Cooperativas
Total
agroalimentarias cooperativas
2.840
3.989

Nº de cooperativas
Facturación (en millones de
euros)
Empleo directo
Número de socios
Fuente: OSCAE.

 

14.703
73.845
972.380

5

18.889
94.156
1.160.337
3. LA PÉRDIDA DE RENTAS EN LAS EXPLOTACIONES AGRARIAS COMO
CONSECUENCIA DE SINIESTROS METEOROLÓGICOS NO CONTROLADOS
La respuesta tradicional ante dicha cuestión socioeconómica, provocada por la
pérdida de rentas motivada por la destrucción de cosechas ante un siniestro
meteorológico, venía siendo, en España hasta hace unos años y continúa siendo
práctica habitual en muchos países, la de conceder ayudas económicas para paliar
los daños producidos tras el siniestro. La experiencia muestra que la concesión de
estos auxilios, suele generar dificultades de gestión a las Administraciones Públicas
que habitualmente se muestran poco ágiles en su concesión y tramitación, con lo
que las ayudas siempre llegan más tarde de lo deseable, suelen resultar
insuficientes para compensar los daños realmente producidos, todo ello, a la vez
que existen dificultades para la correcta evaluación de los daños ocasionados en
cada una de las explotaciones afectadas (Burgaz López, 2003). Un primer intento
de establecer un sistema de seguros agrarios a nivel nacional se produjo en el año
1919 con el establecimiento de la Mutualidad Nacional de Seguro Agropecuario
(Burgaz López, 2003). Para terminar con la vigente ley 87/1978 que establecerá el
primer Plan Anual de Seguros Agrarios resultado de la búsqueda de nuevas
soluciones donde surgen los seguros agrarios como el mejor instrumento para la
gestión de los riesgos climatológicos, además de tratarse de una pieza clave dentro
de la integración entre economía y medioambiente, al entender que estos cultivos
deben ser protegidos, sobre todo en aquellas comarcas que todavía pueden ser
consideradas agrarias.
Probablemente ahora el principal aspecto que caracteriza al Sistema Español de
Seguros Agrarios que se implanta con la ya citada ley 87/1978 es el de considerar
que todos los riesgos son potencialmente asegurables, a expensas de que los
estudios técnicos establezcan los términos de dicha asegurabilidad, siendo ello
posible al encomendar dicha ley al Ministerio de Agricultura la realización de dichos
estudios así como de la viabilidad técnica y actuarial, contando con la colaboración
de las instituciones y organizaciones implicadas en el sistema de seguros. Como
resultado del desarrollo de las previsiones contenidas en dicha ley se ha conseguido
dar una respuesta eficaz a una de las clásicas disyuntivas que se plantean cuando
se discute sobre el procedimiento más adecuado de ayudar a las explotaciones
afectadas por la ocurrencia de daños de naturaleza catastrófica que afecten
seriamente a la economía de los agricultores y ganaderos.
La orientación y los objetivos de esta ley se recogen en el artículo 2 de la misma
donde se enumeran los principios generales de la misma, y donde destacaremos
como se potencia la búsqueda de una mayor participación de los agricultores a
través de sus propias asociaciones y organizaciones profesionales, sindicales o de
cualquier otra forma de agrupación legalmente reconocida. Asimismo, también es
de destacar en esta ley la creación de la Entidad Estatal de Seguros Agrarios
(ENESA), adscrita al Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Siendo su
principal función la de actuar como órgano de coordinación y enlace por parte de la
Administración para las actividades vinculadas a los Seguros Agrarios. Así, respecto
de los Planes de Seguros Agrarios, ENESA deberá presentarlos al Gobierno para su
aprobación, participando en su elaboración las Organizaciones Profesionales
Agrarias. Y el fomento por parte del Estado de la constitución de Entidades
Mutuales para los agricultores para este tipo de seguro, procurando la colaboración
de las demás Entidades aseguradoras y de las Cooperativas del Campo.

 

6
4. EL ACTUAL SISTEMA DE SEGUROS AGRARIOS ESPAÑOL
El modelo de seguros agrarios en España es un referente a nivel mundial dentro de
los sistemas de protección ante siniestros meteorológicos y epizoóticas que acechan
las explotaciones y producciones de nuestro sector agropecuario. Sin embargo, el
nivel de implantación no alcanza aún el 50%, por lo que, no sólo la futura
implantación de nuevas líneas y opciones de aseguramiento, sino también la
revisión de las actuales debe ser permanente para alcanzar la excelencia del
modelo.
Uno de los mayores determinantes para la existencia de seguros agrarios viables,
junto a la estabilidad política y económica y la existencia de toda una serie de
instituciones de confianza, es la existencia de un marco legal que los regule y
ampare. Por ello, se hizo necesario determinar dentro de las políticas agrarias una
regulación específica del aseguramiento agrario a través de una participación del
Estado mediante aportaciones a los seguros agrarios a través de subvenciones al
importe global de las primas que debieran pagar los agricultores. El resultado fue la
Ley 87/1978, de 28 de diciembre de Seguros Agrarios, publicada en el Boletín
Oficial del Estado número 11 de fecha 12 de enero de 1979.
Mediante el seguro agrario, el agricultor hace una transferencia del riesgo que corre
su explotación ante las adversidades climáticas a las entidades aseguradoras, y de
esta forma el agricultor reduce de forma importante su grado de exposición a
dichos riesgos.
De este modo, los agricultores disponen de un importante
instrumento financiero, el cuál compensa sus rentas a través de indemnizaciones,
en aquellos momentos en que se produzcan siniestros meteorológicos, sin
necesidad de recurrir al endeudamiento de sus explotaciones agrarias, manteniendo
e incluso aumentando la viabilidad de dicha explotaciones.
Por lo que debemos tener en cuenta al seguro agrario como un instrumento de
política agraria que nace ante todo más como una necesidad que como un negocio,
ante la impotencia que sufre el agricultor frente a las inclemencias climatológicas
que le atenazan desde el inicio del cultivo hasta el final del ciclo del mismo, ya que
es precisamente la eliminación de la incertidumbre junto con la transferencia de los
riesgos de que son objeto las producciones agrarias uno de los grandes deseos no
sólo del moderno agricultor, sino también de las diferentes administraciones
públicas en su empeño de constituir un sector agrario eficiente.
El sistema actual de seguros agrarios cuenta con más de medio millón de pólizas
suscritas, con un coste de primas de cerca de ochocientos millones de euros de los
que ENESA subvenciona 320 millones, con lo que se logra asegurar un capital
valorado en más de diez mil millones de euros.
Las principales novedades del Plan de Seguros Agrarios para la campaña del año
2010 siguen siendo, al igual que en años anteriores, la universalización de la
protección de las producciones agrícolas, ganaderas, forestales y acuícolas ante las
consecuencias que se derivan del acaecimiento de fenómenos naturales no
controlables, el perfeccionamiento de las condiciones de aseguramiento y de los
procedimientos de gestión, contratación y mejora de la información, el diseño de
nuevos modelos en la gestión de riesgos, y el contribuir a la adaptación de nuestra
agricultura a las consecuencias del cambio climático.

 

7
5. LAS COOPERATIVAS COMO ELEMENTO
AGRICULTOR Y LAS POLÍTICAS AGRARIAS

DE

ENLACE

ENTRE

EL

Si tenemos en cuenta que en el panorama agrario español son las cooperativas
actualmente el grupo primario más importante donde se encuadran de forma
natural los agricultores, no es ningún atrevimiento, sino probablemente una
realidad que debidamente analizada puede conducir a múltiples aplicaciones,
fundamentalmente en el campo de la política agraria. Y es que la importancia de la
cooperativa como grupo primario radica en la influencia social que ejercen sobre
sus miembros. A este respecto no podemos olvidar que, a pesar de las posibles
implicaciones negativas que en un principio podamos determinar, la influencia
social simplifica de un modo considerable la vida de los agricultores, ya que la
influencia social hace naturales, dentro del ámbito de la explotación agraria, un
conjunto de comportamientos adquiridos, marcados por el sello de la cultura de la
propia sociedad cooperativa.
De este modo, podemos afirmar como el movimiento cooperativo español junto con
el seguro agrario son dos realidades que a lo largo de los años han ido afianzando
sus puntos de unión, manifestándose unos movimientos sinérgicos cuyo estudio,
aunque complejo, pretendemos iniciar desde este trabajo. Todo ello a través de un
marco teórico predominantemente sociológico, desde el que se demostrará la
importancia del grupo social cooperativo como garante probablemente del mejor
instrumento para la gestión de los riesgos climatológicos que ha existido en nuestro
país, como son los seguros agrarios que se establecerán con el primer Plan Anual
de Seguros Agrarios a partir de promulgarse la vigente ley de Seguros Agrarios, en
cuyo articulado ya se plantea potenciar la búsqueda de una mayor participación en
el sistema de seguros agrarios, lo que bien podría entender como una llamada al
cooperativismo para unirse en la implantación de esta herramienta de política
agraria.
Las cooperativas en España tienen la característica, muy valorada por sus socios,
de una fuerte impronta de implicación con el socio que puede contribuir
positivamente a generar una mayor ampliación de los servicios que prestan, que si
bien inicialmente presta al socio, también se hacen extensibles al resto de la
sociedad donde se encuentra localizada.
En las cooperativas agrarias, como grupo, se da una interacción recíprocamente
contingente, ya que se trata de una relación de tipo directo entre las personas que
la integran. Es decir, existe una comunicación cara a cara, con presencia física que
influye en que sea recíprocamente contingente en el sentido de que a través de las
intervenciones en las asambleas cooperativistas o de sus actuaciones dentro de la
cooperativa se producen influencias y modificaciones en la forma de actuar de unos
y otros.
En segundo lugar, las cooperativas son un grupo altamente normativizado, tanto a
través de normas explícitas como pudiéramos considerar con la existencia de
estatutos escritos y aprobados en asamblea, como de normas implícitas basadas en
la costumbre y forma de funcionamiento de la misma.
Como en todo grupo, en las cooperativas debe existir una organización y una
jerarquía que entre otras cosas implica la existencia de unos determinados roles
grupales que cada uno de los integrantes de la misma debe asumir y respetar. Uno
de los aspectos más destacables será el sentimiento de identidad endogrupal que
deberá mantenerse dentro de los miembros de la cooperativa, y que se deberá
manifestar frente a otra serie de grupos cercanos a los cooperativistas. Como
consecuencia final de todas las características anteriores lo normal es que cada
grupo cooperativo adopte un nombre que le identifique frente al resto, que le sirva

 

8
como seña de identidad tanto dentro de su municipio como con respecto a los
municipios colindantes, sobre todo si su gestión es llevada a cabo de forma
satisfactoria.
Como ya precisamos anteriormente, los agricultores cuentan con sus cooperativas
para lograr una mejora en la posición de comercialización de sus producciones y
para conseguir un reparto más equitativo de los márgenes comerciales entre los
diferentes operadores de la cadena agroalimentaria, máxime ante el gran reto de
hacer frente al creciente poder de la gran distribución. Resultando además, cuando
menos aconsejable, que las cooperativas deban acompañar también a los
agricultores en la búsqueda de nuevas salidas a sus retos en la gestión de sus
explotaciones y ahí la importancia de los servicios ofertados por las cooperativas
como es la gestión del seguro agrario entre sus socios. En todo caso, dado que la
complejidad que ha alcanzado el seguro agrario es actualmente uno de sus
mayores handicaps, sería en la reducción de dicha complejidad donde debería
incidirse más por parte de las cooperativas agrarias para lograr unos mejores
resultados en el aseguramiento de sus socios.
Las cooperativas agrarias son con toda seguridad las instituciones más próximas al
agricultor y este aspecto es cuando menos decisivo en la influencia que puedan
ejercer sobre la aceptación del seguro agrario. De este modo, si tenemos en cuenta
la figura del tomador del seguro, no cabe duda que un alto porcentaje de los
problemas que se originan en las peritaciones de siniestros son consecuencia
exclusiva de una deficiente información en el momento de la contratación, ya que la
misma, en gran número de casos se hace por tomadores que son ajenos al sistema
agrario y que además se limitan exclusivamente a la contratación desentendiéndose
de cualquier implicación posterior, generándose una conflictividad posterior que
daña enormemente la imagen del seguro. En este sentido, es obvio que a mayor
información del agricultor menor será la posibilidad de conflicto que casi con
seguridad es uno de los principales componentes que más influyen en la
contratación de la siguiente campaña. Por lo que la función de las cooperativas
agrarias como tomadores de seguros agrarios es cuando menos de una vital
importancia, tal es así, que incluso algunas organizaciones sindicales se atreven a
solicitar una discriminación positiva hacia las mismas (Barato, 1997). Baamonde
(2006) sostiene que las cooperativas no pueden mantenerse ajenas a la gestión de
los seguros, que se debe evitar la existencia de intermediarios en el mundo del
seguro agrario que no aporten valor a la actividad agraria y aseguradora, así como
que las cooperativas deberán dar un servicio de asesoramiento integral. En el
mismo sentido, Sarrión Landete (ENESA, 2003b) mantiene que uno de los
problemas pendientes de resolver actualmente es en el contacto aseguradoempresa aseguradora, en el sentido de que no debiera ser de tipo generalizado,
sino adaptándose a las peculiaridades y características de los tomadores
cooperativos. Y a ello hay que añadir que la Confederación de Cooperativas
Agrarias de España, actualmente Cooperativas Agro-alimentarias, es el único
interlocutor oficial de las cooperativas españolas reconocido ante ENESA
(Baamonde, 2006), lo que le confiere una gran importancia en la estructura del
seguro agrario. Además, González Sánchez (1993) desde la dirección de ENESA
planteaba la función social y política del seguro agrario al fomentar el
asociacionismo entre los agricultores.
6. LAS COOPERATIVAS Y EL SEGURO AGRARIO: ELEMENTOS DE SINERGIA
No podemos asegurar si estamos o no al final de un ciclo económico, pero todo
parece indicar que nada va a ser como antes, al menos en cuanto al papel que las
cooperativas tienen que ejercer en el medio rural.

 

9
Probablemente, como decimos, sean las cooperativas agrarias como grupo,
aquellas que facilitan o sirven de apoyo de una manera más efectiva el cambio de
actitud hacia el seguro agrario, en el sentido de facilitar su posterior contratación.
Pero tampoco podemos olvidar que el grupo puede ser también un importante
instrumento de conformismo e incluso de sumisión hacia las normas establecidas,
es decir, hacia la continuidad social, entendida ésta en su vertiente más pobre,
bloqueadora de todo posible cambio en beneficio de los comportamientos
mayoritarios. De este modo, aquellos agricultores que voluntariamente expresaran
una actitud de cambio hacia el seguro agrario podrían verse como una minoría
dentro de su grupo y por tanto se verían abocados a elegir entre sumisión o
desviación.
Los seguros agrarios dentro del proceso de desarrollo rural, deben basarse en la
participación social, tantas veces expuestas en los congresos internacionales1
celebrados acerca del seguro agrario, es decir, deben contar con los agricultores
para así conocer mejor la potencialidad social de la población afectada evitando los
errores que se perpetran cuando se acometen proyectos ambiciosos generados
desde los despachos sin tener en cuenta las opiniones y sugerencias de las
personas implicadas en su aplicación y desarrollo.
Dentro del amplio panorama español, la actitud de las cooperativas hacia los
seguros agrarios varía de forma considerable según el tipo de producción así como
del diferente lugar de la geografía española donde radiquen las mismas. De este
modo, por ejemplo, podemos comprobar como en las cooperativas cítricas del
Levante español, las cooperativas ofrecen una mayor cantidad de servicios respecto
al seguro agrario, normalmente el agricultor tan sólo se dedica a la contratación de
la póliza y el resto de gestiones son realizadas por la propia cooperativa, desde la
visita de los técnicos para la peritación hasta la propia firma del acta de tasación.
En este tipo de cooperativas el seguro agrario ya forma parte de los procesos
normales y cotidianos de la cooperativa, como puede ser la recogida de fruta, la
clasificación o el posterior transporte. Se ha llegado a lo que se considera la
naturalización de la contratación del seguro agrario. Se entiende que es algo
necesario como el labrar o abonar y por tanto cualquier conflicto al respecto del
mismo girará normalmente en aspectos puntuales de tasación, que además como
normalmente son llevados a cabo por técnicos de igual capacidad que los que
poseen las entidades aseguradoras. En tanto que en las cooperativas del centro
peninsular, lo más normal es que tan sólo sirvan de cauce para la contratación de
las pólizas de seguro. Por todo ello, puede resultar arriesgado hablar del sistema
cooperativo, en conjunto, en relación con el seguro agrario, ya que hay una gran
variedad de comportamientos y de implicación de cada una de ellas.
Actualmente, las cooperativas participan de forma activa en el sistema de seguros
agrarios nacional a través de tres funciones básicas, como son:





la representación de sus socios, y en general de los agricultores, ante las mesas
intersectoriales del seguro agrario, como elemento de enlace con la
Administración y las empresas aseguradoras.
la comercialización de las diferentes líneas y opciones de aseguramiento
disponibles en el mercado.
la información y asesoramiento a sus socios sobre la idoneidad y elección de las
diferentes opciones de aseguramiento, así como en la gestión y tramitación de
las pólizas.

                                                            

1
Este tema de la participación social en los seguros agrarios ha sido recurrente en los últimos tres congresos
internacionales sobre el seguro agrario realizados en Madrid durante los años 2002, 2006 y 2010.

 

10
En cuanto a las funciones de las cooperativas en el ámbito del seguro agrario
siguen siendo las de informar del mismo, formar y facilitar la contratación del
seguro a sus socios.
7. LA IMPORTANCIA DE LAS COOPERATIVAS PARA EL AGRICULTOR EN
MOMENTOS DE CRISIS
La crisis que actualmente nos azota se manifiesta principalmente en dos sentidos,
por un lado disminuyendo la liquidez, entendida como la capacidad para saldar las
obligaciones a corto plazo que se han adquirido conforme las mismas se vencen, y
en último caso, la imagen y solvencia de las cooperativas. Pero también
disminuyendo la actividad comercial de las cooperativas, consecuencia de la
disminución de las ventas, bien por cuestiones de mercado o como consecuencia de
que los socios no aporten materia prima a las mismas al haber sido destruidas sus
cosechas por siniestros meteorológicos no controlables.
Esta disminución en la actividad comercial de las cooperativas repercute,
consecuentemente, tanto en las compras, como en la dificultad de acometer
inversiones en activos fijos y descensos en la rotación de los stocks, lo que genera
perdidas importantes.
Entre los consejos para sortear la crisis, desde la Confederación de Cooperativas
Agrarias de España, se ofertan a sus asociados, está sin duda el de concentrarse en
los mismos, obteniendo el máximo valor. Sobre todo en estos momentos de
recesión y ajuste económico en que los agricultores se cuestionan más que otras
veces si su forma de gestionar sus explotaciones es la correcta, si lo que están
obteniendo de sus cooperativas tiene realmente valor. Por eso, en estos momentos
de crisis, es cuando el movimiento cooperativo tiene que ser capaz de demostrar
más que nunca el valor, económico y social, que la cooperativa les ofrece, analizar
a fondo el negocio, para tener claro que es lo que reciben, aprecian y valoran sus
clientes de él y proporcionarles más y mejores servicios.
Esa calidad en la gestión de las cooperativas debe implementarse en la gestión de
los siniestros. Por ello, tanto desde la antigua Confederación de Cooperativas
Agrarias de España (CCAE), como desde la actual Cooperativas Agroalimentarias,
siempre se ha apostado por el Mutualismo Agrario, en concreto, en su apoyo hacia
AGROMUTUA, Entidad Aseguradora, bien implantada en la totalidad de la geografía
española, en la que están integrados los agricultores y ganaderos a través de sus
Cooperativas y Organizaciones Agrarias. AGROMUTUA es una entidad que año tras
año va creciendo a pasos agigantados. En la actualidad es la tercera entidad
aseguradora en seguros agrarios del país en volumen de contratación, con el 13 %
de la producción de Agroseguro, y una participación en su capital del 12,31 %.
8. LAS COOPERATIVAS AGRARIAS COMO TOMADORES/MEDIADORES DE
SEGUROS AGRARIOS
En la Ley de Seguros Agrarios se determina que la suscripción de seguros agrarios
podrá realizarse de forma individual o colectiva, siendo esta última actualmente la
forma mayoritaria entre los agricultores, estando firmemente apoyada por la
Administración al concederle una subvención especial a las pólizas suscritas de
manera colectiva.
La figura del tomador de seguros agrarios aparecerá legislada por primera vez de
forma precisa a través del RD 2329/1979 que es el Reglamento para la aplicación
de la Ley de Seguros Agrarios, cuya característica principal es la de asumir una

 

11
serie de derechos y obligaciones como consecuencia del contrato del seguro
agrario. Aunque sería posteriormente, con la Orden del MAPA de 23 de noviembre
de 1998, en la que se procede a la creación del Registro de Tomadores, gestionado
por ENESA, donde se clarificaría la contratación colectiva de los seguros agrarios,
siendo importante, además, por el hecho de que aquellos tomadores que quisieran
repercutir la subvención del coste del seguro deberían de inscribirse previamente
en dicho registro. Según la citada Orden, pueden ser tomadores aquellas
cooperativas, organizaciones y asociaciones de agricultores, así como ganaderos y
acuicultores que tengan personalidad jurídica propia y capacidad para contratar por
sí y en nombre de sus asociados que se encuentren inscritos en el Registro de
Tomadores.
Por otro lado, en cuanto a la financiación de los tomadores de seguros agrarios,
Agroseguro, S. A. les concede una subvención del 5%, como bonificación a las
pólizas colectivas, que de forma generalizada suele repercutirse en los propios
asegurados o en servicios a los mismos, ya que actualmente prácticamente el cien
por cien de las pólizas se consideran colectivas, por lo que se debería modular la
contratación de este tipo de pólizas para conseguir subvenciones dependiendo del
tipo de tomadores y no de una forma generalizada como está ocurriendo en la
actualidad.
La figura del tomador del seguro no debe ser visto exclusivamente como un agente
que cumpla escrupulosamente los cometidos que le impone la ley, sino que debe
tener un mayor protagonismo que en otros tipos de seguros y por tanto mantener
una relación especial con los asegurados que les genere confianza, no sólo en la
contratación, sino a lo largo de todo el ciclo de vida de la póliza del seguro agrario,
a través de diferentes servicios, sobre todo de información y asesoramiento.
Actualmente, según Poveda (2006), la Dirección General de Seguros está
estudiando la mejora y simplificación de los seguros agrarios a través de una
redefinición de las características que debe tener quien pueda ser tomador de
seguros agrarios, siendo este uno de los grandes temas pendientes.
Actualmente, según datos de ENESA para la campaña del año 2010, existen 298
cooperativas agrarias, de primer y segundo orden, como tomadores de seguros
agrarios, lo que supone alrededor del 40% del conjunto total de los 733 tomadores
de seguros agrarios, pero desigualmente repartidos a lo largo de la geografía
española, tal y como puede observarse en el siguiente mapa. El ámbito en el que
operan los tomadores de seguros agrarios suele ser mayoritariamente de tipo
regional o comarcal, y tan sólo alrededor de un 15% de los tomadores operan a
nivel nacional.

 

12
Mapa nº 1
Porcentaje de cooperativas, en su labor de tomador de seguros agrarios,
sobre el total de tomadores de seguros agrarios para cada una de las
diferentes provincias españolas en el año 2010.

Fuente: elaboración propia a partir de los datos de ENESA. En www.enesa.es
9. EL SIGUIENTE PASO EN LA GESTIÓN DE SINIESTROS POR PARTE DE LAS
COOPERATIVAS: LA PÓLIZA ASOCIATIVA
Dentro de las potencialidades que tienen las cooperativas en el medio rural, cobra
cada vez más fuerza la denominada como póliza asociativa, que en realidad se
trataría de una póliza perteneciente al Sistema de Seguros Agrarios Combinados
para un cultivo o grupo homogéneo de cultivos que suscribe una Entidad Asociativa
para todas las producciones de igual clase que va a recibir de sus socios. De tal
modo que la cooperativa sería la que contrataría la póliza y pagaría la prima, pero
también sería la que cobraría las indemnizaciones correspondientes a los siniestros.
Por tanto, el agricultor haría una transferencia de la gestión de los riesgos,
susceptibles de ser asegurados, que amenazan su explotación agraria, a la
cooperativa para que sea ella la que gestione el seguro agrario.
No se debe confundir la propuesta de póliza asociativa, que se trataría de un
modelo de seguro agrario independiente de los ofertados actualmente en el
mercado, con la subvención única por entidades asociativas, subvención que
pueden recibir las entidades asociativas de agricultores, ganaderos, acuicultores y
propietarios forestales, para el aseguramiento de la producción de sus socios,
constituidas de acuerdo con los requisitos establecidos por la Dirección General de
Seguros y Fondos de Pensiones, subvención que puede alcanzar para todos los
capitales hasta el 49%, pero que no es acumulable a ninguna otra subvención salvo
a las subvenciones por prácticas de reducción de riesgos o condiciones productivas,

 

13
siempre que la totalidad de los socios de la entidad asociativa cumplan con los
siguientes requisitos:
-

Semilla certificada.
Agrupación de defensa sanitaria ganadera (ADSG).
Agrupación para tratamientos integrados en la agricultura (ATRIA) o agrupación
de defensa vegetal (ADV).
Producción integrada.

No sabemos el grado de respuesta por parte de las cooperativas hacia este tipo de
subvención en la contratación de seguros agrarios, aunque entendemos que dichos
requisitos son, en muchos casos, difíciles de cumplir por el conjunto de los socios.
Según Baamonde (2006) la existencia de este tipo de pólizas asociativas, donde la
cooperativa jugaría un papel de primer orden, no sólo traería consecuencias
positivas para la misma, entre las que destaca el que las producciones aseguradas
serían las que figuraran en los registros de dicha Entidad Asociativa, la
simplificación administrativa, pues a partir de este momento con la existencia de un
único documento se sustituirían todas las pólizas individuales, lo que implicaría una
reducción en la complejidad y en los costes debido a esta simplificación, con el
consiguiente abaratamiento de la prima, como consecuencia de descuentos y
subvenciones, ya que obviamente esta única y nueva póliza debe resultar más
barata que la suma de las pólizas individuales de los socios. Además de disponer la
cooperativa de una mayor estabilidad, al disponer de una herramienta de gestión
de sus riesgos, compartiendo los mismos, es decir, aplicando el principio de
solidaridad, al igual que comparten en el resto de la gestión agraria, como son las
compras o la comercialización entre otras. Con esta póliza, mantiene Baamonde
que también la entidad aseguradora Agroseguro, S. A., que es la encargada de
gestionar el sistema de seguros agrarios español según dispuso la Ley del Seguro
Agrario, obtendría una serie de beneficios entre los que destaca la reducción de la
antiselección, al aumentar la dispersión del riesgo, una mayor agilidad en la
contratación, más profesional, y un conocimiento más temprano de los riesgos
asumidos, el mayor ahorro en los gastos de peritación así como una reducción en
los conflictos en los procedimientos de la tasación realizada por los técnicos de las
cooperativas, lo que sin duda repercutiría en una mayor divulgación y fomento del
seguro. pero donde tiene verdadera importancia es para el agricultor, no ya por las
ventajas que en sí tiene el seguro agrario sino por la transmisión que hace de la
gestión del mismo a la cooperativa, ya que de este modo se reducirían muchos de
los anteriores problemas de tipo psicosociológico que hemos estudiado a lo largo de
este capítulo, pues el agricultor no tendría que enfrentarse en solitario a los miedos
que le pueda generar este instrumento de política agraria, sino que se diluiría como
otra de las gestiones cotidianas de la propia cooperativa, como puede ser la de
gestionar la elaboración de los mostos y vinos o la posterior comercialización y
venta de los mismos.
Pero es que además, a través de las cooperativas se podría dar una respuesta
plausible y eficaz al reto, en palabras de Hirschmann (1977) al respecto de
conseguir un mayor estímulo del Voice frente al Exit. Ya que la cooperativa como
grupo social primario al que pertenecen de forma natural los viticultores de la
comarca, se puede erigir, tanto por sí misma como por sus uniones de
cooperativas, en el vínculo idóneo que puede expresar toda esa serie de quejas,
sugerencias e ideas necesarias para restringir la fuerza del Exit o salida de
agricultores del seguro agrario, así como para favorecer la entrada del resto de
agricultores al sistema de seguros agrarios (Escribano, 2008).

 

14
10. CONCLUSIONES
Las cooperativas son el mejor actor para poder solventar las dos debilidades de
nuestras pequeñas y medianas explotaciones: la debilidad como consecuencia de su
subordinación en los mercados, al agrupar la oferta y poder gestionar mejor las
ventas en los mercados, es decir, trasponiendo las ideas de los precursores del
cooperativismo, la cooperación es una acción emancipadora de las pequeñas y
medianas explotaciones agrarias frente a la fragilidad de negociación de cada una
de ellas por separado ante su posición de debilidad en los mercados y la ausencia
de un contexto de márgenes comerciales adecuados, a diferencia de lo que ocurre
en algunos lander alemanes. Y también, la de una mejor gestión en sus siniestros
como consecuencia de la destrucción de sus cosechas por siniestros meteorológicos
no controlados.
Crecer, en inversiones y servicios, pero sobre todo en eficacia, es por tanto una
necesidad imperiosa que deben acometer sin demora las cooperativas agrarias
españolas.
Con este trabajo hemos pretendido contribuir a desarrollar un concepto de
cooperativa agraria en expansión, capaz de favorecer eficazmente al desarrollo
económico, productivo y social del medio rural, máxime en una situación de
agravamiento de la crisis económica que de por sí lleva arrastrando este medio a lo
largo de las últimas décadas.
Los seguros agrarios dentro del proceso de desarrollo rural deben basarse en una
mayor y más eficaz participación social, es decir, contar con el grupo que realmente
es el objetivo primordial del seguro agrario para así conocer mejor la potencialidad
social de la población afectada evitando los errores que se cometen cuando se
acometen proyectos ambiciosos generados desde altas instancias sin tener en
excesiva cuenta las opiniones y sugerencias de las personas implicadas en su
aplicación y desarrollo, y aquí la cooperativa es el interlocutor más valido para
representar a los agricultores, ya que para conseguir un desarrollo, y no sólo en los
seguros agrarios sino en cualquier otra actividad, se hace necesaria cada vez más
la participación. Y para que haya participación es necesario promover en la
población una actitud positiva y activa dentro de un clima de dinamismo social que
aporte desde el exterior de la sociedad rural la información y animación necesaria
que hagan posibles los cambios necesarios para que se desarrolle adecuadamente
el seguro agrario.
Las cooperativas cuentan actualmente con dos campos de acción en relación con el
seguro agrario. El primero es continuar en la mejora de las labores que realiza al
respecto en su labor de tomador de seguros agrarios, perfeccionando la
información, formación y gestión de los mismos con los agricultores. El segundo es
hacer realidad la añorada póliza asociativa, con las indudables ventajas que traerá
tanto para los agricultores como para la correcta gestión económica de las
cooperativas.
Sin duda, esta nueva forma de entender el seguro agrario y el papel de las
cooperativas en este campo resolvería muchos de los problemas de tipo económico
y social con que se enfrenta el mismo en las zonas rurales de nuestro país.

 

15
BIBLIOGRAFÍA

ALARIO TRIGUEROS, M. (2001) Intervenciones políticas en el medio rural: de las
políticas sectoriales al desarrollo rural y la planificación estratégica. Valladolid:
Universidad de Valladolid.
BAAMONDE NOCHE, E. (2006) Participación de las cooperativas en la gestión del
riesgo en el sector agrario. Madrid: Conferencia Internacional El Seguro
Agrario como instrumento para la gestión de riesgos.
BARATO, P. (1997) Los agricultores en el sistema de seguros agrarios. Vida Rural,
Suplemento, nº 47, pp. 21
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Mutuas, cooperativas y seguros. Madrid: Editorial MAPFRE.
BURGAZ, F. J. (2003) El sistema español de Seguros Agrarios. 25 años de
protección a las rentas agrarias. Madrid, Ministerio de Agricultura, Pesca y
Alimentación.
ENESA, D. L (2003) La labor de los tomadores desde el punto de vista de... Noticias
del Seguro Agrario, nº 31, pp 7-11.
ESCRIBANO PINTOR, S. (2008) Adaptación de la teoría Hirschmaniana del
Exit/Voice al actual sistema de seguros agrarios español. Sevilla: Actas del
XXVI Congreso internacional del CIRIEC.
GONZÁLEZ SÁNCHEZ, M.D. (1993) Seguros agrarios: protección frente a riesgos. El
Boletín del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Año 1 número 5.
pp. 6-13
HIRSCHMAN, A. O. (1977) Salida, voz y lealtad. México: Fondo de Cultura
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Europeo. Madrid: Jornada Temática Empresa Agraria y Cooperativismo. En
http://www.libroblancoagricultura.com/libroblanco/jtematica/empresa_agraria
/pdf/comunicaciones/julia.pdf
LEWIN, K. (1984) Dinámica de grupos y cambio social. México: Ed. Fondo de
Cultura Económica.
MARTÍNEZ SOTO, A. P. (2000) El cooperativismo agrario de crédito y sus efectos
sobre la innovación y el cambio técnico en la agricultura murciana, 18901935. XI Congreso de Historia Agraria. Sesión 2: Cooperativismo y
asociacionismo agrario: España en el contexto europeo (s. XIX-XX).
Universidad de Murcia.
POVEDA, I. (2006) El acuerdo entre agricultores y aseguradores como punto de
partida de la gestión de riesgos en las explotaciones agrarias. Madrid:
Conferencia Internacional de Seguros Agrarios.
UREÑA PARDO, F. (2001) Economía de las explotaciones agrarias. Especial
referencia a Castilla-La Mancha. Universidad de Castilla-La Mancha.

 

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LA LABOR DE LAS COOPERATIVAS AGRARIAS, COMO ACTOR SOCIAL INFLUYENTE EN EL MEDIO RURAL, EN LA ADOPCIÓN DE ESTRATEGIAS EFECTIVAS DE GESTIÓN DE SINIESTROS

  • 1.     LA LABOR DE LAS COOPERATIVAS AGRARIAS, COMO ACTOR SOCIAL INFLUYENTE EN EL MEDIO RURAL, EN LA ADOPCIÓN DE ESTRATEGIAS EFECTIVAS DE GESTIÓN DE SINIESTROS XIII Jornadas de Investigadores en Economía Social y Cooperativa La Economía Social: un modelo de desarrollo sostenible y una alternativa para la salida a la crisis Santiago Escribano Pintor Departamento de Economía y CC. Sociales Agrarias ETS Ingenieros Agrónomos. Universidad Politécnica de Madrid
  • 2. RESUMEN Las explotaciones agrarias españolas, sobre todo las pequeñas y medianas, se encuentran inmersas en una crisis estructural, cuya característica principal es su fragilidad y vulnerabilidad como consecuencia de la inestabilidad de sus rentas, tanto por la integración parcial y posición de subordinación en los mercados agrarios, donde las cooperativas agrarias ya ejercen una positiva labor a favor de los agricultores, como por la probabilidad de destrucción de sus cosechas como consecuencia de siniestros meteorológicos no controlables. Contra esta segunda incertidumbre también trabajan ya las cooperativas agrarias, aunque desde nuestro punto de vista podría implementarse mucho más su labor en el ámbito de los seguros agrarios, como herramienta de política agraria pero también de política social, tanto reforzando las funciones que ya realizan las cooperativas con sus socios, de información, apoyo y gestión de pólizas de seguros agrarios, como reclamando un nuevo modelo de póliza donde se trasladaría a la cooperativa la gestión de siniestros por parte de sus socios, en lo que se denomina póliza asociativa, de la que realizamos un breve estudio. PALABRAS CLAVE Cooperativas agrarias, seguro agrario, póliza asociativa, gestión de siniestros 1. INTRODUCCIÓN Son las cooperativas el grupo primario más importante donde se encuadran de forma natural los agricultores, realidad que debidamente analizada puede conducir a múltiples aplicaciones, fundamentalmente en el campo de la política agraria. Las prácticas cooperativas aparecen en las primeras etapas de la civilización, respondiendo a una vocación natural de las personas como un sistema eficaz de protección y amparo frente a las fuerzas de la naturaleza y la acción de otros hombres. El agricultor cooperativista no coopera por ser mejor o para establecer fines inmediatos sino como una necesidad de su existencia, necesidad que se convierte en necesaria en periodos de crisis como el actual. Las explotaciones agrarias españolas se encuentran inmersas en una crisis estructural que avanza desde mediados del siglo pasado, siendo la característica principal de nuestras explotaciones tradicionales la fragilidad y vulnerabilidad como consecuencia de la inestabilidad de sus rentas, consecuencia, a su vez, de dos tipos de incertidumbres: una primera incertidumbre motivada por la integración parcial y posición de subordinación en los mercados agrarios, donde las cooperativas agrarias ya ejercen una positiva labor a favor de los agricultores, por todas las instancias reconocida; y otra incertidumbre, motivada por la probabilidad de destrucción de sus cosechas como consecuencia de siniestros meteorológicos no controlables. Contra esta segunda incertidumbre también trabajan ya las cooperativas agrarias, aunque desde nuestro punto de vista podría implementarse mucho más su labor, sobre todo en el ámbito de los seguros agrarios, como herramienta de política agraria pero también de política social, por toda una serie de motivos y circunstancias que procederemos a analizar. No podemos olvidar que los fundamentos teóricos y metodológicos del movimiento cooperativo se encuentran vinculados a la búsqueda de nuevas alternativas ante los problemas con que se enfrenta nuestro sector agrario. Y sobre todo, a partir de la   2
  • 3. década de los 80 del pasado siglo XX, en plena crisis del sistema económico mundial, cuando el cooperativismo se circunscribe en torno a la llamada Economía Social. A partir de este trabajo tratamos de desarrollar toda una serie de consideraciones acerca de las posibilidades que tiene el cooperativismo agrario actual en España para contribuir a que las cooperativas sean una alternativa real y seria en la gestión de los siniestros, y en concreto en el sector de los seguros agrarios. 2. EL COOPERATIVISMO COMO RESPUESTA ECONÓMICA Y SOCIAL PARA LOS AGRICULTORES El cooperativismo sigue siendo la alternativa más adecuada para la supervivencia de las pequeñas y medianas explotaciones agrarias de nuestro país, que normalmente no disponen de otros medios para desenvolverse, satisfacer y atender sus necesidades, fundamentalmente económicas, pero también sociales con clara repercusión sobre el territorio en que se asientan, motivo por el que deben, no ya sólo ser fomentadas sino también protegidas. Cooperación y riqueza se encuentran íntimamente relacionadas en el medio rural español, tanto en las zonas de agricultura más moderna, como puede ser el Levante español, como en aquellas otras de agricultura extensiva de las zonas interiores y de montaña. Dentro de las cooperativas agrarias probablemente sean los pequeños agricultores los que encuentran más elementos a su favor, de tal modo, que al incorporarse al grupo cooperativo hacen suyos tanto los triunfos como los fracasos en la gestión de las mismas, ya que son las cooperativas a través de su mayor eficiencia técnica como en la gestión y comercialización de sus productos las que les permiten acceder a unas mayores cotas de bienestar y sobre todo de seguridad, aspecto fundamental para el trabajo de investigación que estamos desarrollando. Pero sin embargo, el concepto de cooperativa alcanza en el medio rural un ámbito más integrador, pues aparte de la voluntariedad para su creación y adhesión, nos encontramos con la existencia de un fin que les es común a todos los agricultores cooperativistas, y que no es otro que el de alcanzar una mejora en su situación económica y social de cada uno de ellos a través de lo que se consideraría autoayuda o solidaridad mutua mediante la acción del grupo organizado de agricultores. Según Martínez Soto (2000), el asociacionismo rural nace y se desarrolla a partir de las últimas décadas del siglo XIX como respuesta de los agricultores a la progresiva integración de la agricultura en el mercado, así como un resultado lógico en la búsqueda de soluciones a la continua crisis en que se encontraba inmersa. Siendo la Ley de Sindicatos Agrícolas de 1906 la que proporcionó un gran estímulo a este tipo de asociacionismo. Aunque en estas primeras etapas, el hecho de que muchas cooperativas fracasaran provocaría entre los distintos agricultores una gran desconfianza hacia las mismas ya que dejaba endeudados a sus asociados. El proceso de cambio de una sociedad tradicional con una agricultura tradicional en una agricultura moderna, que comienza a producirse en España en los años sesenta, lleva consigo una reducción de la población dedicada a la agricultura, con el consiguiente incremento de la terciarización y multifuncionalidad de la sociedad rural. La renta agraria en comunidades autónomas donde el mundo agrario pervive con fuerza como es el caso de Castilla-La Mancha se ha multiplicado por 2.9 en la última década del siglo pasado, así como la renta agraria por ocupado también ha crecido espectacularmente en dicho periodo multiplicándose por 6. Asimismo,   3
  • 4. destaca el gran peso que tienen en dicha renta las distintas subvenciones, que se estima que alcanzan al 40 % del porcentaje de la renta que procede de ellas (Ureña Pardo, 2001). Nos encontramos con espacios agrarios afectados por un proceso de desagrarización, lento aunque constante, sobre todo en determinados municipios, como consecuencia de la modernización de la actividad agraria, destacando la fuerte reducción de efectivos agrarios, y la disminución del PIB en la economía nacional del sector agrario. Todo ello tiene implicaciones sociológicas, siendo la principal la pérdida en los agricultores de cuotas de poder en amplios sectores de la sociedad en la que viven, sobre todo en el hecho de que su voto deja de ser decisivo para la elección de dirigentes políticos y sociales en muchas localidades y comarcas. La realidad actual del cooperativismo en nuestro país implica una importancia en el medio rural tanto desde el punto de vista económico como social, ya que la mayor parte de los titulares de explotaciones agrarias son socios de cooperativas. En este sentido, destacaremos el peso que ejercen actualmente las cooperativas agrarias en España con 932.124 socios agrupados en 4.195 cooperativas que concentran el 45,4% de la Producción Final Agraria con una facturación de 14.194.000.000 euros (Baamonde Noche, 2006), cuando en el año 2000 tan sólo alcanzaba al 40% de la Producción Final Agraria (Juliá y Marí, 2002). Gráfico nº 1 Importancia de las cooperativas en el sector agrario medida a través de la participación de las mismas en los diferentes subsectores en el año 2008 Fuente: elaboración propia a partir de los datos de Cooperativas Agro-alimentarias, en http://www.agro-alimentarias.coop El cooperativismo en el medio rural es una realidad consolidada, fundamentalmente desde el punto de vista agrícola y ganadero, pero también en el agroindustrial. Su presencia en número, volumen de negocio y empleo va creciendo a lo largo de los años. Y aunque son muy diversas las fórmulas que nos podemos encontrar en el ámbito cooperativo, son fundamentalmente las cooperativas de primer grado las que más existen, seguidas de las de las de explotación comunitaria (CEC) y las de segundo grado.   4
  • 5. Gráfico nº 2 Distribución de las cooperativas de primer grado, de segundo grado y de explotación comunitaria en España. 10% 4% 86% Coops 1º Coops 2º CEC Fuente: elaboración propia a partir de los datos de Cooperativas Agro-alimentarias, en http://www.agro-alimentarias.coop El cooperativismo agrario se caracteriza por su amplia implantación en el medio rural español. De tal forma, que si tenemos en cuenta el nuevo concepto de municipio rural que nos define la Ley para el Desarrollo Sostenible del Medio Rural, según la cuál se consideran rurales aquellos municipios con densidades menores de 100 habitantes por km2 y poblaciones menores de 30.000 habitantes, nos encontramos con que más del 70% de las cooperativas de primer grado se encuentran localizadas en este tipo de municipios. Según el Observatorio Socioeconómico del Cooperativismo Agroalimentario Español (OSCAE) existen actualmente 3.989 cooperativas. Y en las Federaciones que forman Cooperativas agroalimentarias se encuentran representadas 2.840 entidades, que suponen el 70% de las cooperativas de primer grado de nuestro país, así como el 95% de las cooperativas de segundo grado. Con un número de socios cercano a los dos millones y un volumen de negocio cercano a los 19.000 millones de euros, representando una cuarta parte de los empleos en el sector de la agroindustria española, con alrededor de los cien miel empleados. Cuadro nº 1 Principales datos de las cooperativas agroalimentarias en el año 2009 Cooperativas Total agroalimentarias cooperativas 2.840 3.989 Nº de cooperativas Facturación (en millones de euros) Empleo directo Número de socios Fuente: OSCAE.   14.703 73.845 972.380 5 18.889 94.156 1.160.337
  • 6. 3. LA PÉRDIDA DE RENTAS EN LAS EXPLOTACIONES AGRARIAS COMO CONSECUENCIA DE SINIESTROS METEOROLÓGICOS NO CONTROLADOS La respuesta tradicional ante dicha cuestión socioeconómica, provocada por la pérdida de rentas motivada por la destrucción de cosechas ante un siniestro meteorológico, venía siendo, en España hasta hace unos años y continúa siendo práctica habitual en muchos países, la de conceder ayudas económicas para paliar los daños producidos tras el siniestro. La experiencia muestra que la concesión de estos auxilios, suele generar dificultades de gestión a las Administraciones Públicas que habitualmente se muestran poco ágiles en su concesión y tramitación, con lo que las ayudas siempre llegan más tarde de lo deseable, suelen resultar insuficientes para compensar los daños realmente producidos, todo ello, a la vez que existen dificultades para la correcta evaluación de los daños ocasionados en cada una de las explotaciones afectadas (Burgaz López, 2003). Un primer intento de establecer un sistema de seguros agrarios a nivel nacional se produjo en el año 1919 con el establecimiento de la Mutualidad Nacional de Seguro Agropecuario (Burgaz López, 2003). Para terminar con la vigente ley 87/1978 que establecerá el primer Plan Anual de Seguros Agrarios resultado de la búsqueda de nuevas soluciones donde surgen los seguros agrarios como el mejor instrumento para la gestión de los riesgos climatológicos, además de tratarse de una pieza clave dentro de la integración entre economía y medioambiente, al entender que estos cultivos deben ser protegidos, sobre todo en aquellas comarcas que todavía pueden ser consideradas agrarias. Probablemente ahora el principal aspecto que caracteriza al Sistema Español de Seguros Agrarios que se implanta con la ya citada ley 87/1978 es el de considerar que todos los riesgos son potencialmente asegurables, a expensas de que los estudios técnicos establezcan los términos de dicha asegurabilidad, siendo ello posible al encomendar dicha ley al Ministerio de Agricultura la realización de dichos estudios así como de la viabilidad técnica y actuarial, contando con la colaboración de las instituciones y organizaciones implicadas en el sistema de seguros. Como resultado del desarrollo de las previsiones contenidas en dicha ley se ha conseguido dar una respuesta eficaz a una de las clásicas disyuntivas que se plantean cuando se discute sobre el procedimiento más adecuado de ayudar a las explotaciones afectadas por la ocurrencia de daños de naturaleza catastrófica que afecten seriamente a la economía de los agricultores y ganaderos. La orientación y los objetivos de esta ley se recogen en el artículo 2 de la misma donde se enumeran los principios generales de la misma, y donde destacaremos como se potencia la búsqueda de una mayor participación de los agricultores a través de sus propias asociaciones y organizaciones profesionales, sindicales o de cualquier otra forma de agrupación legalmente reconocida. Asimismo, también es de destacar en esta ley la creación de la Entidad Estatal de Seguros Agrarios (ENESA), adscrita al Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Siendo su principal función la de actuar como órgano de coordinación y enlace por parte de la Administración para las actividades vinculadas a los Seguros Agrarios. Así, respecto de los Planes de Seguros Agrarios, ENESA deberá presentarlos al Gobierno para su aprobación, participando en su elaboración las Organizaciones Profesionales Agrarias. Y el fomento por parte del Estado de la constitución de Entidades Mutuales para los agricultores para este tipo de seguro, procurando la colaboración de las demás Entidades aseguradoras y de las Cooperativas del Campo.   6
  • 7. 4. EL ACTUAL SISTEMA DE SEGUROS AGRARIOS ESPAÑOL El modelo de seguros agrarios en España es un referente a nivel mundial dentro de los sistemas de protección ante siniestros meteorológicos y epizoóticas que acechan las explotaciones y producciones de nuestro sector agropecuario. Sin embargo, el nivel de implantación no alcanza aún el 50%, por lo que, no sólo la futura implantación de nuevas líneas y opciones de aseguramiento, sino también la revisión de las actuales debe ser permanente para alcanzar la excelencia del modelo. Uno de los mayores determinantes para la existencia de seguros agrarios viables, junto a la estabilidad política y económica y la existencia de toda una serie de instituciones de confianza, es la existencia de un marco legal que los regule y ampare. Por ello, se hizo necesario determinar dentro de las políticas agrarias una regulación específica del aseguramiento agrario a través de una participación del Estado mediante aportaciones a los seguros agrarios a través de subvenciones al importe global de las primas que debieran pagar los agricultores. El resultado fue la Ley 87/1978, de 28 de diciembre de Seguros Agrarios, publicada en el Boletín Oficial del Estado número 11 de fecha 12 de enero de 1979. Mediante el seguro agrario, el agricultor hace una transferencia del riesgo que corre su explotación ante las adversidades climáticas a las entidades aseguradoras, y de esta forma el agricultor reduce de forma importante su grado de exposición a dichos riesgos. De este modo, los agricultores disponen de un importante instrumento financiero, el cuál compensa sus rentas a través de indemnizaciones, en aquellos momentos en que se produzcan siniestros meteorológicos, sin necesidad de recurrir al endeudamiento de sus explotaciones agrarias, manteniendo e incluso aumentando la viabilidad de dicha explotaciones. Por lo que debemos tener en cuenta al seguro agrario como un instrumento de política agraria que nace ante todo más como una necesidad que como un negocio, ante la impotencia que sufre el agricultor frente a las inclemencias climatológicas que le atenazan desde el inicio del cultivo hasta el final del ciclo del mismo, ya que es precisamente la eliminación de la incertidumbre junto con la transferencia de los riesgos de que son objeto las producciones agrarias uno de los grandes deseos no sólo del moderno agricultor, sino también de las diferentes administraciones públicas en su empeño de constituir un sector agrario eficiente. El sistema actual de seguros agrarios cuenta con más de medio millón de pólizas suscritas, con un coste de primas de cerca de ochocientos millones de euros de los que ENESA subvenciona 320 millones, con lo que se logra asegurar un capital valorado en más de diez mil millones de euros. Las principales novedades del Plan de Seguros Agrarios para la campaña del año 2010 siguen siendo, al igual que en años anteriores, la universalización de la protección de las producciones agrícolas, ganaderas, forestales y acuícolas ante las consecuencias que se derivan del acaecimiento de fenómenos naturales no controlables, el perfeccionamiento de las condiciones de aseguramiento y de los procedimientos de gestión, contratación y mejora de la información, el diseño de nuevos modelos en la gestión de riesgos, y el contribuir a la adaptación de nuestra agricultura a las consecuencias del cambio climático.   7
  • 8. 5. LAS COOPERATIVAS COMO ELEMENTO AGRICULTOR Y LAS POLÍTICAS AGRARIAS DE ENLACE ENTRE EL Si tenemos en cuenta que en el panorama agrario español son las cooperativas actualmente el grupo primario más importante donde se encuadran de forma natural los agricultores, no es ningún atrevimiento, sino probablemente una realidad que debidamente analizada puede conducir a múltiples aplicaciones, fundamentalmente en el campo de la política agraria. Y es que la importancia de la cooperativa como grupo primario radica en la influencia social que ejercen sobre sus miembros. A este respecto no podemos olvidar que, a pesar de las posibles implicaciones negativas que en un principio podamos determinar, la influencia social simplifica de un modo considerable la vida de los agricultores, ya que la influencia social hace naturales, dentro del ámbito de la explotación agraria, un conjunto de comportamientos adquiridos, marcados por el sello de la cultura de la propia sociedad cooperativa. De este modo, podemos afirmar como el movimiento cooperativo español junto con el seguro agrario son dos realidades que a lo largo de los años han ido afianzando sus puntos de unión, manifestándose unos movimientos sinérgicos cuyo estudio, aunque complejo, pretendemos iniciar desde este trabajo. Todo ello a través de un marco teórico predominantemente sociológico, desde el que se demostrará la importancia del grupo social cooperativo como garante probablemente del mejor instrumento para la gestión de los riesgos climatológicos que ha existido en nuestro país, como son los seguros agrarios que se establecerán con el primer Plan Anual de Seguros Agrarios a partir de promulgarse la vigente ley de Seguros Agrarios, en cuyo articulado ya se plantea potenciar la búsqueda de una mayor participación en el sistema de seguros agrarios, lo que bien podría entender como una llamada al cooperativismo para unirse en la implantación de esta herramienta de política agraria. Las cooperativas en España tienen la característica, muy valorada por sus socios, de una fuerte impronta de implicación con el socio que puede contribuir positivamente a generar una mayor ampliación de los servicios que prestan, que si bien inicialmente presta al socio, también se hacen extensibles al resto de la sociedad donde se encuentra localizada. En las cooperativas agrarias, como grupo, se da una interacción recíprocamente contingente, ya que se trata de una relación de tipo directo entre las personas que la integran. Es decir, existe una comunicación cara a cara, con presencia física que influye en que sea recíprocamente contingente en el sentido de que a través de las intervenciones en las asambleas cooperativistas o de sus actuaciones dentro de la cooperativa se producen influencias y modificaciones en la forma de actuar de unos y otros. En segundo lugar, las cooperativas son un grupo altamente normativizado, tanto a través de normas explícitas como pudiéramos considerar con la existencia de estatutos escritos y aprobados en asamblea, como de normas implícitas basadas en la costumbre y forma de funcionamiento de la misma. Como en todo grupo, en las cooperativas debe existir una organización y una jerarquía que entre otras cosas implica la existencia de unos determinados roles grupales que cada uno de los integrantes de la misma debe asumir y respetar. Uno de los aspectos más destacables será el sentimiento de identidad endogrupal que deberá mantenerse dentro de los miembros de la cooperativa, y que se deberá manifestar frente a otra serie de grupos cercanos a los cooperativistas. Como consecuencia final de todas las características anteriores lo normal es que cada grupo cooperativo adopte un nombre que le identifique frente al resto, que le sirva   8
  • 9. como seña de identidad tanto dentro de su municipio como con respecto a los municipios colindantes, sobre todo si su gestión es llevada a cabo de forma satisfactoria. Como ya precisamos anteriormente, los agricultores cuentan con sus cooperativas para lograr una mejora en la posición de comercialización de sus producciones y para conseguir un reparto más equitativo de los márgenes comerciales entre los diferentes operadores de la cadena agroalimentaria, máxime ante el gran reto de hacer frente al creciente poder de la gran distribución. Resultando además, cuando menos aconsejable, que las cooperativas deban acompañar también a los agricultores en la búsqueda de nuevas salidas a sus retos en la gestión de sus explotaciones y ahí la importancia de los servicios ofertados por las cooperativas como es la gestión del seguro agrario entre sus socios. En todo caso, dado que la complejidad que ha alcanzado el seguro agrario es actualmente uno de sus mayores handicaps, sería en la reducción de dicha complejidad donde debería incidirse más por parte de las cooperativas agrarias para lograr unos mejores resultados en el aseguramiento de sus socios. Las cooperativas agrarias son con toda seguridad las instituciones más próximas al agricultor y este aspecto es cuando menos decisivo en la influencia que puedan ejercer sobre la aceptación del seguro agrario. De este modo, si tenemos en cuenta la figura del tomador del seguro, no cabe duda que un alto porcentaje de los problemas que se originan en las peritaciones de siniestros son consecuencia exclusiva de una deficiente información en el momento de la contratación, ya que la misma, en gran número de casos se hace por tomadores que son ajenos al sistema agrario y que además se limitan exclusivamente a la contratación desentendiéndose de cualquier implicación posterior, generándose una conflictividad posterior que daña enormemente la imagen del seguro. En este sentido, es obvio que a mayor información del agricultor menor será la posibilidad de conflicto que casi con seguridad es uno de los principales componentes que más influyen en la contratación de la siguiente campaña. Por lo que la función de las cooperativas agrarias como tomadores de seguros agrarios es cuando menos de una vital importancia, tal es así, que incluso algunas organizaciones sindicales se atreven a solicitar una discriminación positiva hacia las mismas (Barato, 1997). Baamonde (2006) sostiene que las cooperativas no pueden mantenerse ajenas a la gestión de los seguros, que se debe evitar la existencia de intermediarios en el mundo del seguro agrario que no aporten valor a la actividad agraria y aseguradora, así como que las cooperativas deberán dar un servicio de asesoramiento integral. En el mismo sentido, Sarrión Landete (ENESA, 2003b) mantiene que uno de los problemas pendientes de resolver actualmente es en el contacto aseguradoempresa aseguradora, en el sentido de que no debiera ser de tipo generalizado, sino adaptándose a las peculiaridades y características de los tomadores cooperativos. Y a ello hay que añadir que la Confederación de Cooperativas Agrarias de España, actualmente Cooperativas Agro-alimentarias, es el único interlocutor oficial de las cooperativas españolas reconocido ante ENESA (Baamonde, 2006), lo que le confiere una gran importancia en la estructura del seguro agrario. Además, González Sánchez (1993) desde la dirección de ENESA planteaba la función social y política del seguro agrario al fomentar el asociacionismo entre los agricultores. 6. LAS COOPERATIVAS Y EL SEGURO AGRARIO: ELEMENTOS DE SINERGIA No podemos asegurar si estamos o no al final de un ciclo económico, pero todo parece indicar que nada va a ser como antes, al menos en cuanto al papel que las cooperativas tienen que ejercer en el medio rural.   9
  • 10. Probablemente, como decimos, sean las cooperativas agrarias como grupo, aquellas que facilitan o sirven de apoyo de una manera más efectiva el cambio de actitud hacia el seguro agrario, en el sentido de facilitar su posterior contratación. Pero tampoco podemos olvidar que el grupo puede ser también un importante instrumento de conformismo e incluso de sumisión hacia las normas establecidas, es decir, hacia la continuidad social, entendida ésta en su vertiente más pobre, bloqueadora de todo posible cambio en beneficio de los comportamientos mayoritarios. De este modo, aquellos agricultores que voluntariamente expresaran una actitud de cambio hacia el seguro agrario podrían verse como una minoría dentro de su grupo y por tanto se verían abocados a elegir entre sumisión o desviación. Los seguros agrarios dentro del proceso de desarrollo rural, deben basarse en la participación social, tantas veces expuestas en los congresos internacionales1 celebrados acerca del seguro agrario, es decir, deben contar con los agricultores para así conocer mejor la potencialidad social de la población afectada evitando los errores que se perpetran cuando se acometen proyectos ambiciosos generados desde los despachos sin tener en cuenta las opiniones y sugerencias de las personas implicadas en su aplicación y desarrollo. Dentro del amplio panorama español, la actitud de las cooperativas hacia los seguros agrarios varía de forma considerable según el tipo de producción así como del diferente lugar de la geografía española donde radiquen las mismas. De este modo, por ejemplo, podemos comprobar como en las cooperativas cítricas del Levante español, las cooperativas ofrecen una mayor cantidad de servicios respecto al seguro agrario, normalmente el agricultor tan sólo se dedica a la contratación de la póliza y el resto de gestiones son realizadas por la propia cooperativa, desde la visita de los técnicos para la peritación hasta la propia firma del acta de tasación. En este tipo de cooperativas el seguro agrario ya forma parte de los procesos normales y cotidianos de la cooperativa, como puede ser la recogida de fruta, la clasificación o el posterior transporte. Se ha llegado a lo que se considera la naturalización de la contratación del seguro agrario. Se entiende que es algo necesario como el labrar o abonar y por tanto cualquier conflicto al respecto del mismo girará normalmente en aspectos puntuales de tasación, que además como normalmente son llevados a cabo por técnicos de igual capacidad que los que poseen las entidades aseguradoras. En tanto que en las cooperativas del centro peninsular, lo más normal es que tan sólo sirvan de cauce para la contratación de las pólizas de seguro. Por todo ello, puede resultar arriesgado hablar del sistema cooperativo, en conjunto, en relación con el seguro agrario, ya que hay una gran variedad de comportamientos y de implicación de cada una de ellas. Actualmente, las cooperativas participan de forma activa en el sistema de seguros agrarios nacional a través de tres funciones básicas, como son:    la representación de sus socios, y en general de los agricultores, ante las mesas intersectoriales del seguro agrario, como elemento de enlace con la Administración y las empresas aseguradoras. la comercialización de las diferentes líneas y opciones de aseguramiento disponibles en el mercado. la información y asesoramiento a sus socios sobre la idoneidad y elección de las diferentes opciones de aseguramiento, así como en la gestión y tramitación de las pólizas.                                                              1 Este tema de la participación social en los seguros agrarios ha sido recurrente en los últimos tres congresos internacionales sobre el seguro agrario realizados en Madrid durante los años 2002, 2006 y 2010.   10
  • 11. En cuanto a las funciones de las cooperativas en el ámbito del seguro agrario siguen siendo las de informar del mismo, formar y facilitar la contratación del seguro a sus socios. 7. LA IMPORTANCIA DE LAS COOPERATIVAS PARA EL AGRICULTOR EN MOMENTOS DE CRISIS La crisis que actualmente nos azota se manifiesta principalmente en dos sentidos, por un lado disminuyendo la liquidez, entendida como la capacidad para saldar las obligaciones a corto plazo que se han adquirido conforme las mismas se vencen, y en último caso, la imagen y solvencia de las cooperativas. Pero también disminuyendo la actividad comercial de las cooperativas, consecuencia de la disminución de las ventas, bien por cuestiones de mercado o como consecuencia de que los socios no aporten materia prima a las mismas al haber sido destruidas sus cosechas por siniestros meteorológicos no controlables. Esta disminución en la actividad comercial de las cooperativas repercute, consecuentemente, tanto en las compras, como en la dificultad de acometer inversiones en activos fijos y descensos en la rotación de los stocks, lo que genera perdidas importantes. Entre los consejos para sortear la crisis, desde la Confederación de Cooperativas Agrarias de España, se ofertan a sus asociados, está sin duda el de concentrarse en los mismos, obteniendo el máximo valor. Sobre todo en estos momentos de recesión y ajuste económico en que los agricultores se cuestionan más que otras veces si su forma de gestionar sus explotaciones es la correcta, si lo que están obteniendo de sus cooperativas tiene realmente valor. Por eso, en estos momentos de crisis, es cuando el movimiento cooperativo tiene que ser capaz de demostrar más que nunca el valor, económico y social, que la cooperativa les ofrece, analizar a fondo el negocio, para tener claro que es lo que reciben, aprecian y valoran sus clientes de él y proporcionarles más y mejores servicios. Esa calidad en la gestión de las cooperativas debe implementarse en la gestión de los siniestros. Por ello, tanto desde la antigua Confederación de Cooperativas Agrarias de España (CCAE), como desde la actual Cooperativas Agroalimentarias, siempre se ha apostado por el Mutualismo Agrario, en concreto, en su apoyo hacia AGROMUTUA, Entidad Aseguradora, bien implantada en la totalidad de la geografía española, en la que están integrados los agricultores y ganaderos a través de sus Cooperativas y Organizaciones Agrarias. AGROMUTUA es una entidad que año tras año va creciendo a pasos agigantados. En la actualidad es la tercera entidad aseguradora en seguros agrarios del país en volumen de contratación, con el 13 % de la producción de Agroseguro, y una participación en su capital del 12,31 %. 8. LAS COOPERATIVAS AGRARIAS COMO TOMADORES/MEDIADORES DE SEGUROS AGRARIOS En la Ley de Seguros Agrarios se determina que la suscripción de seguros agrarios podrá realizarse de forma individual o colectiva, siendo esta última actualmente la forma mayoritaria entre los agricultores, estando firmemente apoyada por la Administración al concederle una subvención especial a las pólizas suscritas de manera colectiva. La figura del tomador de seguros agrarios aparecerá legislada por primera vez de forma precisa a través del RD 2329/1979 que es el Reglamento para la aplicación de la Ley de Seguros Agrarios, cuya característica principal es la de asumir una   11
  • 12. serie de derechos y obligaciones como consecuencia del contrato del seguro agrario. Aunque sería posteriormente, con la Orden del MAPA de 23 de noviembre de 1998, en la que se procede a la creación del Registro de Tomadores, gestionado por ENESA, donde se clarificaría la contratación colectiva de los seguros agrarios, siendo importante, además, por el hecho de que aquellos tomadores que quisieran repercutir la subvención del coste del seguro deberían de inscribirse previamente en dicho registro. Según la citada Orden, pueden ser tomadores aquellas cooperativas, organizaciones y asociaciones de agricultores, así como ganaderos y acuicultores que tengan personalidad jurídica propia y capacidad para contratar por sí y en nombre de sus asociados que se encuentren inscritos en el Registro de Tomadores. Por otro lado, en cuanto a la financiación de los tomadores de seguros agrarios, Agroseguro, S. A. les concede una subvención del 5%, como bonificación a las pólizas colectivas, que de forma generalizada suele repercutirse en los propios asegurados o en servicios a los mismos, ya que actualmente prácticamente el cien por cien de las pólizas se consideran colectivas, por lo que se debería modular la contratación de este tipo de pólizas para conseguir subvenciones dependiendo del tipo de tomadores y no de una forma generalizada como está ocurriendo en la actualidad. La figura del tomador del seguro no debe ser visto exclusivamente como un agente que cumpla escrupulosamente los cometidos que le impone la ley, sino que debe tener un mayor protagonismo que en otros tipos de seguros y por tanto mantener una relación especial con los asegurados que les genere confianza, no sólo en la contratación, sino a lo largo de todo el ciclo de vida de la póliza del seguro agrario, a través de diferentes servicios, sobre todo de información y asesoramiento. Actualmente, según Poveda (2006), la Dirección General de Seguros está estudiando la mejora y simplificación de los seguros agrarios a través de una redefinición de las características que debe tener quien pueda ser tomador de seguros agrarios, siendo este uno de los grandes temas pendientes. Actualmente, según datos de ENESA para la campaña del año 2010, existen 298 cooperativas agrarias, de primer y segundo orden, como tomadores de seguros agrarios, lo que supone alrededor del 40% del conjunto total de los 733 tomadores de seguros agrarios, pero desigualmente repartidos a lo largo de la geografía española, tal y como puede observarse en el siguiente mapa. El ámbito en el que operan los tomadores de seguros agrarios suele ser mayoritariamente de tipo regional o comarcal, y tan sólo alrededor de un 15% de los tomadores operan a nivel nacional.   12
  • 13. Mapa nº 1 Porcentaje de cooperativas, en su labor de tomador de seguros agrarios, sobre el total de tomadores de seguros agrarios para cada una de las diferentes provincias españolas en el año 2010. Fuente: elaboración propia a partir de los datos de ENESA. En www.enesa.es 9. EL SIGUIENTE PASO EN LA GESTIÓN DE SINIESTROS POR PARTE DE LAS COOPERATIVAS: LA PÓLIZA ASOCIATIVA Dentro de las potencialidades que tienen las cooperativas en el medio rural, cobra cada vez más fuerza la denominada como póliza asociativa, que en realidad se trataría de una póliza perteneciente al Sistema de Seguros Agrarios Combinados para un cultivo o grupo homogéneo de cultivos que suscribe una Entidad Asociativa para todas las producciones de igual clase que va a recibir de sus socios. De tal modo que la cooperativa sería la que contrataría la póliza y pagaría la prima, pero también sería la que cobraría las indemnizaciones correspondientes a los siniestros. Por tanto, el agricultor haría una transferencia de la gestión de los riesgos, susceptibles de ser asegurados, que amenazan su explotación agraria, a la cooperativa para que sea ella la que gestione el seguro agrario. No se debe confundir la propuesta de póliza asociativa, que se trataría de un modelo de seguro agrario independiente de los ofertados actualmente en el mercado, con la subvención única por entidades asociativas, subvención que pueden recibir las entidades asociativas de agricultores, ganaderos, acuicultores y propietarios forestales, para el aseguramiento de la producción de sus socios, constituidas de acuerdo con los requisitos establecidos por la Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones, subvención que puede alcanzar para todos los capitales hasta el 49%, pero que no es acumulable a ninguna otra subvención salvo a las subvenciones por prácticas de reducción de riesgos o condiciones productivas,   13
  • 14. siempre que la totalidad de los socios de la entidad asociativa cumplan con los siguientes requisitos: - Semilla certificada. Agrupación de defensa sanitaria ganadera (ADSG). Agrupación para tratamientos integrados en la agricultura (ATRIA) o agrupación de defensa vegetal (ADV). Producción integrada. No sabemos el grado de respuesta por parte de las cooperativas hacia este tipo de subvención en la contratación de seguros agrarios, aunque entendemos que dichos requisitos son, en muchos casos, difíciles de cumplir por el conjunto de los socios. Según Baamonde (2006) la existencia de este tipo de pólizas asociativas, donde la cooperativa jugaría un papel de primer orden, no sólo traería consecuencias positivas para la misma, entre las que destaca el que las producciones aseguradas serían las que figuraran en los registros de dicha Entidad Asociativa, la simplificación administrativa, pues a partir de este momento con la existencia de un único documento se sustituirían todas las pólizas individuales, lo que implicaría una reducción en la complejidad y en los costes debido a esta simplificación, con el consiguiente abaratamiento de la prima, como consecuencia de descuentos y subvenciones, ya que obviamente esta única y nueva póliza debe resultar más barata que la suma de las pólizas individuales de los socios. Además de disponer la cooperativa de una mayor estabilidad, al disponer de una herramienta de gestión de sus riesgos, compartiendo los mismos, es decir, aplicando el principio de solidaridad, al igual que comparten en el resto de la gestión agraria, como son las compras o la comercialización entre otras. Con esta póliza, mantiene Baamonde que también la entidad aseguradora Agroseguro, S. A., que es la encargada de gestionar el sistema de seguros agrarios español según dispuso la Ley del Seguro Agrario, obtendría una serie de beneficios entre los que destaca la reducción de la antiselección, al aumentar la dispersión del riesgo, una mayor agilidad en la contratación, más profesional, y un conocimiento más temprano de los riesgos asumidos, el mayor ahorro en los gastos de peritación así como una reducción en los conflictos en los procedimientos de la tasación realizada por los técnicos de las cooperativas, lo que sin duda repercutiría en una mayor divulgación y fomento del seguro. pero donde tiene verdadera importancia es para el agricultor, no ya por las ventajas que en sí tiene el seguro agrario sino por la transmisión que hace de la gestión del mismo a la cooperativa, ya que de este modo se reducirían muchos de los anteriores problemas de tipo psicosociológico que hemos estudiado a lo largo de este capítulo, pues el agricultor no tendría que enfrentarse en solitario a los miedos que le pueda generar este instrumento de política agraria, sino que se diluiría como otra de las gestiones cotidianas de la propia cooperativa, como puede ser la de gestionar la elaboración de los mostos y vinos o la posterior comercialización y venta de los mismos. Pero es que además, a través de las cooperativas se podría dar una respuesta plausible y eficaz al reto, en palabras de Hirschmann (1977) al respecto de conseguir un mayor estímulo del Voice frente al Exit. Ya que la cooperativa como grupo social primario al que pertenecen de forma natural los viticultores de la comarca, se puede erigir, tanto por sí misma como por sus uniones de cooperativas, en el vínculo idóneo que puede expresar toda esa serie de quejas, sugerencias e ideas necesarias para restringir la fuerza del Exit o salida de agricultores del seguro agrario, así como para favorecer la entrada del resto de agricultores al sistema de seguros agrarios (Escribano, 2008).   14
  • 15. 10. CONCLUSIONES Las cooperativas son el mejor actor para poder solventar las dos debilidades de nuestras pequeñas y medianas explotaciones: la debilidad como consecuencia de su subordinación en los mercados, al agrupar la oferta y poder gestionar mejor las ventas en los mercados, es decir, trasponiendo las ideas de los precursores del cooperativismo, la cooperación es una acción emancipadora de las pequeñas y medianas explotaciones agrarias frente a la fragilidad de negociación de cada una de ellas por separado ante su posición de debilidad en los mercados y la ausencia de un contexto de márgenes comerciales adecuados, a diferencia de lo que ocurre en algunos lander alemanes. Y también, la de una mejor gestión en sus siniestros como consecuencia de la destrucción de sus cosechas por siniestros meteorológicos no controlados. Crecer, en inversiones y servicios, pero sobre todo en eficacia, es por tanto una necesidad imperiosa que deben acometer sin demora las cooperativas agrarias españolas. Con este trabajo hemos pretendido contribuir a desarrollar un concepto de cooperativa agraria en expansión, capaz de favorecer eficazmente al desarrollo económico, productivo y social del medio rural, máxime en una situación de agravamiento de la crisis económica que de por sí lleva arrastrando este medio a lo largo de las últimas décadas. Los seguros agrarios dentro del proceso de desarrollo rural deben basarse en una mayor y más eficaz participación social, es decir, contar con el grupo que realmente es el objetivo primordial del seguro agrario para así conocer mejor la potencialidad social de la población afectada evitando los errores que se cometen cuando se acometen proyectos ambiciosos generados desde altas instancias sin tener en excesiva cuenta las opiniones y sugerencias de las personas implicadas en su aplicación y desarrollo, y aquí la cooperativa es el interlocutor más valido para representar a los agricultores, ya que para conseguir un desarrollo, y no sólo en los seguros agrarios sino en cualquier otra actividad, se hace necesaria cada vez más la participación. Y para que haya participación es necesario promover en la población una actitud positiva y activa dentro de un clima de dinamismo social que aporte desde el exterior de la sociedad rural la información y animación necesaria que hagan posibles los cambios necesarios para que se desarrolle adecuadamente el seguro agrario. Las cooperativas cuentan actualmente con dos campos de acción en relación con el seguro agrario. El primero es continuar en la mejora de las labores que realiza al respecto en su labor de tomador de seguros agrarios, perfeccionando la información, formación y gestión de los mismos con los agricultores. El segundo es hacer realidad la añorada póliza asociativa, con las indudables ventajas que traerá tanto para los agricultores como para la correcta gestión económica de las cooperativas. Sin duda, esta nueva forma de entender el seguro agrario y el papel de las cooperativas en este campo resolvería muchos de los problemas de tipo económico y social con que se enfrenta el mismo en las zonas rurales de nuestro país.   15
  • 16. BIBLIOGRAFÍA ALARIO TRIGUEROS, M. (2001) Intervenciones políticas en el medio rural: de las políticas sectoriales al desarrollo rural y la planificación estratégica. Valladolid: Universidad de Valladolid. BAAMONDE NOCHE, E. (2006) Participación de las cooperativas en la gestión del riesgo en el sector agrario. Madrid: Conferencia Internacional El Seguro Agrario como instrumento para la gestión de riesgos. BARATO, P. (1997) Los agricultores en el sistema de seguros agrarios. Vida Rural, Suplemento, nº 47, pp. 21 BURGAZ LÓPEZ, J.J. (1984) El nuevo sistema de seguros agrarios en España. Mutuas, cooperativas y seguros. Madrid: Editorial MAPFRE. BURGAZ, F. J. (2003) El sistema español de Seguros Agrarios. 25 años de protección a las rentas agrarias. Madrid, Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. ENESA, D. L (2003) La labor de los tomadores desde el punto de vista de... Noticias del Seguro Agrario, nº 31, pp 7-11. ESCRIBANO PINTOR, S. (2008) Adaptación de la teoría Hirschmaniana del Exit/Voice al actual sistema de seguros agrarios español. Sevilla: Actas del XXVI Congreso internacional del CIRIEC. GONZÁLEZ SÁNCHEZ, M.D. (1993) Seguros agrarios: protección frente a riesgos. El Boletín del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Año 1 número 5. pp. 6-13 HIRSCHMAN, A. O. (1977) Salida, voz y lealtad. México: Fondo de Cultura Económica. JULIÁ IGUAL, J. Y MARÍ VIDAL, S. (2002) Agricultura y Cooperativismo. El Ejemplo Europeo. Madrid: Jornada Temática Empresa Agraria y Cooperativismo. En http://www.libroblancoagricultura.com/libroblanco/jtematica/empresa_agraria /pdf/comunicaciones/julia.pdf LEWIN, K. (1984) Dinámica de grupos y cambio social. México: Ed. Fondo de Cultura Económica. MARTÍNEZ SOTO, A. P. (2000) El cooperativismo agrario de crédito y sus efectos sobre la innovación y el cambio técnico en la agricultura murciana, 18901935. XI Congreso de Historia Agraria. Sesión 2: Cooperativismo y asociacionismo agrario: España en el contexto europeo (s. XIX-XX). Universidad de Murcia. POVEDA, I. (2006) El acuerdo entre agricultores y aseguradores como punto de partida de la gestión de riesgos en las explotaciones agrarias. Madrid: Conferencia Internacional de Seguros Agrarios. UREÑA PARDO, F. (2001) Economía de las explotaciones agrarias. Especial referencia a Castilla-La Mancha. Universidad de Castilla-La Mancha.   16