Lazarillo, el ciego y la longaniza. Narendra Bhalla, Parth Dutt, Harsh Singh y Mankotia. Profa. Alka
1. Lazarillo, El Ciego y La Longaniza
(Un trozo del cuento ’La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades’)
Escrito por:
Narendra Bhalla
Parth Dutt
Harsh Singh Mankotia
2. INT. LAZARILLO Y EL CIEGO EN UN MESÓN DE ESCALONA | DÍA
Lazarillo y el ciego están en su cuarto del mesón. El ciego justo ha terminado de probar un
pedazo de longaniza, asado por Lazarillo, con mucho gusto. Lazarillo está cerca, sentando en
el suelo, mirando a cualquier lado.
EL CIEGO
(chupando los dedos)
Oye, tráeme vino de la taberna. Ahora te doy el dinero.
LAZARILLO
(con disgusto en la cara y el voz)
Bueno.
Lazarillo se levanta, y al sentir el olor placentero de la longaniza, se le ocurre algo. Ve que hay
un nabo pequeño, cerca del asador, que está en una condición casi incomestible. Mira por
todos lados para asegurarse de que no hay nadie más. Sus ojos cuentan de algo muy travieso
y él empieza a respirar muy rápido, debido a la emoción. Con mucha cautela, sin hacer ruido,
se acerca al asador, que todavía tiene la longaniza por dentro. Mientras el ciego saca el dinero
de su bolsa, él rápidamente cambia la longaniza con el nabo, y la esconde en su mano, para
que el ciego no pueda olerla.
EL CIEGO
(extendiendo su brazo con el dinero a Lazarillo)
Toma.
Lazarillo toma el dinero que le da el ciego, y a medida que deja el cuarto, empieza a comer la
longaniza. Hasta que regrese Lazarillo, el ciego toma el nabo y da vueltas al fuego para
cocinarlo, con una sonrisa golosa. Vuelve a entrar Lazarillo en unos cinco minutos, con una
cara muy satisfecha y sonriente. En una mano trae el vino en una jarra, y con otra se limpia la
cara de pistas de haber comido la longaniza y haber bebido el vino. Coloca la jarra sobre la
mesa y chupa sus dedos intentando no hacer ni un ruido, con una cara de diablura, todavía
perdido en su nueva travesura que justo acaba de hacer. Sus ojos, viajando por el cuarto de
nuevo, llegan al ciego sonriente, y ven el nabo entre rebanadas que
tiene en sus manos. Al Lazarillo, le pasa un poquito de miedo en la cara cuando el ciego
muerde el nabo. Para el ciego, sus expectativas se destrozan en ese momento, y su expresión
cambia de la emoción y anticipación al enfado y asco.
3. EL CIEGO
(gira su cuello en la dirección de Lazarillo, hablando con un tono de voz muy bajo, pero llena de
enfado muy aparente)
Que es esto, Lazarillo?
LAZARILLO
(Haciéndose el inocente)
¡Sospechas a mí!¿Quieres echar algo a mí? ¿Sí lo haría hecho, cómo crees que hubiera traído
el vino? Alguien te ha hecho una broma para divertirse.
EL CIEGO
(con duda)
No, no...... (con más convicción, pensando en voz alta pero siguiendo con el enfado) Que yo no
he dejado el asador de la mano, no es posible.
LAZARILLO
(nervioso)
¡ P..pero yo no estaba aquí! Puedes preguntarselo a la chica que me vendió el vino.
EL CIEGO
(sigue sin estar convencido y con el mismo tono de voz pero más enfado)
Yo lo sé cuando me mientes, Lazarillo.
LAZARILLO
(suplicando, en voz alta)
¡No era yo!
EL CIEGO
(moviendo hacía Lazarillo)
Ya lo veremos.
El Ciego se acerca a Lazarillo y sin avisar, le agarra por la cabeza y huele la cara del niño.
Lazarillo comienza a gritar y quejarse, pero el niño no le hace caso. Inhala muy profundamente
y mientras exhala, su expresión cambia por
un momento a una de satisfacción, regresando al enfado rápidamente después.
EL CIEGO
(dando un orden)
Abre tu boca.
LAZARILLO
(con miedo y sorpresa)
¿Pero por qué?
4. EL CIEGO
O tu lo haces ya, o te lo hago yo.
Dandole poco tiempo para pensar y responder, El Ciego le abre la boca más de su derecho, y
desatinadamente mete la nariz en la boca de Lazarillo, llegando a su gulilla con el pico. Eso
le ahogó a Lazarillo y como había comido la longaniza no hace mucho, lo vomita todo sobre el
rostro del anciano, de manera que su nariz y la negra longaniza salieron de su boca al mismo
tiempo.
EL CIEGO
(casi gritando)
¡Te voy a matar ya, hijo de mierda!
El Ciego ataca a Lazarillo y le da muchos golpes en su cuerpo. Lazarillo intenta resistir, pero la
ira del Ciego es tanta que no lo puede hacer nada. En ese momento, entran la mesonera y su
hijo.
LA MESONERA
(quitando Lazarillo de los brazos del Ciego, y con urgencia)
¡Déjalo, por favor! ¿Que manera es esta de tratar a un niño?
EL CIEGO
(limpiándose del vómito que tiene sobre el rostro)
Mejor que lo preguntes a ese diablo que tienes entre tus manos. Os va a explicarlo todo bien. Y
después, yo añadiré unas hazañas más.
LA MESONERA
(ordenando a su hijo)
Traeme una venda y una toalla desde el trastero .
Lazarillo se queda callado y la mesonera quita su ropa y empieza a lavarle utilizando el vino
que había traído él mismo. Mientras que limpia a Lazarillo con el vino la mesonera, El Ciego
cuenta con mucho gusto y alegría lo de ese asunto, y los asuntos del jarro y del racimo,
haciéndola reír.
EL CIEGO
(riendose)
De verdad, he usado tanto vino para lavar este mozo en este año que yo bebiera en dos. Al
menos, Lázaro, Debes más al vino que a tu padre, porque él una vez te engendró, pero el vino
5. te ha dado la vida mil veces. Yo te digo, si un hombre en el mundo ha de ser bienaventurado
con vino, que serás tú.
Todos reían mucho de Lazarillo mientras él mismo reniega.