SlideShare une entreprise Scribd logo
1  sur  18
Télécharger pour lire hors ligne
Escuela de Atenas. -Roma Vaticano-, Sodoma y Rafael. -Fragmento-.
PSICOLOGÍA SOCIAL Y EDUCACIÓN:
LA PERSPECTIVA PRAGMÁTICA
DE GEORGE HERBERT MEAD
Odair Sass
RESUMEN
PSICOLOGÍA SOCIAL Y EDUCACIÓN: LA PERSPECTIVA PRAGMÁTICA DE GEORGE HERBERT MEAD
El objetivo de este artículo es discutir sobre el pensamiento del psicólogo y filósofo norteamericano George Herberh
Mead (1863-1931), ciertamente importante elaborador del Pragmatismo. Se destacan los tres elementos básicos de la
psicología social elaborados por él: el pragmatismo y la perspectiva hegeliana que adoptó; el concepto de Yo; el papel
esencial de la educación en la formación del individuo y en el desarrollo de la auto-conciencia.
ABSTRACT
SOCIAL PSYCHOLOGY AND EDUCATION: GEORGE HERBERT MEAD'S PRAGMATIC PERSPECTIVE
This article intends to discuss the thought of the Northamerican psychologist and philosopher George Herbert Mead
(1863-1931), the great elaborator of pragmatism. The three basic elements of social psychology worked out by him are
highlighted: Pragmatism and the Hegelian perspective; the concept of self; the crucial role of education in the
formation of the individual and in the self-conscience development.
RESUME
PSYCHOLOGIE SOCIALE ET EDUCATION: LAPPROCHE PRAGMATIQUE DE GEORGE HERBERT MEAD
Cet article a pour but de mettre en discussion la pensée du psychologue et philosophe américain George Herbert Mead
(1863-1931) —un philosophe qui a participé de la réélaboration du concept de pragmatisme—. On souligne trois
éléments essentiels de la psychologie sociale elabores par lui: le pragmatisme et la perspective hégélienne, le concept de
moi, et le role essentiel de l'éducation dans la formation individuelle et dans le développement de l'auto-conscience.
PSICOLOGÍA SOCIAL Y EDUCACIÓN:
LA PERSPECTIVA PRAGMÁTICA
DE GEORGE HERBERT MEAD
Odair Sass*
Traducción del portugués: Elkin Obregón
1. EL AUTOR Y SU OBRA
G
eorge Herbert Mead (1863-1931), fi-
lósofo y psicólogo norteamericano,
fue uno de los creadores del
Pragmatismo, al lado de William
James (1842-1910), Charles Sanders Peirce
(1839-1914) y Jonh Dewey (1859-1952). Tal vez
sea Mead el menos recordado entre el grupo
de pensadores que integra la primera genera-
ción de pragmatistas.
Las características de su obra -aparente dis-
persión de temas publicados en vida, bajo la
forma de poco más de sesenta artículos o en-
sayos, en revistas especializadas, entre 1896 y
1930; publicación postuma de cuatro obras,
compiladas y organizadas por sus discípulos:
The philosophy of the present (1932), Mind, Self
and Society (1934),1
Movements ofthought in the
nineteenth century (1936/1967) y The philosophy
of the act (1938)-, donde se plantean los cami-
nos decididamente experimentales y de com-
portamiento (behavioral), por los cuales se
orientó en parte la psicología norteamericana,
explican la influencia parcial ejercida sobre dis-
ciplinas que trató directamente (psicología so-
cial y filosofía social), y la más sistemática so-
bre la sociología, por ejemplo en las obras de
Goffman (1988), Gerth y Mills (1973) y Berger
y Luckmann (1974). Si la obra de George Mead
tuvo influjos muy oscilantes en las ciencias so-
ciales y permanece hasta hoy muy poco cono-
cida, sin duda sus escritos pedagógicos son aún
menos conocidos y valorizados.
Es preciso hacer dos aclaraciones respecto de
esos escritos: 1) deben ser interpretados a luz
de la psicología social o de la teoría social del
self, esbozada por el autor; 2) fueron elabora-
dos y publicados en diferentes momentos de
su vida académica. Así, en The relation of play
to education (1896/1897), Mead señala tres acti-
vidades humanas básicas, nacidas de la expe-
riencia social del individuo (juego-play-, tra-
bajo -work- y arte -art-), para evidenciar el
equívoco de que la sociedad moderna adopte
el trabajo como principio educativo en la edu-
cación básica, ya que incluso el llamado traba-
jo libre (para oponerlo al trabajo esclavo), no
es realmente libre, es trabajo alienado, hecho
que contradice la propia noción de educar para
la autonomía y la libertad. Si la escuela no
* Psicólogo, maestro y doctor en psicología. Profesor del Postgrado de la PUC-SP
Dirección electrónica: ehps@pucsp.br
1. Para evidenciar la dificultad de las publicaciones postumas, Charles Morris, organizador del texto de Mead, escribe
en el prefacio: «Tengo plena conciencia de que nuestros esfuerzos combinados no han podido producir el volumen
que desearíamos que George H. Mead hubiese escrito. Pero no hay pruebas de que incluso una prolongación de su
vida hubiese logrado que el material adquiriera forma de volumen entre sus manos» (Morris, 1934/1972,21).
REVISTA E D U C A C I Ó N Y P E D A G O G Í A V O L . X Ü N o . 2 6 - 2 7 125
P S I C O L O G Í A S O C I A L Y E D U C A C I Ó N
puede lograr plenamente sus finalidades, con
base en el principio del trabajo, puede al me-
nos contribuir a eliminar la esclavitud a que
los hombres están sometidos (141-145).
El juego, pensado como actividad humana
distintiva, desempeña un importante papel en
la elaboración teórica de Mead. No obstante,
es imprescindible anotar que esa categoría
analítica asume diferentes contenidos, a me-
dida que el autor desarrolla su teoría social de
la psicología. Si en 1986, el juego (play) apare-
ce contrapuesto al trabajo y al arte, en el senti-
do kantiano, como una actividad cuya finali-
dad es "sin fin", en Mina, self and society, las
actividades lúdicas surgen, al lado del lengua-
je, para explicar la formación social del self, a
partir del mecanismo psíquico de adopción
de la actitud o del papel del otro (taking the
role of the other); aquí, el autor establece una
distinción entre el juego (play) y el deporte
(game), para identificar las diferentes
implicaciones de ambos en la formación de la
personalidad del niño:
En el período de los juegos (play period), el
niño utiliza sus propias reacciones a los es-
tímulos que emplea para construir una per-
sonalidad (self) ... Por ejemplo, juega que
está ofreciendo algo, y lo compra; se envía a
sí mismo una carta, y la recibe; se habla a sí
mismo como si hablara al padre, al profe-
sor: se detiene a sí mismo, como si fuera un
policía... es ésta la forma más simple de ser
otro para uno mismo...
Si comparamos el juego (play) con lo que
ocurre en un deporte organizado (game),
observamos la diferencia esencial de que el
niño que participa en un deporte debe estar
preparado para adoptar la actitud de todos
los que en él intervienen, y que esos dife-
rentes papeles deben tener una relación de-
finida entre ellos (Mead, 1934/1972, 150-
151).
Claro está que, en actividades de juego (play),
las reglas, aunque existen, no son para el niño
objeto de reflexión, pues, para que lo fueran,
tendría que tener una conciencia desarrolla-
da; en contraste, los deportes (games), en ge-
neral, deparan con el aprendizaje de sus re-
glas una fuente de interés y placer para el niño.
Inciden en actividades sociales concretas que
constituyen niveles diversos del desarrollo de
la personalidad.
Considerando suficientes los anteriores argu-
mentos para sugerir, a) la relevancia de la obra
de Mead en el ámbito general de las ciencias
sociales, y del pragmatismo en particular, y b)
la importancia de examinar sus escritos sobre
la educación dentro del contexto de su visión
de la psicología social, se expondrá primero,
en sus trazos generales, la perspectiva de Mead
acerca del pragmatismo, de la psicología so-
cial y de la educación, y, luego, los desdo-
blamientos específicos de su teoría social del
self en el campo pedagógico.
2. EL PUNTO DE VISTA DE G.H.
MEAD SOBRE EL
PRAGMATISMO
Una advertencia inicial. Si los análisis de ten-
dencia o de conjunto de las ideas y sistemas
de pensamiento tienen la ventaja de identifi-
car proposiciones, perspectivas, modos de pro-
ceder y consecuencias generales, pueden por
otra parte ocultar variaciones o diferencias in-
ternas importantes entre los autores de tales
ideas y pensamientos. En contrapartida, los
análisis particulares, al tiempo que revelan la
especificidad de un autor y de sus concepcio-
nes, obscurecen, muchas veces, por enfatizar
los detalles y las particularidades, la relación
de esas concepciones con el cuadro de refe-
rencia en que fueron creadas.
Diversos ejemplos pueden hallarse en la his-
toria de la ciencia moderna. Para los propósi-
tos de este artículo, sin embargo, basta men-
cionar el caso del pragmatismo. Bajo esa de-
nominación se designan* cosas tan diferentes
126 R E V I S T A E D U C A C I Ó N Y P E D A G O G Í A V O L . X Ü N o . 26-27
F I L O S O F Í A Y P E D A G O G Í A
entre sí como el modo de pensar y obrar de
un pueblo (el norteamericano), y una escuela
de pensamiento filosófico y científico sistema-
tizado iniciada por William James y Charles
Peirce, en el siglo XIX.
Charles Wright Mills, reputado intelectual
norteamericano, declaró, en el post scriptum
de su importante reconstrucción del prag-
matismo -Sociology and Pragmatism (1963/
1968)-, que la carencia de un estudio sistemá-
tico de la obra de George Herbert Mead lo lle-
vó a la conclusión de que su estudio había lo-
grado componer apenas una imagen fragmen-
taria del movimiento pragmatista (Mills, 1968,
483) y que las respuestas a ciertas afirmacio-
nes precipitadas sobre tal movimiento exigía
el trabajo de sistematización y formulación de
las explicaciones "cordiales" del pragmatismo
ofrecidas por Sidney Hook, Horace Kallen y
sobre todo, por G.H. Mead (Mills, 1963/1968,
485).
Transcurridas más de tres décadas desde la
autocrítica y recomendación de Wright Mills,
se observan aún apropiaciones parciales de la
obra de Mead, en algunos casos, o una omi-
sión injustificada, en otros.
Es curioso observar cómo autores norteameri-
canos que en las dos últimas décadas han que-
rido renovar la discusión acerca del
pragmatismo (por ejemplo, Rorty, 1982/1996,
1994/1997), y del self (por ejemplo, Popkewitz,
1998), no mencionan la importancia de la obra
de Mead sobre esos temas. A lo sumo eligen
preferencialmente a James y Dewey como
interlocutores (Rorty), o citan de paso a Dewey
(Popkewtiz).
Si damos la debida importancia a las recomen-
daciones de Mills, dicha constatación sobre-
pasa la simple curiosidad. Así, una lectura
atenta de los primeros sistematizadores del
pragmatismo permite concluir que, bajo esa
denominación, siguen agrupadas perspectivas
teóricas distintas, por decir lo menos. En esos
términos, si no se quieren ignorar diferencias
significativas, es imprescindible empezar por
admitir que la atribución de los orígenes del
pragmatismo (a Aristóteles, Locke, Berkley y
Hume, por James; a Kant, por Peirce; y a Hegel,
por Mead y Dewey) trae consigo consecuen-
cias significativas en las elaboraciones teóricas
de cada uno de estos autores. Para los propó-
sitos de este artículo, basta mencionar la rup-
tura contundente de Peirce con relación al
pragmatismo de James y al humanismo de
Schiller. Divergiendo de las reducciones, adop-
tadas por James, acerca de la noción utilitaris-
ta de verdad (una idea es útil porque es ver-
dadera y verdadera porque es útil), y de la
posibilidad de conocimiento reducida a la re-
lación psicológica resultante de la experiencia
individual, Peirce dice, en carta dirigida a
James en 1904: "Usted y Schiller llevan el
pragmatismo demasiado lejos para mi gusto".
Y continúa:
También quiero decir que, a pesar de todo,
el pragmatismo no resuelve ningún autén-
tico problema. Muestra apenas que presun-
tos problemas no son problemas reales.
Cuando llegamos a asuntos como la inmor-
talidad, la naturaleza de la relación entre él
espíritu y la materia ... quedamos a oscuras.
Lo que el pragmatismo hace en estos casos
es simplemente abrir el intelecto para reci-
bir, no para ofrecer pruebas (Peirce, 1983,
104-105).
La polémica de Peirce con James y otros
pragmatistas es más profunda de lo que aquí
se resumió, pero no es pertinente a nuestros
objetivos. Esta pequeña muestra, sin embar-
go, sugiere que lo más apropiado es hablar de
pragmatismos, para no borrar las distinciones
importantes que existen en las obras de sus
constructores. Fue en esos términos como con-
sideré más apropiado presentar una introduc-
ción a la psicología social de Mead, en 1992 -
texto citado en las referencias bibliográficas-,
y del que extraje la interpretación de Mead
acerca del idealismo hegehano, que presenta-
ré a continuación.
REVISTA E D U C A C I Ó N Y P E D A G O G Í A V O L . X Ü N o . 2 6 - 2 7 127
P S I C O L O G Í A S O C I A L Y E D U C A C I Ó N
Es suficiente, para nuestros propósitos, expo-
ner el modo como Mead asimila a Hegel, es-
pecialmente en su concepción pragmática de
la verdad2
-destinada a distinguir y articular
los conocimientos filosóficos y científicos, me-
diante la incorporación crítica de las tesis
Hegelianas, del realismo como doctrina y del
pragmatismo como método-, y en su teoría
social del self, que se expresa en una psicolo-
gía social, ambas tratadas en el próximo apar-
tado.
Para no dejar dudas acerca de esto, Mead es-
cribe en A pragmatic theory of truth:
No todos los idealismos son hegelianos, o
neohegelianos, en la utilización usual de esos
términos, pero lo que tengo de común con
todos ellos es el abordaje de la realidad des-
de el punto de vista del pensamiento. Pode-
mos abordar la naturaleza numenal sólo a
través de la naturaleza numenal del pensa-
miento; el ropaje de la naturaleza es transi-
torio, contingente y particular (Mead, 1929,
83.).
Además del pasaje citado, la exposición más
sistemática de Mead sobre el pragmatismo está
contenida en dos textos, a saber: Science raises
problemsfor philosophy-Realism and Pragmatism
(en Mead, 1936/1967, 326-359), y The
philosophies of Royce, James and Dewey in their
American setting (1930, 211-231).
La unidad de esos textos gira en torno de la
discusión entre el idealismo y el pragmatismo
que, para Mead, implica el esclarecimiento de
la relación entre filosofía y ciencia. El conoci-
miento no es un puro acto de pensamiento, ni
la pura impresión de la experiencia, sino la
relación establecida entre la experiencia y el
pensamiento, cuya existencia se localiza en
nuestra experiencia espaciotemporal. Es ésta
la base del realismo.
La existencia es aquí una relación cognoscitiva
de la experiencia del sujeto con el objeto, ca-
paz de un análisis objetivo:
El interés del realista se concentra en este
proceso de análisis, de dividir el objeto del
conocimiento en sus diversos elementos, con
el aislamiento, tanto de sus conexiones, como
de las cosas en sí mismas, revelando así la
doctrina del carácter externo de las relacio-
nes. Las relaciones no existen dentro de los
límites de aquello que es efectuado; existen
entre elementos que están conectados entre
sí (1936/1967, 238).
El conocimiento relacional y analítico postu-
lado por el realismo implica que a) aquello con
lo que tenemos una relación cognoscitiva es
real; b) la fase analítica de la experiencia es más
importante que la fase sintética, enfatizada por
los empiricistas; y c) las relaciones entre los
elementos del conocimiento es pautada por la
exterioridad. El énfasis del realismo en el aná-
lisis del objeto implica el método de su reali-
zación. A ese respecto, dice Mead: «Lo que ha
tenido tal vez mayor importancia para el
punto de vista de la doctrina realista es su re-
conocimiento de los objetos del pensamiento
tal como aparecen en el proceso de análisis.
Lá filosofía realista es aquella cuyo método es
analítico» (330).
En líneas generales, el método analítico utili-
zado por el realista apunta a la recuperación
de los elementos esenciales del objeto del co-
nocimiento y la explicación de las relaciones
entre esos elementos. Los elementos esencia-
les son elementos que existen en el mundo y
de los cuales hacemos uso en el pensamiento;
son las denominadas "constantes lógicas". A
partir de la obtención de esos elementos esen-
ciales es posible entonces establecer las rela-
ciones entre ellos, relaciones marcadas por la
exterioridad.
2. Una crítica de conjunto acerca de la concepción de verdad en los pragmatistas fue presentada por Horkheimer
(1946/1976,11-67).
128 R E V I S T A E D U C A C I Ó N Y P E D A G O G Í A VOL. X H N o . 26-27
F I L O S O F Í A Y P E D A G O G Í A
Mead ilustra el método realista recurriendo a
la doctrina hegeliana del self social. Para esta
doctrina, hablamos del self como pertenecien-
te a un grupo social como ciudadano, como
miembro de una familia, como un punto en
suma a través del cual pasan todas las relacio-
nes sociales. De este modo, «las relaciones del
hombre con las personas que lo rodean son
justamente lo que constituye al hombre. Sus
relaciones con los miembros de su familia ha-
cen de él lo que él es» (332).
Por eso, según Mead, en la doctrina hegeliana
del self «no podemos decir que la relación del
padre con el hijo se sitúa fuera del carácter de
padre e hijo. No podemos decir que estamos
ante dos objetos diferentes, conectados por la
relación paternal y filial» (332).
En otras palabras, la relación entre padre e hijo
es interna y pensada como la expresión finita
y particular de un self absoluto.
Contra esa concepción, la doctrina realista
admite que las relaciones cognoscibles son co-
nexiones establecidas entre elementos
diferenciables unos de otros, capaces de ser
aprehendidas por el proceso de análisis, y que
no modifican necesariamente los elementos en
sus estructuras. Es lo que ocurre cuando pro-
cedemos a las operaciones de adición o sus-
tracción. Los números que forman los térmi-
nos de esas operaciones son elementos distin-
tos, y las operaciones no modifican sus carac-
teres esenciales.
También pueden analizarse así las relaciones
sociales. Conozco a una persona, y nos hace-
mos amigos. El hecho de que haya una influen-
cia recíproca entre nosotros, que provoca alte-
raciones en ella y en mí, no autoriza al analista
a suponer que seamos otras personas antes y
después de nuestra relación; es necesario que
el análisis de ésta indique aquello que en cada
uno fue modificado, y aquello que permane-
ce igual.
El supuesto de la dependencia relacional en-
tre elementos distintos permite, desde el punto
de vista científico, la verificación de múltiples
proposiciones de variados dominios, que pue-
dan robustecer la explicación funcional de los
acontecimientos.
Especialmente en lo que se refiere a la psico-
logía, ese principio del realismo filosófico mo-
derno «ha ayudado a liberar la psicología de
sus preocupaciones ante la filosofía de los es-
tados mentales» (Mead, 1934/1972, 52, nota 8
-1924-), en la medida en que ella pasa a con-
centrarse en los aspectos relaciónales de suje-
tos entre sí y del individuo con la sociedad.
La comprensión de la teoría pragmática de la
verdad de Mead exige aún otro paso: el de
entender bajo qué aspectos el pragmatismo de
Mead se apropia de Hegel, y en cuáles difie-
re.3
En forma sucinta, la posición de Mead con re-
lación a Hegel es la siguiente: la doctrina
hegeliana es la expresión mayor del romanti-
cismo; admite que corresponde a la filosofía
explicar el conocimiento como un proceso,
consecuente con su noción de evolución; el
proceso del conocimiento tiene como base la
contradicción instaurada entre dos polos an-
tagónicos -tesis y antítesis-, que conducen a
la síntesis; la contradicción se verifica entre
universales y, contrario a la destrucción del
pensamiento, es la condición para que éste sea
elevado a un nivel superior del entendimien-
to y, en consecuencia, a la superación de la fase
histórica en que se encuentra.
La doctrina hegeliana se extiende a muy di-
versas áreas del conocimiento humano: la fi-
losofía de la historia, la historia de la filosofía,
3. La exposición de Mead sobre el pensamiento hegeliano se encuentra en (1934/1967,127-152). Exposición muy
valiosa porque ejemplifica claramente la apropiación pragmatista de Hegel.
REVISTA E D U C A C I Ó N Y P E D A G O G Í A V O L . X Ü N o . 2 6 - 2 7 129
P S I C O L O G Í A S O C I A L Y E D U C A C I Ó N
el derecho, la teoría del Estado; en resumen,
aporta tanto al materialismo dialéctico como a
la teología liberal.
Mead destaca de esa doctrina dos aspectos que
desempeñan un importante papel en su teo-
ría psicológica: 1) el conocimiento se realiza a
través de la idea hegeliana de contradicción;
2) la historia de las instituciones.
Refiriéndose al segundo aspecto, escribe:
En un sentido bastante preciso podemos de-
finir esta filosofía no sólo como evolucionista,
sino también como una filosofía de carácter
(character) social. Su resultado más impor-
tante radica en la forma en que conduce a
las instituciones humanas, especialmente en
lo que concierne a la evolución de esas insti-
tuciones (Mead, 1936/1967,147).
En cuanto al primer aspecto, Mead entiende
que Hegel establece de un modo incorrecto
el conflicto o la contradicción, entre universa-
les.
En el caso de la ciencia, aduce que el procedi-
miento del científico es encontrar "hechos"
(facts), o eventos particulares que entren en
conflicto, o se opongan a las teorías o leyes
científicas explicativas del fenómeno en cues-
tión.
En esos términos, la contradicción, al menos
en el ámbito de la ciencia, se da entre univer-
sal (leyes y teorías) y particular (evento o "he-
cho" -"fact"-), y no entre universales. El pro-
blema científico aparece en forma de excep-
ciones a las leyes hasta entonces aceptadas
como explicativas.
Así, «el conflicto que el científico, el investiga-
dor, debe resolver, es el que surge entre la ex-
cepción y la ley, no entre una ley y otra, entre
un universal y otro» (135).
En la terminología lógica, prosigue Mead, lo
que el científico enfrenta «es un conflicto en-
tre una proposición universal afirmativa y una
particular negativa» (135).
Es importante aclarar que la crítica pragmáti-
ca de Mead acerca de Hegel incide sobre el
presupuesto idealista que localiza la contradic-
ción entre universales y, si así podemos
expresarlo, en el plano de la abstracción, cuan-
do de hecho debe localizarse en el plano de la
relación entre universal y particular; entre lo
concreto y lo abstracto.
El siguiente texto sintetiza la discordancia y
aceptación esenciales de Mead con repecto a
Hegel:
[...] Hegel asume que nuestro desarrollo,
incluyendo el desarrollo de la ciencia, se rea-
liza mediante el conflicto entre universales,
éntrelas ideas. En realidad, se realiza me-
diante el conflicto entre universales, o le-
yes, y algún evento particular, alguna ex-
cepción. Si podemos hacer esa reserva
(reservation) al considerar la doctrina
hegeliana, podremos entonces decir que
Hegel supone correctamente que el desarro-
llo de nuestro conocimiento obedece al con-
flicto. Sucede a través de la apariencia
(appearance) de los problemas y la solución
de los mismos. Tienes una tesis y una antí-
tesis y avanzarás hacia una síntesis. (135).4
Tan importante como la concordancia y la re-
serva de Mead respecto a Hegel, es advertir la
conversión pragmatista del pensamiento
hegeliano: la contradicción viene a ser enten-
dida como el conflicto establecido entre un
universal afirmativo y un particular negativo,
4. Lejos de nosotros suponer que ese reparo (reservation), para usar el término de Mead, agota la polémica ya secular
con el hegelianismo; menos aún queremos verla como una crítica que Marx, por ejemplo, haya omitido. Simple-
mente registramos, por enésima vez, la crítica facilista al pragmatismo; incluso aquella hecha por los marxistas,
muchas veces deja de considerar ese nivel de sutilezas pragmatistas.
130 R E V I S T A E D U C A C I Ó N Y P E D A G O G Í A V O L . X I I N o . 26-27
F I L O S O F Í A Y P E D A G O G Í A
que se manifiesta en la cualidad de un proble-
ma, resuelto a su vez por el hallazgo científico
de su solución.
Esa conversión se completa en el momento en
que Mead asimila, de modo que no ofrece
dudas, la noción hegeliana de reflexión. Al
respecto dice:
La reflexión es un proceso para hallar solu-
ciones a los problemas. Aquello que llama-
mos "inteligencia reflexiva" (reflective
intelligence) es sacar a la luz, con relación a
lo que estamos habituados a creer, alguna
excepción. Ponemos todas nuestras visio-
nes, nuestras ideas, nuestros métodos de
conducta en la forma universal. Reconoce-
mos que esos universales probablemente es-
tán sujetos a excepciones, pero tenemos por
hábito obrar de esa manera. Esperamos que
las cosas sucedan de un modo universal.
Cuando una excepción surge, nos vemos
frente a un problema; debemos entonces pen-
sar reflexivamente. Y el pensamiento desa-
rrolla la presentación de una hipótesis (136).
No es difícil identificar la perspectiva
pragmatista del texto; cabe apenas destacar
que, para el autor, la reflexión y la inteligencia
reflexiva -formas de ser del pensamiento- son
medios para la resolución de problemas.
Para concluir la reflexión sobre el pensamien-
to filosófico de George Mead, es imprescindi-
ble analizar ahora el postulado de la exteriori-
dad de los elementos del mundo, que pueden
llegar a vincularse entre sí por proposiciones
funcionales; vínculo formulado por el cientí-
fico a través del método de verificación de hi-
pótesis.
La relación funcional es, para el autor, una re-
lación simbiótica (relational symbiosis) entre
proposiciones; se refiere, por tanto, al plano
lógico, y no al plano empírico: «Lo que ocurre
con el juicio cuando se precipita dentro de una
proposición es que se purifica del evento em-
pírico que lo originó, y puede ahora entrar en
relación simbiótica con un número indefini-
do de otras proposiciones» (Mead, 1929, 47.
El resaltado es mío)
Es interesante recordar una frase, de aparien-
cia inocente e irrefutable, formulada por Mead:
«El científico hace una pregunta a la naturale-
za, y espera obtener respuestas; la naturaleza
no puede ser en sí misma problemática».
Tal aserto equivale a decir que los elementos
del mundo tienen existencias indiferentes en-
tre sí, una existencia natural, hasta que el cien-
tífico los vincula en términos de proposicio-
nes funcionales.5
Equivalencia no compartida
por todos aquellos que admiten la existencia
de un mundo exterior al propio sujeto.
El problema comienza cuando preguntamos
cuál es el estatuto ontológico de esos elemen-
tos: ¿El atributo rojo que damos a una flor tie-
ne el mismo estatuto del rojo con que desig-
namos el color de la piel del indio?
La pregunta hecha no tiene la perspectiva
nominalista que aplica la palabra rojo arbitra-
riamente a "seres" tan distintos como una flor
y un indio. Incide sobre el estatuto natural o
artificial de los objetos denotados por la pala-
bra; es decir, ¿una flor y un indio componen la
misma naturaleza?
Por supuesto, llamar rojo al indio o la flor de
no altera un ápice de la materialidad de esos
seres. Sin embargo, esto no ayuda a respon-
der sobre la "naturaleza" de sus existencias o
sus formas de existir.
5. Esperamos haber dejado claro que la noción del autor sobre las proposiciones funcionales dista de la simplificación
positivista que entiende el funcionalismo como un método de análisis para el cual el sistema a ser explicado lo es
todo; el resto, incluyendo las estructuras que desempeñan las funciones, es secundario; y que, deliberadamente,
no se preocupa de la génesis y el desarrollo de esas estructuras, sino sólo de sus funcionamientos para la manuten-
ción del sistema.
REVISTA E D U C A C I Ó N Y P E D A G O G Í A V O L X D N o . 2 6 - 2 7 131
P S I C O L O G Í A S O C I A L Y E D U C A C I Ó N
La tentación de afirmar que tanto la flor como
el indio son partes de la naturaleza, a las cua-
les simplemente yuxtaponemos el atributo
rojo, es grande. Pero, apartir de ahí, el propio
signo, el rojo de la flor y el rojo del indio, pa-
san de un modo inexorable a hacer igualmen-
te parte de la naturaleza; la flor es natural, el
indio es natural, la palabra rojo con que son
designados es natural; los caracteres sociales
de la palabra, del indio y del significado de la
flor son naturalizados.
Todo cuanto debe hacerse es establecer víncu-
los preposicionales entre estos elementos para
tornarlos inteligibles a la mente humana, atri-
buyéndoles, lógicamente, significados sociales,
pero sus estatutos naturales no son tocados;
todos son "cosas ahí".
Es justamente ese postulado, fundamentado
incluso de corrientes científicas opuestas, lo
que resulta problemático.
El pragmatismo de George Mead discurre en
el plano común de ese postulado; las proposi-
ciones funcionales suponen la existencia fun-
cional, como "cosa ahí", de la acción humana.
Como veremos en la secuencia, sobre todo con
relación a la psicología social, para Mead el
análisis del comportamiento humano presu-
pone el contexto social en que se manifiesta.
Más aún, el comportamiento está determina-
do socialmente. ¿Cuál es, entonces, nuestra
divergencia con el autor? El problema no ra-
dica en que Mead niegue la "naturaleza" so-
cial del comportamiento humano, si no en el
hecho de que el carácter social es naturaliza-
do.
Gracias a esa naturalización de la sociedad,
Mead se orienta hacia la perspectiva
evolucionista de la historia y de la sociedad,
abstrayendo, en consecuencia, las condiciones
sociales concretas que determinan la forma-
ción del yo y del self individuales.6
Para lo que aquí interesa, sólo es importante
conservar la idea de que, desde el punto de
vista del marxista, incluso los objetos natura-
les, como el algodón que va a ser procesado,
pierde su "naturalidad" en la medida en que
recibe la forma humana de su destino; al ser
trasformado en hilo, es decir, al tornarse dife-
rente al algodón en bruto, deja de ser algo
natural para convertirse en el primer momen-
to de un trabajo humano. Utilizado luego
como cuerda para elevar una cometa, o como
tejido para elaborar trajes, se tratará de usos
que el hombre le da como objeto de consumo
(Giannoti, 1975,126).
Con mayor fuerza -aún desde teoría marxis-
ta-, es insustentable el postulado de que la
relación mutua de los hombres pueda ser ana-
lizada bajo el supuesto naturalista.
Consideremos la relación padre-hijo. Mead
nos dice que la dialéctica hegeliana agrupa
esos elementos en sí mismos; para dejar de
lado el carácter idealista de ese análisis, pro-
pone que entendamos padre e hijo como ele-
mentos diferentes, y que los sometamos a un
análisis funcional. Dicha sugestión implica
exactamente la imposibilidad del análisis de
las determinaciones recíprocas entre estos ele-
mentos; quedará apenas, así sea en términos
universales, el análisis funcional y de
complementariedad entre los dos polos. Se
gana así en abstracción, y se pierde la concre-
ción analítica.
Nuestra reserva, entonces, es ésta: Mead se
queda en la mitad del camino de la crítica al
empiricismo y al idealismo hegeliano, pues al
rechazar la dialéctica en que un polo se expre-
6. Es así como entiendo la siguiente observación de Habermas: «Bajo la influencia de los presupuestos naturalistas
del pragmatismo, G.H. Mead repite [...] la idea de Hegel de que la identidad del yo sólo puede constituirse a través
de la ejercitadón en los papeles sociales, es decir, en la complementariedad de expectativas de comportamiento con
base en el reconocimiento recíproco» (Habermas, 1968/1987,20, nota 10).
132 R E V I S T A E D U C A C I Ó N Y P E D A G O G Í A V O L . X Ü N o . 26-27
F I L O S O F Í A Y P E D A G O G Í A
sa en el otro, el carácter social del hombre es
naturalizado, como una "cosa ahí".
Es preciso aclarar un punto importante: la crí-
tica que hicimos a Mead es, obviamente, una
crítica externa, o sea, una crítica de la perspec-
tiva marxista de la ciencia.
Sin embargo, a pesar de ser externa: la crítica
al naturalismo de Mead no es extrínseca, pues
si Marx es del linaje de Hegel, también Mead
es de ese mismo linaje.
La opción de la crítica externa de la perspecti-
va marxista ofrece, para nosotros, un blanco
claro: es obvio que no podríamos acusar a un
teórico del ser pragmatismo de ser prag-
matista. Ello equivaldría a decir, por ejemplo,
que Mead, en vez de ser pragmatista, debería
ser marxista. Tal procedimiento carece de una
justificación razonable. Nuestra perspectiva
es la de hacer la crítica de una teoría psicológi-
ca vigorosa, como lo es la elaborada por Mead,
desarrollándola bajo la óptica de la teoría crí-
tica de la sociedad y del individuo.
3. LA FORMACIÓN DEL SELF:
EL PAPEL DE LA EDUCACIÓN
El concepto de self ocupa un lugar en la psico-
logía social de George Mead. Por una parte,
los diferentes modos de que se vale el autor
para explicar lo que denomina self, selves,
person, personality, self-consciousness, son con-
vincentes y consistentes; por otro lado, las di-
ficultades tocan con el entendimiento
diversificado que se extrajo del concepto, e,
incluso, con los posibles escollos que ofrece la
traducción del término otros idiomas.7
Según el autor, «la esencia de los self [...] es
cognoscitiva (cognitive): radica en la conver-
sación de gestos internalizados que constitu-
ye el pensamiento, o en términos de la cual
opera el pensamiento o la reflexión. De ahí que
el origen y las bases del self, como los del pen-
samiento, sean sociales» (Mead, 1934/1972,
173).
Si la base social del self está en sus rasgos ge-
nerales, delineada, nos resta aguzar la vista
para mirar más de cerca su estructuración.
Es evidente que la psicología, como campo
científico, sería prescindible si la organización
de las experiencias del individuo fuera la re-
producción pura y simple de las estructuras
externas -actitudes sociales de los otros- en
donde aquellas se realizan. Aquí, mencionar
la diferencia entre las nociones de inter-
nalización -en la que hay un "sentido perso-
nal" en la organización de las estructuras ex-
ternas-, y de interiorización -que enfatiza la
transposición, al interior del sujeto, de las es-
tructuras externas tal como se presentan en la
experiencia-, nos ayuda a comprender mejor
lo que está siendo puesto en cuestión.
Con esto quiere decirse que pueden distinguir-
se, en la experiencia del individuo, la porción
que hace parte del yo -que reacciona ante las
actitudes de los otros-, y la porción que él toma
para sí y es procesada/internalizada antes de
ser integrada al yo, o a ser incorporada a su
conducta, o, incluso, antes de tornarse un dis-
ponible para él.
Por supuesto, este entendimiento no puede ser
comprendido como si se tratara de la metafísi-
ca del cómo una persona puede ser ambas co-
sas, yo y mí; por el contrario, quiere investigar
en qué sentido, en el comportamiento del in-
7. En el primer caso, cítese el debate realizado entre Hebert Blumer, que entiende el self como un proceso, y Robert
Bales, que lo destaca como estructura (Blumer, 1969,535-544 y 547-548; Bales, 1969,545-547; Mead, 1934/1972,178
y 263, nota 10). En el segundo caso, la traducción de self por persona, en la lengua española, no es convincente.
Menos aún se justifica la traducción de self por el pronombre "yo", como aparece en diversas publicaciones en
legua portuguesa.
REVISTA E D U C A C I Ó N Y P E D A G O G Í A V O L . X Ü N o . 2 6 - 2 7 133
P S I C O L O G Í A S O C I A L Y E D U C A C I Ó N
dividuo, surge el "yo" frente al "mí" (Mead,
1934/1972, 173-174), además de verificar el
modo en que esas fases (phases) de la persona
se organizan para formar una totalidad con-
creta: el self.
Ante muchas de nuestras acciones, nos pre-
guntamos a posteriori: ¿Cómo fui capaz de tal
cosa? ¿Por que en tal situación no reaccioné
de forma X, y sí lo hice de la manera Y? No es
infrecuente que nos digamos a nosotros mis-
mos que somos dos personas, y lleguemos in-
cluso a considerar una mejor que la otra. Mu-
chas veces reaccionamos con extrañeza respec-
to a nosotros mismos, sin que por ello, en ese
momento, nos juzguemos "locos" o "extra-
viados".
La extrañeza que a veces sentimos de noso-
tros mismos obedece a respuestas inéditas que
emitimos ante la novedad de las situaciones
con que nos enfrentamos, y que no estaban,
hasta el momento de la consumación del acto,
incluidas en nosotros; o, en todo caso, no ha-
cían parte de nuestro repertorio de respues-
tas.
Más aún, un comportamiento no sólo puede
ser inédito para quién lo emite, sino también
para los otros miembros del grupo social o de
los participantes del acto al que deben respon-
der; en otras palabras, el comportamiento de
un individuo puede alterar el patrón de res-
puestas de los demás, y alterar así,
significativamente, el conjunto del proceso
social.
Cuando actuamos ante una situación que hace
parte del contexto de nuestras vidas, reaccio-
namos en la forma del "yo"; yo voy a al traba-
jo, yo voy a la escuela, yo estudio, y así indefi-
nidamente.
En las situaciones rutinarias, ni siquiera alcan-
zamos a darnos cuenta de que reaccionamos
así. ¿Qué ocurre cuando nos hallamos ante
una situación que escapa a la rutina, o mejor,
que exige reflexión?
El párrafo siguiente es sugestivo a ese respec-
to:
Hablo conmigo mismo y recuerdo lo que yo
dije, y tal vez hasta el contenido emocional
que acompañaba lo que dije. El "yo" de este
momento está presente en el "mí" del mo-
mento siguiente. Y aquí no puedo volver a
lo contrario (turn around) con rapidez sufi-
ciente para atraparme a mí mismo (to catch
myself). Me convierto en "mí" en la medi-
da que recuerdo lo que dije. Al "yo" puede
concederse, pues, esa relación funcional
(Mead, 1934/1972, 174, el resaltado es
mío).
Por la continua conversión del "yo" en "mí",8
o por la relación funcional que recupero a tra-
vés de la memoria que está en mí, se procesa
el diálogo interiorizado: el objeto del" yo" es
el "mí" y no la experiencia directa.
Es también por ese motivo que muchas veces,
como ya dijimos, nos asombra lo que acaba-
mos de hacer. Así, pues, «es el "yo" el que nos
hace afirmar que nunca tenemos consciencia
plena de lo que somos, que nos sorprendemos
de nuestra propia acción» (174; 203-204).
Por cierto que, cuando obramos con relación a
alguna cosa, o a alguien, tenemos consciencia
de nosotros mismos; de no ser así, no sabría-
mos lo que acabamos de o nos disponemos a
decir o hacer.
Sin embargo, esa consciencia no puede ema-
nar directamente del "yo" que no puede expe-
rimentarse directamente, sino mediatizado por
la memoria de aquello que es para mí. Del en-
frentamiento entre la acción del "yo" y la re-
flexión de la experiencia en "mí" se teje la tra-
8. Las nociones del "yo" y del "mí" son tratadas en muchos momentos de la obra de Mead. Destacamos, entretanto,
no obstante, por su profundidad y extensión, Mead (1934/1972, secciones 21,25,27 y 35).
134 REVISTA E D U C A C I Ó N Y P E D A G O G Í A V O L . X Ü N o . 26-27
F I L O S O F Í A Y P E D A G O G Í A
ma de la autoconsciencia, o consciencia de sí.
Sobre esto dice el autor:
En la memoria, la experiencia del "yo" está
siempre presente. Podemos retroceder direc-
tamente unos pocos momentos en nuestra
experiencia, y luego dependemos de las imá-
genes de la memoria. A tal punto que el "yo",
en la memoria, es como un intérprete
(spokeman) del self de un segundo, un mi-
nuto, o de días atrás ...
Si se pregunta, entonces, dónde aparece
directamente el "yo" en la experiencia
de alguien, la respuesta es que aparece
como figura histórica. Lo que fuiste un
segundo antes es el "yo" del "mí" [...] El
"yo" es, en cierto sentido, aquello con que
nos identificamos. Su incorporación a la
experiencia constituye uno de los proble-
mas de gran parte de nuestras experien-
cias conscientes; y no es dado directa-
mente por la experiencia (174-175, re-
saltados míos).
Uno de los varios parágrafos en que Mead
busca diferenciar las fases constitutivas del self
dice lo siguiente:
He tratado de distinguir el "yo" y el "mí"
como fases distintas del self, el "mí" corres-
ponde a las actitudes organizadas de los
otros, que asumimos definidamente y que
determina nuestra conducta en la medida
en que ésta es de carácter autoconsciente.
Por otra parte, el "mí" puede ser considera-
do el donante (giving) de la forma del "yo".
La novedad aparece en la acción del "yo",
pero la estructura, la forma del self es con-
vencional (209).
Así el "yo" es la fase del self que se exterioriza,
reaccionando ante las actitudes de los otros, y
el "mí" es la fase del self que internaliza aque-
llas actitudes: «El yo" es la reacción (response)
del organismo ante las actitudes de los otros;
el "mí" es el conjunto organizado de las acti-
tudes de los otros que el individuo adopta
para sí mismo. Las actitudes de los otros cons-
tituyen el mí organizado, y el individuo en-
tonces reacciona a ellas como un "yo" » (175).
El self, en los términos definidos, articula el
pasado, el presente y el futuro. Su momento,
representado por el "mí", está vuelto hacia el
pasado; el momento del yo es la expresión
presente de lo que el sujeto proyecta como
futuro. Así pensado, el self completo contiene
la perspectiva de futuro, el devenir de la ac-
ción. Así pues, desde el punto de vista históri-
co, si es un hecho que el orden social capitalis-
ta determina ciertas formas de personalidad,
es igualmente sustentable que nuevas formas
de organización de la vida social pueden pro-
porcionar nuevos tipos de personalidad.
Otro concepto clave de la teoría social de
Mead, aquí apenas si hemos mencionado, para
no desviarnos del objetivo principal, es el que
él denomina otro generalizado (generalized
other). Para el autor, la reflexión es la resultan-
te de la internalización, por el individuo, de
un reflejo generalizado de la actitud del otro,
reflejo que puede hallarse, por ejemplo, en el
significado de la palabra o en la significación
que alguien atribuye a la acción del otro. La
experiencia social que proporciona al indivi-
duo confrontarse con un otro, que es también
particular, es reflejada generalizadamente por
aquel. Sólo como reflejo generalizado de las
relaciones particulares podemos comprender,
desde la perspectiva social, la universalización
que tales relaciones adquieren, o pueden ad-
quirir. Por eso, podemos definir el otro como
una pauta organizada y generalizada de lo
real, o como el otro generalizado; además,
podemos admitir que es el otro generalizado
el que proporciona la unidad del self, o la lu-
cha racional entre el "yo" y el "mí". Según el
autor, «La comunidad organizada o el grupo
social que proporcionan al individuo su uni-
dad del self pueden ser llamados "el otro ge-
neralizado". La actitud del otro es la actitud
de toda la comunidad» (154).
En cuanto a su naturaleza, el otro generaliza-
do puede ser un individuo que desempeña
REVISTA E D U C A C I Ó N Y P E D A G O G Í A V O L . X Ü N o . 2 6 - 2 7 135
P S I C O L O G Í A S O C I A L Y E D U C A C I Ó N
una función social (padre, madre, hijo, profe-
sor, estadista, etc.), un grupo social (grupos
primarios o secundarios), una institución so-
cial (partido político, sindicato, escuela), e in-
clusive objetos físicos (cultos primitivos a la
naturaleza, devoción religiosa a las estatuas,
cultivo de miniaturas en ciertas culturas).
En resumen, el otro generalizado puede ser
entendido como la mediación con que la so-
ciedad abstracta realiza concretamente la de-
terminación del sujeto.
Según la exposición precedente -de la cual
debe retenerse la explicación de la emergen-
cia del individuo en la forma de un self dota-
do con la consciencia de sí mismo, a partir de
la apropiación singular de las experiencias so-
ciales que le son proporcionadas-, no es difícil
señalar, en sus líneas generales, la importan-
cia de la educación en el proceso de forma-
ción del individuo.
Dos temas generales sobresalen en los textos
pedagógicos de George Mead: el papel del
curriculum, expresado por los contenidos de
las disciplinas, en la enseñanza del conoci-
miento científico moderno, y la función que
la escuela debería desempeñar en la formación
del self, es decir, en la formación del individuo
reflexivo y autoconsciente.
No sobra recordar que esos temas, bajo la óp-
tica del pragmatismo, reposan sobre las nocio-
nes: a) escuela, comprendida como institución
social que proporciona al alumno de manera
peculiar un conjunto de actitudes de la comu-
nidad/sociedad/cultura; o sea, escuela es un
otro generalizado; b) experiencia, entendida
como experiencia inteligente, que conduce a
la reflexión; es la base para organizar el
curriculum escolar, propiciando al alumno la
adquisición de los métodos de investigación
científica y su inserción, cada vez más com-
pleja, como miembro de la sociedad y como
ciudadano. Educación, experiencia, ciencia y
democracia son indisociables, según los
pragmatistas, para constituir el nuevo
hombre.
El énfasis en el método es de tal orden que
Mead, en un texto de 1906, analiza la enseñan-
za de las ciencias en la enseñanza superior
(college), después de argumentar a favor de la
creciente proximidad metodológica entre las
ciencias de la naturaleza y las humanidades
(«No existe, con respecto al método, una dis-
tinción fundamental entre las investigaciones
del historiador, del filólogo, del estadístico so-
cial y las del biólogo, del geólogo, e incluso
del físico y del químico». Mead, 1906a, 391),
concluye que «el ideal de la educación moder-
na es la solución de problemas, el método de
investigación. Y éste no es menos dominante
en las humanidades que en las ciencias natu-
rales» (391).
Dichas consideraciones, asociadas al hecho de
que las humanidades, además de referirse a
contenidos que, de un modo variado, hacen
parte de la experiencia y del interés del alum-
no (la historia del hombre, su evolución, sus
instituciones sociales, artes, literaturas y haza-
ñas), permitiendo que éstos le sean presenta-
dos con los vínculos que guardan entre sí, ex-
plican, en parte, la preferencia por las ciencias
humanas con relación a las ciencias de la na-
turaleza. Estas, presentadas, desde las prime-
ras etapas de la escolarización como conoci-
mientos especializados, y disociados los unos
de los otros, permanecen sin las debidas co-
nexiones en la mente del alumno y extrañas a
su experiencia. De ahí, es importante concluir
que:
El problema de las ciencias en la enseñanza
superior está, por lo tanto, muy íntimamente
relacionado con las ciencias en la escuela
secundaria. Si se permitiera al niño acceder
a ellas apropiadamente [...] ingresaría a la
enseñanza superior con el mundo de la cien-
cia incorporado ya a su vida, y este mundo
sería un campo de su propia experiencia [...]
resolvería problemas buscando soluciones
que exigen el examen de contenido de las
más especializadas ciencias. Pero ha suce-
dido lo contrario. Actualmente, las ciencias
en la escuela media (high scholl) se hallan
en más precaria condición que en la ense-
136 R E V I S T A E D U C A C I Ó N Y P E D A G O G Í A V O L . X Ü N o . 26-27
F I L O S O F Í A Y P E D A G O G Í A
ñanza superior, porque el niño está más dis-
tante del campo de las ciencias exactas que
en los posteriores años de universidad (393-
394).
El aislamiento de las ciencias entre sí, la ense-
ñanza basada en la premisa de que el niño
primero debe entender y hablar el lenguaje
adoptado en cada una de ellas para luego for-
mular y resolver problemas, promueven las
separaciones entre la física, la química y la
matemática, fragmentada ésta a su vez en ál-
gebra y geometría, que parecieran carecer de
nexos comunes. De todo ello surge el fracaso
de la ciencia, que permanece tan distante como
es posible estarlo de las experiencias concre-
tas del niño, como si éste no estuviera familia-
rizado con la luz, el calor, la electricidad, las
transformaciones químicas, el crecimiento y
reproducción de las plantas y de los animales:
Los alumnos reciben sin ninguna experien-
cia concreta términos tales como "solu-
ciones", "precipitaciones", "calor", "electri-
cidad", "desintegración de las rocas por la
acción de agentes atmosféricos" ... términos
que pierden mucho de su significado, y lle-
gan a ser más opresivos que esclarecedores.
Los principios primordiales del trabajo cien-
tífico aplicado al niño deben ser los trabajos
de campo y los laboratorios (Mead, 1906b,
244).
El pensamiento del niño y del alumno joven
se convierte, para muchos educadores, en un
enemigo de la ciencia; enemigo que debe ser
vencido. El resultado, fatalmente, es desastro-
so.
Debe señalarse que esas críticas pioneras del
autor contra la educación norteamericana de
su tiempo inciden, por una parte, sobre la es-
cuela de base herbartiana, y, por otra, sobre la
perspectiva que pretendía, ante los fracasos de
la enseñanza de la ciencia moderna, volver a
un curriculum, organizado en términos de la
"vieja historia", bajo los argumentos de la cul-
tura de época. Sobre este punto escribe el au-
tor:
[...] pero más necesario es que la inmedia-
tez (imediacy), la tangibilidad (tangibility),
la comprensibilidad (comprehensibility) de
la antigua historia natural sustituyan la
introducción técnica a las ciencias univer-
sitarias, que las desalojó de su lugar forma-
tivo. Es decir, no hay necesidad de perder el
contacto inmediato con la experiencia del
niño [...]
Así mismo, es necesario reconocer que, aun-
que los mismos problemas señalados pasan
de una generación a otra, las soluciones pue-
den diferir en cada generación científica; y
la falacia teórica de la cultura de época
(culture-epoch) radica en la suposición de
que, gracias a que los problemas parezcan
idénticos, es posible dar al niño moderno las
viejas soluciones (238).
Estas elucubraciones sobre un proceso educa-
tivo que tenga por referencia la experiencia del
niño, proporcionándole experiencias inteli-
gentes que favorezcan el desarrollo del pen-
samiento reflexivo y la gradual apropiación del
conocimiento científico (rigurosamente pre-
sentes en el pensamiento meadiano, al menos
desde el final del siglo XIX, por influencia di-
recta de Dewey y Hegel -véase Mead, 1900,1-
17), ganan una más elaborada expresión en su
psicología social; es decir, cuando la experien-
cia individual es entendida en términos del
mecanismo psíquico de apropiación de la ac-
titud del otro (taking the atitude of the other),
mecanismo que permite al individuo inter-
nalizar en su propia experiencia las actitudes
del otro, y las pautas sociales organizadas. Ese
concepto le permite concluir que
la incorporación de la mencionada reacción
social del individuo constituye el proceso de
educación, que se apropia, en forma más o
menos abstracta, de los medios culturales
de la comunidad. La educación es, en sínte-
sis, el proceso de incorporar a los propios
estímulos una cierta serie de reacciones or-
ganizadas [...] (Mead, 1934/1972, 264-
265).
REVISTA E D U C A C I Ó N Y P E D A G O G Í A V O L . X Ü N o . 2 6 - 2 7 137
P S I C O L O G Í A S O C I A L Y E D U C A C I Ó N
Debe insistirse en que, si bien los refinamien-
tos conceptuales y los contornos de la psicolo-
gía social aparecen en su obra postuma de
1934, Mina, self and society, la idea de que la
relación más provechosa entre la psicología y
la educación debe ser establecida en términos
de la psicología social aparece nítidamente en
artículos de la primera década. Así, en una con-
ferencia dictada en 1909, y publicada en 1910,
dice, hablando de la conciencia social implica-
da en la instrucción:
Si analizamos nuestro sistema de educa-
ción comprobamos que los materiales del
currículo han sido presentados como pre-
ceptos (percepts) capaces de ser asimila-
dos, por la naturaleza de su contenido, a
los otros contenidos de la consciencia; y
el método que se indica es aquel que pue-
de preparar más favorablemente esos ma-
teriales para ser asimilados. Este tipo de
tratamiento psicológico del material y del
aula es reconocido de inmediato como
herbatiano. Se trata de un tipo de psico-
logía asociacionista. Sus críticos agregan
que es intelectualista. En todo caso, no es
una psicología social, porque el niño no
es visto como una persona (self) entre
otras personas (selves), sino como una
masa perceptiva (apperceptionsmasse)
[...] El destierro, por parte de la escuela
tradicional, de las actividades de juego
(play) y de cualquier actividad adulta en
la cual el niño podría participar como un
niño, es decir, el destierro de los procesos
en que el niño puede ser consciente de sí
mismo en la relación con los otros, indica
que el proceso de aprendizaje carece de
todo contenido social (Mead, 1910,
689).
La socialización del niño refleja la división de
trabajo moderna, que atribuye a la escuela «la
tarea de almacenar la mente con ideas, así
como con los materiales y los métodos» (689).
Pero la tarea de socializar el self, al cual deben
estar destinados esos materiales y métodos, es
entregada al hogar, a la industria, al mercado,
a la tienda y al parque. En consecuencia, no se
ve la escuela como un lugar privilegiado para
contribuir con la formación del sujeto.
Si la consciencia de sí emerge paralelamente
al reconocimiento de otra conciencia, se torna
infructuoso o inútil intentar controlar la aten-
ción de los niños por medio de la educación
formal, a menos que se les considere seres so-
ciales y «desde el punto de vista de la psicolo-
gía, no sólo el método y el material, deben ser
socializados, sino que también deben serlo los
medios de conservar la atención de los alum-
nos» (692).
Para enfatizar su afirmación de que el proce-
so de escolarización sólo puede ser estudiado
con éxito si existe el aporte de una psicología
social, es decir, una ciencia que reconozca los
procesos de adquisición del conocimiento, de
atención y valorización en términos emocio-
nales, como capaces de ser investigados en el
contexto de las relaciones entre personas, bajo
la óptica de la conciencia social, concluye el
autor: «Para una educación conciente de sus
fines el niño no se torna social por el aprendi-
zaje. Debe ser social para que pueda apren-
der» (693).
Para concluir, quiero indicar los límites de este
artículo. Se quiso señalar, a propósito de la
recurrencia sistemática al pragmatismo, que
la educación está en la esencia misma de esa
filosofía que quiere hacerse ciencia, tomando
como referencia el pensamiento de George
Herbert Mead. Es obvio que ciertos aspectos
importantes no fueron tocados, o fueron ape-
nas mencionados tangencialmente, tales como
los diálogos privados del autor con otros
pragmatistas, y los "públicos" con Darwin,
Wundt y los filósofos clásicos, ni fueron exa-
minadas con total amplitud sus ideas y pro-
puestas sobre la educación. No obstante, si
quedó suficientemente demostrado que las
lecturas actuales del pragmatismo deberían
incluir las variaciones y matices fundamenta-
les que se establecen entre sus primeros teóri-
cos, este texto habrá cumplido su propósito.
138 R E V I S T A E D U C A C I Ó N Y P E D A G O G Í A V O L . X ü N o . 26-27
F I L O S O F Í A Y P E D A G O G Í A
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
BALES, Robert (1969). "Comment on Herbert Blumer' s paper ". In: The American Journal ofSociology.
No. 71. pp. 545-547.
BERGER, Peter e LUCKMANN, Thomas (1974). A contruqáo social da realidade: tratado de sociología
do conhecimento. 2a. ed. Petrópolis: Vozes.
BLUMER, Herbert (1969). "Sociological implications of the thought of George Herbert Mead ".
In : The American Journaul ofSociology. No. 71. pp. 535-544.
GERTH, Hans e MILLS, Charles W (1973). Carácter e estrutura social: a psicología das instituiqoes
sociais. Rio de Janeiro: Civilizacáo Brasileña.
GIANNOTTI, José A (1975). Exercicios de Filosofía: Seleqao Cebrap 2. Sao Paulo: Brasiliemse: Cebrap.
GOFFMAN, Erving (1988). Estigma: notas sobre a manipulaqao da identidade deteriorada. 4a. ed. Rio
de Janeiro: Guanabara.
HABERMAS, Jürgen (1968/1987). Técnica e ciencia como ideología. Lisboa: Edicóes 70.
HORKHEIMER, Max (1946/1976). Eclipse da razao. Rio de Janeiro: Labor do Brasil.
MEAD, George Herbert (1896/1897). "The relation of ply to education". In : University Chicago
Press. Vol. 1. pp. 140-145.
(1900). "Suggestions toward a theory philosophical disciplines". In: Philosophical Review.
Vol. 9. pp. 1-17.
(1906a). "The teaching of Science in College". In : Science. Vol. 24. pp. 390-397.
(1906b). "Science in the Hight Scholl". In : School Review. pp. 237-249.
(1910). "The psychology of social consciousness implied in instruction". Science. Vol.
31. pp. 688-693.
(1929). "A pragmatic theory of truth". In : Studies in nature of truth. University of
California Publications in Philosophy. Vol. 11. pp. 65-88.
(1930). "The philosophies of Royce, James and Dewey in their American setting". In :
International Journal of Ethics. Vol 40. pp. 211-231.
(1932). The philosophy ofthe present. Charles W. Morris, (ed.). Chicago: The University of
Chicago Press.
(1934/1972). Mind, self and society:from the standpoint a social behaviorist. Charles W Morris.
(ed.). Chicago: The University of Chigago Press.
REVISTA E D U C A C I Ó N Y P E D A G O G Í A V O L . X Ü N o . 2 6 - 2 7 139
P S I C O L O G Í A S O C I A L Y E D U C A C I Ó N
(1936/1967). Movements of thought in the nineteenth century. Merrit H. Moore. (ed.). 8a.
ed. Chigago: The University of Chigago Press,
(1938). The -philosophy of the act. Charles W Morris, (ed.) Chigago: The University of
Chigago Press.
MILLS, Charles Wright (1963/1968). Sociología y pragmatismo. Buenos Aires: Siglo Veinte.
MORRIS, Charles (1934/1982). "Prefacio". En: MEAD, George M. Espíritu, persona y sociedad: desde
el punto de vista del conductismo social. 3a. ed. Buenos Aires: Paidós. pp. 19-21.
PEIRCE, Charles S. (1983). Escritos coligidos. Sao Paulo: Abril Cultural, pp. 1-176.
POPKEWTTZ, Thomas S. (1998). Struggling for the Soul: the politics of schooling and the construction
of the teacher. New York: Teachers College Press, Columbia University.
RORTY, Richard (1982/1996). Consecuencias del pragmatismo. Madrid: Tecnos.
(1994/1997). ¿Esperanza o conocimiento? Una introducción al pragmatismo. Buenos Aires:
Fondo de Cultura Económica.
SASS, Odair (1992). Crítica da razáo solitaria: a psicología social de George Herbert Mead. Sao Paulo:
Pontificia Universidade Católica (Tese de Doutoramento).
140 R E V I S T A E D U C A C I Ó N Y P E D A G O G Í A V O L . X Ü N o . 26-27

Contenu connexe

Tendances

Tendances (14)

George mead-e
George mead-eGeorge mead-e
George mead-e
 
conceptos sociologicos basicos
conceptos sociologicos basicosconceptos sociologicos basicos
conceptos sociologicos basicos
 
Dinamica Social
Dinamica SocialDinamica Social
Dinamica Social
 
Linea de tiempo
Linea de tiempoLinea de tiempo
Linea de tiempo
 
Georg simmel.
Georg simmel.Georg simmel.
Georg simmel.
 
Max Weber Y Carlos Marx - UNJFSC HUACHO
Max Weber Y Carlos Marx - UNJFSC HUACHOMax Weber Y Carlos Marx - UNJFSC HUACHO
Max Weber Y Carlos Marx - UNJFSC HUACHO
 
Ideología y utopía
Ideología y utopíaIdeología y utopía
Ideología y utopía
 
Universidad catolica de cuenca sede san pablo la troncal
Universidad catolica de cuenca sede san pablo la troncalUniversidad catolica de cuenca sede san pablo la troncal
Universidad catolica de cuenca sede san pablo la troncal
 
Teoria comprensiva Max Weber
Teoria comprensiva Max WeberTeoria comprensiva Max Weber
Teoria comprensiva Max Weber
 
Enfoque ludico para abordar la realidad social
Enfoque ludico para abordar la realidad socialEnfoque ludico para abordar la realidad social
Enfoque ludico para abordar la realidad social
 
El conflicto y la Psicología Social
El conflicto y la Psicología SocialEl conflicto y la Psicología Social
El conflicto y la Psicología Social
 
Weber y Marx sociología IV ciclo
Weber y Marx sociología IV cicloWeber y Marx sociología IV ciclo
Weber y Marx sociología IV ciclo
 
Talcott parsons
Talcott parsonsTalcott parsons
Talcott parsons
 
Enfoques ludico
Enfoques ludicoEnfoques ludico
Enfoques ludico
 

En vedette

Modelo de acreditacion y aseguramiento de la calidad en chile
Modelo de acreditacion y aseguramiento de la calidad en chileModelo de acreditacion y aseguramiento de la calidad en chile
Modelo de acreditacion y aseguramiento de la calidad en chileConsejo de Rectores de Panamá
 
Branding by Sally Coleman
Branding by Sally ColemanBranding by Sally Coleman
Branding by Sally ColemanNathalie Alpi
 
Propuestas de educación superior, comando Piñera
Propuestas de educación superior, comando PiñeraPropuestas de educación superior, comando Piñera
Propuestas de educación superior, comando Piñeragiorgioclash
 
Modelo chileno de excelencia
Modelo chileno de excelenciaModelo chileno de excelencia
Modelo chileno de excelenciaGonzalo Casstro
 
Bolivia: Fortalezas, Oportunidades, Debilidades y Amenazas (FODA) en Educació...
Bolivia: Fortalezas, Oportunidades, Debilidades y Amenazas (FODA) en Educació...Bolivia: Fortalezas, Oportunidades, Debilidades y Amenazas (FODA) en Educació...
Bolivia: Fortalezas, Oportunidades, Debilidades y Amenazas (FODA) en Educació...EUROsociAL II
 
Constitución política
Constitución políticaConstitución política
Constitución políticasbasilva
 
La constitución política de chile
La  constitución política de chileLa  constitución política de chile
La constitución política de chileClaudia Olate Bello
 
“La calidad en la educación superior universitaria adecuación de la matriz de...
“La calidad en la educación superior universitaria adecuación de la matriz de...“La calidad en la educación superior universitaria adecuación de la matriz de...
“La calidad en la educación superior universitaria adecuación de la matriz de...LUPE AMELIA RIVERA GONZALES
 

En vedette (12)

Modelo de acreditacion y aseguramiento de la calidad en chile
Modelo de acreditacion y aseguramiento de la calidad en chileModelo de acreditacion y aseguramiento de la calidad en chile
Modelo de acreditacion y aseguramiento de la calidad en chile
 
Branding by Sally Coleman
Branding by Sally ColemanBranding by Sally Coleman
Branding by Sally Coleman
 
Propuestas de educación superior, comando Piñera
Propuestas de educación superior, comando PiñeraPropuestas de educación superior, comando Piñera
Propuestas de educación superior, comando Piñera
 
Modelo chileno de excelencia
Modelo chileno de excelenciaModelo chileno de excelencia
Modelo chileno de excelencia
 
Acreditación universitaria
Acreditación universitariaAcreditación universitaria
Acreditación universitaria
 
Educacion en Chile
Educacion en ChileEducacion en Chile
Educacion en Chile
 
Bolivia: Fortalezas, Oportunidades, Debilidades y Amenazas (FODA) en Educació...
Bolivia: Fortalezas, Oportunidades, Debilidades y Amenazas (FODA) en Educació...Bolivia: Fortalezas, Oportunidades, Debilidades y Amenazas (FODA) en Educació...
Bolivia: Fortalezas, Oportunidades, Debilidades y Amenazas (FODA) en Educació...
 
Constitución política
Constitución políticaConstitución política
Constitución política
 
La constitución política de chile
La  constitución política de chileLa  constitución política de chile
La constitución política de chile
 
Diapositivas La acreditación en el Perú
Diapositivas La acreditación  en el PerúDiapositivas La acreditación  en el Perú
Diapositivas La acreditación en el Perú
 
“La calidad en la educación superior universitaria adecuación de la matriz de...
“La calidad en la educación superior universitaria adecuación de la matriz de...“La calidad en la educación superior universitaria adecuación de la matriz de...
“La calidad en la educación superior universitaria adecuación de la matriz de...
 
Tendencias Educacion Superior
Tendencias Educacion SuperiorTendencias Educacion Superior
Tendencias Educacion Superior
 

Similaire à Psicología social y educación

George mead
George meadGeorge mead
George meadA P
 
George mead
George meadGeorge mead
George meadA P
 
APORTES SOCIOLÓGICOS Y JURÍDICOS.docx
APORTES SOCIOLÓGICOS Y JURÍDICOS.docxAPORTES SOCIOLÓGICOS Y JURÍDICOS.docx
APORTES SOCIOLÓGICOS Y JURÍDICOS.docxpepeARDILESHURTADO
 
Psicologia social
Psicologia social Psicologia social
Psicologia social UBA
 
Análisis del enfoque Cronológico e Ideológico de la Psicología Social
Análisis del enfoque Cronológico e Ideológico de la Psicología SocialAnálisis del enfoque Cronológico e Ideológico de la Psicología Social
Análisis del enfoque Cronológico e Ideológico de la Psicología Sociallucyastoppa
 
Presentación de la 9na Sesión 2da parte del seminario
Presentación de la 9na Sesión 2da parte del seminarioPresentación de la 9na Sesión 2da parte del seminario
Presentación de la 9na Sesión 2da parte del seminarioscomunicacion
 
Intervencion Educativa
Intervencion EducativaIntervencion Educativa
Intervencion Educativayalid
 
Intervencion Educativa
Intervencion EducativaIntervencion Educativa
Intervencion Educativayalid
 
Presentacion psicologia social
Presentacion psicologia socialPresentacion psicologia social
Presentacion psicologia socialNeidaVargas1
 
Psicología comunitaria juana bravo
Psicología comunitaria  juana bravoPsicología comunitaria  juana bravo
Psicología comunitaria juana bravoJuanaBravo9
 
Sociologia, Anthony Giddens Cap I, II
Sociologia, Anthony Giddens Cap I, IISociologia, Anthony Giddens Cap I, II
Sociologia, Anthony Giddens Cap I, IIDaniela Gordon
 
10+sociologos
10+sociologos10+sociologos
10+sociologosIvan C M
 

Similaire à Psicología social y educación (20)

George mead
George meadGeorge mead
George mead
 
George Herbert Mead
George Herbert MeadGeorge Herbert Mead
George Herbert Mead
 
George mead
George meadGeorge mead
George mead
 
George mead
George meadGeorge mead
George mead
 
George mead
George meadGeorge mead
George mead
 
George mead
George meadGeorge mead
George mead
 
George mead
George meadGeorge mead
George mead
 
George mead
George meadGeorge mead
George mead
 
APORTES SOCIOLÓGICOS Y JURÍDICOS.docx
APORTES SOCIOLÓGICOS Y JURÍDICOS.docxAPORTES SOCIOLÓGICOS Y JURÍDICOS.docx
APORTES SOCIOLÓGICOS Y JURÍDICOS.docx
 
Dinámica social
Dinámica social Dinámica social
Dinámica social
 
Psicologia social
Psicologia social Psicologia social
Psicologia social
 
Análisis del enfoque Cronológico e Ideológico de la Psicología Social
Análisis del enfoque Cronológico e Ideológico de la Psicología SocialAnálisis del enfoque Cronológico e Ideológico de la Psicología Social
Análisis del enfoque Cronológico e Ideológico de la Psicología Social
 
Presentación de la 9na Sesión 2da parte del seminario
Presentación de la 9na Sesión 2da parte del seminarioPresentación de la 9na Sesión 2da parte del seminario
Presentación de la 9na Sesión 2da parte del seminario
 
Intervencion Educativa
Intervencion EducativaIntervencion Educativa
Intervencion Educativa
 
Intervencion Educativa
Intervencion EducativaIntervencion Educativa
Intervencion Educativa
 
Presentacion psicologia social
Presentacion psicologia socialPresentacion psicologia social
Presentacion psicologia social
 
4 10 Pensadores Sociologos
4 10 Pensadores Sociologos4 10 Pensadores Sociologos
4 10 Pensadores Sociologos
 
Psicología comunitaria juana bravo
Psicología comunitaria  juana bravoPsicología comunitaria  juana bravo
Psicología comunitaria juana bravo
 
Sociologia, Anthony Giddens Cap I, II
Sociologia, Anthony Giddens Cap I, IISociologia, Anthony Giddens Cap I, II
Sociologia, Anthony Giddens Cap I, II
 
10+sociologos
10+sociologos10+sociologos
10+sociologos
 

Plus de UNAM ENAP

Imaginar la-realidad
Imaginar la-realidadImaginar la-realidad
Imaginar la-realidadUNAM ENAP
 
Del espacio-abosulto-al-referencial
Del espacio-abosulto-al-referencialDel espacio-abosulto-al-referencial
Del espacio-abosulto-al-referencialUNAM ENAP
 
01.comprension lectora-ainhoa-duran
01.comprension lectora-ainhoa-duran01.comprension lectora-ainhoa-duran
01.comprension lectora-ainhoa-duranUNAM ENAP
 
Artigo sobre-musica-e-sindrome-de-down-revista-sempem
Artigo sobre-musica-e-sindrome-de-down-revista-sempemArtigo sobre-musica-e-sindrome-de-down-revista-sempem
Artigo sobre-musica-e-sindrome-de-down-revista-sempemUNAM ENAP
 
Alfred rosenberg-el-mito-del-siglo-xx
Alfred rosenberg-el-mito-del-siglo-xxAlfred rosenberg-el-mito-del-siglo-xx
Alfred rosenberg-el-mito-del-siglo-xxUNAM ENAP
 
Alici kati horna-y-su-manera-cotidina-de-captar-la-realidad
Alici kati horna-y-su-manera-cotidina-de-captar-la-realidadAlici kati horna-y-su-manera-cotidina-de-captar-la-realidad
Alici kati horna-y-su-manera-cotidina-de-captar-la-realidadUNAM ENAP
 
Anatomia artistica-dibujo-anatomico-de-la-figura-humana-
Anatomia artistica-dibujo-anatomico-de-la-figura-humana-Anatomia artistica-dibujo-anatomico-de-la-figura-humana-
Anatomia artistica-dibujo-anatomico-de-la-figura-humana-UNAM ENAP
 
Andrewloomis dibujodecabezaymanosespañol
Andrewloomis dibujodecabezaymanosespañolAndrewloomis dibujodecabezaymanosespañol
Andrewloomis dibujodecabezaymanosespañolUNAM ENAP
 
Videojuegos y-cultura-visual
Videojuegos y-cultura-visualVideojuegos y-cultura-visual
Videojuegos y-cultura-visualUNAM ENAP
 
Wollen teoria de la mirada
Wollen teoria de la miradaWollen teoria de la mirada
Wollen teoria de la miradaUNAM ENAP
 
Finalforwebsite libre
Finalforwebsite libreFinalforwebsite libre
Finalforwebsite libreUNAM ENAP
 
Sharing paradoxes
Sharing paradoxesSharing paradoxes
Sharing paradoxesUNAM ENAP
 
The future of_structural_non-communication
The future of_structural_non-communicationThe future of_structural_non-communication
The future of_structural_non-communicationUNAM ENAP
 
From visual culture_to_visual_art_-_the_normative_shift-libre
From visual culture_to_visual_art_-_the_normative_shift-libreFrom visual culture_to_visual_art_-_the_normative_shift-libre
From visual culture_to_visual_art_-_the_normative_shift-libreUNAM ENAP
 
Composicion prakel
Composicion prakelComposicion prakel
Composicion prakelUNAM ENAP
 
El escenario vol3
El escenario vol3El escenario vol3
El escenario vol3UNAM ENAP
 
Titus androquinus
Titus androquinusTitus androquinus
Titus androquinusUNAM ENAP
 
Manual de dramaturgia
Manual de dramaturgiaManual de dramaturgia
Manual de dramaturgiaUNAM ENAP
 
El desdichado en fingir
El desdichado en fingirEl desdichado en fingir
El desdichado en fingirUNAM ENAP
 
La teoria de los constructos personales
La teoria de los constructos personalesLa teoria de los constructos personales
La teoria de los constructos personalesUNAM ENAP
 

Plus de UNAM ENAP (20)

Imaginar la-realidad
Imaginar la-realidadImaginar la-realidad
Imaginar la-realidad
 
Del espacio-abosulto-al-referencial
Del espacio-abosulto-al-referencialDel espacio-abosulto-al-referencial
Del espacio-abosulto-al-referencial
 
01.comprension lectora-ainhoa-duran
01.comprension lectora-ainhoa-duran01.comprension lectora-ainhoa-duran
01.comprension lectora-ainhoa-duran
 
Artigo sobre-musica-e-sindrome-de-down-revista-sempem
Artigo sobre-musica-e-sindrome-de-down-revista-sempemArtigo sobre-musica-e-sindrome-de-down-revista-sempem
Artigo sobre-musica-e-sindrome-de-down-revista-sempem
 
Alfred rosenberg-el-mito-del-siglo-xx
Alfred rosenberg-el-mito-del-siglo-xxAlfred rosenberg-el-mito-del-siglo-xx
Alfred rosenberg-el-mito-del-siglo-xx
 
Alici kati horna-y-su-manera-cotidina-de-captar-la-realidad
Alici kati horna-y-su-manera-cotidina-de-captar-la-realidadAlici kati horna-y-su-manera-cotidina-de-captar-la-realidad
Alici kati horna-y-su-manera-cotidina-de-captar-la-realidad
 
Anatomia artistica-dibujo-anatomico-de-la-figura-humana-
Anatomia artistica-dibujo-anatomico-de-la-figura-humana-Anatomia artistica-dibujo-anatomico-de-la-figura-humana-
Anatomia artistica-dibujo-anatomico-de-la-figura-humana-
 
Andrewloomis dibujodecabezaymanosespañol
Andrewloomis dibujodecabezaymanosespañolAndrewloomis dibujodecabezaymanosespañol
Andrewloomis dibujodecabezaymanosespañol
 
Videojuegos y-cultura-visual
Videojuegos y-cultura-visualVideojuegos y-cultura-visual
Videojuegos y-cultura-visual
 
Wollen teoria de la mirada
Wollen teoria de la miradaWollen teoria de la mirada
Wollen teoria de la mirada
 
Finalforwebsite libre
Finalforwebsite libreFinalforwebsite libre
Finalforwebsite libre
 
Sharing paradoxes
Sharing paradoxesSharing paradoxes
Sharing paradoxes
 
The future of_structural_non-communication
The future of_structural_non-communicationThe future of_structural_non-communication
The future of_structural_non-communication
 
From visual culture_to_visual_art_-_the_normative_shift-libre
From visual culture_to_visual_art_-_the_normative_shift-libreFrom visual culture_to_visual_art_-_the_normative_shift-libre
From visual culture_to_visual_art_-_the_normative_shift-libre
 
Composicion prakel
Composicion prakelComposicion prakel
Composicion prakel
 
El escenario vol3
El escenario vol3El escenario vol3
El escenario vol3
 
Titus androquinus
Titus androquinusTitus androquinus
Titus androquinus
 
Manual de dramaturgia
Manual de dramaturgiaManual de dramaturgia
Manual de dramaturgia
 
El desdichado en fingir
El desdichado en fingirEl desdichado en fingir
El desdichado en fingir
 
La teoria de los constructos personales
La teoria de los constructos personalesLa teoria de los constructos personales
La teoria de los constructos personales
 

Psicología social y educación

  • 1. Escuela de Atenas. -Roma Vaticano-, Sodoma y Rafael. -Fragmento-. PSICOLOGÍA SOCIAL Y EDUCACIÓN: LA PERSPECTIVA PRAGMÁTICA DE GEORGE HERBERT MEAD Odair Sass
  • 2. RESUMEN PSICOLOGÍA SOCIAL Y EDUCACIÓN: LA PERSPECTIVA PRAGMÁTICA DE GEORGE HERBERT MEAD El objetivo de este artículo es discutir sobre el pensamiento del psicólogo y filósofo norteamericano George Herberh Mead (1863-1931), ciertamente importante elaborador del Pragmatismo. Se destacan los tres elementos básicos de la psicología social elaborados por él: el pragmatismo y la perspectiva hegeliana que adoptó; el concepto de Yo; el papel esencial de la educación en la formación del individuo y en el desarrollo de la auto-conciencia. ABSTRACT SOCIAL PSYCHOLOGY AND EDUCATION: GEORGE HERBERT MEAD'S PRAGMATIC PERSPECTIVE This article intends to discuss the thought of the Northamerican psychologist and philosopher George Herbert Mead (1863-1931), the great elaborator of pragmatism. The three basic elements of social psychology worked out by him are highlighted: Pragmatism and the Hegelian perspective; the concept of self; the crucial role of education in the formation of the individual and in the self-conscience development. RESUME PSYCHOLOGIE SOCIALE ET EDUCATION: LAPPROCHE PRAGMATIQUE DE GEORGE HERBERT MEAD Cet article a pour but de mettre en discussion la pensée du psychologue et philosophe américain George Herbert Mead (1863-1931) —un philosophe qui a participé de la réélaboration du concept de pragmatisme—. On souligne trois éléments essentiels de la psychologie sociale elabores par lui: le pragmatisme et la perspective hégélienne, le concept de moi, et le role essentiel de l'éducation dans la formation individuelle et dans le développement de l'auto-conscience.
  • 3. PSICOLOGÍA SOCIAL Y EDUCACIÓN: LA PERSPECTIVA PRAGMÁTICA DE GEORGE HERBERT MEAD Odair Sass* Traducción del portugués: Elkin Obregón 1. EL AUTOR Y SU OBRA G eorge Herbert Mead (1863-1931), fi- lósofo y psicólogo norteamericano, fue uno de los creadores del Pragmatismo, al lado de William James (1842-1910), Charles Sanders Peirce (1839-1914) y Jonh Dewey (1859-1952). Tal vez sea Mead el menos recordado entre el grupo de pensadores que integra la primera genera- ción de pragmatistas. Las características de su obra -aparente dis- persión de temas publicados en vida, bajo la forma de poco más de sesenta artículos o en- sayos, en revistas especializadas, entre 1896 y 1930; publicación postuma de cuatro obras, compiladas y organizadas por sus discípulos: The philosophy of the present (1932), Mind, Self and Society (1934),1 Movements ofthought in the nineteenth century (1936/1967) y The philosophy of the act (1938)-, donde se plantean los cami- nos decididamente experimentales y de com- portamiento (behavioral), por los cuales se orientó en parte la psicología norteamericana, explican la influencia parcial ejercida sobre dis- ciplinas que trató directamente (psicología so- cial y filosofía social), y la más sistemática so- bre la sociología, por ejemplo en las obras de Goffman (1988), Gerth y Mills (1973) y Berger y Luckmann (1974). Si la obra de George Mead tuvo influjos muy oscilantes en las ciencias so- ciales y permanece hasta hoy muy poco cono- cida, sin duda sus escritos pedagógicos son aún menos conocidos y valorizados. Es preciso hacer dos aclaraciones respecto de esos escritos: 1) deben ser interpretados a luz de la psicología social o de la teoría social del self, esbozada por el autor; 2) fueron elabora- dos y publicados en diferentes momentos de su vida académica. Así, en The relation of play to education (1896/1897), Mead señala tres acti- vidades humanas básicas, nacidas de la expe- riencia social del individuo (juego-play-, tra- bajo -work- y arte -art-), para evidenciar el equívoco de que la sociedad moderna adopte el trabajo como principio educativo en la edu- cación básica, ya que incluso el llamado traba- jo libre (para oponerlo al trabajo esclavo), no es realmente libre, es trabajo alienado, hecho que contradice la propia noción de educar para la autonomía y la libertad. Si la escuela no * Psicólogo, maestro y doctor en psicología. Profesor del Postgrado de la PUC-SP Dirección electrónica: ehps@pucsp.br 1. Para evidenciar la dificultad de las publicaciones postumas, Charles Morris, organizador del texto de Mead, escribe en el prefacio: «Tengo plena conciencia de que nuestros esfuerzos combinados no han podido producir el volumen que desearíamos que George H. Mead hubiese escrito. Pero no hay pruebas de que incluso una prolongación de su vida hubiese logrado que el material adquiriera forma de volumen entre sus manos» (Morris, 1934/1972,21). REVISTA E D U C A C I Ó N Y P E D A G O G Í A V O L . X Ü N o . 2 6 - 2 7 125
  • 4. P S I C O L O G Í A S O C I A L Y E D U C A C I Ó N puede lograr plenamente sus finalidades, con base en el principio del trabajo, puede al me- nos contribuir a eliminar la esclavitud a que los hombres están sometidos (141-145). El juego, pensado como actividad humana distintiva, desempeña un importante papel en la elaboración teórica de Mead. No obstante, es imprescindible anotar que esa categoría analítica asume diferentes contenidos, a me- dida que el autor desarrolla su teoría social de la psicología. Si en 1986, el juego (play) apare- ce contrapuesto al trabajo y al arte, en el senti- do kantiano, como una actividad cuya finali- dad es "sin fin", en Mina, self and society, las actividades lúdicas surgen, al lado del lengua- je, para explicar la formación social del self, a partir del mecanismo psíquico de adopción de la actitud o del papel del otro (taking the role of the other); aquí, el autor establece una distinción entre el juego (play) y el deporte (game), para identificar las diferentes implicaciones de ambos en la formación de la personalidad del niño: En el período de los juegos (play period), el niño utiliza sus propias reacciones a los es- tímulos que emplea para construir una per- sonalidad (self) ... Por ejemplo, juega que está ofreciendo algo, y lo compra; se envía a sí mismo una carta, y la recibe; se habla a sí mismo como si hablara al padre, al profe- sor: se detiene a sí mismo, como si fuera un policía... es ésta la forma más simple de ser otro para uno mismo... Si comparamos el juego (play) con lo que ocurre en un deporte organizado (game), observamos la diferencia esencial de que el niño que participa en un deporte debe estar preparado para adoptar la actitud de todos los que en él intervienen, y que esos dife- rentes papeles deben tener una relación de- finida entre ellos (Mead, 1934/1972, 150- 151). Claro está que, en actividades de juego (play), las reglas, aunque existen, no son para el niño objeto de reflexión, pues, para que lo fueran, tendría que tener una conciencia desarrolla- da; en contraste, los deportes (games), en ge- neral, deparan con el aprendizaje de sus re- glas una fuente de interés y placer para el niño. Inciden en actividades sociales concretas que constituyen niveles diversos del desarrollo de la personalidad. Considerando suficientes los anteriores argu- mentos para sugerir, a) la relevancia de la obra de Mead en el ámbito general de las ciencias sociales, y del pragmatismo en particular, y b) la importancia de examinar sus escritos sobre la educación dentro del contexto de su visión de la psicología social, se expondrá primero, en sus trazos generales, la perspectiva de Mead acerca del pragmatismo, de la psicología so- cial y de la educación, y, luego, los desdo- blamientos específicos de su teoría social del self en el campo pedagógico. 2. EL PUNTO DE VISTA DE G.H. MEAD SOBRE EL PRAGMATISMO Una advertencia inicial. Si los análisis de ten- dencia o de conjunto de las ideas y sistemas de pensamiento tienen la ventaja de identifi- car proposiciones, perspectivas, modos de pro- ceder y consecuencias generales, pueden por otra parte ocultar variaciones o diferencias in- ternas importantes entre los autores de tales ideas y pensamientos. En contrapartida, los análisis particulares, al tiempo que revelan la especificidad de un autor y de sus concepcio- nes, obscurecen, muchas veces, por enfatizar los detalles y las particularidades, la relación de esas concepciones con el cuadro de refe- rencia en que fueron creadas. Diversos ejemplos pueden hallarse en la his- toria de la ciencia moderna. Para los propósi- tos de este artículo, sin embargo, basta men- cionar el caso del pragmatismo. Bajo esa de- nominación se designan* cosas tan diferentes 126 R E V I S T A E D U C A C I Ó N Y P E D A G O G Í A V O L . X Ü N o . 26-27
  • 5. F I L O S O F Í A Y P E D A G O G Í A entre sí como el modo de pensar y obrar de un pueblo (el norteamericano), y una escuela de pensamiento filosófico y científico sistema- tizado iniciada por William James y Charles Peirce, en el siglo XIX. Charles Wright Mills, reputado intelectual norteamericano, declaró, en el post scriptum de su importante reconstrucción del prag- matismo -Sociology and Pragmatism (1963/ 1968)-, que la carencia de un estudio sistemá- tico de la obra de George Herbert Mead lo lle- vó a la conclusión de que su estudio había lo- grado componer apenas una imagen fragmen- taria del movimiento pragmatista (Mills, 1968, 483) y que las respuestas a ciertas afirmacio- nes precipitadas sobre tal movimiento exigía el trabajo de sistematización y formulación de las explicaciones "cordiales" del pragmatismo ofrecidas por Sidney Hook, Horace Kallen y sobre todo, por G.H. Mead (Mills, 1963/1968, 485). Transcurridas más de tres décadas desde la autocrítica y recomendación de Wright Mills, se observan aún apropiaciones parciales de la obra de Mead, en algunos casos, o una omi- sión injustificada, en otros. Es curioso observar cómo autores norteameri- canos que en las dos últimas décadas han que- rido renovar la discusión acerca del pragmatismo (por ejemplo, Rorty, 1982/1996, 1994/1997), y del self (por ejemplo, Popkewitz, 1998), no mencionan la importancia de la obra de Mead sobre esos temas. A lo sumo eligen preferencialmente a James y Dewey como interlocutores (Rorty), o citan de paso a Dewey (Popkewtiz). Si damos la debida importancia a las recomen- daciones de Mills, dicha constatación sobre- pasa la simple curiosidad. Así, una lectura atenta de los primeros sistematizadores del pragmatismo permite concluir que, bajo esa denominación, siguen agrupadas perspectivas teóricas distintas, por decir lo menos. En esos términos, si no se quieren ignorar diferencias significativas, es imprescindible empezar por admitir que la atribución de los orígenes del pragmatismo (a Aristóteles, Locke, Berkley y Hume, por James; a Kant, por Peirce; y a Hegel, por Mead y Dewey) trae consigo consecuen- cias significativas en las elaboraciones teóricas de cada uno de estos autores. Para los propó- sitos de este artículo, basta mencionar la rup- tura contundente de Peirce con relación al pragmatismo de James y al humanismo de Schiller. Divergiendo de las reducciones, adop- tadas por James, acerca de la noción utilitaris- ta de verdad (una idea es útil porque es ver- dadera y verdadera porque es útil), y de la posibilidad de conocimiento reducida a la re- lación psicológica resultante de la experiencia individual, Peirce dice, en carta dirigida a James en 1904: "Usted y Schiller llevan el pragmatismo demasiado lejos para mi gusto". Y continúa: También quiero decir que, a pesar de todo, el pragmatismo no resuelve ningún autén- tico problema. Muestra apenas que presun- tos problemas no son problemas reales. Cuando llegamos a asuntos como la inmor- talidad, la naturaleza de la relación entre él espíritu y la materia ... quedamos a oscuras. Lo que el pragmatismo hace en estos casos es simplemente abrir el intelecto para reci- bir, no para ofrecer pruebas (Peirce, 1983, 104-105). La polémica de Peirce con James y otros pragmatistas es más profunda de lo que aquí se resumió, pero no es pertinente a nuestros objetivos. Esta pequeña muestra, sin embar- go, sugiere que lo más apropiado es hablar de pragmatismos, para no borrar las distinciones importantes que existen en las obras de sus constructores. Fue en esos términos como con- sideré más apropiado presentar una introduc- ción a la psicología social de Mead, en 1992 - texto citado en las referencias bibliográficas-, y del que extraje la interpretación de Mead acerca del idealismo hegehano, que presenta- ré a continuación. REVISTA E D U C A C I Ó N Y P E D A G O G Í A V O L . X Ü N o . 2 6 - 2 7 127
  • 6. P S I C O L O G Í A S O C I A L Y E D U C A C I Ó N Es suficiente, para nuestros propósitos, expo- ner el modo como Mead asimila a Hegel, es- pecialmente en su concepción pragmática de la verdad2 -destinada a distinguir y articular los conocimientos filosóficos y científicos, me- diante la incorporación crítica de las tesis Hegelianas, del realismo como doctrina y del pragmatismo como método-, y en su teoría social del self, que se expresa en una psicolo- gía social, ambas tratadas en el próximo apar- tado. Para no dejar dudas acerca de esto, Mead es- cribe en A pragmatic theory of truth: No todos los idealismos son hegelianos, o neohegelianos, en la utilización usual de esos términos, pero lo que tengo de común con todos ellos es el abordaje de la realidad des- de el punto de vista del pensamiento. Pode- mos abordar la naturaleza numenal sólo a través de la naturaleza numenal del pensa- miento; el ropaje de la naturaleza es transi- torio, contingente y particular (Mead, 1929, 83.). Además del pasaje citado, la exposición más sistemática de Mead sobre el pragmatismo está contenida en dos textos, a saber: Science raises problemsfor philosophy-Realism and Pragmatism (en Mead, 1936/1967, 326-359), y The philosophies of Royce, James and Dewey in their American setting (1930, 211-231). La unidad de esos textos gira en torno de la discusión entre el idealismo y el pragmatismo que, para Mead, implica el esclarecimiento de la relación entre filosofía y ciencia. El conoci- miento no es un puro acto de pensamiento, ni la pura impresión de la experiencia, sino la relación establecida entre la experiencia y el pensamiento, cuya existencia se localiza en nuestra experiencia espaciotemporal. Es ésta la base del realismo. La existencia es aquí una relación cognoscitiva de la experiencia del sujeto con el objeto, ca- paz de un análisis objetivo: El interés del realista se concentra en este proceso de análisis, de dividir el objeto del conocimiento en sus diversos elementos, con el aislamiento, tanto de sus conexiones, como de las cosas en sí mismas, revelando así la doctrina del carácter externo de las relacio- nes. Las relaciones no existen dentro de los límites de aquello que es efectuado; existen entre elementos que están conectados entre sí (1936/1967, 238). El conocimiento relacional y analítico postu- lado por el realismo implica que a) aquello con lo que tenemos una relación cognoscitiva es real; b) la fase analítica de la experiencia es más importante que la fase sintética, enfatizada por los empiricistas; y c) las relaciones entre los elementos del conocimiento es pautada por la exterioridad. El énfasis del realismo en el aná- lisis del objeto implica el método de su reali- zación. A ese respecto, dice Mead: «Lo que ha tenido tal vez mayor importancia para el punto de vista de la doctrina realista es su re- conocimiento de los objetos del pensamiento tal como aparecen en el proceso de análisis. Lá filosofía realista es aquella cuyo método es analítico» (330). En líneas generales, el método analítico utili- zado por el realista apunta a la recuperación de los elementos esenciales del objeto del co- nocimiento y la explicación de las relaciones entre esos elementos. Los elementos esencia- les son elementos que existen en el mundo y de los cuales hacemos uso en el pensamiento; son las denominadas "constantes lógicas". A partir de la obtención de esos elementos esen- ciales es posible entonces establecer las rela- ciones entre ellos, relaciones marcadas por la exterioridad. 2. Una crítica de conjunto acerca de la concepción de verdad en los pragmatistas fue presentada por Horkheimer (1946/1976,11-67). 128 R E V I S T A E D U C A C I Ó N Y P E D A G O G Í A VOL. X H N o . 26-27
  • 7. F I L O S O F Í A Y P E D A G O G Í A Mead ilustra el método realista recurriendo a la doctrina hegeliana del self social. Para esta doctrina, hablamos del self como pertenecien- te a un grupo social como ciudadano, como miembro de una familia, como un punto en suma a través del cual pasan todas las relacio- nes sociales. De este modo, «las relaciones del hombre con las personas que lo rodean son justamente lo que constituye al hombre. Sus relaciones con los miembros de su familia ha- cen de él lo que él es» (332). Por eso, según Mead, en la doctrina hegeliana del self «no podemos decir que la relación del padre con el hijo se sitúa fuera del carácter de padre e hijo. No podemos decir que estamos ante dos objetos diferentes, conectados por la relación paternal y filial» (332). En otras palabras, la relación entre padre e hijo es interna y pensada como la expresión finita y particular de un self absoluto. Contra esa concepción, la doctrina realista admite que las relaciones cognoscibles son co- nexiones establecidas entre elementos diferenciables unos de otros, capaces de ser aprehendidas por el proceso de análisis, y que no modifican necesariamente los elementos en sus estructuras. Es lo que ocurre cuando pro- cedemos a las operaciones de adición o sus- tracción. Los números que forman los térmi- nos de esas operaciones son elementos distin- tos, y las operaciones no modifican sus carac- teres esenciales. También pueden analizarse así las relaciones sociales. Conozco a una persona, y nos hace- mos amigos. El hecho de que haya una influen- cia recíproca entre nosotros, que provoca alte- raciones en ella y en mí, no autoriza al analista a suponer que seamos otras personas antes y después de nuestra relación; es necesario que el análisis de ésta indique aquello que en cada uno fue modificado, y aquello que permane- ce igual. El supuesto de la dependencia relacional en- tre elementos distintos permite, desde el punto de vista científico, la verificación de múltiples proposiciones de variados dominios, que pue- dan robustecer la explicación funcional de los acontecimientos. Especialmente en lo que se refiere a la psico- logía, ese principio del realismo filosófico mo- derno «ha ayudado a liberar la psicología de sus preocupaciones ante la filosofía de los es- tados mentales» (Mead, 1934/1972, 52, nota 8 -1924-), en la medida en que ella pasa a con- centrarse en los aspectos relaciónales de suje- tos entre sí y del individuo con la sociedad. La comprensión de la teoría pragmática de la verdad de Mead exige aún otro paso: el de entender bajo qué aspectos el pragmatismo de Mead se apropia de Hegel, y en cuáles difie- re.3 En forma sucinta, la posición de Mead con re- lación a Hegel es la siguiente: la doctrina hegeliana es la expresión mayor del romanti- cismo; admite que corresponde a la filosofía explicar el conocimiento como un proceso, consecuente con su noción de evolución; el proceso del conocimiento tiene como base la contradicción instaurada entre dos polos an- tagónicos -tesis y antítesis-, que conducen a la síntesis; la contradicción se verifica entre universales y, contrario a la destrucción del pensamiento, es la condición para que éste sea elevado a un nivel superior del entendimien- to y, en consecuencia, a la superación de la fase histórica en que se encuentra. La doctrina hegeliana se extiende a muy di- versas áreas del conocimiento humano: la fi- losofía de la historia, la historia de la filosofía, 3. La exposición de Mead sobre el pensamiento hegeliano se encuentra en (1934/1967,127-152). Exposición muy valiosa porque ejemplifica claramente la apropiación pragmatista de Hegel. REVISTA E D U C A C I Ó N Y P E D A G O G Í A V O L . X Ü N o . 2 6 - 2 7 129
  • 8. P S I C O L O G Í A S O C I A L Y E D U C A C I Ó N el derecho, la teoría del Estado; en resumen, aporta tanto al materialismo dialéctico como a la teología liberal. Mead destaca de esa doctrina dos aspectos que desempeñan un importante papel en su teo- ría psicológica: 1) el conocimiento se realiza a través de la idea hegeliana de contradicción; 2) la historia de las instituciones. Refiriéndose al segundo aspecto, escribe: En un sentido bastante preciso podemos de- finir esta filosofía no sólo como evolucionista, sino también como una filosofía de carácter (character) social. Su resultado más impor- tante radica en la forma en que conduce a las instituciones humanas, especialmente en lo que concierne a la evolución de esas insti- tuciones (Mead, 1936/1967,147). En cuanto al primer aspecto, Mead entiende que Hegel establece de un modo incorrecto el conflicto o la contradicción, entre universa- les. En el caso de la ciencia, aduce que el procedi- miento del científico es encontrar "hechos" (facts), o eventos particulares que entren en conflicto, o se opongan a las teorías o leyes científicas explicativas del fenómeno en cues- tión. En esos términos, la contradicción, al menos en el ámbito de la ciencia, se da entre univer- sal (leyes y teorías) y particular (evento o "he- cho" -"fact"-), y no entre universales. El pro- blema científico aparece en forma de excep- ciones a las leyes hasta entonces aceptadas como explicativas. Así, «el conflicto que el científico, el investiga- dor, debe resolver, es el que surge entre la ex- cepción y la ley, no entre una ley y otra, entre un universal y otro» (135). En la terminología lógica, prosigue Mead, lo que el científico enfrenta «es un conflicto en- tre una proposición universal afirmativa y una particular negativa» (135). Es importante aclarar que la crítica pragmáti- ca de Mead acerca de Hegel incide sobre el presupuesto idealista que localiza la contradic- ción entre universales y, si así podemos expresarlo, en el plano de la abstracción, cuan- do de hecho debe localizarse en el plano de la relación entre universal y particular; entre lo concreto y lo abstracto. El siguiente texto sintetiza la discordancia y aceptación esenciales de Mead con repecto a Hegel: [...] Hegel asume que nuestro desarrollo, incluyendo el desarrollo de la ciencia, se rea- liza mediante el conflicto entre universales, éntrelas ideas. En realidad, se realiza me- diante el conflicto entre universales, o le- yes, y algún evento particular, alguna ex- cepción. Si podemos hacer esa reserva (reservation) al considerar la doctrina hegeliana, podremos entonces decir que Hegel supone correctamente que el desarro- llo de nuestro conocimiento obedece al con- flicto. Sucede a través de la apariencia (appearance) de los problemas y la solución de los mismos. Tienes una tesis y una antí- tesis y avanzarás hacia una síntesis. (135).4 Tan importante como la concordancia y la re- serva de Mead respecto a Hegel, es advertir la conversión pragmatista del pensamiento hegeliano: la contradicción viene a ser enten- dida como el conflicto establecido entre un universal afirmativo y un particular negativo, 4. Lejos de nosotros suponer que ese reparo (reservation), para usar el término de Mead, agota la polémica ya secular con el hegelianismo; menos aún queremos verla como una crítica que Marx, por ejemplo, haya omitido. Simple- mente registramos, por enésima vez, la crítica facilista al pragmatismo; incluso aquella hecha por los marxistas, muchas veces deja de considerar ese nivel de sutilezas pragmatistas. 130 R E V I S T A E D U C A C I Ó N Y P E D A G O G Í A V O L . X I I N o . 26-27
  • 9. F I L O S O F Í A Y P E D A G O G Í A que se manifiesta en la cualidad de un proble- ma, resuelto a su vez por el hallazgo científico de su solución. Esa conversión se completa en el momento en que Mead asimila, de modo que no ofrece dudas, la noción hegeliana de reflexión. Al respecto dice: La reflexión es un proceso para hallar solu- ciones a los problemas. Aquello que llama- mos "inteligencia reflexiva" (reflective intelligence) es sacar a la luz, con relación a lo que estamos habituados a creer, alguna excepción. Ponemos todas nuestras visio- nes, nuestras ideas, nuestros métodos de conducta en la forma universal. Reconoce- mos que esos universales probablemente es- tán sujetos a excepciones, pero tenemos por hábito obrar de esa manera. Esperamos que las cosas sucedan de un modo universal. Cuando una excepción surge, nos vemos frente a un problema; debemos entonces pen- sar reflexivamente. Y el pensamiento desa- rrolla la presentación de una hipótesis (136). No es difícil identificar la perspectiva pragmatista del texto; cabe apenas destacar que, para el autor, la reflexión y la inteligencia reflexiva -formas de ser del pensamiento- son medios para la resolución de problemas. Para concluir la reflexión sobre el pensamien- to filosófico de George Mead, es imprescindi- ble analizar ahora el postulado de la exteriori- dad de los elementos del mundo, que pueden llegar a vincularse entre sí por proposiciones funcionales; vínculo formulado por el cientí- fico a través del método de verificación de hi- pótesis. La relación funcional es, para el autor, una re- lación simbiótica (relational symbiosis) entre proposiciones; se refiere, por tanto, al plano lógico, y no al plano empírico: «Lo que ocurre con el juicio cuando se precipita dentro de una proposición es que se purifica del evento em- pírico que lo originó, y puede ahora entrar en relación simbiótica con un número indefini- do de otras proposiciones» (Mead, 1929, 47. El resaltado es mío) Es interesante recordar una frase, de aparien- cia inocente e irrefutable, formulada por Mead: «El científico hace una pregunta a la naturale- za, y espera obtener respuestas; la naturaleza no puede ser en sí misma problemática». Tal aserto equivale a decir que los elementos del mundo tienen existencias indiferentes en- tre sí, una existencia natural, hasta que el cien- tífico los vincula en términos de proposicio- nes funcionales.5 Equivalencia no compartida por todos aquellos que admiten la existencia de un mundo exterior al propio sujeto. El problema comienza cuando preguntamos cuál es el estatuto ontológico de esos elemen- tos: ¿El atributo rojo que damos a una flor tie- ne el mismo estatuto del rojo con que desig- namos el color de la piel del indio? La pregunta hecha no tiene la perspectiva nominalista que aplica la palabra rojo arbitra- riamente a "seres" tan distintos como una flor y un indio. Incide sobre el estatuto natural o artificial de los objetos denotados por la pala- bra; es decir, ¿una flor y un indio componen la misma naturaleza? Por supuesto, llamar rojo al indio o la flor de no altera un ápice de la materialidad de esos seres. Sin embargo, esto no ayuda a respon- der sobre la "naturaleza" de sus existencias o sus formas de existir. 5. Esperamos haber dejado claro que la noción del autor sobre las proposiciones funcionales dista de la simplificación positivista que entiende el funcionalismo como un método de análisis para el cual el sistema a ser explicado lo es todo; el resto, incluyendo las estructuras que desempeñan las funciones, es secundario; y que, deliberadamente, no se preocupa de la génesis y el desarrollo de esas estructuras, sino sólo de sus funcionamientos para la manuten- ción del sistema. REVISTA E D U C A C I Ó N Y P E D A G O G Í A V O L X D N o . 2 6 - 2 7 131
  • 10. P S I C O L O G Í A S O C I A L Y E D U C A C I Ó N La tentación de afirmar que tanto la flor como el indio son partes de la naturaleza, a las cua- les simplemente yuxtaponemos el atributo rojo, es grande. Pero, apartir de ahí, el propio signo, el rojo de la flor y el rojo del indio, pa- san de un modo inexorable a hacer igualmen- te parte de la naturaleza; la flor es natural, el indio es natural, la palabra rojo con que son designados es natural; los caracteres sociales de la palabra, del indio y del significado de la flor son naturalizados. Todo cuanto debe hacerse es establecer víncu- los preposicionales entre estos elementos para tornarlos inteligibles a la mente humana, atri- buyéndoles, lógicamente, significados sociales, pero sus estatutos naturales no son tocados; todos son "cosas ahí". Es justamente ese postulado, fundamentado incluso de corrientes científicas opuestas, lo que resulta problemático. El pragmatismo de George Mead discurre en el plano común de ese postulado; las proposi- ciones funcionales suponen la existencia fun- cional, como "cosa ahí", de la acción humana. Como veremos en la secuencia, sobre todo con relación a la psicología social, para Mead el análisis del comportamiento humano presu- pone el contexto social en que se manifiesta. Más aún, el comportamiento está determina- do socialmente. ¿Cuál es, entonces, nuestra divergencia con el autor? El problema no ra- dica en que Mead niegue la "naturaleza" so- cial del comportamiento humano, si no en el hecho de que el carácter social es naturaliza- do. Gracias a esa naturalización de la sociedad, Mead se orienta hacia la perspectiva evolucionista de la historia y de la sociedad, abstrayendo, en consecuencia, las condiciones sociales concretas que determinan la forma- ción del yo y del self individuales.6 Para lo que aquí interesa, sólo es importante conservar la idea de que, desde el punto de vista del marxista, incluso los objetos natura- les, como el algodón que va a ser procesado, pierde su "naturalidad" en la medida en que recibe la forma humana de su destino; al ser trasformado en hilo, es decir, al tornarse dife- rente al algodón en bruto, deja de ser algo natural para convertirse en el primer momen- to de un trabajo humano. Utilizado luego como cuerda para elevar una cometa, o como tejido para elaborar trajes, se tratará de usos que el hombre le da como objeto de consumo (Giannoti, 1975,126). Con mayor fuerza -aún desde teoría marxis- ta-, es insustentable el postulado de que la relación mutua de los hombres pueda ser ana- lizada bajo el supuesto naturalista. Consideremos la relación padre-hijo. Mead nos dice que la dialéctica hegeliana agrupa esos elementos en sí mismos; para dejar de lado el carácter idealista de ese análisis, pro- pone que entendamos padre e hijo como ele- mentos diferentes, y que los sometamos a un análisis funcional. Dicha sugestión implica exactamente la imposibilidad del análisis de las determinaciones recíprocas entre estos ele- mentos; quedará apenas, así sea en términos universales, el análisis funcional y de complementariedad entre los dos polos. Se gana así en abstracción, y se pierde la concre- ción analítica. Nuestra reserva, entonces, es ésta: Mead se queda en la mitad del camino de la crítica al empiricismo y al idealismo hegeliano, pues al rechazar la dialéctica en que un polo se expre- 6. Es así como entiendo la siguiente observación de Habermas: «Bajo la influencia de los presupuestos naturalistas del pragmatismo, G.H. Mead repite [...] la idea de Hegel de que la identidad del yo sólo puede constituirse a través de la ejercitadón en los papeles sociales, es decir, en la complementariedad de expectativas de comportamiento con base en el reconocimiento recíproco» (Habermas, 1968/1987,20, nota 10). 132 R E V I S T A E D U C A C I Ó N Y P E D A G O G Í A V O L . X Ü N o . 26-27
  • 11. F I L O S O F Í A Y P E D A G O G Í A sa en el otro, el carácter social del hombre es naturalizado, como una "cosa ahí". Es preciso aclarar un punto importante: la crí- tica que hicimos a Mead es, obviamente, una crítica externa, o sea, una crítica de la perspec- tiva marxista de la ciencia. Sin embargo, a pesar de ser externa: la crítica al naturalismo de Mead no es extrínseca, pues si Marx es del linaje de Hegel, también Mead es de ese mismo linaje. La opción de la crítica externa de la perspecti- va marxista ofrece, para nosotros, un blanco claro: es obvio que no podríamos acusar a un teórico del ser pragmatismo de ser prag- matista. Ello equivaldría a decir, por ejemplo, que Mead, en vez de ser pragmatista, debería ser marxista. Tal procedimiento carece de una justificación razonable. Nuestra perspectiva es la de hacer la crítica de una teoría psicológi- ca vigorosa, como lo es la elaborada por Mead, desarrollándola bajo la óptica de la teoría crí- tica de la sociedad y del individuo. 3. LA FORMACIÓN DEL SELF: EL PAPEL DE LA EDUCACIÓN El concepto de self ocupa un lugar en la psico- logía social de George Mead. Por una parte, los diferentes modos de que se vale el autor para explicar lo que denomina self, selves, person, personality, self-consciousness, son con- vincentes y consistentes; por otro lado, las di- ficultades tocan con el entendimiento diversificado que se extrajo del concepto, e, incluso, con los posibles escollos que ofrece la traducción del término otros idiomas.7 Según el autor, «la esencia de los self [...] es cognoscitiva (cognitive): radica en la conver- sación de gestos internalizados que constitu- ye el pensamiento, o en términos de la cual opera el pensamiento o la reflexión. De ahí que el origen y las bases del self, como los del pen- samiento, sean sociales» (Mead, 1934/1972, 173). Si la base social del self está en sus rasgos ge- nerales, delineada, nos resta aguzar la vista para mirar más de cerca su estructuración. Es evidente que la psicología, como campo científico, sería prescindible si la organización de las experiencias del individuo fuera la re- producción pura y simple de las estructuras externas -actitudes sociales de los otros- en donde aquellas se realizan. Aquí, mencionar la diferencia entre las nociones de inter- nalización -en la que hay un "sentido perso- nal" en la organización de las estructuras ex- ternas-, y de interiorización -que enfatiza la transposición, al interior del sujeto, de las es- tructuras externas tal como se presentan en la experiencia-, nos ayuda a comprender mejor lo que está siendo puesto en cuestión. Con esto quiere decirse que pueden distinguir- se, en la experiencia del individuo, la porción que hace parte del yo -que reacciona ante las actitudes de los otros-, y la porción que él toma para sí y es procesada/internalizada antes de ser integrada al yo, o a ser incorporada a su conducta, o, incluso, antes de tornarse un dis- ponible para él. Por supuesto, este entendimiento no puede ser comprendido como si se tratara de la metafísi- ca del cómo una persona puede ser ambas co- sas, yo y mí; por el contrario, quiere investigar en qué sentido, en el comportamiento del in- 7. En el primer caso, cítese el debate realizado entre Hebert Blumer, que entiende el self como un proceso, y Robert Bales, que lo destaca como estructura (Blumer, 1969,535-544 y 547-548; Bales, 1969,545-547; Mead, 1934/1972,178 y 263, nota 10). En el segundo caso, la traducción de self por persona, en la lengua española, no es convincente. Menos aún se justifica la traducción de self por el pronombre "yo", como aparece en diversas publicaciones en legua portuguesa. REVISTA E D U C A C I Ó N Y P E D A G O G Í A V O L . X Ü N o . 2 6 - 2 7 133
  • 12. P S I C O L O G Í A S O C I A L Y E D U C A C I Ó N dividuo, surge el "yo" frente al "mí" (Mead, 1934/1972, 173-174), además de verificar el modo en que esas fases (phases) de la persona se organizan para formar una totalidad con- creta: el self. Ante muchas de nuestras acciones, nos pre- guntamos a posteriori: ¿Cómo fui capaz de tal cosa? ¿Por que en tal situación no reaccioné de forma X, y sí lo hice de la manera Y? No es infrecuente que nos digamos a nosotros mis- mos que somos dos personas, y lleguemos in- cluso a considerar una mejor que la otra. Mu- chas veces reaccionamos con extrañeza respec- to a nosotros mismos, sin que por ello, en ese momento, nos juzguemos "locos" o "extra- viados". La extrañeza que a veces sentimos de noso- tros mismos obedece a respuestas inéditas que emitimos ante la novedad de las situaciones con que nos enfrentamos, y que no estaban, hasta el momento de la consumación del acto, incluidas en nosotros; o, en todo caso, no ha- cían parte de nuestro repertorio de respues- tas. Más aún, un comportamiento no sólo puede ser inédito para quién lo emite, sino también para los otros miembros del grupo social o de los participantes del acto al que deben respon- der; en otras palabras, el comportamiento de un individuo puede alterar el patrón de res- puestas de los demás, y alterar así, significativamente, el conjunto del proceso social. Cuando actuamos ante una situación que hace parte del contexto de nuestras vidas, reaccio- namos en la forma del "yo"; yo voy a al traba- jo, yo voy a la escuela, yo estudio, y así indefi- nidamente. En las situaciones rutinarias, ni siquiera alcan- zamos a darnos cuenta de que reaccionamos así. ¿Qué ocurre cuando nos hallamos ante una situación que escapa a la rutina, o mejor, que exige reflexión? El párrafo siguiente es sugestivo a ese respec- to: Hablo conmigo mismo y recuerdo lo que yo dije, y tal vez hasta el contenido emocional que acompañaba lo que dije. El "yo" de este momento está presente en el "mí" del mo- mento siguiente. Y aquí no puedo volver a lo contrario (turn around) con rapidez sufi- ciente para atraparme a mí mismo (to catch myself). Me convierto en "mí" en la medi- da que recuerdo lo que dije. Al "yo" puede concederse, pues, esa relación funcional (Mead, 1934/1972, 174, el resaltado es mío). Por la continua conversión del "yo" en "mí",8 o por la relación funcional que recupero a tra- vés de la memoria que está en mí, se procesa el diálogo interiorizado: el objeto del" yo" es el "mí" y no la experiencia directa. Es también por ese motivo que muchas veces, como ya dijimos, nos asombra lo que acaba- mos de hacer. Así, pues, «es el "yo" el que nos hace afirmar que nunca tenemos consciencia plena de lo que somos, que nos sorprendemos de nuestra propia acción» (174; 203-204). Por cierto que, cuando obramos con relación a alguna cosa, o a alguien, tenemos consciencia de nosotros mismos; de no ser así, no sabría- mos lo que acabamos de o nos disponemos a decir o hacer. Sin embargo, esa consciencia no puede ema- nar directamente del "yo" que no puede expe- rimentarse directamente, sino mediatizado por la memoria de aquello que es para mí. Del en- frentamiento entre la acción del "yo" y la re- flexión de la experiencia en "mí" se teje la tra- 8. Las nociones del "yo" y del "mí" son tratadas en muchos momentos de la obra de Mead. Destacamos, entretanto, no obstante, por su profundidad y extensión, Mead (1934/1972, secciones 21,25,27 y 35). 134 REVISTA E D U C A C I Ó N Y P E D A G O G Í A V O L . X Ü N o . 26-27
  • 13. F I L O S O F Í A Y P E D A G O G Í A ma de la autoconsciencia, o consciencia de sí. Sobre esto dice el autor: En la memoria, la experiencia del "yo" está siempre presente. Podemos retroceder direc- tamente unos pocos momentos en nuestra experiencia, y luego dependemos de las imá- genes de la memoria. A tal punto que el "yo", en la memoria, es como un intérprete (spokeman) del self de un segundo, un mi- nuto, o de días atrás ... Si se pregunta, entonces, dónde aparece directamente el "yo" en la experiencia de alguien, la respuesta es que aparece como figura histórica. Lo que fuiste un segundo antes es el "yo" del "mí" [...] El "yo" es, en cierto sentido, aquello con que nos identificamos. Su incorporación a la experiencia constituye uno de los proble- mas de gran parte de nuestras experien- cias conscientes; y no es dado directa- mente por la experiencia (174-175, re- saltados míos). Uno de los varios parágrafos en que Mead busca diferenciar las fases constitutivas del self dice lo siguiente: He tratado de distinguir el "yo" y el "mí" como fases distintas del self, el "mí" corres- ponde a las actitudes organizadas de los otros, que asumimos definidamente y que determina nuestra conducta en la medida en que ésta es de carácter autoconsciente. Por otra parte, el "mí" puede ser considera- do el donante (giving) de la forma del "yo". La novedad aparece en la acción del "yo", pero la estructura, la forma del self es con- vencional (209). Así el "yo" es la fase del self que se exterioriza, reaccionando ante las actitudes de los otros, y el "mí" es la fase del self que internaliza aque- llas actitudes: «El yo" es la reacción (response) del organismo ante las actitudes de los otros; el "mí" es el conjunto organizado de las acti- tudes de los otros que el individuo adopta para sí mismo. Las actitudes de los otros cons- tituyen el mí organizado, y el individuo en- tonces reacciona a ellas como un "yo" » (175). El self, en los términos definidos, articula el pasado, el presente y el futuro. Su momento, representado por el "mí", está vuelto hacia el pasado; el momento del yo es la expresión presente de lo que el sujeto proyecta como futuro. Así pensado, el self completo contiene la perspectiva de futuro, el devenir de la ac- ción. Así pues, desde el punto de vista históri- co, si es un hecho que el orden social capitalis- ta determina ciertas formas de personalidad, es igualmente sustentable que nuevas formas de organización de la vida social pueden pro- porcionar nuevos tipos de personalidad. Otro concepto clave de la teoría social de Mead, aquí apenas si hemos mencionado, para no desviarnos del objetivo principal, es el que él denomina otro generalizado (generalized other). Para el autor, la reflexión es la resultan- te de la internalización, por el individuo, de un reflejo generalizado de la actitud del otro, reflejo que puede hallarse, por ejemplo, en el significado de la palabra o en la significación que alguien atribuye a la acción del otro. La experiencia social que proporciona al indivi- duo confrontarse con un otro, que es también particular, es reflejada generalizadamente por aquel. Sólo como reflejo generalizado de las relaciones particulares podemos comprender, desde la perspectiva social, la universalización que tales relaciones adquieren, o pueden ad- quirir. Por eso, podemos definir el otro como una pauta organizada y generalizada de lo real, o como el otro generalizado; además, podemos admitir que es el otro generalizado el que proporciona la unidad del self, o la lu- cha racional entre el "yo" y el "mí". Según el autor, «La comunidad organizada o el grupo social que proporcionan al individuo su uni- dad del self pueden ser llamados "el otro ge- neralizado". La actitud del otro es la actitud de toda la comunidad» (154). En cuanto a su naturaleza, el otro generaliza- do puede ser un individuo que desempeña REVISTA E D U C A C I Ó N Y P E D A G O G Í A V O L . X Ü N o . 2 6 - 2 7 135
  • 14. P S I C O L O G Í A S O C I A L Y E D U C A C I Ó N una función social (padre, madre, hijo, profe- sor, estadista, etc.), un grupo social (grupos primarios o secundarios), una institución so- cial (partido político, sindicato, escuela), e in- clusive objetos físicos (cultos primitivos a la naturaleza, devoción religiosa a las estatuas, cultivo de miniaturas en ciertas culturas). En resumen, el otro generalizado puede ser entendido como la mediación con que la so- ciedad abstracta realiza concretamente la de- terminación del sujeto. Según la exposición precedente -de la cual debe retenerse la explicación de la emergen- cia del individuo en la forma de un self dota- do con la consciencia de sí mismo, a partir de la apropiación singular de las experiencias so- ciales que le son proporcionadas-, no es difícil señalar, en sus líneas generales, la importan- cia de la educación en el proceso de forma- ción del individuo. Dos temas generales sobresalen en los textos pedagógicos de George Mead: el papel del curriculum, expresado por los contenidos de las disciplinas, en la enseñanza del conoci- miento científico moderno, y la función que la escuela debería desempeñar en la formación del self, es decir, en la formación del individuo reflexivo y autoconsciente. No sobra recordar que esos temas, bajo la óp- tica del pragmatismo, reposan sobre las nocio- nes: a) escuela, comprendida como institución social que proporciona al alumno de manera peculiar un conjunto de actitudes de la comu- nidad/sociedad/cultura; o sea, escuela es un otro generalizado; b) experiencia, entendida como experiencia inteligente, que conduce a la reflexión; es la base para organizar el curriculum escolar, propiciando al alumno la adquisición de los métodos de investigación científica y su inserción, cada vez más com- pleja, como miembro de la sociedad y como ciudadano. Educación, experiencia, ciencia y democracia son indisociables, según los pragmatistas, para constituir el nuevo hombre. El énfasis en el método es de tal orden que Mead, en un texto de 1906, analiza la enseñan- za de las ciencias en la enseñanza superior (college), después de argumentar a favor de la creciente proximidad metodológica entre las ciencias de la naturaleza y las humanidades («No existe, con respecto al método, una dis- tinción fundamental entre las investigaciones del historiador, del filólogo, del estadístico so- cial y las del biólogo, del geólogo, e incluso del físico y del químico». Mead, 1906a, 391), concluye que «el ideal de la educación moder- na es la solución de problemas, el método de investigación. Y éste no es menos dominante en las humanidades que en las ciencias natu- rales» (391). Dichas consideraciones, asociadas al hecho de que las humanidades, además de referirse a contenidos que, de un modo variado, hacen parte de la experiencia y del interés del alum- no (la historia del hombre, su evolución, sus instituciones sociales, artes, literaturas y haza- ñas), permitiendo que éstos le sean presenta- dos con los vínculos que guardan entre sí, ex- plican, en parte, la preferencia por las ciencias humanas con relación a las ciencias de la na- turaleza. Estas, presentadas, desde las prime- ras etapas de la escolarización como conoci- mientos especializados, y disociados los unos de los otros, permanecen sin las debidas co- nexiones en la mente del alumno y extrañas a su experiencia. De ahí, es importante concluir que: El problema de las ciencias en la enseñanza superior está, por lo tanto, muy íntimamente relacionado con las ciencias en la escuela secundaria. Si se permitiera al niño acceder a ellas apropiadamente [...] ingresaría a la enseñanza superior con el mundo de la cien- cia incorporado ya a su vida, y este mundo sería un campo de su propia experiencia [...] resolvería problemas buscando soluciones que exigen el examen de contenido de las más especializadas ciencias. Pero ha suce- dido lo contrario. Actualmente, las ciencias en la escuela media (high scholl) se hallan en más precaria condición que en la ense- 136 R E V I S T A E D U C A C I Ó N Y P E D A G O G Í A V O L . X Ü N o . 26-27
  • 15. F I L O S O F Í A Y P E D A G O G Í A ñanza superior, porque el niño está más dis- tante del campo de las ciencias exactas que en los posteriores años de universidad (393- 394). El aislamiento de las ciencias entre sí, la ense- ñanza basada en la premisa de que el niño primero debe entender y hablar el lenguaje adoptado en cada una de ellas para luego for- mular y resolver problemas, promueven las separaciones entre la física, la química y la matemática, fragmentada ésta a su vez en ál- gebra y geometría, que parecieran carecer de nexos comunes. De todo ello surge el fracaso de la ciencia, que permanece tan distante como es posible estarlo de las experiencias concre- tas del niño, como si éste no estuviera familia- rizado con la luz, el calor, la electricidad, las transformaciones químicas, el crecimiento y reproducción de las plantas y de los animales: Los alumnos reciben sin ninguna experien- cia concreta términos tales como "solu- ciones", "precipitaciones", "calor", "electri- cidad", "desintegración de las rocas por la acción de agentes atmosféricos" ... términos que pierden mucho de su significado, y lle- gan a ser más opresivos que esclarecedores. Los principios primordiales del trabajo cien- tífico aplicado al niño deben ser los trabajos de campo y los laboratorios (Mead, 1906b, 244). El pensamiento del niño y del alumno joven se convierte, para muchos educadores, en un enemigo de la ciencia; enemigo que debe ser vencido. El resultado, fatalmente, es desastro- so. Debe señalarse que esas críticas pioneras del autor contra la educación norteamericana de su tiempo inciden, por una parte, sobre la es- cuela de base herbartiana, y, por otra, sobre la perspectiva que pretendía, ante los fracasos de la enseñanza de la ciencia moderna, volver a un curriculum, organizado en términos de la "vieja historia", bajo los argumentos de la cul- tura de época. Sobre este punto escribe el au- tor: [...] pero más necesario es que la inmedia- tez (imediacy), la tangibilidad (tangibility), la comprensibilidad (comprehensibility) de la antigua historia natural sustituyan la introducción técnica a las ciencias univer- sitarias, que las desalojó de su lugar forma- tivo. Es decir, no hay necesidad de perder el contacto inmediato con la experiencia del niño [...] Así mismo, es necesario reconocer que, aun- que los mismos problemas señalados pasan de una generación a otra, las soluciones pue- den diferir en cada generación científica; y la falacia teórica de la cultura de época (culture-epoch) radica en la suposición de que, gracias a que los problemas parezcan idénticos, es posible dar al niño moderno las viejas soluciones (238). Estas elucubraciones sobre un proceso educa- tivo que tenga por referencia la experiencia del niño, proporcionándole experiencias inteli- gentes que favorezcan el desarrollo del pen- samiento reflexivo y la gradual apropiación del conocimiento científico (rigurosamente pre- sentes en el pensamiento meadiano, al menos desde el final del siglo XIX, por influencia di- recta de Dewey y Hegel -véase Mead, 1900,1- 17), ganan una más elaborada expresión en su psicología social; es decir, cuando la experien- cia individual es entendida en términos del mecanismo psíquico de apropiación de la ac- titud del otro (taking the atitude of the other), mecanismo que permite al individuo inter- nalizar en su propia experiencia las actitudes del otro, y las pautas sociales organizadas. Ese concepto le permite concluir que la incorporación de la mencionada reacción social del individuo constituye el proceso de educación, que se apropia, en forma más o menos abstracta, de los medios culturales de la comunidad. La educación es, en sínte- sis, el proceso de incorporar a los propios estímulos una cierta serie de reacciones or- ganizadas [...] (Mead, 1934/1972, 264- 265). REVISTA E D U C A C I Ó N Y P E D A G O G Í A V O L . X Ü N o . 2 6 - 2 7 137
  • 16. P S I C O L O G Í A S O C I A L Y E D U C A C I Ó N Debe insistirse en que, si bien los refinamien- tos conceptuales y los contornos de la psicolo- gía social aparecen en su obra postuma de 1934, Mina, self and society, la idea de que la relación más provechosa entre la psicología y la educación debe ser establecida en términos de la psicología social aparece nítidamente en artículos de la primera década. Así, en una con- ferencia dictada en 1909, y publicada en 1910, dice, hablando de la conciencia social implica- da en la instrucción: Si analizamos nuestro sistema de educa- ción comprobamos que los materiales del currículo han sido presentados como pre- ceptos (percepts) capaces de ser asimila- dos, por la naturaleza de su contenido, a los otros contenidos de la consciencia; y el método que se indica es aquel que pue- de preparar más favorablemente esos ma- teriales para ser asimilados. Este tipo de tratamiento psicológico del material y del aula es reconocido de inmediato como herbatiano. Se trata de un tipo de psico- logía asociacionista. Sus críticos agregan que es intelectualista. En todo caso, no es una psicología social, porque el niño no es visto como una persona (self) entre otras personas (selves), sino como una masa perceptiva (apperceptionsmasse) [...] El destierro, por parte de la escuela tradicional, de las actividades de juego (play) y de cualquier actividad adulta en la cual el niño podría participar como un niño, es decir, el destierro de los procesos en que el niño puede ser consciente de sí mismo en la relación con los otros, indica que el proceso de aprendizaje carece de todo contenido social (Mead, 1910, 689). La socialización del niño refleja la división de trabajo moderna, que atribuye a la escuela «la tarea de almacenar la mente con ideas, así como con los materiales y los métodos» (689). Pero la tarea de socializar el self, al cual deben estar destinados esos materiales y métodos, es entregada al hogar, a la industria, al mercado, a la tienda y al parque. En consecuencia, no se ve la escuela como un lugar privilegiado para contribuir con la formación del sujeto. Si la consciencia de sí emerge paralelamente al reconocimiento de otra conciencia, se torna infructuoso o inútil intentar controlar la aten- ción de los niños por medio de la educación formal, a menos que se les considere seres so- ciales y «desde el punto de vista de la psicolo- gía, no sólo el método y el material, deben ser socializados, sino que también deben serlo los medios de conservar la atención de los alum- nos» (692). Para enfatizar su afirmación de que el proce- so de escolarización sólo puede ser estudiado con éxito si existe el aporte de una psicología social, es decir, una ciencia que reconozca los procesos de adquisición del conocimiento, de atención y valorización en términos emocio- nales, como capaces de ser investigados en el contexto de las relaciones entre personas, bajo la óptica de la conciencia social, concluye el autor: «Para una educación conciente de sus fines el niño no se torna social por el aprendi- zaje. Debe ser social para que pueda apren- der» (693). Para concluir, quiero indicar los límites de este artículo. Se quiso señalar, a propósito de la recurrencia sistemática al pragmatismo, que la educación está en la esencia misma de esa filosofía que quiere hacerse ciencia, tomando como referencia el pensamiento de George Herbert Mead. Es obvio que ciertos aspectos importantes no fueron tocados, o fueron ape- nas mencionados tangencialmente, tales como los diálogos privados del autor con otros pragmatistas, y los "públicos" con Darwin, Wundt y los filósofos clásicos, ni fueron exa- minadas con total amplitud sus ideas y pro- puestas sobre la educación. No obstante, si quedó suficientemente demostrado que las lecturas actuales del pragmatismo deberían incluir las variaciones y matices fundamenta- les que se establecen entre sus primeros teóri- cos, este texto habrá cumplido su propósito. 138 R E V I S T A E D U C A C I Ó N Y P E D A G O G Í A V O L . X ü N o . 26-27
  • 17. F I L O S O F Í A Y P E D A G O G Í A REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS BALES, Robert (1969). "Comment on Herbert Blumer' s paper ". In: The American Journal ofSociology. No. 71. pp. 545-547. BERGER, Peter e LUCKMANN, Thomas (1974). A contruqáo social da realidade: tratado de sociología do conhecimento. 2a. ed. Petrópolis: Vozes. BLUMER, Herbert (1969). "Sociological implications of the thought of George Herbert Mead ". In : The American Journaul ofSociology. No. 71. pp. 535-544. GERTH, Hans e MILLS, Charles W (1973). Carácter e estrutura social: a psicología das instituiqoes sociais. Rio de Janeiro: Civilizacáo Brasileña. GIANNOTTI, José A (1975). Exercicios de Filosofía: Seleqao Cebrap 2. Sao Paulo: Brasiliemse: Cebrap. GOFFMAN, Erving (1988). Estigma: notas sobre a manipulaqao da identidade deteriorada. 4a. ed. Rio de Janeiro: Guanabara. HABERMAS, Jürgen (1968/1987). Técnica e ciencia como ideología. Lisboa: Edicóes 70. HORKHEIMER, Max (1946/1976). Eclipse da razao. Rio de Janeiro: Labor do Brasil. MEAD, George Herbert (1896/1897). "The relation of ply to education". In : University Chicago Press. Vol. 1. pp. 140-145. (1900). "Suggestions toward a theory philosophical disciplines". In: Philosophical Review. Vol. 9. pp. 1-17. (1906a). "The teaching of Science in College". In : Science. Vol. 24. pp. 390-397. (1906b). "Science in the Hight Scholl". In : School Review. pp. 237-249. (1910). "The psychology of social consciousness implied in instruction". Science. Vol. 31. pp. 688-693. (1929). "A pragmatic theory of truth". In : Studies in nature of truth. University of California Publications in Philosophy. Vol. 11. pp. 65-88. (1930). "The philosophies of Royce, James and Dewey in their American setting". In : International Journal of Ethics. Vol 40. pp. 211-231. (1932). The philosophy ofthe present. Charles W. Morris, (ed.). Chicago: The University of Chicago Press. (1934/1972). Mind, self and society:from the standpoint a social behaviorist. Charles W Morris. (ed.). Chicago: The University of Chigago Press. REVISTA E D U C A C I Ó N Y P E D A G O G Í A V O L . X Ü N o . 2 6 - 2 7 139
  • 18. P S I C O L O G Í A S O C I A L Y E D U C A C I Ó N (1936/1967). Movements of thought in the nineteenth century. Merrit H. Moore. (ed.). 8a. ed. Chigago: The University of Chigago Press, (1938). The -philosophy of the act. Charles W Morris, (ed.) Chigago: The University of Chigago Press. MILLS, Charles Wright (1963/1968). Sociología y pragmatismo. Buenos Aires: Siglo Veinte. MORRIS, Charles (1934/1982). "Prefacio". En: MEAD, George M. Espíritu, persona y sociedad: desde el punto de vista del conductismo social. 3a. ed. Buenos Aires: Paidós. pp. 19-21. PEIRCE, Charles S. (1983). Escritos coligidos. Sao Paulo: Abril Cultural, pp. 1-176. POPKEWTTZ, Thomas S. (1998). Struggling for the Soul: the politics of schooling and the construction of the teacher. New York: Teachers College Press, Columbia University. RORTY, Richard (1982/1996). Consecuencias del pragmatismo. Madrid: Tecnos. (1994/1997). ¿Esperanza o conocimiento? Una introducción al pragmatismo. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica. SASS, Odair (1992). Crítica da razáo solitaria: a psicología social de George Herbert Mead. Sao Paulo: Pontificia Universidade Católica (Tese de Doutoramento). 140 R E V I S T A E D U C A C I Ó N Y P E D A G O G Í A V O L . X Ü N o . 26-27