Este poema describe la pérdida de fe y propósito de un hombre en un mundo moderno que promueve el escepticismo y el análisis en lugar de la pasión y la creencia. El hombre ya no tiene su armadura de fe, sus ideales se han desvanecido, y la duda lo ha envenenado. Le pide al siglo que lo devuelva a su fe para que pueda continuar su lucha, de lo contrario teme que será derrotado.
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Recopilación de poemas de amado nervo
1. Recopilación de Poemas de Amado Nervo
Elaborado por Mónica Larios Francia
Dar...
Todo hombre que te busca, va a pedirte algo.
El rico, la amenidad de tu conversación;
El pobre, tu dinero; el triste, un consuelo;
el débil, un estímulo; el que lucha, una ayuda moral.
Todo hombre que te busca, de seguro va a pedirte algo.
¡Y tú osas impacientarte!
Y tú osas pensar: " ¡Qué fastidio!".
¡Infelíz! la ley escondida que reparte
misteriosamente las excelencias,
Se ha dignado otorgarte
el privilegio de los privilegios,
el bien de los bienes,
la prerrogativa de las prerrogativas:
¡Dar! ¡Tú puedes dar!
En cuantas horas tiene el día
te pareces a El que no es sino
dación perpetua, difusión perpetua, y regalo perpetuo.
Debieras caer de rodillas ante El Padre y decirle:
"¡Gracias porque puedo dar, Padre mío!
Nunca más pasará por mi semblante
la sombra de la impaciencia."
En verdad os digo, que vale mas dar que recibir.
2. Deidad
Como duerme la chispa en el guijarro
y la estatua en el barro,
en ti duerme la divinidad.
Tan sólo en un dolor constante y fuerte
al choque, brota de la piedra inerte
el relámpago de la deidad.
No te quejes, por tanto, del destino,
pues lo que en tu interior hay de divino
sólo surge merced a él.
Soporta, si es posible, sonriendo,
la vida que el artista va esculpiendo,
el duro choque del cincel.
¿Qué importan para ti las horas malas,
si cada hora en tus nacientes alas
pone una pluma bella más?
Ya verás al cóndor en plena altura,
ya verás concluida la escultura,
ya verás, alma, ya verás...
3. Incoherencias
Yo tuve un ideal, ¿en dónde se halla?
Albergué una virtud, ¿por qué se ha ido?
Fui templario, ¿do está mi recia malla?
¿En qué campo sangriento de batalla
me dejaron así, triste y vencido?
¡Oh, Progreso, eres luz! ¿Por qué no llena
su fulgor mi conciencia? Tengo miedo
a la duda terrible que envenena,
y me miras rodar sobre la arena
¡y, cual hosca vestal, bajas el dedo!
¡Oh!, siglo decadente, que te jactas
de poseer la verdad, tú que haces gala
de que con Dios, y con la muerte pactas,
devuélveme mi fe, yo soy un Chactas
que acaricia el cadáver de su Atala...
Amaba y me decías: «analiza»,
y murió mi pasión; luchaba fiero
con Jesús por coraza, triza a triza,
el filo penetrante de tu acero.
¡Tengo sed de saber y no me enseñas;
tengo sed de avanzar y no me ayudas;
tengo sed de creer y me despeñas
en el mar de teorías en que sueñas
hallar las soluciones de tus dudas!
Y caigo, bien lo ves, y ya no puedo
batallar sin amor, sin fe serena
que ilumine mi ruta, y tengo miedo...
¡Acógeme, por Dios! Levanta el dedo,
vestal, ¡que no me maten en la arena!