2. Abarca los comienzos del Renacimiento y la Reforma Protestante
hasta los últimos años del siglo XX. Después de XV siglos de
filosofar acerca de cuestiones teológicas, surge un espíritu de
reacción de protesta en contra de la postura tradicional que había
adoptado la filosofía. Se considera a René Descartes, padre de esta
filosofía, pues su genio lo condujo a la creación de una nueva ciencia
matemática, la geometría analítica y llego a la conclusión de que
para evitar el error no basta la inteligencia, sino que hay que aplicarla
adecuadamente, es decir requiere de un método.
Debemos advertir que llamó filosofía moderna NO a lo que comienza
con la historia moderna ( que tiene su punto de partida en la toma de
Constantinopla por los turcos). Sino que se considera filosofía
moderna a lo que comienza con Descartes. Lo característico de la
filosofía moderna desde Descartes hasta Husserl y todavía es
seguida por muchos filósofos, es que cambiaron el punto de partida
de la filosofía y en vez de ser el punto de partida la consideración del
mundo comenzaron por la consideración del conocimiento del
mundo.
3. Se considera a Descartes como el padre de la filosofía moderna, independientemente de
sus muy relevantes aportes a las matemáticas y la física. Este juicio se justifica,
principalmente, por su decisión de rechazar las verdades recibidas, de la escolástica,
combatiendo activamente los prejuicios. Y también, por haber centrado su estudio en el
propio problema del conocimiento, como un rodeo necesario para llegar a ver claro en
otros temas de mayor importancia intrínseca: la moral, la medicina y la mecánica. En esta
prioridad que concede a los problemas epistemológicos, lo seguirán todos sus principales
sucesores. Por otro lado, los principales filósofos que lo sucedieron estudiaron con
profundo interés sus teorías, sea para desarrollar sus resultados o para objetarlo. Este es
el caso de Pascal, Spinoza, Newton, Leibniz, Malebranche, Locke, Hume y Kant, cuando
menos. Sin embargo, esta manera de juzgarlo no debe impedirnos valorar el conocimiento
y los estrechos vínculos que este autor mantiene con los filósofos clásicos, principalmente
con Platón y Aristóteles, pero también Cicerón y Sexto Empírico.18 Descartes aspira a
«establecer algo firme y durable en las ciencias». Con ese objeto, según la parte tercera
del Discurso, por un lado él cree que en general conviene proponerse metas realistas y
actuar resueltamente, pero prevé que en lo cotidiano, así sea provisionalmente, tendrá que
adaptarse a su entorno, sin lo cual su vida se llenará de conflictos que lo privarán de las
condiciones mínimas para investigar. Por otra parte, compara su situación a la de un
caminante extraviado, y así concluye que en la investigación, libremente elegida, le
conviene seguir un rumbo determinado.
4. La filosofía del siglo XVII sigue el modelo de la nueva ciencia e
intenta convertir la filosofía en un sistema mas amplio que las
ciencias particulares. De la misma manera de que la ciencia recurre
al método para explicar los fenómenos, la filosofía incorpora el
método científico para asegurar la validez del conocimiento. La
filosofía reflexiona sobre la naturaleza del conocimiento y el método
permite su fundamentación.
Aparecen dos tendencias: racionalismo y empirismo, cada una de las
cuales preconiza un método diferente. El racionalismo incorpora el
método deductivo, y toma como disciplina modelo las matemáticas.
El empirismo incorpora el método inductivo experimental propio de
las ciencias de la naturaleza.
5. El racionalismo (del latín, ratio, razón) es una corriente filosófica que
se desarrolló en Europa continental durante los siglos XVII y XVIII,
formulada por René Descartes, que se complementa con el criticismo
de Immanuel Kant, y que es el sistema de pensamiento que acentúa
el papel de la razón en la adquisición del conocimiento, en contraste
con el empirismo, que resalta el papel de la experiencia sobre todo el
sentido de la percepción. El racionalismo ha aparecido de distintas
formas desde las primeras etapas de la filosofía occidental. El
racionalismo se identifica ante todo con la tradición que proviene del
filósofo y científico francés del siglo XVII René Descartes, quien
decía que la geometría representaba el ideal de todas las ciencias y
también de la filosofía. Mantenía que sólo por medio de la razón se
podían descubrir ciertas verdades universales, evidentes en sí, de
las que es posible deducir el resto de contenidos de la filosofía y de
las ciencias. Manifestaba que estas verdades evidentes en sí eran
innatas, no derivadas de la experiencia. Este tipo de racionalismo fue
desarrollado por otros filósofos europeos, como el holandés Baruch
Spinoza y el pensador y matemático alemán Gottfried Wilhelm
Leibniz. Se opusieron a ella los empiristas británicos, como John
Locke y David Hume, que creían que todas las ideas procedían de
los sentidos.
6. El racionalismo sostiene que la fuente de conocimiento es la razón y rechaza
la idea de los sentidos, ya que nos pueden engañar; defiende las ciencias
exactas, en concreto las matemáticas y dice que posee contenidos innatos,
es decir, ya nacemos con conocimientos, solo tenemos que "acordarnos" de
ellos. Usa el método deductivo como principal herramienta para llegar al
verdadero conocimiento. El racionalismo epistemológico ha sido aplicado a
otros campos de la investigación filosófica. El racionalismo en ética es la
afirmación de que ciertas ideas morales primarias son innatas en la especie
humana y que tales principios morales son evidentes en sí a la facultad
racional. El racionalismo en la filosofía de la religión afirma que los principios
fundamentales de la religión son innatos o evidentes en sí y que la revelación
no es necesaria, como en el deísmo. Desde finales del siglo XIX, el
racionalismo ha jugado un papel antirreligioso en la teología. El término
“racionalismo” tiene un significado muy amplio: en general, llamamos
racionalista a toda posición filosófica que prima el uso de la razón frente a
otras instancias como la fe, la autoridad, la vida, lo irracional, la experiencia
empírica, es racionalista todo aquél que cree que el fundamento, el principio
supremo, es la razón. Junto con ello, cabe ser racionalista en relación con un
género de cuestiones y no serlo en relación con otro. El término
“racionalismo” se usa comúnmente en la historia de la filosofía para designar
una cierta forma de fundamentar el conocimiento: cabe pensar que el
conocimiento descansa en la razón, o que descansa en la experiencia
sensible; así, puesto que valoraron más la razón que los sentidos, podemos
llamar a Parménides, Platón y Descartes racionalistas; y podemos decir que
Aristóteles, Santo Tomás y, por supuesto, Hume, tienden al empirismo, dado
el valor que dieron a la experiencia sensible o percepción.
8. El empirismo es una teoría filosófica que enfatiza el papel de la experiencia,
ligada a la percepción sensorial, en la formación del conocimiento. Para el
empirismo más extremo, la experiencia es la base de todo conocimiento, no
sólo en cuanto a su origen sino también en cuanto a su contenido. Se parte
del mundo sensible para formar los conceptos y éstos encuentran en lo
sensible su justificación y su limitación.
El término empirismo proviene del griego έμπειρία, cuya traducción al latín es
experientia, de donde deriva la palabra experiencia.
El empirismo, bajo ese nombre, surge en la Edad Moderna como fruto
maduro de una tendencia filosófica que se desarrolla sobre todo en el Reino
Unido desde la Baja Edad Media. Suele considerarse en contraposición al
llamado racionalismo, más característico de la filosofía continental. Hoy en
día la oposición empirismo-racionalismo, como la distinción analítico-sintética,
no suele entenderse de un modo tajante, como lo fue en tiempos anteriores, y
más bien una u otra postura obedece a cuestiones metodológicas y
heurísticas o de actitudes vitales más que a principios filosóficos
fundamentales. Respecto del problema de los universales, los empiristas
suelen simpatizar y continuar con la crítica nominalista iniciada en la Baja
Edad Media.
En la Antigüedad clásica, lo empírico se refería al conocimiento que los
médicos, arquitectos, artistas y artesanos en general obtenían a través de su
experiencia dirigida hacia lo útil y técnico, en contraposición al conocimiento
teórico concebido como contemplación de la verdad al margen de cualquier
utilidad.