XIX Congreso de Historia de la Corna de Aragón. 26-30 junio 2012. Caspe, Alcañiz y Zaragoza. El Compromiso de Caspe (1412), cambios dinásticos y Constitucionalismo en la Corona de Aragón 27-VI-2012 Entre las características del reinado de Fernando I, primer monarca aragonés de la dinastía Trastámara, acaso una de las más significativamente señaladas por la tradición historiográfica de los países de la Corona de Aragón (especialmente la de Cataluña) haya sido el desencuentro entre aquél y los súbditos de sus reinos a causa del supuesto desconocimiento por parte del soberano proclamado en Caspe de las leyes y costumbres en la gobernación de sus nuevos estados. Uno de los puntos centrales de las protestas de los representantes de las sociedades políticas de la monarquía catalano-aragonesa contra esta supuesta actitud del nuevo rey habría sido, precisamente, la queja contra el nombramiento de “extranjeros”, es decir, de castellanos, para el desempeño de oficios de la administración real, como se expresó, por ejemplo, en las Cortes de Cataluña celebradas en Montblanc en 1414. En este sentido, la importancia de la influencia concedida por el rey Fernando a sus fieles de origen castellano, curtidos en su servicio al menos desde el inicio de la regencia de Juan II de Castilla, para el gobierno de su corona recién adquirida es comúnmente aceptada por la historiografía actual. No obstante, como ya señalara Ramon d’Abadal, no se ha realizado de un modo más o menos sistemático una valoración ni cuantitativa ni cualitativa de la introducción de este personal castellano en los aparatos administrativos de la Corona de Aragón ni, en consecuencia, del impacto de este hecho en las relaciones entre la nueva dinastía y los naturales de sus reinos. En esta comunicación, pues, proponemos una aproximación monográfica a esta cuestión que, de alguna manera, permita evaluar en qué medida aquellas críticas contra la intromisión de personal extranjero y, en general, contra el autoritarismo regio de cuño castellano importado por el primer trastámara aragonés, pueden verificarse como fundadas. Tal y como pretendemos mostrar en este trabajo, Fernando I habría jugado a un pragmático equilibro entre confianza hacia su propio entorno clientelar y atracción de importantes sectores de la sociedad política de sus nuevos reinos hacia su monarquía, apoyándose en ambos agentes con el fin de consolidar la sucesión dinástica que había protagonizado.