Nos acercamos a una fiesta muy importante dentro de laIglesia como es la memoria de Nuestra Señora de Fátima.Esta fiesta se da gracias a las apariciones que secomienzan a datar el 13 de mayo de 1917 en Fátima –Portugal a tres pastorcitos: Lucia dos Santos, Jacinta yFrancisco Marto. Ciertamente, estas apariciones hanmarcado la historia de la humanidad. Si bien no estamosobligados en creerlas, gracias a que es una revelaciónprivada1 no dejan, sin embargo, de impulsar la fe y algunosy ayudarlos a acercarse a la Revelación Pública: Jesucristo.
2. A un profundo amor a Dios
A unirnos totalmente a Jesucristo
Nos acercamos a una fiesta muy importante dentro de la
Iglesia como es la memoria de Nuestra Señora de Fátima.
Esta fiesta se da gracias a las apariciones que se
comienzan a datar el 13 de mayo de 1917 en Fátima –
Portugal a tres pastorcitos: Lucia dos Santos, Jacinta y
Francisco Marto. Ciertamente, estas apariciones han
marcado la historia de la humanidad. Si bien no estamos
obligados en creerlas, gracias a que es una revelación
privada1 no dejan, sin embargo, de impulsar la fe y algunos
y ayudarlos a acercarse a la Revelación Pública: Jesucristo.
El valor de las revelaciones privadas es esencialmente diferente al de
la única revelación pública: ésta exige nuestra fe; en ella, en efecto, a
través de palabras humanas y de la mediación de la comunidad viva
de la Iglesia, Dios mismo nos habla. El criterio de verdad de una
revelación privada es su orientación con respecto a Cristo.
Siendo así, hablar de las apariciones de Nuestra Señora en
Fátima – Portugal, nos debe llevar a todos los cristianos a
dos cosas esenciales:
1.
2.
Estas dos realidades enunciadas, San Juan Eudes las habla
con claridad en todas sus obras, colocando a la Santísima
Virgen en un lugar privilegiado: el Corazón de Jesús. Este
Divino Corazón que es puro amor y amor puro y, por ende,
es la máxima expresión de amor del Padre para con la
humanidad, convirtiéndose en señal de unión del cristiano
con su Dios. Honrar a Jesús, dirá Juan Eudes, es honrar a
María y honrar a María es honrar a Jesús.
Nuestra Señora de Fátima
3. Por tanto, desde la Unidad de Espiritualidad Eudista, se pretende
dar un insumo que pueda apoyar en vivir la celebración de los
ciento y seis años (106) de las apariciones de la Santísima
Virgen María en esta advocación. Si bien, a través de la Sagrada
liturgia4 la Iglesia prevé que sea la mejor forma de honrar a la
Madre del Señor, también por medio de actos devocionales, es
decir de entrega, se debe honrar con oraciones y actos. Por ello,
querido lector, en las siguientes páginas encontrarás oraciones
y reflexiones del P. Eudes en las que podrás amar y unirte a Dios
por medio de la Santísima Virgen María.
En el año de 1637 con el libro de Vida y Reino de Jesús en las
Almas Cristianas, San Juan Eudes ya ha propuesto unas
maneras de honrar a la Santísima Virgen María, maneras que
no están desligadas de su Hijo Jesús. Por eso, siempre se
encontrará referencia a “Jesús y María”. Esta vez, estamos
celebrando la memoria de la Santa Virgen el día trece (13),
antiguamente, se le honraba los doce (12) por eso, la manera en
que Juan Eudes está refiriéndose a la Madre de Dios, sería con el
número doce, no obstante, hay algo particular y es en la oración
del Ave Cor Sanctissimum, oración que contempla trece
virtudes del Corazón de Jesús y María, y que fue inspirada en
las salutaciones a la de Santa Matilde de Helfta, sin embargo
San Juan Eudes, agrega una más: Alégrate Corazón
Misericordioso, habiendo entonces llegado a trece. algo
innovador, pues pasar de doce a trece, logra hacerlo más
profundo6, pues no es ya solo algo netamente mariano sino
cristológico, pues también se dirige al Corazón Divino de Jesús.
Doce formas para Honrar el Corazón de la
Madre de Dios
4. Ahora bien, el número doce (12) evoca a la mujer con
las doce estrellas que la adornan y que se relata en el
libro del Apocalipsis 12, 1. Por tanto, desde esta
perspectiva bíblica, el número doce simbolizará la
totalidad y el Pueblo de Dios. Por ello, dentro de este
insumo, aunque se propone doce formas de honrar a la
Virgen María, no se deja de lado, que, llegar al número
trece (13) es llegar a contemplar y honrar a esta bella
madre con la vivencia de la Misericordia como una
virtud que se encarna en el corazón del hombre.
Por tanto, para pasar del doce al trece de forma
simbólica a lo concreto, se hace necesario llegar a la
plenitud, a l que puede considerarse profundo y digno
de ser tomado en cuenta, me refiero a ser “Otros Jesús
sobre la tierra”7 porque ser Jesús, es ser Misericordia y
la manera plena de honrar a la Virgen en la vida diaria
es siendo imágenes vivas de su Corazón8 es decir, de
su Hijo Jesús. San Juan Eudes en la obra del Corazón de
la Santísima Madre de Dios (Tomos VI, VII y VIII) propone
doce cuadros en lo que se refiere al Corazón de María,
por lo cual, se presentaran en este documento,
agregando un cuadro más para llegar a trece teniendo
en cuenta el tema de la Misericordia como la plenitud
del Corazón de María. Además de hacer una relación
con los mensajes de las apariciones de Fátima.
5. El primer cuadro que el Padre celestial nos ha dado del
Corazón incomparable de su Hija muy amada de su Corazón
es el Cielo. Este Corazón purísimo es un auténtico cielo. Los
cielos que nos cubren no son más que sombra y figura de él. Es
Cielo elevado sobre todos los cielos. De él habla el Espíritu
Santo cuando dice que el Salvador del mundo sale de un cielo
más excelente que los otros cielos: Sale del sumo cielo (Sal 19,
7) para venir a realizar en la tierra la salvación universal.
Primero, ¿no es cierto que su Hijo Jesús es el verdadero cielo de
la santísima Trinidad, pues el Espíritu Santo nos asegura que la
plenitud de la divinidad mora en él (Col 2, 9)? ¿No vimos ya que
Jesús ha habitado y habitará por siempre en el
bienaventurado Corazón de su dignísima Madre? Y no es de
admirar pues según la Palabra de Dios él habita desde esta
vida en los corazones de los que creen en él con fe viva y
perfecta (Ef 3, 17). En consecuencia, puesto que este amable
Salvador es un cielo y dado que no tiene morada más gloriosa
y feliz, después del seno adorable de su Padre eterno, que el
Corazón de su divina Madre, que es otro cielo, es un cielo que
habita en otro cielo. Por tanto, el Corazón de la Madre de Jesús
es el cielo del cielo.
Un camino para honrar a la Santísima
Virgen María siendo otros Jesús sobre la
tierra
Primer cuadro: el Corazón de María
es un Cielo
6. Segundo, es el cielo del cielo pues la preciosa Virgen,
considerada en su persona, es un verdadero cielo. Así la llama
el Espíritu Santo, según interpreta un sabio y piadoso autor:
Desde el cielo Dios miró a la tierra (Sal 102, 20), es decir, el
Señor, que ha fijado su morada en la santa Virgen como en un
cielo, ha puesto sus ojos misericordiosos en la tierra, en los
pecadores. Esa Virgen maravillosa es un cielo porque como
todo lo que vive bajo el cielo, en el orden de la naturaleza,
recibe la vida por influencia de los cielos, así la Iglesia nos dice
que la vida de la gracia nos es concedida 277 por la
bienaventurada Virgen. Esta incomparable Virgen es un cielo, y
cielo nuestro en el mundo de la gracia, porque después de Dios
ella es fuente de nuestra vida sobrenatural, y por tanto se
puede decir que su Corazón es el cielo del cielo, por ser el
principio tanto de su vida corporal como de la espiritual, de
que gozó en la tierra como de la eterna, según veremos.
Tercero, este Corazón maravilloso es el cielo del cielo, porque,
según san Bernardo, contiene en sí toda la Iglesia, que la
Escritura llama Reino de los cielos, y todos los hijos de la Iglesia,
como dijimos, reciben por su medio la vida de la gracia. Si san
Pablo asegura a los cristianos de su tiempo que están alojados
en sus entrañas (2 Cor 7, 3) ¿quién se atrevería a desmentir a
san Bernardino de Siena31 cuando dice que la preciosa Virgen
lleva en su Corazón a todos sus hijos como buena Madre?
¿Quién me contradice si digo que, como consecuencia, ella
llevará eternamente a todos los habitantes del cielo en su
Corazón, que es, por tanto, el cielo del cielo, verdadero paraíso
de los bienaventurados, lleno de gozo y delicias para ellos, a
causa del amor inconcebible de que este Corazón maternal
está encendido hacia ellos? Por eso éste será su canto eterno:
“Oh santa Madre de Dios, tu amor sin límites ha ensanchado tu
corazón hasta tal punto que es como ciudad inmensa, o 31
Tom. 3. Serm. 6. Art. 22, cap. 2 278 mejor como un cielo ilimite,
todo lleno de consuelos inefables y de gozos inenarrables para
tus hijos amadísimos, cuya mansión serás para siempre”.
7. Oración
¡Oh, cielo donde están escritos los nombres de todos los
verdaderos hijos de la Madre de amor! ¡Alégrense, salten de
gozo todos ustedes que tienen la fortuna de ser contados entre
los hijos de esta santa, buena y muy amable Madre! Sus
nombres están escritos en el cielo de su Corazón maternal.
Levanten a menudo los ojos y el corazón hacia ese hermoso
cielo. De él deben esperar luz, fortaleza, auxilios que necesitan
para no caer en las trampas peligrosas que sus enemigos
tienden por doquier; para deshacerse de lazos terrenos; para
combatir y vencer el amor del mundo y de sí mismos que le
enfrentan dura guerra; y para hacer generosa y fielmente el
objetivo por el que los creó y rescató: para amar fuerte, pura y
únicamente a su Creador y Redentor, y para ser también
ustedes un cielo a imitación del cielo del cielo; para ser lugar
santo, elevado por encima de todo lo terreno, donde el Santo
de los santos more continuamente y donde sea adorado,
alabado, glorificado sin cesar, y donde el amor, la caridad, la
santidad, la misericordia y todas las demás virtudes reinen
perfectamente.
8. El segundo cuadro que el Creador del cielo y de la tierra
nos ha dado del divino Corazón de la reina de la tierra y
del cielo es el sol. No solo hizo este maravilloso astro para
ser la luminaria de este mundo; lo hizo también para ser el
retrato de las perfecciones excelentes del Corazón
luminoso 280 de la soberana Señora del universo. Tú sabes
que la infinita omnipotencia compuso este gran universo
dividido en tres estados u órdenes diferentes: la
naturaleza, la gracia y la gloria. Su divina sabiduría
estableció relación, vínculo y semejanza perfecta entre
estos tres estados, y entre todo lo que ellos encierran, de
forma que todo lo que se da en el orden de la naturaleza
es imagen de lo que se da en el orden de la gracia, y todo
lo que se da en la naturaleza y la gracia es figura de lo que
se da en la gloria. De donde se concluye que el sol, que es
como el corazón de este mundo visible, la más bella y
esplendorosa obra de la naturaleza, no es, sin embargo,
con todas sus brillantes luces, sino oscura sombra de
nuestro divino sol que es el Corazón de la Madre de Jesús.
Segundo cuadro: el Corazón de María
es un sol
9. El sol es el principio de la vida vegetativa, sensitiva y
animal del mundo visible. El Corazón de la santa Virgen es
fuente de vida de tres grandes mundos. En primer lugar, lo
vimos como fuente de la vida de la Madre de Dios, que es
mundo lleno de cosas grandes y maravillosas, ajenas a
este mundo que contemplan nuestros ojos
Oración
¡Oh bondadoso Corazón de mi reina, mi amabilísimo Sol,
¡qué afortunados son los corazones que te aman! ¡Cuán
dichosos son los entendimientos que estudian tus
excelencias y las lenguas que las predican y las cantan!
¡Dichosos los ojos que te contemplan! Entre más te
contemplan más desean contemplarte y reciben más luz y
fortaleza para hacerlo. Es cierto que los encegueces pero
solo para no ver lo terrenal y los haces más clarividentes
ante lo celestial y eterno. Bienaventurada ceguera que
hace decir con san Pablo: No tenemos ojos para lo visible
sino 37 Sermón del acueducto en la Natividad de María
288 solo para lo invisible: lo que se ve con los ojos
corporales es transitorio pero lo que se ve con los ojos de
la fe es eterno y permanente (2 Cor 4, 18).
10. El tercer cuadro del nobilísimo Corazón de la reina del cielo
se expresa con estas palabras: Dios, nuestro Rey, obró la
salvación en MEDIO DE LA TIERRA (Sal 74, 12). ¿De qué se
trata y cuál es el medio de esta tierra? Es admitido que no
puede tratarse de esta tierra en que caminamos. Si es
considerada como se presenta, pues como es redonda en
su superficie, el único medio que tiene es su centro. Pero
según el parecer común de los teólogos allí se encuentra
el infierno y la perdición. No es posible por tanto afirmar
que Dios haya obrado allí la salvación del mundo.
Debemos por consiguiente entender estas palabras como
referidas a otra tierra.
Esta tierra buena hizo fructificar el grano de trigo que cayó
en ella, mortificado y como aniquilado, para no
permanecer solo sino para producir otros granos
incontables (Jn 12, 24-25). Este Corazón bueno ha
producido fruto mil veces centuplicado. Así el Rey de reyes
y el Dios de los dioses ha hecho la obra de nuestra
salvación en medio de esta tierra.
Tercer cuadro: el Corazón de María
como el Medio de la tierra en el que
Dios obra nuestra salvación
11. veamos de qué manera este caritativo Corazón de la
Madre del amor hermoso cooperó en el progreso de esta
obra. Descubro cinco maneras principales y muy
señaladas:
Primero, por los cuidados, premuras y afanes continuos
que el amor y la caridad de que estaba lleno su Corazón
hicieron que esta divina Madre tuviera, para conservar,
alimentar y educar un Salvador.
Segundo, por las oraciones fervientes que dirigía sin cesar
a Dios con todo su Corazón para el cumplimiento de los
designios que este adorable Redentor albergaba para
realizar la salvación del mundo.
Tercero, por las mortificaciones, humillaciones y
sufrimientos que padeció. Todo lo ofreció al Padre eterno
con amor muy ardiente y caridad increíble, en unión de lo
que su Hijo padeció, y por las mismas intenciones que él
tuvo: la destrucción del pecado y la salvación de las
almas.
Cuarto, por la unión estrechísima que tenía con su Hijo
con el que tenía un solo Corazón, un alma, un espíritu y
una voluntad. Quería lo que él quería; hacía y sufría, con
él y en él, lo que él hacía y sufría. Cuando él se inmoló en
la cruz por nuestra salvación, se sacrificaba unida a él por
la misma causa. ¡Oh María, dice san Bernardo, qué rica
eres! Lo eres más que todas las criaturas del cielo y de la
tierra; eres lo bastante rica para enriquecerlas a todas,
pues esa porción de tu sustancia que diste a nuestro
Salvador, cuando quiso 297 ser tu Hijo, es suficiente para
pagar todas las deudas del mundo.
12. Quinto, el Corazón de esta gloriosa María contribuyó a la
obra de nuestra redención, porque Jesús, que es al mismo
tiempo, hostia sacrificada por nuestra salvación y
sacerdote que la inmola, es fruto del Corazón de esta
bienaventurada Virgen. Este Corazón es, al mismo tiempo,
el sacrificador que ofreció esta divina hostia y el altar en el
que fue ofrecida, y no solo una vez sino mil y mil veces, en
el fuego sagrado que ardía sin cesar en ese altar. La
sangre de esta adorable víctima, derramada como precio
de nuestro rescate, es parte de la sangre virginal de la
Madre del Redentor. Ella la dio con tanto amor que estaba
dispuesta a dar hasta la última gota para este fin. San
Bernardo añade: “El Padre, queriendo rescatar el mundo,
puso todo el precio del rescate entre las manos y el
Corazón de María” De esta manera este buen Corazón
cooperó en la obra de nuestra redención. Nos queda por
ver lo que hizo y continúa haciendo en el acabamiento de
esta obra.
Oración
¡Oh, Jesús, Corazón verdadero de María, ¡arrebata y
embelesa nuestros corazones! Haz que no amen, anhelen,
busquen, se deleiten sino a ti y en ti; que no encuentren
reposo ni complacencia sino solo en ti; ¡que hagan
morada perpetua en ti, que se consuman en la hoguera
ardiente de tu divino Corazón, y que por siempre se
transformen en él!
13. El cuarto cuadro del Corazón de la santa Virgen es la fuente
maravillosa que Dios hizo brotar de la tierra en el comienzo
del mundo. De ella se habla en el Génesis: De la tierra surgía
una fuente que irrigaba toda la superficie de la tierra (Gn 2,
6). San Buenaventura nos dice que “esta fuente figuraba a
la santísima Virgen” Podemos añadir con razón que es
figura de su Corazón. Él es, en efecto, fuente viva cuyas
aguas irrigan no solo toda la tierra sino cuantos seres
creados hay en cielo y tierra.
Santo e inescrutable es el Corazón de María, ¿quién podrá
conocerlo? Solo Dios, pues al guardar en él sus tesoros puso
en él un sello no solo para que no entre en él algo que no
sea de su agrado sino para mostrarnos que contiene
riquezas tan grandes que solo pertenecen a él, a saber, su
cantidad, calidad y precio. Dios lo creó mediante su divino
Espíritu y solo él vio, numeró y midió (Sir 1, 9). Son gracias
guardadas por él en esta fuente sellado que podemos
llamar fuente de luz, de agua bendita y santa, de agua viva
y vivificante, fuente de leche y miel, fuente divina, que da
origen a grandes ríos, cuatro ríos maravillosos, fuente,
finalmente, de infinidad de bienes.
Cuarto cuadro: el Corazón de María
como el hontanar y fuente inagotable
de infinidad de bienes
14. Fuente de luz. Una sombra y figura de ella tenemos en
la reina Ester, a quien el Espíritu Santo nos describe en
las divinas Escrituras como fuentecita que se convierte
en gran luz, transformada en un sol (Est 10, 6). Es la
fuente del sol de que habla el libro de Josué.
Ciertamente, el Corazón de María. Su nombre, que
significa iluminada e iluminadora y estrella del mar, es
fuente de luz. La Iglesia la contempla y honra como la
puerta resplandeciente de la verdadera luz: Tu, porta
lucis fulgida; y la saluda como la puerta por la que la luz
divina entró en el mundo: Salve, porta, ex qua mundo lux
est orta.
El Corazón de María es la fuente del sol pues ella es la
Madre del Sol de justicia y este divino Sol es el fruto del
Corazón de María. ¡Oh prodigio inaudito, milagro
inconcebible! ¿Quién hubiera podido imaginarse que un
sol pudiera nacer de una estrella y que una fuente se
convirtiera en fuente del sol? El Corazón virginal es, pues,
fuente de luz.
Es fuente de agua, pero de agua bendita, santa y
preciosa. Me refiero al agua de tantas y tantas
lágrimas brotadas de esta sagrada fuente para unirse
a las lágrimas del Redentor y cooperar por este medio
con él en nuestra redención..
1.
2.
3.
15. El Corazón admirable de la preciosísima Virgen no es solo
una fuente, sino que es un mar, del que el océano que Dios
hizo en el tercer día de la creación del mundo es bella
figura.
El Corazón de nuestra admirable María es un mar, y este
mar, después de Jesucristo, es el fundamento del mundo
cristiano. Mar de caridad, de amor, pero de amor fuerte,
constante e invariable. Mar más sólido que el que
sustentaba a san Pedro que caminaban sobre él a pie
enjuto; mar más firme que el firmamento; mar del que
habla san Juan en los capítulos cuarto y decimoquinto del
Apocalipsis, mar de aguas claras, limpias y lucientes como
si fueran de cristal y llameantes como fuego; mar que
estaba ante el tono de Dios; mar que sostenía a los santos,
que estaban de pie sobre sus olas, cantando las alabanzas
de Dios, como veremos en seguida.
Oración
Divino Corazón, tú eres mi luz,
mi alcázar de todos los días.
¿Qué podrá causarme temor?
Tú bondad me sostiene;
eres el firme sostén de mi vida,
nada puede perturbar mi corazón.
Quinto cuadro: representa el Corazón
de la Madre de Dios como un mar
16. El Corazón admirable de la preciosísima Virgen no es solo
una fuente, sino que es un mar, del que el océano que Dios
hizo en el tercer día de la creación del mundo es bella
figura.
El Corazón de nuestra admirable María es un mar, y este
mar, después de Jesucristo, es el fundamento del mundo
cristiano. Mar de caridad, de amor, pero de amor fuerte,
constante e invariable. Mar más sólido que el que
sustentaba a san Pedro que caminaban sobre él a pie
enjuto; mar más firme que el firmamento; mar del que
habla san Juan en los capítulos cuarto y decimoquinto del
Apocalipsis, mar de aguas claras, limpias y lucientes como
si fueran de cristal y llameantes como fuego; mar que
estaba ante el tono de Dios; mar que sostenía a los santos,
que estaban de pie sobre sus olas, cantando las alabanzas
de Dios, como veremos en seguida.
Oración
Divino Corazón, tú eres mi luz,
mi alcázar de todos los días.
¿Qué podrá causarme temor?
Tú bondad me sostiene;
eres el firme sostén de mi vida,
nada puede perturbar mi corazón.
Quinto cuadro: representa el Corazón
de la Madre de Dios como un mar
17. Una de las más acertadas imágenes que la poderosa y
sabia mano del Padre eterno nos haya trazado del Corazón
beatífico de su amadísima Hija, la Virgen preciosa, es el
Paraíso terrenal que nos describe el Génesis. Es cuadro
maravilloso que su infinita bondad nos ha dado de este
bondadoso Corazón. Es paraíso que representa
perfectamente otro paraíso. Es el paraíso del primer 365
hombre que nos expresa excelentemente el paraíso del
segundo hombre.
Para contemplar este hermoso cuadro en su día
consideremos atentamente siete puntos que representan
siete aspectos que se encuentran en su prototipo, muy
señalados y fructuosos. El primero es el nombre que las
Escrituras asignan al primer paraíso; el segundo, quién lo
hizo; el tercero, su forma y disposición; el cuarto, su
contenido principal; el quinto, el encargado de cuidarlo y
cultivarlo; el sexto, lo que allí sucede; el séptimo, el querubín
a quien Dios encarga vigilar la puerta una vez expulsados
Adán y Eva. Consideremos cuidadosamente estos puntos;
nos van a revelar maravillas conjuntas del verdadero
paraíso terrenal y celeste que es el Corazón de nuestra
Madre admirable.
Sexto cuadro: el Corazón de la
Virgen es el paraíso terrenal
18. Oración
¡Oh maravillosa humildad del Corazón de María! ¡Humildad
santa, quién podría decir cuán agradable eres al que ama
los corazones humildes y rechaza a los soberbios! ¡Tú, oh
divina humildad, ofreciste un paraíso de delicias a mi Jesús,
en el Corazón de su sagrada Madre! Tú hiciste que habitara
y tomara sus delicias en los corazones en verdad humildes.
Por el contrario, el demonio habita en los corazones
soberbios.
Orígenes, san Gregorio de Niza, san Bernardo y varios otros
santos Padres están de acuerdo en que esta Zarza ardiente,
de que habla el capítulo tercero del Éxodo, es figura de la
santísima Virgen. Ella, al decir de san Germán, patriarca de
Constantinopla, llevó en su naturaleza mortal y corruptible,
el fuego devorante de la Divinidad sin ser consumida por él.
Séptimo cuadro del Corazón de la
Madre de Dios: La zarza ardiente
vista por Moisés en el Horeb
19. El muy docto y piadoso Juan Gerson, canciller de la célebre
universidad de París y uno de los más ilustres doctores de
esa famosa academia de ciencias divinas y humanas,
cuando escribe sobre el cántico de la bienaventurada
Virgen, en referencia a su Corazón, dice que era figurado
por esa misma zarza ardiente que Moisés vio en la montaña
de Horeb. No sin razón se expresa así pues ese prodigio
extraordinario de una zarza que arde en medio de
ardentísimo fuego y no se consume es figura elocuente
Orat. In Adorat. Crucis. Tract, 0, super Magnif. Part. 1 de ese
mismo Corazón, que allí se representa en varios aspectos.
Oración
“¡Oh fuego que ardes siempre y jamás te apagas; oh amor
siempre ferviente que jamás se enfría, quémame,
abrásame, enciéndeme totalmente; que me convierta
totalmente en fuego y en llamas de amor a ti”!
20. El octavo cuadro del divino Corazón de la gloriosa Virgen es
el Arpa sagrada de David, mencionada en las divinas
Escrituras. Ella representa excelentemente este Corazón. Él
es la verdadera Arpa del auténtico David, Nuestro Señor
Jesucristo. Él la fabricó con sus propias manos; sólo él es su
dueño y lo será por siempre; jamás ha estado en manos
distintas de las suyas; jamás otros dedos la han pulsado
pues jamás este Corazón virginal tuvo sentimientos, afectos
y movimientos distintos de los que el Espíritu le inspiró. Las
cuerdas de esta Arpa son todas las virtudes del Corazón de
María, en especial su fe, su esperanza, su amor a Dios, su
caridad al prójimo, su religión, su humildad, su pureza, su
obediencia, su paciencia, su aversión al pecado, su amor a
la cruz y su misericordia. Son doce cuerdas en las que el
Espíritu hace resonar a los oídos del Padre eterno
maravillosa armonía de cánticos de amor tan melodiosos
que se siente embelesado y olvida sus cóleras contra los
pecadores, deja a un lado las centellas de que se había
armado para perderlos y les ha dado a su propio Hijo para
salvarlos
Octavo cuadro: el Corazón de la
santa Virgen es Arpa celeste y divina
21. El Padre dio además a su Hijo otras arpas innumerables;
son los corazones de los ángeles y los santos; con ellos
alabó y glorificó a su Padre en este mundo mientras
permanecieron en él y con ellos lo alabará y Sermón de la
Pasión. glorificará por siempre en la eternidad
bienaventurada. Todo el honor, la gloria y las alabanzas que
se han tributado, se tributan y por siempre se tributarán, en
cielo y tierra, le fueron, lo son y le serán dados por siempre
por su Hijo Jesús: Por él, con él y en él a ti, Dios Padre
todopoderoso, todo honor y gloria.
Oración
Ahí tienes, querido hermano, cómo hay que servirse del
gran Corazón que Dios te ha dado. Es el uso que debes
hacer del arpa divina de Jesús, el Hijo de David, ha puesto
en tus manos. Aplica a esta arpa lo que se entiende al decir:
¡Oh Dios, que eres mi Dios, con mi arpa cantaré las
alabanzas de tu santo Nombre y las grandezas de tu divina
Majestad (Sal 43, 4).
Puedes añadir con audacia: ¿Por qué estás triste, alma mía,
por qué te me turbas? Qué motivo tenemos para
entristecernos pues ningún mal puede sobrevenir a los que
aman a Dios, pues su divina palabra nos asegura que todo
se convierte en bien para ellos (Ro 8, 28), y nos dio un
Corazón con el que podemos amarlo perfectamente.
22. Entre diversas, bellas y excelentes cualidades que el Espíritu
Santo atribuye a la santa Virgen te presento una muy
considerable. Está contenida en estas palabras del salmo
que varios santos doctores e incluso la Iglesia aplica a esta
misma Virgen: Cosas gloriosas se dicen de ti, Ciudad de
Dios (Sal 87, 3). Sí, es la grande y gloriosa ciudad de Dios, la
ciudad santa, Jerusalén, ciudad de paz, ciudad regia,
Ciudad del gran Rey (Sal 48, 3).
El Rey de reyes la construyó con sus propias manos, la hizo
libre por entero del infame tributo del pecado; la honró con
grandes y extraordinarios privilegios; la enriqueció con
infinidad de dones y tesoros inestimables; la hizo para
establecer en ella su primera y más gloriosa morada y para
hacer brillar allí maravillas sin par de su poder y de su
magnificencia real. ¡Oh santa ciudad de Dios, elogios altos y
admirables deben decirse y pensarse de ti!. Tú no solo eres
la ciudad del gran Rey, Virgen incomparable. Tú eres su
regio y eterno palacio. Lo dice san 413 Buenaventura:
Sagrado palacio de Dios. Si es el palacio del Rey de los
reyes, ¿qué decir de su Corazón que es el Trono imperial del
mismo Dios?
Cuadro noveno: el Trono real de
Salomón
23. Este magnífico trono está perfectamente figurado en el
trono del rey Salomón, en excelente cuadro que la Escritura
pone ante nuestros ojos (1 Ry 10, 18-20). Se nos dice allí que
ese gran Rey se hizo fabricar un trono de marfil en su casa
del Líbano, totalmente cubierto de oro brillantísimo; tenía
seis gradas para subir a él; su parte posterior era redonda;
su silla estaba sostenida por dos manos de un lado y otro;
dos leones se apostaban cabe esas dos manos; doce
leoncitos estaban en las gradas, seis de cada lado; nunca
se hizo algo semejante en todo el universo.
Oración
Jesús bueno, protégenos, te lo rogamos, de tan espantosa
desgracia. Reina en nosotros con la virtud de tu Hugo de
San Víctor, Erudit. Theolog. Lib. 1; tit, 61 433 espíritu, con la
fuerza de tu amor, y con la efusión de tu bondad. Lo
queremos con todo el corazón y te lo rogamos con todas
las veras del alma. Reina en nuestros cuerpos y corazones;
en las potencias de nuestra alma y en nuestros sentidos
interiores y exteriores; en nuestras pasiones y
pensamientos; en nuestros designios y afectos; en nuestras
palabras y acciones; en nuestras pertenencias y
dependencias; en nuestro ser y nuestra vida.
24. Una de las mayores maravillas que han existido en este
mundo, durante el tiempo de la Ley mosaica, fue el Templo
de Salomón, obra admirable en todos los aspectos:
Admirable por la prodigiosa multitud de obreros que fueron
ocupados para edificarlo. La Escritura los hace subir a
ochenta y tres mil trescientos. Añade que tres mil
trescientos hombres vigilaban las obras y mandaban a los
obreros; que treinta mil estaban destinados a cortar
madera del Líbano y setenta mil a transportarla; que hubo
ochenta mil talladores de piedra (1 Ry 5, 15-16).
Admirable por los materiales de que fue hecho. La madera
y la piedra comunes fueron descartadas. Había solamente
cedro, mármol, pórfido, jaspe y otras piedras preciosas
usadas en la obra. Admirable por la forma y disposición de
la construcción. Todo estaba dispuesto con tal orden, con
tan perfecta simetría, y con relación tan atractiva entre
todas las partes, que el artista sobrepasaba con mucho al
material.
Décimo cuadro: el Templo maravilloso
de Jerusalén
25. El candelero de oro, la mesa de los panes de la
proposición y el altar de los perfumes
El Arca de la alianza representa el Corazón de la Virgen
María
Cómo las Tablas de la Ley que estaban en el arca y el
Libro de la Ley, cercano del arca, representa el santo
Corazón de María
Cómo el Propiciatorio es figura del Corazón de la santa
Virgen
El Altar de los holocaustos representa el Corazón de la
santa Virgen
Admirable en sus riquezas. Todo estaba cubierto con oro,
incluso el pavimento. Hacer y terminar este templo costó,
según cálculos de entendidos, basados en la misma
Sagrada Escritura, tres mil millones de oro, o sea, treinta
veces cien millones de oro (1 Ry 4, 22).
Admirable por la cantidad de vasos de oro y plata. Eran al
menos cuatrocientos mil utensilios: copas, platos,
incensarios, mesas, trompetas y otros, todos de oro fino; y
un millón cincuenta mil de plata.
Este Corazón amabilísimo de la Madre del amor hermoso
está colmado de amor a Dios y de caridad a nosotros,
transformado en amor y caridad, todo amor y caridad,
amor perfecto y caridad perfecta, amor más encendido,
divino y puro y caridad más encendida, santa y excelente
que el amor y la caridad de todos los serafines.
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26. ¿Quieres, querido hermano, evitar esta desgracia, la mayor
de todas? Entrega tu corazón a la reina de los corazones y
suplícale que te dé a su Hijo. Ruégale que encienda en ti
este fuego que él vino a traer a la tierra, según su infinito
deseo. Y para corresponder de tu parte, arranca de tu
corazón cuanto pueda poner obstáculo. Si ese fuego ya
arde en tu corazón esfuérzate por avivarlo más y más
mediante la meditación de las verdades evangélicas, por la
práctica de las virtudes cristianas y especialmente por el
ejercicio del divino amor y de la caridad. No te contentes
solo con esto. Anhela, con el Hijo de Dios, que todo el mundo
sea abrasado con este fuego celestial. Trabaja con él para
prenderlo por doquier. Será muy del agrado de su divina
Majestad. Todos cuantos desean complacerle que se
empleen plenamente en esto, sobre todo aquellos que ha
escogido especialmente para ser sus cooperadores en la
obra de la salvación de las almas. Toma una antorcha en la
mano y mete ese fuego divino en todo el mundo si te es
posible.
Undécimo cuadro representativo del
Corazón de la santa Virgen: el horno
de los tres jóvenes israelitas
27. Oración
¡Oh divino fuego que ardes en el Corazón nobilísimo de
nuestra gloriosa Madre ven al corazón de todos los
hombres! Extingue en ellos todo otro fuego. Consume
en ellos todo lo que te es contrario. Quémalos,
inflámalos, abrásalos, transfórmalos en ti mismo, para
que sean todo fuego y todo llama de amor a aquel que
los creó para amarlos. Haz que podamos repetir con
san Agustín, con las disposiciones con que dijo: ¡Fuego
santo, son tus ardores suaves y agradables; tus
claridades íntimas y penetrantes! ¿Cómo son de
deseables y amables tus ascuas! ¡Infortunio para los
que tú no iluminas; desgracia a los que nos quema!
¡Pero dichosos los iluminados con tus luces;
bienaventurados los que arden en tus llamas!
28. El Calvario es el duodécimo cuadro del sagrado Corazón de
la muy preciosa Virgen. Nos pone ante los ojos el doloroso
Corazón crucificado de la Madre del Salvador durante la
pasión de su Hijo. ¿Qué es el Calvario? Una montaña, la más
considerable y digna de la Tierra santa. ¿Y qué es el
Corazón de la Madre de Dios? ¿No es acaso una montaña, y
la más ilustre, de esta tierra de bendición marcada por
estas palabras: ¿Bendijiste, Señor, tu tierra (Sal 85, 2), pues
ella es la Virgen bendita, ¿la parte más noble y elevada de
su cuerpo y de su alma?
¿Qué es el Calvario? La montaña de Moria, en la que Dios
ordenó a Abrahán que inmolara a su hijo. En efecto, en el
lugar donde, según la lectura común del capítulo 22 de
Génesis Dios dijo a Abrahán: Dirígete al monte de la visión,
el texto hebreo dice: Dirígete al monte Moria. Es también el
lugar donde el rey David levantó un altar y ofreció
sacrificios 500 a Dios para detener el curso de la peste que
hacía estragos en su pueblo. Es el lugar donde Salomón
construyó el templo de Jerusalén, pues el monte Sion donde
este templo fue construid y la montaña de Moria, son lo
mismo. Vimos ya cómo el verdadero Salomón construyó su
primer templo y su más santo altar en el Corazón dignísimo
de la hija de Abrahán y de David. En ese templo y en esa
montaña fue donde ella inmoló, no solo de voluntad como
Abrahán, sino efectivamente a su querido y adorado Isaac
Duodécimo cuadro representativo del
Corazón de la santa Virgen: el
calvario
29. Estas son las doce representaciones del Corazón
sacratísimo de nuestra Madre admirable. Has conocido los
efectos prodigiosos del amor infinito del Corazón adorable
del Padre eterno hacia el Corazón amabilísimo de la Madre
de su Hijo. Él ha querido pintar este Corazón augusto en el
cielo, en el sol, en la tierra, en la fuente maravillosa de que
habla el capítulo segundo del Génesis, en el mar, en el
paraíso terrenal, en la zarza ardiente que vio Moisés en la
montaña de Horeb, en el arpa misteriosa de David, en el
magnífico trono de Salomón, en el templo de Jerusalén, en
el horno de Babilonia y en la montaña del Calvario. El
Corazón divino del Padre eterno es el primer fundamento
de la devoción al Corazón virginal de su amadísima Hija. Ha
querido poner ante nuestros ojos una extraordinaria pintura
de las maravillas inefables que su omnipotente bondad
obró en este Corazón admirable y de las excelencias sin par
de que estuvo adornado para encender en nuestros
corazones una veneración y devoción singulares a este
dignísimo y santísimo Corazón.
Conclusión general de los doce cuadros
que representan el Corazón santo de María
30. En el Padre eterno adoramos dos grandes e inefables
perfecciones. Le son infinitamente preciosas y gloriosas y
serán por siempre el objeto de nueras adoraciones y
alabanzas en el cielo. La primera es su divina Paternidad.
Por ella es el Padre de su Hijo amadísimo como también de
todos los miembros de ese mismo Hijo. Ella no da un
derecho infinitamente honorable y provechoso como es el
poder llamarlo Padre nuestro y repetirle estas palabras
llenas de consuelo indecible: Padre nuestro que estás en el
cielo. La segunda perfección de este muy bueno y
amabilísimo Padre es la que él mismo toma de las
Sagradas Escrituras al hacerse llamar Padre de las
misericordias y Dios de todo consuelo (2 Cor 1, 3). Nos quiere
manifestar que él lleva en su Corazón todas nuestras
angustias; que lo conmueven vivamente según estás
divinas palabras: afectado de dolor en lo íntimo del corazón
(Gn 6, 6); que si fuera capaz de sufrir padecería por ello
dolores incomprensibles; y que tiene deseos infinitos de
liberarnos y de hacernos partícipes de sus felicidades
eternas.
El Corazón de María: Trono de la
Misericordia
31. [1] La revelación privada es una ayuda para la fe, aunque
no es obligatorio usarla«. (Verbum Domini 14)
[2] Juan Eudes, obras completas I, ed. Lafolye Fréres
(Vannes, 1905),
[3] Pablo VI, Exhortación apostólica Marialis Cultus,
recuperado: https://www.vatican.va/content/paul-
vi/es/apost_exhortations/documents/hf_p-
vi_exh_19740202_marialis-cultus.html. Numeral 1 – 15.
Referencia: