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PRESENTACIÓN
Para el mes de febrero se nos invita a meditar en torno
a: “Formar a Jesús es permitir que nuestra vida cristiana de-
penda y se alimente de él”. Al leer estas palabras y pensar
en la Santísima Virgen, podemos contemplar que su
Corazón amantísimo está verdaderamente unido al Co-
razón de Jesús. A través de sus virtudes presentes en el
manantial de su Corazón, experimentamos a un Jesús
cercano a nuestra realidad y nos sentimos llamados a
unirnos a ese mismo amor y a entregar todo en él.
La fiesta del Santísimo Corazón de María se celebró al
principio el 20 de octubre, día en que posteriormente
se celebró el Corazón de Jesús. A partir de 1647 san
Juan Eudes la colocó el 08 de febrero porque, por una
parte, en esta época del año litúrgico es más fácil cele-
brar una octava, y por otra parte, porque después del
relato de los misterios de la santa infancia de Nuestro
Señor, san Lucas hace el elogio del Corazón de María:
“María conservaba todas estas cosas meditándolas en su cora-
zón”(Lc 2, 19).
Escogió el día ocho ya que san Juan Eudes se propuso y
aconseja consagrar a María el ocho de cada mes, en re-
cuerdo de su natividad el ocho de septiembre y de su
inmaculada concepción el ocho de diciembre. También
recomendaba a los fieles recitar el Oficio Parvo de la
Infancia de María el día ocho de cada mes (Cfr. O.C.
XI, 149; XII, 04).
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PRIMER DÍA (5 DE FEBRERO)
CORAZÓN SANTO DE MARÍA, IMPRIME EN
NOSOTROS EL DON DE LA MISERICORDIA
Inicio:
En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu San-
to.Amén.
Ave cor Sanctissimum
Alégrate, Corazón santo
Alégrate, Corazón manso
Alégrate, Corazón humilde
Alégrate, Corazón puro
Alégrate, Corazón ferviente
Alégrate, Corazón sabio
Alégrate, Corazón paciente
Alégrate, Corazón obediente
Alégrate, Corazón solícito
Alégrate, Corazón fiel
Alégrate, Corazón fuente de toda felicidad
Alégrate, Corazón misericordioso
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Alégrate, Corazón, lleno de amor, de Jesús y de María.
Te adoramos,
te alabamos,
te glorificamos,
te damos gracias.
Te amamos con todo nuestro corazón,
con toda nuestra alma,
con todas nuestras fuerzas.
Te ofrecemos nuestro corazón,
te lo entregamos,
te lo consagramos,
te lo inmolamos.
Acéptalo y poséelo plenamente,
purifícalo,
ilumínalo
y santifícalo,
para que en él vivas y reines,
ahora y siempre y por los siglos de los siglos.Amén.
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LECTURA
EL CORAZÓN DE MARÍA ES IMAGEN
VIVIENTE DE LA DIVINA MISERICORDIA
La divina misericordia reina tan perfectamente en el
Corazón de María, madre del salvador, que recibe el
nombre de reina y madre de misericordia. Esa compa-
siva María de tal modo se ganó el Corazón de la divina
misericordia que le fueron dadas las llaves de todos los
tesoros y fue constituida dueña de ellos.Al respecto así
habla san Bernardo: Se llama reina de misericordia porque
ella abre los abismos y tesoros de la divina misericordia a
quien quiere,cuando quiere y en la forma que quiere.
La divina misericordia reina tan plenamente en su Co-
razón y lo colma de tan grande compasión a los peca-
dores y necesitados que san Agustín le habla así: Tú eres
la única esperanza de los pecadores, se entiende, después de
Dios.Y san Bernardo añade: Hijitos míos queridos, por esta
escalera los pecadores suben al cielo; ella es mi gran confian-
za, es el objeto de mi esperanza. Otro Padre antiguo, que
vivía hace más de setecientos años, declara: Buena y mi-
sericordiosaVirgen,pon los ojos de tu benignidad en tus pobres
servidores; tú en quien, después de Dios, hemos puesto toda
nuestra esperanza; tú que eres, después de Dios, nuestra vida,
nuestra gloria y en cierto modo nuestro ser y nuestra subsis-
tencia.
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¿Quieres saber de qué manera la divina misericordia
vive y reina en el Corazón de la madre de misericor-
dia? Escuchemos a san Buenaventura: “Grande ha sido la
misericordia de María hacia los menesterosos mientras vivía
en este destierro; pero mayor aún es la misericordia de María
hacia los necesitados ahora que reina felizmente en el cielo.
Ella manifiesta esta gran misericordia hacia los hombres con
beneficios innumerables pues conoce más claramente las mise-
rias sin número que afligen a los hombres. Ella no va en bús-
queda de méritos pasados. Por pura caridad escucha las ora-
ciones de cada uno y abre a todos el seno de su clemencia.Ali-
via las necesidades y urgencias de todos con el afecto y ternura
de su corazón incomparable”.
Si quieres, hermano querido, sentir los efectos de la
misericordia sin par que reina en este Corazón benigní-
simo, empieza por reconocer que eres abismo de ca-
rencias, que tienes necesidad inmensa del socorro de
esta Madre de misericordia y que eres infinitamente
indigno de él.
En segundo lugar invócalo muy confiadamente en tus
necesidades.
En tercer lugar, si quieres que tenga un Corazón lleno
de compasión hacia ti, ten tú mismo un corazón lleno
de benignidad a tus hermanos; dedícate gustosamente,
según el poder que Dios te dé, a las obras de miseri-
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cordia que son siete corporales y siete espirituales.
Si no estás en capacidad de hacer todo esto, ten al me-
nos la voluntad de practicarlo y ora a Dios que la dé a
los que pueden hacerlo. Testimonia a tu prójimo que
sufres de corazón por no poder asistirlo en sus necesi-
dades como lo quisieras hacer si estuvieras en capaci-
dad de hacerlo.
No rechaces nunca a nadie; no rehúses asistencia a los
que buscan tu ayuda: obra con misericordia con todos
los que acuden a ti; da limosna a los pobres que te la
pidan, de una manera u otra: si no das dinero, da algu-
nas palabras de consuelo e instrucción, o bien, di al
punto un Ave María, por ellos y levanta tu corazón ha-
cia la Madre de misericordia y dile por este afligido y
por los demás: Consuelo de los afligidos, ruega por no-
sotros.
Y no te contentes con hacer obras de misericordia sino
practícalas bien, con pureza de intención, es decir, para
agradar a Dios y para su sola gloria; hazlo con disposi-
ciones santas: bondad, afabilidad, dulzura, alegría y
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presteza. Dios ama al que da con alegría, dice la santa
Palabra (2 Cor 9, 7).
El que da prontamente da dos veces.Y también: no de-
mores la ayuda al angustiado (Sir 4, 3). Si Dios te da facul-
tad de hacer el bien hoy a quien te pide no lo retardes para
mañana (Prov 3, 28). No esperes que te pidan. Adelán-
tate a las necesidades de los hermanos, así como Dios
toma a menudo la iniciativa y te concede gracias diver-
sas que no le habías pedido y que no esperabas.
Madre de misericordia, alcánzanos por favor esta gracia
e imprime en nuestros corazones una participación en
los sentimientos benignísimos de la increíble miseri-
cordia de que estás colmada.
(San Juan Eudes, O.C.VII, 10-18 )
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Oración final
Démonos a Jesús, Hijo de María, y roguémosle nos
llene de afecto filial hacia esta sagrada Madre.
Ofrezcámonos a María, Madre de Jesús, rogándole
que ejerza en esta comunidad el poder que sobre ella
ha recibido para conducirla y animarla en todo, y para
hacer vivir y reinar en ella la voluntad de Dios y el
Espíritu de su Hijo.
Amén
R./ Amén.
Para meditar:
¿En mi experiencia cristiana, de qué forma he vivido la
misericordia de Dios y como la he expresado a los de-
más, según la enseñanza de san Juan Eudes?
Para san Juan Eudes, las virtudes del Corazón de María
son las mismas virtudes del Corazón de Jesús. ¿Cómo
estoy perfilando mi vida espiritual, para formar en mí
las virtudes de este Gran Corazón y unirme a él plena-
mente?
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SEGUNDO DÍA (6 DE FEBRERO)
CONTEMPLAR EL CORAZÓN DE MARÍA ES VIVIR
LA MISMAVIDA DE DIOS
Inicio:
En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu San-
to.Amén.
Ave cor Sanctissimum (P.3)
LECTURA
EL CORAZÓN DE LA GLORIOSAVIRGEN, IMAGEN
DE LAVIDA DE DIOS
La vista y la vida de un alma cristiana no son sino una
misma realidad. Ver y vivir en el cristianismo, en len-
guaje de Dios, se identifican, pues la fe, que es la luz y
la vista del justo, es también su vida según estas pala-
bras divinas: El justo vive de la fe (Ro 1, 17). La vida
eterna consiste en conocer a Dios como nos lo enseña
Jesús, cuando hablando de su Padre nos dice: conocerte a
ti,solo Dios verdadero,es la vida eterna (Jn 17, 3).
En efecto, la vida de Dios está en el conocimiento de sí
mismo y de sus divinas perfecciones y en el amor que
se tiene a sí mismo; así la vida de los hijos de Dios con-
siste en conocer y amar a Dios. Los que conocen a Dios
por la luz de la fe y lo aman con amor sobrenatural, vi-
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ven de la vida de Dios y Dios está viviente en ellos. Él
es la vida de sus corazones y de sus almas. “Lo que el
alma es para nuestro cuerpo lo es Dios para nuestra al-
ma; la vida de nuestro cuerpo es nuestra alma y la vida
de nuestra alma es Dios”.
Dios vive siempre en el Corazón de la santa Virgen y
este Corazón vive siempre en Dios y de la vida de
Dios, de manera más excelente que en todos los demás
corazones.
La vida de Dios consiste en el muy sublime y claro co-
nocimiento que tiene de sí mismo mediante su ilimita-
da sabiduría, y en el amor infinito que se profesa a sí
mismo. El Corazón de la preciosísima Virgen está más
lleno de la sabiduría y del amor de Dios que los demás
corazones. Por consiguiente expresa y representa con
mayor perfección en sí la vida de Dios que los demás
corazones.
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Hay dos clases de vidas: la interior solo conocida de sí
mismo, y otra vida exterior y visible que tiene en la
humanidad de su Hijo, en sus santos, especialmente
mientras están en la tierra, y en todas las criaturas vi-
vientes. Así tiene dos clases de vida en el Corazón de la
Madre de Dios. Una interior y del todo oculta en Dios,
solo visible a los ojos de Dios. Otra exterior y visible
que apareció en su cuerpo y en sus acciones exteriores,
originada en su Corazón. Estas dos vidas son del todo
santas y divinas y dignas de honor eterno.
Añadamos a esto que Dios no es solamente vida sino
fuente de vida, y de todas las vidas naturales y sobrena-
turales de todo lo que vive. Así el Corazón de la Madre
de vida no solo ha vivido siempre de la vida de Dios
por participación en grado eminentísimo que no tiene
parangón sino que además es principio de vida y de va-
rias vidas muy excelentes como ya lo dijimos. Así pues
este Corazón admirable es expresión perfecta y com-
pendio maravilloso de la vida de Dios.
¿Quieres, querido lector, vivir esa vida? Esfuérzate con
esmero por conocer y amar a Dios y a su Hijo Jesucris-
to Nuestro Señor. Ella consiste en ese conocimiento y
en ese amor. Si tienes mucho conocimiento y amor de
Dios, tienes mucha vida; si en ti son escasos, tienes po-
ca vida; si careces totalmente de ella, estás muerto.
Hay otros en los que él no solo está vivo sino que vive
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y reina en ellos. ¿De qué corazones se trata? Son los
que han hecho morir en sí mismos el amor propio y la
propia voluntad, y solo buscan en este mundo y en el
otro agradar a Dios y que esté contento de todo lo que
hacen, y ponen su entera satisfacción y su gozo en se-
guir en todo y por doquier su adorabilísima voluntad.
Así es el Corazón virginal de la reina del cielo. En él
Dios ha vivido y reinado soberanamente y ha estableci-
do perfecta semejanza y maravilloso comprendió de su
vida, por lo que sea bendito y glorificado eternamente.
(San Juan Eudes, O.C.VII, 67-71)
Oración final
DiosTodopoderoso,
que hiciste del Corazón de MaríaVirgen
tu digna mansión y trono de toda virtud,
concédenos por su intercesión
llevar en nosotros su semejanza
para que, cumpliendo siempre sus designios,
seamos conformes a tu propio corazón.Amén.
R./ Amén.
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Para meditar:
Para san Juan Eudes, el Corazón de María es fiel ima-
gen de la vida y el reinado de Jesús: ¿Qué debo formar
en mi vida cristiana para ser una imagen auténtica de la
vida y el Reinado de Jesús a ejemplo de María?
TERCER DÍA (7 DE FEBRERO)
ADORAR A JESÚS EN EL ADMIRABLE CORAZÓN DE
MARÍA
Inicio:
En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu San-
to.Amén.
Ave cor Sanctissimum (P. 3)
LECTURA
EL CORAZÓN DE MARÍA, IMAGEN PERFECTA DE
FELICIDAD
Es preciso saber que es propio del amor, especialmente
del amor sobrenatural y divino, transformar al amante
en la cosa amada, como el fuego cambia el hierro en
fuego, dejándole su naturaleza y esencia de hierro, y lo
reviste de las propiedades y perfecciones del hierro.
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Es cierto que nunca hubo ni habrá jamás amor seme-
jante al que ardió siempre en el Corazón virginal de
María.
Este amor divino la transformó en Dios desde este
mundo pues mientras estuvo en él no tuvo sino un es-
píritu, un corazón, una voluntad y un amor con Dios.
Amó solo lo que él ama, aborreció solo lo que él abo-
mina; no tenía otros intereses que sus intereses; ni otra
gloria y honor que su honor y su gloria; ni otros con-
tentos que los suyos; ni otra felicidad que la suya. Así
su gloria y su felicidad estuvieron siempre en su Cora-
zón.
Todas las ignominias y dolores que padeció en la tierra,
en especial durante la pasión de su Hijo, no pudieron
arrebatarle esa gloria y felicidad. Por el contrario se las
acrecentaron. ¿Ignoras que el Espíritu Santo, hablando
del día de la pasión del Hijo de Dios, dice que es el día
de la felicidad de su Corazón? (Cant 3, 11).
16. 16
Haz de saber que la Madre de Jesús no tenía sentimien-
tos distintos de los de su Hijo. Además ella conocía
muy bien que nada hay en el mundo que dé más gloria
y contento a Dios que los sufrimientos y humillaciones
soportados por su amor. Como su Hijo llama a su
afrentosa y cruel pasión su gloria y su felicidad, y como
ella ponía su honor y delicia en lo que honra y agrada a
Dios, su mayor gloria y su perfecta alegría estaban en
las mayores ignominias y en las más angustiantes aflic-
ciones.
¿Quieres poseer la auténtica gloria y felicidad? Ten en
cuenta que es preciso renunciar por entero a la gloria
fantasiosa y a los falsos placeres del mundo y no querer
honor distinto del honor de Dios, ni otro contento
que su contento, y poner toda tu gloria y felicidad en
servirlo y amarlo perfectamente. Si lo amas de veras de
todo corazón y más que a ti mismo, como debes hacer-
lo, el divino amor te transformará en Dios, pues no
tendrás otra voluntad que la voluntad de Dios, ni otros
intereses que los suyos, ni otra gloria que su gloria, ni
otras satisfacciones que las suyas.
(San Juan Eudes, O.C.VII, 79-83)
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Oración final
María, Madre de Jesús, te
venero y admiro en la vida santa que disfrutaste al lado
de Jesús, el hijo de Dios, tu hijo. Bendita seas por la
gloria y alabanza que le diste durante su vida terrena.
Que por tu intercesión se me conceda vivir en alabanza
continua a tu hijo, Jesús.Y tú, Jesús, vive de lleno en
mi espíritu y en mi corazón. Que yo, como María,
cumpla los deseos de tu corazón.Amén.
R/ Amén.
Para Meditar
¿De qué forma construyo mis relaciones, para que és-
tas sean transformadas en el fuego del amor de Dios y
no tengan otro propósito sino glorificarlo y amarlo
perfectamente?
El padre Eudes asegura que María no tenia sentimien-
tos, ni actitudes diferentes a las de su Hijo. ¿Estoy vi-
viendo un verdadero crecimiento para reflejar con mis
sentimientos y actos la vida de Jesús en María y de Ma-
ría en Jesús?
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“Oh Corazón incomparable, ¿quién
no te admirará? ¿Quién no te
rendirá honor? ¡Quién no usará
todos los afectos de su corazón para
bendecirte, publicar tus
perfecciones e invitar a todos los
corazones del cielo y de la tierra a
cantar sin descanso: que viva el
Corazón sagrado de María! ”
San Juan Eudes
(O.C. VI, 84)
Director:
P. Álvaro Duarte Torres CJM
Diseño y compilación:
Jorge Luis Baquero—Hermes Flórez Pérez