2. Datos Biográficos
Nació el 10 de julio de 1871 cerca de París
Murió en 18 de noviembre de 1922 en París obsesionado con su
obra
Estudió Derecho en la Sorbona,
junto con cursos de filosofía y psicología
Su padre quería fuese diplomático
En 1906 se vuelve ermitaño
En 1913 costea su propia edición
de En busca del tiempo perdido
3. Sobre su obra
Comenzó a escribir a los 35 su obra máxima.
Es un ejercicio de la memoria
Es la enciclopedia de los sentidos
y las impresiones,
los recuerdos y añoranzas.
4. En busca del tiempo
perdido (1913-1922)
Conformada por siete tomos
Por el camino de Swann
A la sombra de las muchachas en flor
El mundo de Germantes
Sodoma y Gomorra
La prisionera
La fugitiva
El tiempo Recobrado
5. Fragmento del texto
Combray
Mucho tiempo he estado acostándome temprano. A
vecesapenas había apagado la bujía, cerrábanse mis
ojos tan presto, queni tiempo tenía para decirme: «Ya
me duermo» . Y media hora después despertábame la
idea de que ya era hora de ir a buscar el sue-ño; quería
dejar el libro, que se me figuraba tener aún entre las ma-
nos, y apagar de un soplo la luz; durante mi sueño no
había cesadode reflexionar sobre lo recién leído, pero
era muy particular el tonoque tomaban esas
reflexiones, porque me parecía que yo pasaba
aconvertirme en el tema de la obra, en una iglesia, en un
cuarteto, enla rivalidad de Francisco I y Carlos V.
6. Fragmento…
Hacía ya muchos años que no existía para mí de
Combray más que el escenario y el drama del
momento de
acostarme, cuando un día de invierno, al volver a
casa, mi madre, viendo que yo tenía frío, me
propuso que tomara, en contra de mi costumbre, una
taza de té. Primero dije que no; pero luego, sin saber
por qué, volví de mi acuerdo. Mandó mi madre por
uno de esos bollos, cortos y abultados, que llaman
magdalenas, que parece que tienen por molde una
valva de concha de peregrino.
7. Fragmento
Y muy pronto, abrumado por el triste día que había
pasado y por la perspectiva de otro tan melancólico
por venir, me llevé a los labios unas cucharadas de té
en el que había echado un trozo de magdalena. Pero
en el mismo instante en que aquel trago, con las miga
del bollo, tocó mi paladar, me estremecí, fija mi
atención en algo extraordinario que ocurría en mi
interior. Un placer delicioso me invadió, me aisló, sin
noción de lo que lo causaba.
8. Fragmento
Y él me convirtió las vicisitudes de la vida en
indiferentes, sus desastres en inofensivos y su br
evedad en ilusoria, todo del mismo modo que opera
el amor, llenándose de una esencia preciosa;
pero, mejor dicho, esa esencia no es que estuviera en
mí, es que era yo mismo….