El 19 de noviembre de 2002, el petrolero Prestige se hundió frente a las costas gallegas de España después de transportar 63,000 toneladas de petróleo desde Letonia a Gibraltar, vertiendo su cargamento al mar y causando una gran catástrofe ecológica y económica. La contaminación afectó varias ciudades gallegas como La Coruña, Pontevedra y Vigo, así como puntos del litoral cantábrico como Gijón, Santander, Bilbao, San Sebastián, Bayona y Mimizan.