1. PRIMER CONVERSATORIO CON EL DOCTOR HUGO
CASTRO CADAVID, FAMILIAR DEL POETA MIGUEL
ÁNGEL OSORIO BENITEZ
LUGAR: CASA MUSEO “PORFIRIO BARBA JACOB”
ANGOSTURA ANTIOQUIA, 13 DE ABRIL DE 2013
2. Conmemorar y exaltar a
uno de los mejores
poetas y literatos de
Colombia.
El conversatorio fue
dirigido por el Doctor
HUGO CASTRO
CADAVID, sobrino nieto
de “PORFIRIO BARBA
JACOB”,
Quien vino acompañado
de su hermano
SALVADOR CASTRO
CADAVID y su primo
JOHN ARANGO RADA,
3. El evento sociocultural
inició con la intervención
del Señor Alcalde
Municipal JOSÉ MIGUEL
VÁSQUEZ ARANGO,
quien agradeció muy
especialmente a todos
los participantes por su
valiosa asistencia y dio la
bienvenida a este
conversatorio,
dignificando
individualmente la
presencia y apoyo de los
ilustres invitados, como
un hecho de gran
relevancia cultural e
histórica para nuestro
Municipio.
4. El Doctor HUGO CASTRO CADAVID, principal orador del
Conversatorio, un gran hombre, conocedor por excelencia de la
historia, vida, obra y pensamiento del poeta MIGUEL ÁNGUEL
OSORIO BENITEZ. Comenzó su narración detallada de la historia de
sus abuelos, padres y familiares, encadenando los hechos y
experiencias vividas de la época.
Foto tomada por Luz Elena Ayala M. 13 de abril, conversatorio
5. Con su relato ameno y cautivante, fue despejando las inquietudes de
los participantes del conversatorio; especialmente, con la duda
generalizada del lugar donde supuestamente se inspiró uno de los
poemas más hermosos de Barba Jacob, conocido como “LA
PARABOLA DEL RETORNO”, pues existían posiciones encontradas
sobre el lugar donde se inspiró para escribir el poema, ya que
algunas personas tenían la creencia que este hecho ocurrió en la
vereda La Culebra, y otro sector afirmaba que el lugar donde había
sucedido, era la vereda Tenche Viejo; Es donde sabiamente el Señor
Hugo, aclara que el poema se hizo en otro lugar distinto al
Municipio de Angostura, y que quizás fue inspirado en
estos lugares como recuerdos gratos.
Foto tomada por Salvador Castro, vereda tenche viejo Foto tomada por Luz Elena Ayala M. 13 de abril, conversatorio
6. Este gran hombre nos hizo un relato
sobre los manuscritos que existen en
el sótano de la casa museo, como el
sitio donde el niño MIGUEL ÁNGEL
OSORIO BENITEZ, jugaba con sus
amiguitos de la época, disfrazándose
de sacerdote y celebrando todos los
ritos religiosos que contiene una
misa, como era la comunión que les
daba a los compañeros, usando un
trozo de cuero de vaca que introducía
en sus bocas y que luego retiraba
rápidamente, y cuando éste estaba
sucio y desgastado corría donde su
abuela a decirle que le cambiara ese
sacramento porque ya estaba muy
usado.
7. Entre los bellos e interesantes relatos narrados por tan ilustre
personaje, cabe destacar los versos que compuso la señora
PASTORA BENITEZ, madre del poeta, que usó el seudónimo de
“Mara”, versos que el señor Hugo Castro compartió coloquialmente
con los participantes:
“Tuya soy “No quiero querer a nadie
Y tuya me llamo Ni que me quieran a mí
Para tus brazos nací No quiero pasar trabajos
Y ahora pregunto yo Ni que los pasen por mí”
¿Quién tiene derecho en mí?”
“Cogollito, cogollito
Hijo de la Palma real
Tu sabes que soy tuyo
Bien podrás determinar”
8. Para finalizar el señor HUGO CASTRO Y SUS
ACOMPAÑANTES, nos hicieron un llamado de atención
piadoso para que rescatáramos este hermoso y gran
legado de nuestro poeta PORFIRIO BARBA JACOB,
multiplicando esta cultura en las nuevas generaciones.
Pues el hombre no puede construir su futuro
desprendiéndose egoístamente del pasado.
9. CANCIÓN DE LA VIDA PROFUNDA
Hay días en que somos tan móviles, tan móviles,
como las leves briznas al viento y al azar.
Tal vez bajo otro cielo la Gloria nos sonríe.
La vida es clara, undívaga, y abierta como un mar.
Y hay días en que somos tan fértiles, tan fértiles,
como en abril el campo, que tiembla de pasión:
bajo el influjo próvido de espirituales lluvias,
el alma está brotando florestas de ilusión.
Y hay días en que somos tan sórdidos, tan sórdidos,
como la entraña obscura de oscuro pedernal:
la noche nos sorprende, con sus profusas lámparas,
en rútiles monedas tasando el Bien y el Mal.
Y hay días en que somos tan plácidos, tan plácidos...
(¡niñez en el crepúsculo! ¡Lagunas de zafir!)
que un verso, un trino, un monte, un pájaro que cruza,
y hasta las propias penas nos hacen sonreír.
Y hay días en que somos tan lúbricos, tan lúbricos,
que nos depara en vano su carne la mujer:
tras de ceñir un talle y acariciar un seno,
la redondez de un fruto nos vuelve a estremecer.
Y hay días en que somos tan lúgubres, tan lúgubres,
como en las noches lúgubres el llanto del pinar.
El alma gime entonces bajo el dolor del mundo,
y acaso ni Dios mismo nos puede consolar.
Mas hay también ¡Oh Tierra! un día... un día... un día...
en que levamos anclas para jamás volver...
Un día en que discurren vientos ineluctables
¡un día en que ya nadie nos puede retener!
Caricatura el hombre que parecía un caballo
Casa Museo 1983