Los avatares para el juego dramático en entornos virtuales
Rocio Benites
1. 1658620822325<br />En los primeros años del siglo XIX y en los umbrales de la Independencia, la ciudad de Quito muy poco había variado, tanto en su estructura física como en sus formas socioeconómicas, respecto al segundo tercio del siglo XVIII. Las características del desarrollo urbano de Quito han sido recogidas en los numerosos planos elaborados a lo largo de la vida de la ciudad; mientras las particularidades y rasgos de la vida social han sido descritos en fuentes diversas de la época, como las crónicas de viajeros de aquel entonces.<br />En 1734 aparece un plano de la ciudad cuyo autor es Dionisio Alcedo, en el cual se aprecian La Catedral con su cruz esquinera, el Palacio de la Audiencia, la Iglesia de San Francisco con las gradas redondas del atrio, y los conventos de la Merced, Santo Domingo, San Diego, entre otros. De igual manera se reconocen lugares tradicionales como La Loma, San Sebastián, San Roque y El Sagrario, pero sobre todo las coloridas casas con sus puertas, ventanas y fachadas, convirtiendo este plano en una verdadera joya artística de la época, que poco habría de cambiar en el discurrir del siglo XVIII y en los primeros años de nuestra independencia. Hoy este plano se encuentra en el Archivo General de Indias en Sevilla. Hacia 1748, unas 60 mil almas habitaban la ciudad, población que se vería reducida diez años más tarde a 48 mil, según el jesuita italiano Juan Bautista Coleti, debido a erupciones volcánicas, pestes, malas condiciones sanitarias, hambrunas, etc.<br />Los sectores de Quito más privilegiados por su ubicación eran los alrededores da la Plaza Mayor y de la Plaza de San Francisco. Las residencias coloniales se caracterizaban por su sencillez, cuyas habitaciones y corredores rodeaban al patio central, eje fundamental de las construcciones coloniales. Según Coleti, las habitaciones de los principales señores, si bien por afuera no se manifiestan hermosas, por dentro son grandes, cómodas y con suficiente orden y distribución. Los adornos de los cuartos y salas se reducen a los cuadros y pinturas en fresco sobre las paredes, de flores, frutas y animales que no dejan de hacerlos alegres.<br />El comedor, un espacio que con el tiempo se tornó exclusivo, pues anteriormente los quiteños comían en cualquier sitio de la casa, contenía una mesa, taburines y el infaltable estante empotrado a la pared llamado alacena, para guardar la plata labrada, cuando existía claro está. El menaje de comedor era pobre y la vajilla escasa, a tal punto que no se acostumbraba a cambiar de plato, sino en las casa más ricas. La cocina, que en siglos anteriores se hallaba al aire libre o bajo un alero en la galería del segundo piso, ingresó a uno de los cuartos, donde se instalaron hornillas construidas en poyos, y el agua para consumo diario era conducida por aguateros en grandes pondos, desde alguna de las fuentes públicas.<br />El padre Mario Ciacala, en su descripción de la provincia de Quito de 1771, representa a Quito como una pequeña urbe rodeada de pequeñas elevaciones y quebradas, que en conjunto generaba cierta sensación de encierro o de fortaleza. . En su descripción, se evidencia Santa Prisca, hacia el norte, y la recoleta de Santo Domingo, hacia el sur, como límites urbanos. El Ejido en aquella época era más extenso y llegaba hasta Cotocollao, el cual se reduciría a lo largo de la República.<br />AutoresDescripciónDionisio AlcedoPalacio de la AudienciaIglesia de San FranciscoJuan ColetiPlaza MayorPlaza de San FranciscoMario CiacalaSanta PriscaSanto Domingo<br />ECUACIÓN:<br />2x×4xy2+√36-45÷∛49≥2yπ×∜43±5<br />