El grupo se levantó temprano para ir a buscar los caballos, ensillarlos y comenzar a trepar por la quebrada hacia la montaña, haciendo paradas para comer, beber agua y descansar. Luego de admirar los paisajes, llegaron al rancho al anochecer, donde descansaron y encendieron una fogata para tocar guitarra toda la noche. Al día siguiente emprendieron el regreso cansados y hambrientos, viendo finalmente su casa al anochecer donde los esperaba la familia con una gran cena.