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UNIDAD 2
El poder como dimensión constitutiva de la política.
La política es definida como una ciencia social, ciencia que estudia el ejercicio y la
aplicación del poder, es decir, el arte de gobernar. Sin duda, la definición nos dice
mucho con respecto a la dimensión del estudio de la política, desde un sentido
mas amplio, las dimensiones de la política podría dividirse en tres vectores
principales, el ejercicio del poder o gobernabilidad, a quien se le aplica el poder, es
decir el pueblo gobernado y el ente no físico de la política que es la ley y la
retorica del discurso político, englobando en este ultimo punto las relaciones de la
política con otras características de la sociedad, como su cultura, por mencionar
uno de tantos ejemplos.
Ya que se divide a la política en los tres ejes que marcamos, podríamos decir que
la política tiene dimensiones muy bastas, sin embargo, al unirlo a su definición
podemos concluir que las dimensiones del estudio de la política, solo son los
factores sociales de la gobernabilidad, su aplicación y el ejercicio de esta,
aunando el análisis de las acciones políticas con respecto a otras políticas.
Mientras que la política y las ciencias políticas tratan otros temas, como las
ideologías políticas, la dimensión política de la sociedad se limita al poder, y relega
la ideología a la dimensión de valores.
Los partidos políticos son instituciones, y pertenecen a la dimensión institucional o
interactiva.
Al igual que las seis dimensiones culturales, y las dimensiones físicas de anchura,
longitud y profundidad, la dimensión política es una creación que se basa en la
razón más que en la observación, y solo existe en nuestra mente.
No es intrínseca a la cultura, ni es un aspecto de la misma, es una dimensión.
Es como cuando tenemos “dos” manzanas; la “dualidad” no es característica de
las manzanas, sino de nuestra mente.
El poder, junto con el prestigio y la riqueza, es uno de los tres elementos de las
desigualdades sociales o de clase que estudian los sociólogos.
La dimensión política se encuentra en todas las entidades sociales o culturales,
desde la interacción más pequeña, como una pareja (dos personas), a todo un
país.
Al igual que un lápiz, ya sea corto o largo, siempre tiene una longitud, los grupos –
o instituciones– ya sean pequeños o grandes, tienen una dimensión política.
Los interaccionistas simbólicos prefieren estudiar a un nivel básico, de grupos
pequeños, y cómo se ejerce el poder en los mismos.
Aunque tanto la sociología funcionalista como la del conflicto estudian un nivel
superior, sus interpretaciones son muy diferentes.
Los funcionalistas ven el sistema político nacional tal y como es en la superficie,
un conjunto de instrucciones que tienden a mantener el equilibrio entre los grupos
que compiten por el poder, de forma que las decisiones nacionales reflejen los
valores de la mayoría.
La sociología del conflicto contempla una “élite de poder” compuesta
principalmente por los líderes de las corporaciones, que ostentan casi todo el
poder, a menudo de forma encubierta. El objetivo de esta élite de poder es
mantener un sistema de privilegios para aquellas personas en la cima del sistema
de clases del país.
Las sociedades más simples tienen un sistema político en el que hay muy poca
diferencia de poder entre los más y los menos poderosos. En términos de
distribución de poder, es una sociedad muy igualitaria.
A medida que la sociedad se vuelve más compleja, aumenta la diferencia entre los
más y los menos poderosos. La diferencia entre el más y el menos poderoso
aumenta a medida que lo hace la complejidad de la sociedad.
La forma de poder más informal e igualitario no desapareció con la llegada de la
sociedad agrícola, seguida de la industrial.
En áreas privadas y domésticas de la sociedad se mantiene una asignación
igualitaria e informal del poder, mientras que en el campo público son más
comunes los sistemas jerárquicos.
Un importante tema que estudian los sociólogos es la diferencia entre el uso
legítimo e ilegítimo del poder. Cuando es legítimo se le denomina autoridad, y
cuando no lo es, coacción. Desde el surgimiento de las ciudades y estados a
causa de la revolución agraria, la cabeza del estado, que en un principio era el rey,
ha monopolizado el uso legítimo de la fuerza. Es por eso que el ejército y la policía
están estrechamente vinculados al gobierno. A lo largo de la historia de la
humanidad, a menudo se ha usado la guerra para conseguir objetivos políticos.
Aunque, en la superficie, la gran cantidad de guerras religiosas parecen ser
conflictos sobre creencias, un análisis más exhaustivo revela sus fines políticos.
La sociología del conflicto contempla a la policía como parte de un sistema de
justicia cuyo principal objetivo es oprimir a los pobres y a los desamparados.
Los politólogos consideran tres clases de sistemas políticos nacionales:
monarquías, democracias y dictaduras (en las que se incluyen las oligarquías).
Para la mayoría, todos ellos son sistemas de asignación de poder dentro del
estado, y sus diferencias radican en la forma de sucesión, en la elección de
nuevos líderes tras la muerte o derrocamiento del antiguo. Es más probable que el
estado permanezca estable si la sucesión es pacífica y ordenada.
Nuestro sistema político se llama “democracia representativa”, que es una
contradicción. Al votar, las personas renuncian al poder en favor
de la persona o personas electas, y dejan de tener implicación
directa en las decisio nes que afectan a la nación o al estado. En
la democracia directa todo el mundo está implicado en la toma de
decisiones, pero resulta poco práctica en sociedades grandes y
complejas, pudiéndose practicar tan sólo en grupos, sociedades,
pueblos, comunas residenciales y asociaciones muy pequeños.
Gobierno. Definición: El Gobierno es el conjunto de órganos ejecutores del
Poder Público del Estado que realizan la voluntad de éste, ordenando y
manteniendo un régimen con arreglo a la Constitución.
El Gobierno es el conjunto de los Poderes públicos, llamados en otros países
órganos. Órgano Legislativo, Ejecutivo, Judicial y Órgano Electoral.
Gobierno no es lo mismo que Estado, porque el Gobierno es particular y el Estado
es general. El Gobierno es parte del Estado, el Estado es parte de la Nación, El
Gobierno es de carácter positivo y el Estado es de carácter abstracto.
El gobierno es la autoridad gobernante de una unidad política, que tiene por objeto
tanto dirigir, controlar y administrar las instituciones del Estado, como regular una
sociedad política y ejercer autoridad. El tamaño del gobierno variará de acuerdo
con el tamaño del Estado, y puede ser local, regional y nacional. El gobierno es el
más alto nivel de dirección y de administración ejecutiva, generalmente reconocido
como el liderazgo de un Estado o de una nación, y el gobierno está compuesto por
los directores ejecutivos del Estado, como el presidente o el primer ministro, y por
los ministros.
Formas históricas.
Al hablar de formas de gobierno debemos comenzar reconociendo que existen
diversos modos de clasificarlos, sin embargo, nos remitiremos directamente a los
tres métodos de clasificación más usados, a saber:
I. El que diferencia los tipos de gobierno según el número y clase de personas que
ejercen el poder del Estado;
II. El que distingue los gobiernos según el grado de separación de los poderes del
Estado;
III. El que diferencia los gobiernos según el grado de descentralización territorial
del poder público.
Veamos cada una de estas clasificaciones.
I. Según el número de personas que ejercen el poder del Estado.
Este es considerado el método más antiguo y por ello se le denomina también
método clásico o clasificación aristotélica, porque fue Aristóteles quien mejor lo
expuso y desarrolló, aunque
no fue el primero ni el único
en utilizarlo. Sí debemos
señalar que Aristóteles no
se fundamentó únicamente
en aspectos cuantitativos y
formales, sino también en
aspectos éticos y
teleológicos (estudio de los
fines o propósitos; doctrina
aristotélica de las causas
finales). La clasificación es
la siguiente: 
II. Según la separación de los poderes del Estado.
Esta teoría se atribuye a Montesquieu, quien señalaba que de acuerdo a si los
poderes del Estado estaban encomendados o no a uno o más órganos, estos se
dividían en despóticos libres. En los despóticos, los tres poderes del Estado
(Ejecutivo, Legislativo y Judicial) están concentrados en una sola persona; en los
libres, cada uno de los poderes está ejercido por un órgano distinto, lo cual da
como resultado una fiscalización entre estos, generando un gobierno de libertad
política. Sobre este punto considero importante recordar lo que señalaba Platón:
“lo esencial no es que el gobierno esté en manos de uno, de pocos o de muchos;
lo importante es que esté en manos de hombres virtuosos e instruidos”. Lo digo
porque, en mi opinión, el hecho de que exista una separación teórica de los
poderes del Estado no garantiza de forma inmediata la fiscalización entre los
órganos que lo componen, si quienes conforman dichos órganos no son personas
virtuosas, dedicadas a gobernar con prudencia y honestidad pensando siempre en
el bien común.
Actualmente la doctrina de la separación de los poderes del Estado nos permite
clasificar a los gobiernos entre presidenciales, es decir, basados en el principio de
la separación de los tres poderes del Estado; y parlamentarios, que no se basan
en dicho principio.
III. Según el grado de descentralización geográfica del poder público.
Según el grado de descentralización geográfica del poder público la clasificación
es la siguiente:
Centralizados o unitarios: En los que el gobierno del poder del Estado se
concentra en la capital de la nación o en el gobierno central.
Descentralizados o federales: En los que el poder estatal se distribuye
geográficamente entre las distintas zonas, regiones del Estado o unidades
federales, ya sean estas provincias, municipios o autonomías, gozando estas de
completa autonomía.
Regímenes políticos modernos.
En el mundo contemporáneo existen varios tipos de sistemas políticos. Podemos
diferenciarlos en 6:
1. Sistemas democráticos
2. Sistemas no democráticos
3. Dictaduras militares
4. Regímenes autoritarios populistas
5. Regímenes autoritarios
nacionalistas
6. Los regímenes islámicos
Dentro de los actuales regímenes
democráticos, cabe establecer varias subtipologías:
 Regímenes parlamentarios: es el modelo europeo típico. El Poder
Ejecutivo está aquí vinculado al Poder Legislativo, y depende de una
mayoría a su favor, si bien admiten distintas posibilidades en la formación
de los gobiernos (mayoritario, minoritario o en coalición).
 Regímenes presidenciales: el Presidente (Poder Ejecutivo) dirige el
gobierno, y es elegido de forma directa e independiente de las cámaras
legislativas. Éstas tienen como función aprobar las leyes (competencia
legislativa), y además son los entes representantes de la voluntad general.
Existe una cooperación entre ambos poderes en la toma de decisiones.
 Regímenes semiparlamentarios. El mejor ejemplo es Israel, en donde el
Primer Ministro goza de una legitimidad propia frente al Parlamento, pero
debe contar con la mayoría parlamentaria para sacar adelante las leyes.
 Regímenes semipresidenciales. Imperaban en Europa en los años 20
(España, Alemania, Austria...); sobre la base de un régimen parlamentario,
el Presidente goza de facultades especiales para nombrar Primer Ministro,
nombrar a los miembros del gobierno, o presidir sus reuniones. El gobierno,
mientras, sigue siendo responsable ante el Parlamento. El Presidente está
dotado de legitimidad propia, en tanto que es elegido de forma autónoma.
Por su parte, los regímenes no democráticos se caracterizan por el ejercicio
del poder de forma monopolista, sin límites ni control, ya sea lo realice una
persona o un grupo de personas. Son regímenes no democráticos: Los regímenes
autoritarios y los totalitarios. Las dictaduras civiles y las militares. El populismo.
Como antecedentes históricos, debemos considerar las aportaciones doctrinales
tanto del constitucionalismo liberal, que identifica dictadura con régimen no
constitucional, como las del marxismo, que introduce el concepto de dictadura del
proletariado, para describir la naturaleza coactiva-represiva del proceso transitorio
que precede al establecimiento de la sociedad ideal; este período tiene una
finalidad revolucionaria. En la misma línea, durante el siglo XX, las experiencias
derivadas de la Revolución Rusa y de los fascismos producen una reformulación
de las categorías que definen el análisis de la dictadura.
Las dictaduras militares son la expresión de la intervención de las Fuerzas
Armadas de un país en la política del mismo. El
fenómeno más típico relacionado con este modelo es el
del golpe de Estado, sobre todo en África y Asia tras la
descolonización e históricamente en América Latina. En
ciertos casos, es posible que la dictadura militar no sea
visible, cuando la intervención militar es indirecta y
mantiene un gobierno civil al que maneja en l a sombra;
esto nos permite establecer el concepto de régimen
militar directo o pretorianismo. En esta línea podríamos
situar las llamadas dictaduras cívico-militares, que son la
expresión de la alianza entre militares y burócratas
civiles, políticos profesionales y representantes de las
clases dominantes.
Dentro de los regímenes autoritarios populistas, el Peronismo es el ejemplo
más destacado. Se basan en la existencia de un líder carismático directamente
relacionado con las masas no organizadas; en especial, con las urbanas de
reciente inmigración, a las que falta una conciencia política participativa. Este tipo
de regímenes se apoya en una ideología no muy bien articulada y difusa, que
pone el acento en la justicia, la moralidad, la relación directa del líder con la masa,
el progreso, la industrialización, etc.
Los regímenes autoritarios nacionalistas son típicos de África, y se crean a
partir del proceso de independencia colonial, dirigido por una élite local. Suelen
contar con un líder carismático, en ocasiones un héroe durante el proceso de
independencia. Las Fuerzas Armadas desempeñan aquí un papel secundario,
aceptando el poder civil. Por lo general, solo cuentan con un partido único, que
acaba convirtiéndose en una maquinaria burocrática y de control de clientelas. Su
ideología es ambigua, anticapitalista, antiimperialista, y orientada hacia el
socialismo.
Por ultimo, en los regímenes islámicos, encontramos el caso de Irán. Un régimen
islámico no es lo mismo que un Estado islámico: en ambos la religión oficial es la
musulmana, pero en los regímenes islámicos, además, el clero ejerce el poder,
apoyado en una ideología compleja, la religión islámica, y en dos elementos
conceptuales: la UMMA, o comunidad de creyentes y la SHARÍA o aplicación de
las normas religiosas del Islam como principios fundamentales del ordenamiento y
de la convivencia. La estructura partidista está articulada por el clero, y los grupos
se componen de afiliados creyentes.
Poder social, político y dominación.
Poder. Concepto: El término poder, como sinónimo de fuerza, capacidad, energía
o dominio, puede referirse a:
1) la capacidad de hacer o ser algo;
2) ejercer un dominio hegemónico sobre uno y/o grupos de personas;
3) la habilidad de influir sobre uno y/o grupos de personas;
4) indicar la autoridad suprema reconocida en una sociedad.
En política y sociología, el poder puede ser percibido ocasionalmente como
hegemónico y autoritario Autoritarismo, aunque el ejercicio del poder de una
manera o de otra es aceptado en todas las sociedades humanas. Ha existido
cierto debate sobre cómo definir exactamente poder, por lo que diversos autores
han propuesto definiciones diferentes. Una definición clásica propuesta por M.
Weber es la siguiente:
Por poder se entiende cada oportunidad o posibilidad existente en una
relación social que permite a un individuo cumplir su propia voluntad.
Es importante señalar que para Weber el concepto de poder está relacionado a lo
de dominación, es decir, ejercer una autoridad sobre un grupo social determinado
y encontrar un grado de obediencia.
El poder social:
El poder social, está referido a las estrictas relaciones sociales, esto es, en
relación con la vida del hombre en sociedad; en este caso, el poder se precisa y
se convierte de genérica capacidad de obrar, en capacidad del hombre para
determinar la conducta del hombre: poder del hombre sobre el hombre. El hombre
no es sólo el sujeto sino también el objeto del poder social. Es este ámbito o
dimensión social del poder, el cual se intenta explicar y desarrollar en la
siguiente exposición.
El poder social comprende toda la enorme variedad de dimensiones o formas de
poder que se dan en la realidad social. En cierto modo podría decirse que la
realidad social es un complejo sistema de relaciones de poder de
diferente carácter: político, religioso, ideológico, económico, jurídico, científico-
tecnológico, etc. En este sentido los términos que designan al poder abarcan
evidentemente una categoría muy amplia de relaciones humanas, y clasificar
estas relaciones en diversos tipos etiquetados como influencia, autoridad,
persuasión, disuasión, inducción, coacción, compulsión, fuerza y otros términos
por el estilo; adquieren la denominación colectiva de términos de poder. En tal
sentido, en el nivel más general, los términos de poder de las relaciones sociales
se refieren a subconjuntos de relaciones entre unidades sociales tales que los
comportamientos de una o más unidades.
Dentro de lo que se conoce como poder social, encontramos:
 El poder dominante, es el poder que tienen las unidades que controlan, C;
sobre el poder de las unidades que responden, R. En este sentido, el poder
dominante, es el que tiene el dominio, imperio, facultad, capacidad o fuerza
para imponer un determinado tipo de conducta a otro actor, los R.
 El poder dominado, es el poder de las unidades que responden, R; respecto
del poder de las unidades que controlan C. En tal sentido, el poder dominado,
responde y actúa según un determinado tipo de conducta que le es impuesta
por el dominio, imperio, facultad, capacidad o fuerza del poder dominante.
En relación con el ámbito sobre el que se ejerce el poder dominante, se divide el
poder en:
 El poder económico
 El poder ideológico
 El poder político
 El poder jurídico
 El poder de los mas-media, denominado cuarto poder
 El poder religioso
 El poder científico y tecnológico
 El poder del estado, dentro del cual se encuentran:
o El poder soberano
o La soberanía o potencia
o El poder constituyente
o El poder legislativo
o El poder judicial
o El poder ejecutivo: dentro del cual se encuentran como formas de
poder:
 El poder de gobierno
 El poder militar.
Formas de poder dominante
El Poder Económico, está fundado en la riqueza y los recursos económicos
abarcan desde los bienes y servicios, utilizados en el consumo, hasta los factores
empleados en la producción, distribución y el consumo. Generalmente esta
constituido y es ejercido por los agentes que como poseedores de los bienes y
servicios, controlan las relaciones económicas, es decir, comúnmente por la
denominada plutocracia, el conjunto de las personas acaudaladas y los sectores
financieros dominantes. La riqueza, sin duda, es un instrumento de control social,
por tanto confiere una poderosa hegemonía social. Su acción generalmente
constituye un gobierno invisible.
El Poder Ideológico, es el conjunto de representaciones mentales
y teorías ideológicas sistemáticas como factor de influencia fundamental en
el desarrollo de las relaciones sociales; que siendo, generalmente, falsas
representaciones de la realidad, utilizan los grupos sociales tanto dominantes
como dominados para justificar, reforzar y reproducir, su situación de dominación
o potencia; o para aspirar a alcanzar dicho estatus de dominación o potencia. El
poder ideológico va siempre unido al poder político (ideología política), al poder
económico (ideología económica) y al poder jurídico (ideología jurídica). Todas
estas formas o tipos de poder ideológico se funden en un bloque unitario en la
ideología jurídico-política.
El Poder Político, Es el conjunto de formas de
relación social a través de las cuales se
estructura la organización básica de la sociedad
en función de los intereses colectivos, es decir,
capacidad de obtener determinadas conductas y
de impedir otras, con el objeto de lograr el bien
común de la sociedad política. Según como se
ejerza tal capacidad, ya sea con autoridad o
mediante la fuerza o con ambas a la vez, con relación a la población y al territorio,
dependerá de la forma de gobierno que se adopte. Para lograrlo, es fundamental
que encarne con acierto la idea de derecho que sintetiza la cultura política de
cada comunidad. El poder procura realizar esa idea de derecho, porque encuentra
en ella la fuente de su autenticidad histórica de su legitimidad política. El poder
político, en cuanto que actualmente inserto en las relaciones de dominación
supone - junto con otras formas de poder determinantes - una fuerte estratificación
social, que implica que el objetivo básico de la organización del poder político (la
satisfacción de intereses comunes), no participen con igual peso las clases
y grupos sociales dominantes, que son los grupos y clases, que se encuentran,
económicamente desfavorecidos y marginados.
El poder político es una consecuencia lógica del ejercicio de las funciones por
parte de las personas que ocupan un cargo representativo dentro de un sistema
de gobierno en un país.
El poder político es legítimo cuando es elegido conforme a las leyes del país
(constitución). En países democráticos tiene como sustento la legitimidad otorgada
por el pueblo por medio del voto popular (elecciones). El poder político es abusivo
cuando se excede en el ejercicio de sus funciones, avanzado en materias que
están dentro del ámbito de los otros poderes (intromisión de poderes). El poder
político es ilegítimo cuando utiliza mecanismos no autorizados por las leyes y se
adueña del poder gubernamental (ejecutivo-legislativo) sin tener la legitimidad del
pueblo, otorgada por el voto popular.
El Poder Jurídico, es la configuración normativa - por parte de
las normas jurídicas - de todos los ámbitos de actuación de las personas
individuales y colectivas dentro de un sistema jurídico determinado. Dentro de esta
acepción de poder tienen especial relevancia el derecho subjetivo como poder,
que puede ser definido, en sentido amplio, como el conjunto de capacidades y
facultades reconocidas por el ordenamiento jurídico a una persona o grupo de
personas, con carácter coactivo. También es el entendido como el poder de
representación que tiene una persona o grupo de personas otorgada por otra, para
que actúe en su nombre y por su cuenta.
El Poder los Mas-Media, es el denominado cuarto poder, constituido por los
medios de comunicación de masas, entendidos estos como
los procedimientos intencionados por los cuales se transmite, sirviéndose
de sistemas técnicos, a un gran público-masa generalmente indiscriminado,
determinados contenidos, estímulos, ideas, imágenes y mitos, capaces de
orientarla y hasta condicionarla, con el fin de hacerle adoptar
determinadas actitudes. Tales medios, pueden ser la televisión, la radio, el cine,
etc. Los mass-media, producen una fuerte y notoria influencia en la opinión
pública, es decir, con capaces de influir y hasta de manipular el sentir notorio, o
estimación que predomina en una comunidad acerca de asuntos determinados
de interés general y que son materia de discusión debatible y contingente.
El Poder Religioso o Espiritual, es el poder que se basa en el sistema de
creencias, prácticas regularizadas y fórmulas ampliamente compartidas y
consideradas como necesarias y verdaderas que ofrecen a las personas una
visión del mundo y proporciona respuestas a preguntas desconcertantes,
subyugando al cuerpo - elemento material del hombre - al alma - el componente,
en teoría, espiritual del hombre - y que actúa como ente rector, a la vez que
dominador, de los actos y pensamientos de quienes comparten su doctrina.
Mediante sus postulados ejerce una gran influencia en la conducta material del
hombre y de diversos cuerpos sociales, vale decir, tiene un efecto notable en el
gobierno, economía, etc; por ejemplo en la economía puede llegar a afectar los
hábitos de trabajo, las pautas de consumo y la aceptación o el rechazo de
nuevos productos y prácticas.
El Poder Científico-Tecnológico, constituye una de las principales fuentes de
poder, pues su generación, acceso y utilización permiten la resolución
a problemas prácticos de la humanidad y, al ser conocimientos sistematizados,
verificables que permite resultados ordenados y confiados entrega a quién los
posee una fuerte autoridad e influencia intelectual y material sobre los demás pues
posee en sí la capacidad para resolver, muchas veces, que es lo que se quiere o
se puede conocer. Este poder, sin embargo, está sometido a múltiples
condicionantes sociales y políticos. La ética individual de los científicos,
la percepción social de la ciencia, la ambigüedad de numerosas evaluaciones, la
manipulación de los argumentos pseudocientíficos, la alusión a fundamentos
religiosos, los intereses económicos y la definición de prioridades se cruzan y
entrecruzan en el desarrollo del poder científico y tecnológico.
El Poder del Estado, es la conjunción institucionalizada del poder jurídico,
político, económico y del poder ideológico que determina la existencia del poder
del Estado, generalmente imbuido de un poder ideológico, y a veces de un poder
espiritual o religioso altamente influyente. En otras palabras, el poder del estado
es una relación estructurada de formas de poder: económico, político, jurídico, etc.
El poder del estado puede definirse como el imperium o soberanía que tiene el
estado sobre sus ciudadanos de poder imponerles formas de conductas incluso
bajo la amenaza de sanciones. Se habla así de suprema potestad rectora y
coactiva del estado.
El poder del estado distribuye sus ámbitos, según el principio de distinción y
colaboración de poderes, entre sus órganos. Se habla así de: poder legislativo, es
aquel en quién reside la potestad de hacer y reformas las leyes. Poder ejecutivo,
es el que tiene a su cargo la función de gobernar y administrar el estado, y hacer
observar las leyes. Dentro del poder ejecutivo se encuentra como formas de
poder, el poder de gobierno, que se puede definir como la capacidad que tienen
quienes rigen el grupo político para decidir sobre los administrados. Y el poder
militar que es el poder operativo de cara a la guerra contra los extranjeros o la
persecución contra los extraños que comprometan la estabilidad y soberanía del
estado. Poder judicial, que es el que ejercido por los órganos
de administración de justicia.
Dentro del poder del estado, también, hablamos de poder soberano, que es la
capacidad de un estado para afirmar su autonomía frente a otros. El poder como
soberanía, que es el poder supremo ilimitado o autolimitable, que se expresa
como una voluntad omnímoda. Se caracteriza por ser indivisible, inalienable e
imprescriptible. El poder constituyente, es la facultad soberana del pueblo a darse
su ordenamiento jurídico-político fundamental originario por medio de
una constitución, y reformar a esta total o parcialmente cuando así se requiera. En
el primer caso el poder constituyente es originario; en el segundo, es poder
constituyente derivado.
Dominación:
La palabra dominación permite referir el control que alguien, un grupo, entre otros,
tienen sobre otro individuo, sobre otro grupo, sobre una cosa, tal es el caso de un
territorio, o sobre algún objeto, entre otras alternativas.
Desde el punto de vista de la Sociología, más precisamente desde la del
sociólogo Max Weber, un estudioso de los alcances del concepto, la dominación
es la probabilidad de hallar obediencia dentro de un grupo determinado para
mandatos de tipo específicos o de toda clase. La dominación estará ligada a
diferentes cuestiones como ser: costumbres, afectos, intereses materiales, en
tanto, de estas cuestiones se determinará el tipo de dominación en cuestión, que
según Weber podrá ser: dominación legal (la legitimidad tiene carácter racional y
se apoya en la fe de la legalidad de los órdenes establecidos, por ejemplo, la
obediencia a un conjunto de normas; las leyes son las que delimitarán el tipo de
autoridad que podrá ejercer el gobernante) dominación tradicional (se encuentra
apoyada en la fe cotidiana, en la importancia de las tradiciones y en la legitimidad
que ostentan aquellos que fueron oportunamente llamados a poseer autoridad en
los ordenamientos tradicionales; se trata de una estructuración feudal o patriarcal)
y la dominación carismática (se caracteriza por la entrega a la persona a la cual se
considera como líder absoluto, porque rompe con lo cotidiano y lo ordinario,
cayendo rendido ante la fuerza carismática que encarna el líder, es decir, de
acuerdo a lo que se admira de él es que se lo respeta y se acepta ser dominado).
Se habla de dominación a la circunstancia mediante la cual un grupo ejerce un rol
de hegemonía con respecto a otro. Este tipo de circunstancia puede deberse a
diversas causales, por lo que el término puede referirse a un amplio número de
situaciones. Desde el punto de vista político, suele aludir a una circunstancia en
donde un grupo determinado tiene una mayoría en los distintos estamentos
del estado; en el caso de una democracia, este estado de cosas se logra debido a
una mayoría lograda en elecciones.
Desde la antigüedad existen situaciones en donde una determinada nación tiene
una preponderancia sobre otra. Así, en estos casos la dominancia se realizaba
mediante la guerra, en donde el bando vencido pasaba a pagar un tributo al bando
vencedor. En estas circunstancias era común la
esclavitud, por lo que aquellos que resultaban
vencidos muchas veces pasaban a formar parte
de la legión de trabajadores que debían sostener
con su trabajo a los vencedores. Este tipo de
organización ocupó un período concreto de la
historia, pero fue una muestra cabal de lo que un
proceso de dominación representa. El caso de
Roma fue emblemático porque sometió mediante la guerra a un número
importante de pueblos vecinos y los obligaba a pagar un tributo c omo
consecuencia de esta circunstancia. Así, el proceso tenía como finalidad una
expropiación económica.
Con el advenimiento del feudalismo se dio una nueva forma de proceso
de dominación. En este caso, la preponderancia de un grupo sobre otro no
significó el avasallamiento de libertades, en tanto y en cuanto estaba sustentado
en elecciones voluntarias. Así, este tipo de organización social se sostenía en el
papel de un señor que era dueño de una serie de tierras, y de un siervo que debía
cultivarlas y entregarle parte de lo producido. Este tipo de régimen pudo
sostenerse debido a la dificultad de mantener un poder central, circunstancia que
favorecía a autoridades locales. Fue una forma de producción, no obstante, que
puede graficar una situación de dominación mucho más sutil y solapada.
En la actualidad, puede darse una circunstancia parecida a la antedicha, con
algunos grupos sosteniendo una hegemonía sobre otros de modo subrepticio. No
obstante, la enorme complejidad que ha alcanzado la sociedad presente hace
difícil dar cuenta de sus procesos con rigor. Lo que sí parece evidente es que esta
dominación tiene como fundamento a grupos económicos que solo velan por sus
intereses y que tienen a tener una preponderancia en la economía.
Delegación de poder.
La definición de delegación es dar de una persona a otra la jurisdicción que tiene
por su oficio para que haga unas tareas o conferirle su representación.
Aquel que representa a otro se conoce como delegado: su cargo y su oficina
reciben el nombre de delegación.
El término también se utiliza para nombrar al equipo o grupo de trabajo que
representa a una comunidad o un país. Por ejemplo: “La delegación chilena llegó a
suelo africano después de catorce horas de vuelo”, “Una delegación china se
entrevistó con el presidente uruguayo para analizar un posible tratado bilateral de
comercio”, “El gobernador se mostró muy enojado con la delegación de la
compañía norteamericana que intentó violar las normativas internas”.
En el campo del derecho administrativo, la delegación es la traslación de un
órgano superior a otro inferior del ejercicio de una competencia, aunque el
delegante mantiene la titularidad de la misma. La delegación se concreta a través
de un acto administrativo y puede ser revocada por el delegante.
Tensión entre la representación y la participación.
Representación: En política, la representación es el acto mediante el cual un
representante (sea este gobernante o legislador) actúa en nombre de un
representado (elector en el caso de las democracias) para la satisfacción de sus
intereses. El representado no puede controlar ni exigir que el gobernante cumpla
con sus responsabilidades; exclusivamente, por medio de mecanismos electorales
institucionalizados podrá castigar a su representante o partido político en las
siguientes elecciones.
Así, el concepto de representación política describe cómo el poder político es
alienado de un gran grupo y conferido a manos de un subconjunto más pequeño
de tal grupo por cierto período. La representación usualmente se refiere
a democracias representativas, donde los funcionarios electos (denominados
representantes) hablan en nombre de sus electores en la legislatura. En general,
solo a los ciudadanos se les concede la representación en el gobierno en forma de
derechos de voto; sin embargo, algunas democracias han ampliado aún más este
derecho.
La representación política consiste en hacer presentes las voces, opiniones y
perspectivas de los ciudadanos en el proceso de elaboración de políticas públicas.
La representación política ocurre cuando los actores políticos hablan, abogan y
actúan en nombre de otros en la arena política. El concepto de representación
política posee dimensiones múltiples debido a que puede involucrar concepciones
diferentes y conflictivas sobre cómo los representantes políticos deben representar
a sus electores.
Participación: El término participación ciudadana es el conjunto de acciones o
iniciativas que pretenden impulsar el desarrollo local y la democracia
participativa. A través de la integración de la comunidad al ejercicio de la política.
Está basada en varios mecanismos para que la población tenga acceso a las
decisiones del gobierno de manera independiente sin necesidad de formar parte
de la administración pública o de un partido político.
Otra forma en que se manifiesta la participación ciudadana es a través de
las ONGs las cuales pugnan por ciertos temas sociales sin sustituir en las
funciones del gobierno sino evaluándolas, destinándolas o apoyándolas. También
puede proponerse a través de la discusión de temas de importancia de los
ciudadanos en foros organizados o por otras vías para llegar a un consenso.
Durante los últimos años se viene potenciando la de un proceso de participación
pública, de un proceso de identificación e incorporación de las preocupaciones,
necesidades y valores de los distintos agentes en la toma de decisiones. Una
correcta participación pública consiste en un proceso de comunicación
bidireccional que proporciona un mecanismo para intercambiar información y
fomentar la interacción de los agentes con el equipo gestor del proyecto.
Algunas Administraciones prestan muy poca atención a la participación de los
agentes, bien considerando que los profesionales son los más adecuados para
tomar las decisiones de transporte con una orientación técnica, bien porque los
políticos locales piensen que ellos representan mejor los intereses de los distintos
agentes.
Los beneficios de la participación son diversos:
 Aporta el punto de vista de los usuarios/clientes que puede mejorar los
proyectos y planes.
 Demuestra un compromiso con una gestión eficaz y transparente.
 Potencia el papel de los agentes aumentando la aceptación general del
proyecto.
 Ayuda y mejora la toma de decisiones en todas sus fases.
 Puede evitar serios problemas de contestación que demoren o invaliden el
proyecto.
 Facilita el desarrollo de los proyectos en fase de construcción.
Tensión entre la representación y la participación:
Desde fines del siglo XX las democracias modernas han atravesado un fuerte
cuestionamiento en cuanto a su legitimidad y a la capacidad de los representantes
de expresar y defender los intereses de la ciudadanía. En este marco muchas
sociedades experimentaron un distanciamiento generalizado de los ciudadanos
respecto de los canales tradicionales de participación política. Este proceso puede
observarse por un lado, mediante la caída en los niveles de participación, la
intensificación de los sentimientos antipartidistas y la decadencia de las
organizaciones civiles tradicionales, como partidos, iglesias y sindicatos; y por el
otro, por el surgimiento de nuevas formas de organización y acción colectiva
basadas en prácticas que cuestionan las formas de representación como de
delegación. En los últimos años fueron comunes en los ámbitos académicos y
políticos los discursos sobre la calidad democrática, asociada ésta última
principalmente a la presencia de mecanismos de control y participación ciudadana
en los asuntos públicos. De este modo, los ideales detrás de la democracia
orientaron la búsqueda de mecanismos de participación más directos de la
ciudadanía en las decisiones políticas. Particularmente en Argentina, los sucesos
de protesta popular del 19 y 20 de diciembre expresaron una crisis profunda de las
instituciones representativas que ya habían demostrado grandes cuestionamientos
con los altos niveles de abstencionismo, voto en blanco y nulo de las elecciones
de 2001 que superaron el 20 % del electorado. Esta situación expresa el
debilitamiento de las instituciones políticas tradicionales, los partidos políticos y los
sistemas electorales, a la hora de representar a una ciudadanía que se percibe
cada vez más lejos de las instituciones democráticas. El aumento de la
movilización durante el 2001 y 2002 generó un doble proceso de alto
cuestionamiento a la dirigencia política y a las instituciones representativas
paralelamente a importantes niveles de participación política en las diferentes
instituciones de participación y control ciudadano. La mayoría de estas
instituciones que fueron incorporadas en la reforma constitucional de 1994 se
habían multiplicado a nivel provincial y nacional pero mayormente no habían sido
reglamentadas o utilizadas por la ciudadanía. Durante el 2002 desde los gobiernos
locales como en el caso de Buenos Aires, Córdoba y Rosario se les dio nuevo
impulso a los mecanismos de participación adaptándose a la nueva situación.
Específicamente, en la Ciudad de Buenos Aires durante el 2002 se avanzo en la
implementación del Presupuesto Participativo y Consejo de Planeamiento
Estratégico, dos instituciones que habían sido creadas en por la estatuyente de
1996 y recién en ese momento toman verdadero impulso. En términos generales
dichas herramientas proponen nuevas formas de vinculación entre sociedad civil y
Estado que apuntan a la constitución de una democracia participativa como
instancia de superación a las formas existentes. A través de la creación de
mecanismos de control y participación ciudadana se crearon espacios
institucionales que permiten que los ciudadanos tengan la posibilidad de opinar y/o
decidir sobre el desarrollo e implementación de las políticas públicas. Sin
embargo, dentro de estas nuevas herramientas aparece un espectro muy diverso
en cuanto a la capacidad de influencia de la ciudadanía en las políticas
gubernamentales, como al alcance territorial de las mismas. Experiencias de
diferentes formas de participación ciudadana (tanto de información, como de
consulta y decisión) incorporadas a los procesos de democratización de los
aparatos o instituciones del estado, permiten hacer del espacio estatal, un espacio
público, creando nuevas bases para la gobernabilidad democrática. Por un lado
permiten una mayor transparencia y difusión de los actos públicos y, por otro,
posibilitan a los ciudadanos involucrarse, en mayor o menor medida (desde lo
consultivo a lo participativo), en el diseño, la elaboración y la ejecución de las
políticas públicas.
La hegemonía entre el conflicto y el consenso.
En términos del entendimiento de la conducta humana y sus obstáculos, nada
puede estar más opuesto al consenso que la teoría del conflicto. La teoría del
consenso hace hincapié en lo que los grupos sociales tienen en común, mientras
que la del conflicto lo hace en el hecho de que los diferentes grupos tienen una
amplia variedad de accesos al poder y a la riqueza. De hecho, su énfasis está en
las formas de acciones humanas completamente opuestas, haciendo de ellas el
centro de la sociedad humana.
La sociología analítica tiene una deuda grande con Marx por sus contribuciones
penetrantes a la explicación de las fuentes de conflicto en la sociedad preindustrial
e industrial. Pero Marx era mucho más que un sociólogo analítico, y en sus
proyecciones prescriptivas su teoría de conflicto tiene un desenlace que va mucho
más allá del consenso. La naturaleza absoluta y apoteósica de la lucha de clases,
según Marx, no permite la consecución de un "consenso" hasta que se
desapareciera todo menos uno de los contrincantes. Pero tal unanimidad potencial
no es consenso; en efecto este término no tiene validez teórica alguna en la
concepción marxista. Si aceptamos la idea de que la política es el proceso
mediante el cual se buscan las bases de acuerdo y orden públicos (consenso)
dentro de una situación de conflicto, entonces el marxismo es sumamente
apolítico, El leninismo, que hasta cierto punto pone a Marx a patas arriba como
Marx alegaba que él había hecho con Hegel, separa aún más el análisis teórico de
la táctica revolucionaria activista. Esto simplemente intensifica la irrelevancia
teórica de la política. Sea la política un factor dependiente de la estructura social y
económica '(análisis social marxista) o la guía absoluta de las transformaciones
revolucionarias (activismo revolucionario leninista) -su relativa autonomía como
una dimensión esencial de la sociedad es pasada por alto. La política no es ni
sirviente de la sociedad ni su amo. Un enfoque que presume que tiene que ser o
uno o el otro cierra la posibilidad de proveer un marco científico para el estudio de
la dimensión política de la sociedad," Si el funcionalismo corre el riesgo de
sacrificar la relevancia en aras del rigor científico, también hay que evitar la
contratendencia de magnificar la relevancia a expensas de la ciencia. Recuérdese
que un genuino científico es uno que está contento con la incertidumbre.
Las varias teorías no-marxistas del conflicto emplean como una idea orientadora
básica el concepto de "élite", La visión de la sociedad como dividida entre "élites" y
"masas" parece ser central al intento analítico de construir teorías de conflicto
social. Algunos teóricos ven a la élite como una constelación de actores y grupos
que tienden hacia una cohesión y homogeneidad de intereses básicos. Otros
parten de la premisa analítica de una pluralidad de élites y masas; existen
diferentes élites con diferentes bases de poder, influencia, o prestigio y con varias
posibles relaciones entre sí y con las masas dependientes, en una forma u otra, de
ellas. Muchas de las más interesantes teorías recientes del cambio social y político
emplean este enfoque de élites y masas. En cualquier análisis político -pero
especialmente en un momento histórico donde el cambio social y político es
motivo de tanta inquietud práctica- algún concepto teórico de "élite" parece ser
imprescindible. Y las varias teorías de conflicto -no importa por ahora las
diferencias entre ellas- parecen proveer, por lo menos, un intento analítico de
cerrar la laguna entre el rigor científico y la relevancia.
Acción colectiva y política.
Una acción colectiva es aquella acción por la cual la búsqueda de objetivos se
lleva a cabo por más de una persona. Es un término que tiene formulaciones y
teorías en muchas áreas de las ciencias sociales. Se define a la acción colectiva
como “toda acción conjunta que persigue unos intereses comunes y que para
conseguirlos desarrolla unas prácticas de movilización concretas
El término nuevos movimientos sociales apareció para designar determinadas
formas de acción colectiva manifiestas a partir de la segunda mitad de los 60, las
cuales eran difíciles de explicar y enmarcar desde las posturas prevalecientes
hasta ese momento.
Sería muy complicado precisar un momento de origen para la acción colectiva,
puesto que, desde que el momento en el que el ser humano actúa como tal (e
incluso antes de ser homo sapiens sapiens) ya se tendía a formar grupos para
conseguir objetivos comunes.
Las diferentes formas de acción colectiva se entienden siempre desde el contexto
histórico en el que estas sucedan (no es lo mismo una reivindicación en plena
Edad Media —tanto en el objeto de reivindicación como en la forma en la que se
reivindica— que hoy en día).
Existe diferentes tipos de actores colectivos, pese a esto, todos tienen una serie
de características comunes:
Relativa estabilidad organizativa.
Buscan una serie de objetivos, intereses o ideas entre sus miembros.
Trabajan juntos para conseguir esos objetivos o fines. Esta línea de acción es
coordinada y organizada.
Intervienen por qué quieren en la política para solucionar un conflicto social.
La acción colectiva es muy importante a la hora de modificar el escenario político.
Todo poder político viene de abajo, ya que el sistema de funciones de estatus
exige el reconocimiento y aceptación colectiva. Aunque el individuo tenga una
gran importancia, el individuo puede llegarse a sentir impotente; ya que de alguna
manera, el piensa que los poderes existentes no dependen de él en absoluto, por
esta razón, es tan importante introducir en los revolucionarios una mentalidad de
importancia y protagonismo al individuo, tal y como cita Lenin “la revolución
empieza en casa”. Así, también se debe el individuo de sentir identificado con
otras personas por la lucha del objetivo común (en el caso del Marxismo sería la
clase obrera).
Los movimientos dependen de su entorno exterior (y especialmente de las
oportunidades políticas) para la coordinación y mantenimiento de las acciones
colectivas.
Marx entendía que la sociedad capitalista se dividía en dos clases sociales; la
burguesía (quienes poseen los medios de producción) y la clase trabajadora —o
proletariado— (quienes no poseen los medios de producción). La explotación del
segundo crea o hace crecer la riqueza del primero. Marx defendía que la clase
trabajadora debía de tomar conciencia como tal y, por medio de la acción colectiva
acabar con el capitalismo e imponer el comunismo.
La acción colectiva ha sido la causante de avances en muchas poblaciones del
mundo. Un ejemplo es el de Sudáfrica y Nelson Mandela. Este (junto a los demás
que lucharon por ello) consiguió muchas mejoras para su pueblo, en un contexto
histórico y social donde el hombre blanco era superior al hombre negro, pese a ser
los negros los indígenas. Mediante la acción colectiva, manifestaciones, sabotajes
y otras acciones (tanto violentas como no violentas), Nelson Mandela consiguió
una progresiva igualdad entre el hombre blanco y del hombre negro. Fue gracias a
la acción colectiva por la cual Mandela (quién junto a otras personas) la encabezó,
pudo ganar las elecciones de 1990 y conseguir una igualdad social y jurídica sobre
todo.
El conflicto social
El término conflicto social se refiere a una forma de conflicto generalizado entre
grupos sociales relevantes que constituyen una sociedad. Una definición
generalmente aceptada de conflicto en el sentido sociológico es la ofrecida
por Lewis para quien es una lucha por los valores y por el estatus, el poder y
los recursos escasos, en el curso de la cual los oponentes desean neutralizar,
dañar o eliminar a sus rivales. Un conflicto entre grupos pasa a ser un conflicto
social cuando transciende lo individual o grupal y afecta a la propia estructura de
la sociedad o a su funcionamiento. El conflicto es un hecho social universal y
necesario que se resuelve en el cambio social.
Variantes de la concepción de conflicto social dependen sobre asunciones más
generales o básicas sobre la sociedad o naturaleza humana. Para versiones
"moderadas" del conflicto, este no sólo coexiste sino tiene un papel compartido
con la cooperación para establecer estabilidad o cohesión social.
Estas visiones permiten a
percepciones funcionalistas o estructuralistas construir teorías del conflicto que
conciben tanto el conflicto mismo como otras instituciones "negativas" como
poseyendo un rol social en la mantención y evolución de ella y sus instituciones.
(en que ese conflicto, si es propiamente, se transforma en fuente de innovación
y evolución cultural)
La sociedad está en cambio constante y es integrada por elementos
contradictorios. Ese cambio social y esos elementos contradictorios obvian la
necesidad de explicar el cambio social pero necesitan una de la estabilidad o
permanencia de las instituciones. Esta se encuentra en la coacción. Esto a su vez
da origen a dos visiones: la clásica o conservadora, de acuerdo a la cual esa
coacción da, o puede dar, origen a abusos de poder, que deben ser aceptados a
fin de garantizar el buen funcionamiento social. Dentro de esta posición general
hay visiones más moderadas que abogan por un estado que mejore las
condiciones o abusos más extremos a fin de evitar revoluciones.
Se debe hacer una mención especial de Max Weber para quien esas
consideraciones significan que el Estado (que Weber concibe como teniendo el
monopolio de la fuerza) va, inevitablemente, hacia una estructura racional-legal de
la autoridad, utilizando una estructura burocrática a fin de ganar aceptabilidad. Sin
embargo, para él, la política se deriva inanbigüamente del poder (entendido como
la capacidad de tomar decisiones e imponerlas a otros), política se entiende como
cualquier actividad a la que puede dedicarse el estado para influir sobre la
distribución relativa de fuerza. La cuestión central es la transformación de esa
fuerza de violencia desnuda en fuerza legitima, lo que se logra, como se ha dicho,
a través de la construcción de estructuras burocráticas, es decir, reguladas y
sustentadas.
Aunque Weber no negó que el orden económico determinase el orden social y
político, la concepción weberiana de las clases económicas es más amplia que la
marxista, en que la pertenencia a clases no se determina solamente por la
posición en relación al medio de producción que los individuos posean. Weber
introdujo tres dimensiones a lo largo los cuales se estratifica socialmente a los
individuos, incluyendo el estatus y un sistema de estratificación de acuerdo con
el consumo de bienes (ver Estratificación social). Sin embargo, una vez que un
grupo o clase ha obtenido un estatus elevado a través de ciertos logros, sus
miembros tienden a limitar las oportunidades de que otros individuos las
sustituyan, lo que a su vez genera conflictos que pueden incluso desembocar en
revoluciones. Así, esta teoría puede ser vista en ocasiones como una parte de la
teoría social evolucionista o, a veces, como parte de una percepción fuertemente
influida por visiones tales como la de Marx o la de von Stein.
Desde el punto de vista moderno, y a partir de la crítica desde la
visión dialéctica al funcionalismo.
En las interpretaciones de los diferentes autores, normalmente identificados con
una escuela, la explicación se entiende de diferente manera si se refiere al
sistema social en su conjunto totalizador o a la estructura social, que es el soporte
teórico del sistema. Al mismo tiempo debemos situar el elenco de valores en un
lugar designado y preciso, que es el sistema social. Desde el punto de vista
funcional la cuestión se centra en considerar el conflicto como dinámica social
hacia el consenso, una desigualdad estructural que se resuelve en una nueva
integración social.
Sin embargo, no parece ser posible explicar con ese soporte teórico otros
aspectos más extremos del conflicto, tales como la revolución y la guerra. Quizás
la primera es predecesora de la segunda y se originen en una primera fase del
conflicto, el cual se falle en encontrar posiciones de consenso.
En efecto, algunos autores han conceptualizado la guerra como una tentativa de
superar conflictos internos a través de la "externalización" de los mismos. Esta
última percepción se ha transformado en la visión generalmente aceptada en el
mundo occidental.
Las teorías de todo conflicto social buscan explicar como la sociedad necesita
tanto leyes y estabilidad como desacuerdo y a fin de lograr Integración social lo
que puede conseguirse ya sea con consenso o con coacción. En cualquier caso,
el conflicto es el factor del progreso, que se
basa en la formación de grupos de cambio y
acción social, a fin de obtener la integración,
mediante pactos o acuerdos con el resto de
los actores o sectores sociales, de nuevas
relaciones o estructuras, que propician los
grupos de presión o interés de los artífices
del cambio.
Nuevos movimientos sociales en Argentina.
Los movimientos sociales en la Argentina a partir de la década del 90:
A comienzos de los 90, se produjeron las primeras reacciones a las medidas
implementadas por el gobierno de Carlos Menem (1989 – 1999), sobre todo desde
los trabajadores del Estado, afectados por el proceso de racionamiento de sus
puestos de trabajo y desde el gremio docente, en defensa de la educación pública.
Podemos decir que, en esta primera etapa, la movilización social, solo se
caracterizó por ser “llamados” o “alertas” sobre lo que estaba pasando, sin lograr
constituir una oposición fuerte a las recetas recesivas. Al cabo de una década de
Neoliberalismo, el modelo va entrando en crisis, tanto por la desestructuración
económica, social y política que provocó, como por el agotamiento del propio
modelo. Así podemos entender, el porque de la reacción de 1999 en Seattle,
donde grandes manifestaciones de personas, se oponen a la Cumbre de la
Organización Mundial de Comercio y sus medidas, las cuales perjudicaban cada
vez mas a la población mundial. Para el caso de Argentina, la movilización general
del periodo 2000-2001, representó una reacción generalizada a l modelo y a la
clase política que lo llevó adelante. Se produjo un importante ascenso de las
luchas, durante las cuales, aparecieron nuevos movimientos sociales, que
mostraron en primera instancia: la crisis de las formas tradicionales de
participación como sindicatos y partidos políticos, que fueron rebasados por el
accionar espontáneo de la población; en segunda instancia la necesidad de
horizontalidad y transparencia, como características de funcionamiento , lo cual se
tradujo en que el formato de “Asamblea” resultaba el único instrumento legítimo,
para la toma de decisiones. Por ultimo la
“solidaridad”, se fue instalando como norma,
ante el desgarramiento del tejido social, la
necesidad de sobrevivencia de diferentes
sectores de la población y la falta de
respuesta estatal. En una mirada más amplia,
podemos decir que los autores que analizan
el periodo, concuerdan en que alza de la conflictividad, no tuvo una dirección
estratégica, mostrando contradicciones y fracturas entre los diferentes grupos.
Origen y caracterización de los movimientos sociales: El origen de estos nuevos
movimientos sociales fue múltiple, tales como:
 Las redes territoriales, que se dieron en torno a la vecindad
 La desocupación, como elemento que unificador, al ser excluido del sistema
 La problemática en común que afectaba a una zona y permitía aglutinar
fuerzas
 El quiebre de empresas y falta de alternativas de trabajo, que hace surgir la
necesidad de dar continuidad a la empresa donde se estaba.
Estas diferentes situaciones dieron lugar:
Asambleas barriales y movimientos zonales: Fueron conformadas por sectores
medios, que se planteaban objetivos maximalistas tales como: la democracia
directa y caducidad de los mandatos electorales actuales (“que se vayan todos”).
En cambio su accionar puede calificarse, como minimalista, ya que buscaban el
libre ejercicio del diálogo en las calles, la creación de comedores, bolsas de
trabajo y huertas comunitarias. Aunque su preocupación no estaba puesta en la
supervivencia, sino en la transformación de los valores institucionales vigentes y la
realización de acciones simbólicas.
Movimiento de Desocupados o Piqueteros. Formados por trabajadores
desocupados, que en principio reclamaron el reingreso al mercado de trabajo,
cortando las calles y rutas. El inicio de esta forma de lucha, tuvo su origen en la
provincia de Neuquén, en las Jornadas de Cutral-Co en Abril de 1997, donde
desocupados y docentes cortaron la ruta y fueron violentamente reprimidos, por la
policía provincial, en cuyas circunstancias fue asesinada Teresa Rodríguez. Al
tiempo y ante la falta de soluciones, para tener un nuevo puesto de trabajo,
comenzaron a reclamar al Estado, prestaciones de asistencia en alimentos e
ingresos. Desde la forma que adquirieron sus acciones, pueden verse como de
corte maximalista, por la presencia en las calles , el corte y el peso que ejercían,
aunque sus reivindicaciones eran mínimas, quedando reducidas a bolsas de
comida y subsidios. Un punto a destacar, es que estos movimientos, se
constituyeron en un espacio de contención, diálogo y resistencia para la población
que sufría la pobreza como la desocupación.
Movimiento de las Fábricas recuperadas: Tuvieron un primer inicio hacia 1995,
buscando la autogestión, ante el inminente cierre de las empresas y la
imposibilidad de reubicarse en el mercado laboral. Así, se produjo en principio, la
ocupación de la fábrica, la resistencia al desalojo y la posterior puesta en marcha
de la producción (lo cual implico un acuerdo con proveedores y clientes para
reiniciar el ciclo productivo). La consigna fue: OCUPAR – RESISTIR- PRODUCIR.
Los sindicatos, salvo excepciones, no tuvieron injerencia en este movimiento, por
el cual en realidad se sintieron amenazados. Así las empresas recuperadas,
comenzaron a extenderse y adquirieron diferentes formas jurídicas desde las
sociedades anónimas, hasta las cooperativas, que se transformó en el marco
jurídico mas conveniente, ante la posibilidad del inminente desalojo por la patronal
y para permitir la igualdad con todos los compañeros, los cuales ya no eran
obreros, sino socios entre sí. En este contexto, después del 2001, las empresas
auto gestionadas, lograron articularse con las asambleas barriales y los
movimientos piqueteros, con lo cual conformaron un frente de lucha más
consistente. A partir de 2003, el Gobierno de Kirchner, colaboró en darles una
estabilidad jurídica, que les faltaba. Al 2009, hay en existencia 270 fábricas
recuperadas, si bien no es un movimiento mayoritario, tiene un valor cualitativo
mucho mayor, desde el punto de vista que implica una nueva identidad para el
trabajador, que es dueño de la empresa y como tal toma con sus compañeros las
decisiones en Asamblea, la cual al ser soberana, le puede pedir que cumpla
diferentes roles dentro de la producción o la administración de la empresa En
referencia al espacio en si de la empresa, adquiere otro significado, ya que no hay
áreas vedadas y la convivencia entre los trabajadores, junto con la
corresponsabilidad en las tareas que se demandan, producen una transformación
importante en el universo mental de quienes lo experimentan.
Movimientos en defensa del medio ambiente: Surgieron en repudio a los daños
producidos por el modo de desarrollo productivo capitalista, ya sea la minería a
cielo abierto (con el movimiento del pueblo de Esquel en 2003, Río Negro en
2005); así como también contra la contaminación del río, que producirían las
Papeleras a instalarse en la las costas uruguayas, mas precisamente en la ciudad
de Fray Bentos y cuyo epicentro fue la ciudad de Gualeguaychú (Entre Ríos) y su
metodología, el prolongado corte del paso Argentina-Uruguay, mas la
nacionalización del conflicto a través de diversos reclamos. Estos movimientos
que acabamos de puntualizar , como todos los de nuestra América Latina, se
caracterizaron (siguiendo el planteo del sociólogo Ocie López ), por implicar el
surgimiento de nuevas identidades contenedoras ( ante la desestructuración social
del Neoliberalismo) y por llevar adelante reivindicaciones de inclusión social, y
transformación del Estado, pero sin cuestionar la existencia de la Nación como
marco jurídico-político. Mientras, los conflictos sociales en Europa, se traducían,
en el reclamo de separación territorial, por razones étnicas, lingüísticas o
religiosas, poniendo en cuestionamiento el Estado-Nación existente, tal es el caso
de los Balcanes, Chechenia , Irlanda del Norte, etc.
La política Kirchnerista y sus consecuencias en el movimiento social:
A partir del periodo iniciado en 2003 a la fecha, después de las medidas, que los
gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, pusieron en vigencia dando respuesta a
algunas de las demandas de los movimientos sociales, junto con la inclusión en el
gobierno de algunos de sus representantes y la firme decisión de no reprimir la
protesta social, fue produciendo una merma en la conflictividad social. Por otro
lado, con el aumento de la actividad económica, reaparece el canal sindical, que
junto con la vigencia de las paritarias, toma nuevamente fuerza como espacio de
negociación. Al mismo tiempo, va perdiendo peso el movimiento piquetero. El
balance de los resultados logrados por los diferentes movimientos sociales,
muestra elementos contrapuestos. Por un lado al planteo del “que se vayan todos”
de las asambleas barriales, se logró un desplazamiento de ciertas figuras políticas,
sin producir un cambio total. Aunque como hecho importante, la política en si, fue
rehabilitada como espacio de negociación y transformación. Los movimientos
piqueteros, fueron disminuyendo su capacidad de movilización, tanto por la
reactivación del ciclo económico y su inclusión en la lucha gremial; como por el
apoyo estatal a los micro emprendimientos y la formación de cooperativas de
trabajo; pero fundamentalmente, gracias a la ayuda social, de la cual dependen
aun hoy gran cantidad de argentinos, cuya inclusión laboral, es un tema pendiente.
En cuanto al Movimiento de las Fábricas recuperadas, lograron cierto formato
jurídico para la continuidad de su funcionamiento con apoyo estatal. A su vez
constituyen al día de hoy, una forma embrionaria, donde la fuerza de trabajo
avanza sobre la propiedad de los medios de producción. Por último en relación a
los movimientos en defensa del medio ambiente, es importante marcar, que sus
demandas se contraponen al patrón de desarrollo actual, concebido en base al
Agribusiness, la renta minera y la explotación de yacimientos no convencionales.
En cuanto a sus logros, fueron parciales, aglutinando fuerzas en ámbitos de índole
local, sin lograr una articulación más amplia. De tal manera que, en determinadas
zonas, donde se realizaba la minería a cielo abierto se logró frenar esta
modalidad, pero no ocurrió lo mismo, en aquellas provincias donde la renta minera
es prioridad. Dentro de este panorama, aparecieron otras formas de explotación
de recursos, que abrieron nuevos interrogantes, con respecto al daño irreversible
o no al entorno natural, como por ejemplo el método de fractura (yacimientos no
convencionales), propiciado por las empresas para aprovechar reservas de gas.
La reacción a este tipo de explotación ha tenido avances limitados, debido a que
solo se prohibió en determinadas ciudades, sin vislumbrarse cambios a nivel
nacional. En tanto, el extenso movimiento contra las papeleras que se instalarían
en Uruguay, tuvo el corte del puente Uruguay-Argentina como forma central y
continua de protesta, a lo cual se sumaron otras acciones a nivel nacional. La
duración e intensidad que adquirió el conflicto, obligó al gobierno a llevar este
conflicto a los tribunales internacionales, con el resultado de que una de ellas,
desistió de ubicarse en el país vecino.
Surgimiento de movimientos sociales regresivos
A partir del año 2008 y en particular en el 2009, en un contexto de baja del
crecimiento económico y crisis política en las alianzas dentro del gobierno,
aparecen movimientos caracterizados por los autores estudiados, como regresivos
de derecha, que tienen como sujeto a sectores de la burguesía y donde se
expresó una polarización, “a favor o en contra del gobierno” de Cristina Kirchner,
dentro de toda la sociedad. De ahora en más, las cacerolas y los piquetes, en
manos de las clases mas enriquecidas, reclamaban:
 Contra la elevación de la alícuota a las retenciones por la exportación de
soja (Resolución Nro. 125)
 La inseguridad (que tuvo una primer manifestación mayoritaria con el Caso
Blumberg en 2005)
 El “autoritarismo” del gobierno de Cristina Kirchner (2007-2011)
El final de este conflicto, no resultó favorable al Gobierno, ya que el Congreso no
aprobó la resolución y el “campo” adquirió una unidad de acción que nunca antes
había tenido, pequeños productores junto con la Sociedad Rural, a la vera de las
rutas y con el apoyo mediático, ganaron esa batalla. Posteriormente el Gobierno,
recuperó la iniciativa política, a pesar del revés económico y electoral.
Los nuevos movimientos sociales en América Latina.
Los últimos veinticinco años en América Latina han estado signados por la
transición democrática y la consolidación del modelo económico neoliberal. Desde
los inicios de la década de 1980 han surgido movimientos de organización social,
de políticas de identidad y culturales, así como expresiones de demanda y
protesta: los llamados "nuevos movimientos sociales". La novedad de estos
movimientos radica en que, en un contexto de profunda "crisis de representación",
plantearon "nuevas formas de hacer política" por medio de las cuales los
ciudadanos encontraron cauces innovadores para construir y expresar
colectivamente intereses, reivindicaciones y valores comunes. Esto supuso la
expansión de la lucha política a ámbitos hasta entonces considerados como
pertenecientes a otras esferas, como el género, las identidades étnicas o
religiosas y las expresiones artísticas, o aspectos de la vida cotidiana misma,
como las relaciones familiares, el trabajo y los consumos colectivos. Sin embargo,
la focalización de la acción colectiva en objetivos específicos no derivó en el
continente en manifestaciones aisladas del campo político institucional. Por el
contrario, la reivindicación de identidades sociales alimentó la lucha por derechos
e inclusión social.
Los nuevos movimientos sociales.
Actualmente, en toda América Latina, grupos de hombres y mujeres se organizan
en torno de búsquedas, reivindicaciones o demandas, de muy diferente amplitud y
objetivos. Se trata de grandes movilizaciones en contra de los efectos de las
políticas económicas, organismos de derechos humanos, movimientos de pueblos
indígenas u originarios, cooperativas de trabajo y asociaciones de trabajadores
que trascienden las estructuras sindicales tradicionales y los partidos políticos,
movimientos pro vivienda y asentamientos, asociaciones vecinales y barriales,
comunidades eclesiásticas de base, asociaciones étnicas autónomas,
movimientos de mujeres, grupos de jóvenes, coaliciones locales para la
preservación del medioambiente y la defensa de tradiciones regionales,
organismos políticos articulados en torno a cuestiones de género o sexualidad
−como movimientos de derechos gays y lésbicos−, movimientos ensamblados
alrededor de la música, el arte y otras expresiones de la cultura popular, grupos
autogestionarios de desocupados o pobres y heterogéneas organizaciones que
han florecido en el continente desde el inicio de los ochenta.
Características de los nuevos movimientos sociales
Se los denomina "nuevos" movimientos por oposición a las estructuras
tradicionales de acción del campo popular, ya fueran éstos partidos políticos,
sindicatos u organizaciones campesinas, que albergaban las formas principales de
protesta y participación política antes de los años ochenta. Algunos de los más
importantes surgieron en el contexto de extrema represión y férrea censura de las
dictaduras militares (en especial en el Cono Sur) que prohibían los canales
institucionales de expresión de las demandas sociales. De la conjunción de la
crisis del discurso nacional-popular en el continente y la derrota político-militar de
organizaciones de lucha armada revolucionaria emergieron nuevas formas de
movilización, generalmente dirigidas a objetivos específicos, como la defensa de
los derechos humanos, la demanda por el reconocimiento de los derechos de las
mujeres o la reivindicación de formas culturales particulares. La explosión de
organizaciones de base y asociaciones locales marcó un cambio en el carácter de
la oposición política en toda la región, en tanto diversos sujetos contenidos en
estos grupos comenzaron a reivindicar sus propias −diferentes− historias y
derechos. Ante la imposibilidad de articular demandas en movimientos amplios y
unificados de emancipación, se multiplicaron los espacios de lucha política y
resistencia. Pero ¿qué son en concreto los nuevos movimientos sociales? Aunque
la noción de movimiento social es intrínsecamente ambigua por la variedad de
formas de acción política y objetivos que abarca, hay algunos rasgos que pueden
ser señalados como comunes. Una de las principales características que los
analistas suelen resaltar es la importancia del sentido colectivo construido por los
actores participantes. El concepto entró en boga en América Latina a comienzos
de la década de 1980 para designar aquellas acciones colectivas que se
planteaban alrededor de identidades distintas de las tradicionalmente convocantes
entre los sectores populares (como obrero o campesino). Puede afirmarse que
más que una forma específica de organización o acción política, lo que define a
los movimientos es una determinada relación con la llamada "política de la
identidad", que establece sensibilidades colectivas que permitan preservar las
particularidades de los distintos grupos. Asimismo, es importante distinguir entre
movimientos sociales y organizaciones. Un movimiento puede reunir un amplio
número de organizaciones específicas, más o menos institucionalizadas, con
diferentes ideologías y mecanismos de
acción, con intereses e identidades
heterogéneas. Aunque el movimiento las
englobe, son las organizaciones las que
efectivamente se erigen como
interlocutoras políticas en el campo
social. Un ejemplo de esto es el
movimiento por los derechos humanos
en varios países latinoamericanos, que incluye diversas organizaciones
particulares que en ocasiones actúan articuladamente y en otras no. Otra
característica de los movimientos la constituyen las formas creativas e
innovadoras de incidir en la esfera pública y presentar sus reclamos en el seno de
la sociedad, como las marchas alrededor de la pirámide de las Madres de Plaza
de Mayo en la Argentina o la ocupación de tierras en las zonas rurales o de
edificios en las urbes en Brasil. En todos los casos, se trata de intervenciones en
el espacio público que ponen en tensión aspectos jurídicos del Estado de derecho.
Muchas veces, las acciones políticas incorporan aspectos estéticos, como los
"escraches" de HIJOS en la Argentina. Incluso entre los movimientos articulados
por identidades más tradicionales (de trabajadores o campesinos) se presentan
nuevas formas de acción, organización y expresión. Si se analiza la escala social,
se observa que algunos movimientos poseen alcance nacional o regional, otros
son locales y orientados a objetivos específicos y acotados. En general, los
movimientos que logran más poder de transformación social tienen un importante
y complejo nivel organizativo, no sólo en el interior del movimiento, sino también
en conexión con redes regionales, cumbres internacionales, alianzas
transnacionales y articulación con otros movimientos. Ahora bien, la relación
histórica de los nuevos movimientos sociales con movimientos populares que los
antecedieron plantea dos interrogantes. En primer lugar, si los nuevos
movimientos conllevan un viraje definitivo de problemáticas de clase social a otras
relacionadas con la identidad cultural. En este sentido, es imprescindible subrayar
que tanto los aspectos culturales como los identitarios no pueden entenderse
separados de las relaciones de poder, especialmente las condiciones de clase.
Aunque hay movimientos sociales pluriclasistas −como el de mujeres−,
generalmente todos se encuentran atravesados por relaciones de clase, ya sea
porque sus militantes provienen de una inserción social particular (el movimiento
ecologista, por ejemplo, está mayoritariamente compuesto por sectores medios), o
porque el tipo de reivindicación por el que abogan se relaciona directamente con
relaciones de opresión (como los movimientos indígenas o de desocupados). Ello,
por supuesto, no implica que la situación de clase funcione como el factor
identitario prioritario que unifica el movimiento. El segundo interrogante es si los
movimientos postulan una reorientación de la acción política: de acciones dirigidas
al Estado a acciones que tendrían por escenario exclusivo la sociedad civil. Se
entiende por sociedad civil uno de los ámbitos de lo social, que se diferencia, por
una parte, del Estado y, por otra, de las fuerzas del mercado. Este campo puede
ser concebido como una articulación de prácticas asociativas, un universo de
derechos y un espacio democrático de representación y comunicación públicos.
Está conformado por agrupaciones y asociaciones que organizan a los ciudadanos
en tanto sujetos de derechos. Al igual que en otras regiones que pasaron por
procesos de transición entre autoritarismo y democracia −Europa del Este, África
Subsahariana−, en América Latina, el descubrimiento de la sociedad civil como
ámbito político surgió con las dictaduras, cuando las víctimas de la represión y la
persecución política encontraron protección no en las instituciones del sistema
judicial, sino en asociaciones civiles, organizaciones religiosas y grupos de
familiares. Las primeras acciones más o menos colectivas dentro de la sociedad
civil se desplegaron en los setenta y principios de los ochenta, como defensa
contra el Estado terrorista, y fueron el germen para procesos de organización
política mayores. Sin embargo, la propuesta de cambio cultural de los movimientos
sociales abarca también el ámbito del Estado y señala la necesidad de su
transformación. En el estudio de los movimientos sociales, por lo tanto, se debe
rechazar la presunta oposición entre el polo virtuoso de una sociedad civil vibrante
y emancipatoria y el polo negativo de un Estado anquilosado y coartante. De
hecho, los movimientos contribuyen a resaltar más una continuidad que un quiebre
entre estos dos espacios sociales. La acción colectiva de estos movimientos
expresa una concepción de la democracia que trasciende los límites de las
instituciones existentes y propone la democratización de la sociedad como un
todo, incorporando nuevos actores a los principios de equidad y justicia social e
incluyendo prácticas culturales negadas por relaciones sociales de exclusión y
desigualdad.
El contexto histórico de emergencia de los movimientos sociales latinoamericanos
Para comprender tanto la emergencia de los nuevos movimientos como la forma y
las prácticas que estos adoptan, es preciso realizar al menos un breve recorrido
por algunos acontecimientos sociales e históricos de las últimas décadas. Los
años setenta se vivieron en Latinoamérica dentro del contexto global de un mundo
bipolar, dividido política y económicamente en dos bloques: uno capitalista, bajo el
predominio de los Estados Unidos, y otro del llamado socialismo real, bajo la
orientación de la Unión Soviética. Nuestro continente se hallaba bajo la cercana y
poderosa influencia estadounidense. Dentro de la región, Cuba fue desde la
década de 1960 un punto de referencia de programas político-culturales
socialistas, como también un punto de expansión de movimientos guerrilleros y de
emancipación de diversos países de la región. Otro punto nodal de la izquierda
latinoamericana −e internacional− lo representó, a partir de 1971, el experimento
de socialismo democrático de Salvador Allende en Chile, quien accedió al poder
por vía de elecciones generales. La derrota de los movimientos revolucionarios en
diversos países y el fin del gobierno de la Unidad Popular chilena a manos del
golpe militar encabezado por Pinochet en 1973 incidieron profundamente, en años
posteriores, en la búsqueda de alternativas progresistas por parte de intelectuales
y líderes sociales que habían participado o acompañado aquellos y otros
proyectos políticos similares. Un efecto de esto puede percibirse hoy en la retórica
y el accionar de los nuevos movimientos. Durante la década de 1970, las acciones
de lucha y demandas populares, estudiantiles, obreras o campesinas en la región
necesariamente se inscribían dentro del contexto mayor de conflicto entre el
campo socialista o nacional-popular y el sistema capitalista. La palabra que en
esos años sintetizaba este conflicto era revolución. En general, puede decirse que
toda acción popular era entendida como revolucionaria en tanto formaba parte de
un conflicto mayor que tenía por eje la búsqueda de un cambio de sistema. En el
contexto de guerra fría, se instalaron en varios países dictaduras que ejercieron
violentas represiones sobre el campo social, a la vez que modificaron
sensiblemente la estructura económica de las sociedades latinoamericanas. En las
siguientes dos décadas, la región y el mundo habrían de sufrir amplias y profundas
transformaciones. El año 1989 marca una bisagra crucial y cierra definitivamente
un período histórico, con la caída del bloque socialista, la desaparición de la URSS
y la expansión acelerada de la globalización económica. Es precisamente en este
contexto que se enmarcan el nacimiento y auge de los nuevos movimientos
sociales en Latinoamérica. Para analizarlos, partiremos de una división
convencional entre movimientos centralmente basados en demandas de identidad
y derechos de ciudadanía (década de 1980) y movimientos por demandas de
inclusión económica (década de 1990). Esta división es sólo para un ordenamiento
cronológico de la discusión, ya que muchos movimientos permanecen activos a lo
largo de ambas décadas, y las diversas categorías se superponen. Tal vez la
división se refiere más al contexto político y económico en que se despliegan los
movimientos que a los contenidos y las prácticas.

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  • 1. UNIDAD 2 El poder como dimensión constitutiva de la política. La política es definida como una ciencia social, ciencia que estudia el ejercicio y la aplicación del poder, es decir, el arte de gobernar. Sin duda, la definición nos dice mucho con respecto a la dimensión del estudio de la política, desde un sentido mas amplio, las dimensiones de la política podría dividirse en tres vectores principales, el ejercicio del poder o gobernabilidad, a quien se le aplica el poder, es decir el pueblo gobernado y el ente no físico de la política que es la ley y la retorica del discurso político, englobando en este ultimo punto las relaciones de la política con otras características de la sociedad, como su cultura, por mencionar uno de tantos ejemplos. Ya que se divide a la política en los tres ejes que marcamos, podríamos decir que la política tiene dimensiones muy bastas, sin embargo, al unirlo a su definición podemos concluir que las dimensiones del estudio de la política, solo son los factores sociales de la gobernabilidad, su aplicación y el ejercicio de esta, aunando el análisis de las acciones políticas con respecto a otras políticas. Mientras que la política y las ciencias políticas tratan otros temas, como las ideologías políticas, la dimensión política de la sociedad se limita al poder, y relega la ideología a la dimensión de valores. Los partidos políticos son instituciones, y pertenecen a la dimensión institucional o interactiva. Al igual que las seis dimensiones culturales, y las dimensiones físicas de anchura, longitud y profundidad, la dimensión política es una creación que se basa en la razón más que en la observación, y solo existe en nuestra mente. No es intrínseca a la cultura, ni es un aspecto de la misma, es una dimensión. Es como cuando tenemos “dos” manzanas; la “dualidad” no es característica de las manzanas, sino de nuestra mente. El poder, junto con el prestigio y la riqueza, es uno de los tres elementos de las desigualdades sociales o de clase que estudian los sociólogos.
  • 2. La dimensión política se encuentra en todas las entidades sociales o culturales, desde la interacción más pequeña, como una pareja (dos personas), a todo un país. Al igual que un lápiz, ya sea corto o largo, siempre tiene una longitud, los grupos – o instituciones– ya sean pequeños o grandes, tienen una dimensión política. Los interaccionistas simbólicos prefieren estudiar a un nivel básico, de grupos pequeños, y cómo se ejerce el poder en los mismos. Aunque tanto la sociología funcionalista como la del conflicto estudian un nivel superior, sus interpretaciones son muy diferentes. Los funcionalistas ven el sistema político nacional tal y como es en la superficie, un conjunto de instrucciones que tienden a mantener el equilibrio entre los grupos que compiten por el poder, de forma que las decisiones nacionales reflejen los valores de la mayoría. La sociología del conflicto contempla una “élite de poder” compuesta principalmente por los líderes de las corporaciones, que ostentan casi todo el poder, a menudo de forma encubierta. El objetivo de esta élite de poder es mantener un sistema de privilegios para aquellas personas en la cima del sistema de clases del país. Las sociedades más simples tienen un sistema político en el que hay muy poca diferencia de poder entre los más y los menos poderosos. En términos de distribución de poder, es una sociedad muy igualitaria. A medida que la sociedad se vuelve más compleja, aumenta la diferencia entre los más y los menos poderosos. La diferencia entre el más y el menos poderoso aumenta a medida que lo hace la complejidad de la sociedad. La forma de poder más informal e igualitario no desapareció con la llegada de la sociedad agrícola, seguida de la industrial. En áreas privadas y domésticas de la sociedad se mantiene una asignación igualitaria e informal del poder, mientras que en el campo público son más comunes los sistemas jerárquicos. Un importante tema que estudian los sociólogos es la diferencia entre el uso legítimo e ilegítimo del poder. Cuando es legítimo se le denomina autoridad, y cuando no lo es, coacción. Desde el surgimiento de las ciudades y estados a causa de la revolución agraria, la cabeza del estado, que en un principio era el rey, ha monopolizado el uso legítimo de la fuerza. Es por eso que el ejército y la policía están estrechamente vinculados al gobierno. A lo largo de la historia de la humanidad, a menudo se ha usado la guerra para conseguir objetivos políticos. Aunque, en la superficie, la gran cantidad de guerras religiosas parecen ser conflictos sobre creencias, un análisis más exhaustivo revela sus fines políticos. La sociología del conflicto contempla a la policía como parte de un sistema de justicia cuyo principal objetivo es oprimir a los pobres y a los desamparados. Los politólogos consideran tres clases de sistemas políticos nacionales: monarquías, democracias y dictaduras (en las que se incluyen las oligarquías). Para la mayoría, todos ellos son sistemas de asignación de poder dentro del estado, y sus diferencias radican en la forma de sucesión, en la elección de nuevos líderes tras la muerte o derrocamiento del antiguo. Es más probable que el estado permanezca estable si la sucesión es pacífica y ordenada. Nuestro sistema político se llama “democracia representativa”, que es una contradicción. Al votar, las personas renuncian al poder en favor de la persona o personas electas, y dejan de tener implicación directa en las decisio nes que afectan a la nación o al estado. En la democracia directa todo el mundo está implicado en la toma de decisiones, pero resulta poco práctica en sociedades grandes y complejas, pudiéndose practicar tan sólo en grupos, sociedades, pueblos, comunas residenciales y asociaciones muy pequeños.
  • 3. Gobierno. Definición: El Gobierno es el conjunto de órganos ejecutores del Poder Público del Estado que realizan la voluntad de éste, ordenando y manteniendo un régimen con arreglo a la Constitución. El Gobierno es el conjunto de los Poderes públicos, llamados en otros países órganos. Órgano Legislativo, Ejecutivo, Judicial y Órgano Electoral. Gobierno no es lo mismo que Estado, porque el Gobierno es particular y el Estado es general. El Gobierno es parte del Estado, el Estado es parte de la Nación, El Gobierno es de carácter positivo y el Estado es de carácter abstracto. El gobierno es la autoridad gobernante de una unidad política, que tiene por objeto tanto dirigir, controlar y administrar las instituciones del Estado, como regular una sociedad política y ejercer autoridad. El tamaño del gobierno variará de acuerdo con el tamaño del Estado, y puede ser local, regional y nacional. El gobierno es el más alto nivel de dirección y de administración ejecutiva, generalmente reconocido como el liderazgo de un Estado o de una nación, y el gobierno está compuesto por los directores ejecutivos del Estado, como el presidente o el primer ministro, y por los ministros. Formas históricas. Al hablar de formas de gobierno debemos comenzar reconociendo que existen diversos modos de clasificarlos, sin embargo, nos remitiremos directamente a los tres métodos de clasificación más usados, a saber: I. El que diferencia los tipos de gobierno según el número y clase de personas que ejercen el poder del Estado; II. El que distingue los gobiernos según el grado de separación de los poderes del Estado; III. El que diferencia los gobiernos según el grado de descentralización territorial del poder público. Veamos cada una de estas clasificaciones. I. Según el número de personas que ejercen el poder del Estado. Este es considerado el método más antiguo y por ello se le denomina también método clásico o clasificación aristotélica, porque fue Aristóteles quien mejor lo expuso y desarrolló, aunque no fue el primero ni el único en utilizarlo. Sí debemos señalar que Aristóteles no se fundamentó únicamente en aspectos cuantitativos y formales, sino también en aspectos éticos y teleológicos (estudio de los fines o propósitos; doctrina aristotélica de las causas finales). La clasificación es la siguiente:  II. Según la separación de los poderes del Estado. Esta teoría se atribuye a Montesquieu, quien señalaba que de acuerdo a si los poderes del Estado estaban encomendados o no a uno o más órganos, estos se dividían en despóticos libres. En los despóticos, los tres poderes del Estado (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) están concentrados en una sola persona; en los libres, cada uno de los poderes está ejercido por un órgano distinto, lo cual da como resultado una fiscalización entre estos, generando un gobierno de libertad
  • 4. política. Sobre este punto considero importante recordar lo que señalaba Platón: “lo esencial no es que el gobierno esté en manos de uno, de pocos o de muchos; lo importante es que esté en manos de hombres virtuosos e instruidos”. Lo digo porque, en mi opinión, el hecho de que exista una separación teórica de los poderes del Estado no garantiza de forma inmediata la fiscalización entre los órganos que lo componen, si quienes conforman dichos órganos no son personas virtuosas, dedicadas a gobernar con prudencia y honestidad pensando siempre en el bien común. Actualmente la doctrina de la separación de los poderes del Estado nos permite clasificar a los gobiernos entre presidenciales, es decir, basados en el principio de la separación de los tres poderes del Estado; y parlamentarios, que no se basan en dicho principio. III. Según el grado de descentralización geográfica del poder público. Según el grado de descentralización geográfica del poder público la clasificación es la siguiente: Centralizados o unitarios: En los que el gobierno del poder del Estado se concentra en la capital de la nación o en el gobierno central. Descentralizados o federales: En los que el poder estatal se distribuye geográficamente entre las distintas zonas, regiones del Estado o unidades federales, ya sean estas provincias, municipios o autonomías, gozando estas de completa autonomía. Regímenes políticos modernos. En el mundo contemporáneo existen varios tipos de sistemas políticos. Podemos diferenciarlos en 6: 1. Sistemas democráticos 2. Sistemas no democráticos 3. Dictaduras militares 4. Regímenes autoritarios populistas 5. Regímenes autoritarios nacionalistas 6. Los regímenes islámicos Dentro de los actuales regímenes democráticos, cabe establecer varias subtipologías:  Regímenes parlamentarios: es el modelo europeo típico. El Poder Ejecutivo está aquí vinculado al Poder Legislativo, y depende de una mayoría a su favor, si bien admiten distintas posibilidades en la formación de los gobiernos (mayoritario, minoritario o en coalición).  Regímenes presidenciales: el Presidente (Poder Ejecutivo) dirige el gobierno, y es elegido de forma directa e independiente de las cámaras legislativas. Éstas tienen como función aprobar las leyes (competencia legislativa), y además son los entes representantes de la voluntad general. Existe una cooperación entre ambos poderes en la toma de decisiones.  Regímenes semiparlamentarios. El mejor ejemplo es Israel, en donde el Primer Ministro goza de una legitimidad propia frente al Parlamento, pero debe contar con la mayoría parlamentaria para sacar adelante las leyes.  Regímenes semipresidenciales. Imperaban en Europa en los años 20 (España, Alemania, Austria...); sobre la base de un régimen parlamentario, el Presidente goza de facultades especiales para nombrar Primer Ministro,
  • 5. nombrar a los miembros del gobierno, o presidir sus reuniones. El gobierno, mientras, sigue siendo responsable ante el Parlamento. El Presidente está dotado de legitimidad propia, en tanto que es elegido de forma autónoma. Por su parte, los regímenes no democráticos se caracterizan por el ejercicio del poder de forma monopolista, sin límites ni control, ya sea lo realice una persona o un grupo de personas. Son regímenes no democráticos: Los regímenes autoritarios y los totalitarios. Las dictaduras civiles y las militares. El populismo. Como antecedentes históricos, debemos considerar las aportaciones doctrinales tanto del constitucionalismo liberal, que identifica dictadura con régimen no constitucional, como las del marxismo, que introduce el concepto de dictadura del proletariado, para describir la naturaleza coactiva-represiva del proceso transitorio que precede al establecimiento de la sociedad ideal; este período tiene una finalidad revolucionaria. En la misma línea, durante el siglo XX, las experiencias derivadas de la Revolución Rusa y de los fascismos producen una reformulación de las categorías que definen el análisis de la dictadura. Las dictaduras militares son la expresión de la intervención de las Fuerzas Armadas de un país en la política del mismo. El fenómeno más típico relacionado con este modelo es el del golpe de Estado, sobre todo en África y Asia tras la descolonización e históricamente en América Latina. En ciertos casos, es posible que la dictadura militar no sea visible, cuando la intervención militar es indirecta y mantiene un gobierno civil al que maneja en l a sombra; esto nos permite establecer el concepto de régimen militar directo o pretorianismo. En esta línea podríamos situar las llamadas dictaduras cívico-militares, que son la expresión de la alianza entre militares y burócratas civiles, políticos profesionales y representantes de las clases dominantes. Dentro de los regímenes autoritarios populistas, el Peronismo es el ejemplo más destacado. Se basan en la existencia de un líder carismático directamente relacionado con las masas no organizadas; en especial, con las urbanas de reciente inmigración, a las que falta una conciencia política participativa. Este tipo de regímenes se apoya en una ideología no muy bien articulada y difusa, que pone el acento en la justicia, la moralidad, la relación directa del líder con la masa, el progreso, la industrialización, etc. Los regímenes autoritarios nacionalistas son típicos de África, y se crean a partir del proceso de independencia colonial, dirigido por una élite local. Suelen contar con un líder carismático, en ocasiones un héroe durante el proceso de independencia. Las Fuerzas Armadas desempeñan aquí un papel secundario, aceptando el poder civil. Por lo general, solo cuentan con un partido único, que acaba convirtiéndose en una maquinaria burocrática y de control de clientelas. Su ideología es ambigua, anticapitalista, antiimperialista, y orientada hacia el socialismo. Por ultimo, en los regímenes islámicos, encontramos el caso de Irán. Un régimen islámico no es lo mismo que un Estado islámico: en ambos la religión oficial es la musulmana, pero en los regímenes islámicos, además, el clero ejerce el poder, apoyado en una ideología compleja, la religión islámica, y en dos elementos conceptuales: la UMMA, o comunidad de creyentes y la SHARÍA o aplicación de las normas religiosas del Islam como principios fundamentales del ordenamiento y
  • 6. de la convivencia. La estructura partidista está articulada por el clero, y los grupos se componen de afiliados creyentes. Poder social, político y dominación. Poder. Concepto: El término poder, como sinónimo de fuerza, capacidad, energía o dominio, puede referirse a: 1) la capacidad de hacer o ser algo; 2) ejercer un dominio hegemónico sobre uno y/o grupos de personas; 3) la habilidad de influir sobre uno y/o grupos de personas; 4) indicar la autoridad suprema reconocida en una sociedad. En política y sociología, el poder puede ser percibido ocasionalmente como hegemónico y autoritario Autoritarismo, aunque el ejercicio del poder de una manera o de otra es aceptado en todas las sociedades humanas. Ha existido cierto debate sobre cómo definir exactamente poder, por lo que diversos autores han propuesto definiciones diferentes. Una definición clásica propuesta por M. Weber es la siguiente: Por poder se entiende cada oportunidad o posibilidad existente en una relación social que permite a un individuo cumplir su propia voluntad. Es importante señalar que para Weber el concepto de poder está relacionado a lo de dominación, es decir, ejercer una autoridad sobre un grupo social determinado y encontrar un grado de obediencia. El poder social: El poder social, está referido a las estrictas relaciones sociales, esto es, en relación con la vida del hombre en sociedad; en este caso, el poder se precisa y se convierte de genérica capacidad de obrar, en capacidad del hombre para determinar la conducta del hombre: poder del hombre sobre el hombre. El hombre no es sólo el sujeto sino también el objeto del poder social. Es este ámbito o dimensión social del poder, el cual se intenta explicar y desarrollar en la siguiente exposición. El poder social comprende toda la enorme variedad de dimensiones o formas de poder que se dan en la realidad social. En cierto modo podría decirse que la realidad social es un complejo sistema de relaciones de poder de diferente carácter: político, religioso, ideológico, económico, jurídico, científico- tecnológico, etc. En este sentido los términos que designan al poder abarcan evidentemente una categoría muy amplia de relaciones humanas, y clasificar estas relaciones en diversos tipos etiquetados como influencia, autoridad, persuasión, disuasión, inducción, coacción, compulsión, fuerza y otros términos por el estilo; adquieren la denominación colectiva de términos de poder. En tal sentido, en el nivel más general, los términos de poder de las relaciones sociales se refieren a subconjuntos de relaciones entre unidades sociales tales que los comportamientos de una o más unidades. Dentro de lo que se conoce como poder social, encontramos:  El poder dominante, es el poder que tienen las unidades que controlan, C; sobre el poder de las unidades que responden, R. En este sentido, el poder dominante, es el que tiene el dominio, imperio, facultad, capacidad o fuerza para imponer un determinado tipo de conducta a otro actor, los R.  El poder dominado, es el poder de las unidades que responden, R; respecto del poder de las unidades que controlan C. En tal sentido, el poder dominado,
  • 7. responde y actúa según un determinado tipo de conducta que le es impuesta por el dominio, imperio, facultad, capacidad o fuerza del poder dominante. En relación con el ámbito sobre el que se ejerce el poder dominante, se divide el poder en:  El poder económico  El poder ideológico  El poder político  El poder jurídico  El poder de los mas-media, denominado cuarto poder  El poder religioso  El poder científico y tecnológico  El poder del estado, dentro del cual se encuentran: o El poder soberano o La soberanía o potencia o El poder constituyente o El poder legislativo o El poder judicial o El poder ejecutivo: dentro del cual se encuentran como formas de poder:  El poder de gobierno  El poder militar. Formas de poder dominante El Poder Económico, está fundado en la riqueza y los recursos económicos abarcan desde los bienes y servicios, utilizados en el consumo, hasta los factores empleados en la producción, distribución y el consumo. Generalmente esta constituido y es ejercido por los agentes que como poseedores de los bienes y servicios, controlan las relaciones económicas, es decir, comúnmente por la denominada plutocracia, el conjunto de las personas acaudaladas y los sectores financieros dominantes. La riqueza, sin duda, es un instrumento de control social, por tanto confiere una poderosa hegemonía social. Su acción generalmente constituye un gobierno invisible. El Poder Ideológico, es el conjunto de representaciones mentales y teorías ideológicas sistemáticas como factor de influencia fundamental en el desarrollo de las relaciones sociales; que siendo, generalmente, falsas representaciones de la realidad, utilizan los grupos sociales tanto dominantes como dominados para justificar, reforzar y reproducir, su situación de dominación o potencia; o para aspirar a alcanzar dicho estatus de dominación o potencia. El poder ideológico va siempre unido al poder político (ideología política), al poder económico (ideología económica) y al poder jurídico (ideología jurídica). Todas estas formas o tipos de poder ideológico se funden en un bloque unitario en la ideología jurídico-política. El Poder Político, Es el conjunto de formas de relación social a través de las cuales se estructura la organización básica de la sociedad en función de los intereses colectivos, es decir, capacidad de obtener determinadas conductas y de impedir otras, con el objeto de lograr el bien común de la sociedad política. Según como se ejerza tal capacidad, ya sea con autoridad o mediante la fuerza o con ambas a la vez, con relación a la población y al territorio,
  • 8. dependerá de la forma de gobierno que se adopte. Para lograrlo, es fundamental que encarne con acierto la idea de derecho que sintetiza la cultura política de cada comunidad. El poder procura realizar esa idea de derecho, porque encuentra en ella la fuente de su autenticidad histórica de su legitimidad política. El poder político, en cuanto que actualmente inserto en las relaciones de dominación supone - junto con otras formas de poder determinantes - una fuerte estratificación social, que implica que el objetivo básico de la organización del poder político (la satisfacción de intereses comunes), no participen con igual peso las clases y grupos sociales dominantes, que son los grupos y clases, que se encuentran, económicamente desfavorecidos y marginados. El poder político es una consecuencia lógica del ejercicio de las funciones por parte de las personas que ocupan un cargo representativo dentro de un sistema de gobierno en un país. El poder político es legítimo cuando es elegido conforme a las leyes del país (constitución). En países democráticos tiene como sustento la legitimidad otorgada por el pueblo por medio del voto popular (elecciones). El poder político es abusivo cuando se excede en el ejercicio de sus funciones, avanzado en materias que están dentro del ámbito de los otros poderes (intromisión de poderes). El poder político es ilegítimo cuando utiliza mecanismos no autorizados por las leyes y se adueña del poder gubernamental (ejecutivo-legislativo) sin tener la legitimidad del pueblo, otorgada por el voto popular. El Poder Jurídico, es la configuración normativa - por parte de las normas jurídicas - de todos los ámbitos de actuación de las personas individuales y colectivas dentro de un sistema jurídico determinado. Dentro de esta acepción de poder tienen especial relevancia el derecho subjetivo como poder, que puede ser definido, en sentido amplio, como el conjunto de capacidades y facultades reconocidas por el ordenamiento jurídico a una persona o grupo de personas, con carácter coactivo. También es el entendido como el poder de representación que tiene una persona o grupo de personas otorgada por otra, para que actúe en su nombre y por su cuenta. El Poder los Mas-Media, es el denominado cuarto poder, constituido por los medios de comunicación de masas, entendidos estos como los procedimientos intencionados por los cuales se transmite, sirviéndose de sistemas técnicos, a un gran público-masa generalmente indiscriminado, determinados contenidos, estímulos, ideas, imágenes y mitos, capaces de orientarla y hasta condicionarla, con el fin de hacerle adoptar determinadas actitudes. Tales medios, pueden ser la televisión, la radio, el cine, etc. Los mass-media, producen una fuerte y notoria influencia en la opinión pública, es decir, con capaces de influir y hasta de manipular el sentir notorio, o estimación que predomina en una comunidad acerca de asuntos determinados de interés general y que son materia de discusión debatible y contingente. El Poder Religioso o Espiritual, es el poder que se basa en el sistema de creencias, prácticas regularizadas y fórmulas ampliamente compartidas y consideradas como necesarias y verdaderas que ofrecen a las personas una visión del mundo y proporciona respuestas a preguntas desconcertantes, subyugando al cuerpo - elemento material del hombre - al alma - el componente, en teoría, espiritual del hombre - y que actúa como ente rector, a la vez que dominador, de los actos y pensamientos de quienes comparten su doctrina. Mediante sus postulados ejerce una gran influencia en la conducta material del hombre y de diversos cuerpos sociales, vale decir, tiene un efecto notable en el gobierno, economía, etc; por ejemplo en la economía puede llegar a afectar los
  • 9. hábitos de trabajo, las pautas de consumo y la aceptación o el rechazo de nuevos productos y prácticas. El Poder Científico-Tecnológico, constituye una de las principales fuentes de poder, pues su generación, acceso y utilización permiten la resolución a problemas prácticos de la humanidad y, al ser conocimientos sistematizados, verificables que permite resultados ordenados y confiados entrega a quién los posee una fuerte autoridad e influencia intelectual y material sobre los demás pues posee en sí la capacidad para resolver, muchas veces, que es lo que se quiere o se puede conocer. Este poder, sin embargo, está sometido a múltiples condicionantes sociales y políticos. La ética individual de los científicos, la percepción social de la ciencia, la ambigüedad de numerosas evaluaciones, la manipulación de los argumentos pseudocientíficos, la alusión a fundamentos religiosos, los intereses económicos y la definición de prioridades se cruzan y entrecruzan en el desarrollo del poder científico y tecnológico. El Poder del Estado, es la conjunción institucionalizada del poder jurídico, político, económico y del poder ideológico que determina la existencia del poder del Estado, generalmente imbuido de un poder ideológico, y a veces de un poder espiritual o religioso altamente influyente. En otras palabras, el poder del estado es una relación estructurada de formas de poder: económico, político, jurídico, etc. El poder del estado puede definirse como el imperium o soberanía que tiene el estado sobre sus ciudadanos de poder imponerles formas de conductas incluso bajo la amenaza de sanciones. Se habla así de suprema potestad rectora y coactiva del estado. El poder del estado distribuye sus ámbitos, según el principio de distinción y colaboración de poderes, entre sus órganos. Se habla así de: poder legislativo, es aquel en quién reside la potestad de hacer y reformas las leyes. Poder ejecutivo, es el que tiene a su cargo la función de gobernar y administrar el estado, y hacer observar las leyes. Dentro del poder ejecutivo se encuentra como formas de poder, el poder de gobierno, que se puede definir como la capacidad que tienen quienes rigen el grupo político para decidir sobre los administrados. Y el poder militar que es el poder operativo de cara a la guerra contra los extranjeros o la persecución contra los extraños que comprometan la estabilidad y soberanía del estado. Poder judicial, que es el que ejercido por los órganos de administración de justicia. Dentro del poder del estado, también, hablamos de poder soberano, que es la capacidad de un estado para afirmar su autonomía frente a otros. El poder como soberanía, que es el poder supremo ilimitado o autolimitable, que se expresa como una voluntad omnímoda. Se caracteriza por ser indivisible, inalienable e imprescriptible. El poder constituyente, es la facultad soberana del pueblo a darse su ordenamiento jurídico-político fundamental originario por medio de una constitución, y reformar a esta total o parcialmente cuando así se requiera. En el primer caso el poder constituyente es originario; en el segundo, es poder constituyente derivado. Dominación: La palabra dominación permite referir el control que alguien, un grupo, entre otros, tienen sobre otro individuo, sobre otro grupo, sobre una cosa, tal es el caso de un territorio, o sobre algún objeto, entre otras alternativas. Desde el punto de vista de la Sociología, más precisamente desde la del sociólogo Max Weber, un estudioso de los alcances del concepto, la dominación es la probabilidad de hallar obediencia dentro de un grupo determinado para
  • 10. mandatos de tipo específicos o de toda clase. La dominación estará ligada a diferentes cuestiones como ser: costumbres, afectos, intereses materiales, en tanto, de estas cuestiones se determinará el tipo de dominación en cuestión, que según Weber podrá ser: dominación legal (la legitimidad tiene carácter racional y se apoya en la fe de la legalidad de los órdenes establecidos, por ejemplo, la obediencia a un conjunto de normas; las leyes son las que delimitarán el tipo de autoridad que podrá ejercer el gobernante) dominación tradicional (se encuentra apoyada en la fe cotidiana, en la importancia de las tradiciones y en la legitimidad que ostentan aquellos que fueron oportunamente llamados a poseer autoridad en los ordenamientos tradicionales; se trata de una estructuración feudal o patriarcal) y la dominación carismática (se caracteriza por la entrega a la persona a la cual se considera como líder absoluto, porque rompe con lo cotidiano y lo ordinario, cayendo rendido ante la fuerza carismática que encarna el líder, es decir, de acuerdo a lo que se admira de él es que se lo respeta y se acepta ser dominado). Se habla de dominación a la circunstancia mediante la cual un grupo ejerce un rol de hegemonía con respecto a otro. Este tipo de circunstancia puede deberse a diversas causales, por lo que el término puede referirse a un amplio número de situaciones. Desde el punto de vista político, suele aludir a una circunstancia en donde un grupo determinado tiene una mayoría en los distintos estamentos del estado; en el caso de una democracia, este estado de cosas se logra debido a una mayoría lograda en elecciones. Desde la antigüedad existen situaciones en donde una determinada nación tiene una preponderancia sobre otra. Así, en estos casos la dominancia se realizaba mediante la guerra, en donde el bando vencido pasaba a pagar un tributo al bando vencedor. En estas circunstancias era común la esclavitud, por lo que aquellos que resultaban vencidos muchas veces pasaban a formar parte de la legión de trabajadores que debían sostener con su trabajo a los vencedores. Este tipo de organización ocupó un período concreto de la historia, pero fue una muestra cabal de lo que un proceso de dominación representa. El caso de Roma fue emblemático porque sometió mediante la guerra a un número importante de pueblos vecinos y los obligaba a pagar un tributo c omo consecuencia de esta circunstancia. Así, el proceso tenía como finalidad una expropiación económica. Con el advenimiento del feudalismo se dio una nueva forma de proceso de dominación. En este caso, la preponderancia de un grupo sobre otro no significó el avasallamiento de libertades, en tanto y en cuanto estaba sustentado en elecciones voluntarias. Así, este tipo de organización social se sostenía en el papel de un señor que era dueño de una serie de tierras, y de un siervo que debía cultivarlas y entregarle parte de lo producido. Este tipo de régimen pudo sostenerse debido a la dificultad de mantener un poder central, circunstancia que favorecía a autoridades locales. Fue una forma de producción, no obstante, que puede graficar una situación de dominación mucho más sutil y solapada. En la actualidad, puede darse una circunstancia parecida a la antedicha, con algunos grupos sosteniendo una hegemonía sobre otros de modo subrepticio. No obstante, la enorme complejidad que ha alcanzado la sociedad presente hace difícil dar cuenta de sus procesos con rigor. Lo que sí parece evidente es que esta dominación tiene como fundamento a grupos económicos que solo velan por sus intereses y que tienen a tener una preponderancia en la economía.
  • 11. Delegación de poder. La definición de delegación es dar de una persona a otra la jurisdicción que tiene por su oficio para que haga unas tareas o conferirle su representación. Aquel que representa a otro se conoce como delegado: su cargo y su oficina reciben el nombre de delegación. El término también se utiliza para nombrar al equipo o grupo de trabajo que representa a una comunidad o un país. Por ejemplo: “La delegación chilena llegó a suelo africano después de catorce horas de vuelo”, “Una delegación china se entrevistó con el presidente uruguayo para analizar un posible tratado bilateral de comercio”, “El gobernador se mostró muy enojado con la delegación de la compañía norteamericana que intentó violar las normativas internas”. En el campo del derecho administrativo, la delegación es la traslación de un órgano superior a otro inferior del ejercicio de una competencia, aunque el delegante mantiene la titularidad de la misma. La delegación se concreta a través de un acto administrativo y puede ser revocada por el delegante. Tensión entre la representación y la participación. Representación: En política, la representación es el acto mediante el cual un representante (sea este gobernante o legislador) actúa en nombre de un representado (elector en el caso de las democracias) para la satisfacción de sus intereses. El representado no puede controlar ni exigir que el gobernante cumpla con sus responsabilidades; exclusivamente, por medio de mecanismos electorales institucionalizados podrá castigar a su representante o partido político en las siguientes elecciones. Así, el concepto de representación política describe cómo el poder político es alienado de un gran grupo y conferido a manos de un subconjunto más pequeño de tal grupo por cierto período. La representación usualmente se refiere a democracias representativas, donde los funcionarios electos (denominados representantes) hablan en nombre de sus electores en la legislatura. En general, solo a los ciudadanos se les concede la representación en el gobierno en forma de derechos de voto; sin embargo, algunas democracias han ampliado aún más este derecho. La representación política consiste en hacer presentes las voces, opiniones y perspectivas de los ciudadanos en el proceso de elaboración de políticas públicas. La representación política ocurre cuando los actores políticos hablan, abogan y actúan en nombre de otros en la arena política. El concepto de representación política posee dimensiones múltiples debido a que puede involucrar concepciones diferentes y conflictivas sobre cómo los representantes políticos deben representar a sus electores. Participación: El término participación ciudadana es el conjunto de acciones o iniciativas que pretenden impulsar el desarrollo local y la democracia participativa. A través de la integración de la comunidad al ejercicio de la política. Está basada en varios mecanismos para que la población tenga acceso a las decisiones del gobierno de manera independiente sin necesidad de formar parte de la administración pública o de un partido político. Otra forma en que se manifiesta la participación ciudadana es a través de las ONGs las cuales pugnan por ciertos temas sociales sin sustituir en las funciones del gobierno sino evaluándolas, destinándolas o apoyándolas. También puede proponerse a través de la discusión de temas de importancia de los ciudadanos en foros organizados o por otras vías para llegar a un consenso.
  • 12. Durante los últimos años se viene potenciando la de un proceso de participación pública, de un proceso de identificación e incorporación de las preocupaciones, necesidades y valores de los distintos agentes en la toma de decisiones. Una correcta participación pública consiste en un proceso de comunicación bidireccional que proporciona un mecanismo para intercambiar información y fomentar la interacción de los agentes con el equipo gestor del proyecto. Algunas Administraciones prestan muy poca atención a la participación de los agentes, bien considerando que los profesionales son los más adecuados para tomar las decisiones de transporte con una orientación técnica, bien porque los políticos locales piensen que ellos representan mejor los intereses de los distintos agentes. Los beneficios de la participación son diversos:  Aporta el punto de vista de los usuarios/clientes que puede mejorar los proyectos y planes.  Demuestra un compromiso con una gestión eficaz y transparente.  Potencia el papel de los agentes aumentando la aceptación general del proyecto.  Ayuda y mejora la toma de decisiones en todas sus fases.  Puede evitar serios problemas de contestación que demoren o invaliden el proyecto.  Facilita el desarrollo de los proyectos en fase de construcción. Tensión entre la representación y la participación: Desde fines del siglo XX las democracias modernas han atravesado un fuerte cuestionamiento en cuanto a su legitimidad y a la capacidad de los representantes de expresar y defender los intereses de la ciudadanía. En este marco muchas sociedades experimentaron un distanciamiento generalizado de los ciudadanos respecto de los canales tradicionales de participación política. Este proceso puede observarse por un lado, mediante la caída en los niveles de participación, la intensificación de los sentimientos antipartidistas y la decadencia de las organizaciones civiles tradicionales, como partidos, iglesias y sindicatos; y por el otro, por el surgimiento de nuevas formas de organización y acción colectiva basadas en prácticas que cuestionan las formas de representación como de delegación. En los últimos años fueron comunes en los ámbitos académicos y políticos los discursos sobre la calidad democrática, asociada ésta última principalmente a la presencia de mecanismos de control y participación ciudadana en los asuntos públicos. De este modo, los ideales detrás de la democracia orientaron la búsqueda de mecanismos de participación más directos de la ciudadanía en las decisiones políticas. Particularmente en Argentina, los sucesos de protesta popular del 19 y 20 de diciembre expresaron una crisis profunda de las instituciones representativas que ya habían demostrado grandes cuestionamientos con los altos niveles de abstencionismo, voto en blanco y nulo de las elecciones de 2001 que superaron el 20 % del electorado. Esta situación expresa el debilitamiento de las instituciones políticas tradicionales, los partidos políticos y los sistemas electorales, a la hora de representar a una ciudadanía que se percibe cada vez más lejos de las instituciones democráticas. El aumento de la movilización durante el 2001 y 2002 generó un doble proceso de alto cuestionamiento a la dirigencia política y a las instituciones representativas paralelamente a importantes niveles de participación política en las diferentes instituciones de participación y control ciudadano. La mayoría de estas instituciones que fueron incorporadas en la reforma constitucional de 1994 se habían multiplicado a nivel provincial y nacional pero mayormente no habían sido reglamentadas o utilizadas por la ciudadanía. Durante el 2002 desde los gobiernos locales como en el caso de Buenos Aires, Córdoba y Rosario se les dio nuevo
  • 13. impulso a los mecanismos de participación adaptándose a la nueva situación. Específicamente, en la Ciudad de Buenos Aires durante el 2002 se avanzo en la implementación del Presupuesto Participativo y Consejo de Planeamiento Estratégico, dos instituciones que habían sido creadas en por la estatuyente de 1996 y recién en ese momento toman verdadero impulso. En términos generales dichas herramientas proponen nuevas formas de vinculación entre sociedad civil y Estado que apuntan a la constitución de una democracia participativa como instancia de superación a las formas existentes. A través de la creación de mecanismos de control y participación ciudadana se crearon espacios institucionales que permiten que los ciudadanos tengan la posibilidad de opinar y/o decidir sobre el desarrollo e implementación de las políticas públicas. Sin embargo, dentro de estas nuevas herramientas aparece un espectro muy diverso en cuanto a la capacidad de influencia de la ciudadanía en las políticas gubernamentales, como al alcance territorial de las mismas. Experiencias de diferentes formas de participación ciudadana (tanto de información, como de consulta y decisión) incorporadas a los procesos de democratización de los aparatos o instituciones del estado, permiten hacer del espacio estatal, un espacio público, creando nuevas bases para la gobernabilidad democrática. Por un lado permiten una mayor transparencia y difusión de los actos públicos y, por otro, posibilitan a los ciudadanos involucrarse, en mayor o menor medida (desde lo consultivo a lo participativo), en el diseño, la elaboración y la ejecución de las políticas públicas. La hegemonía entre el conflicto y el consenso. En términos del entendimiento de la conducta humana y sus obstáculos, nada puede estar más opuesto al consenso que la teoría del conflicto. La teoría del consenso hace hincapié en lo que los grupos sociales tienen en común, mientras que la del conflicto lo hace en el hecho de que los diferentes grupos tienen una amplia variedad de accesos al poder y a la riqueza. De hecho, su énfasis está en las formas de acciones humanas completamente opuestas, haciendo de ellas el centro de la sociedad humana. La sociología analítica tiene una deuda grande con Marx por sus contribuciones penetrantes a la explicación de las fuentes de conflicto en la sociedad preindustrial e industrial. Pero Marx era mucho más que un sociólogo analítico, y en sus proyecciones prescriptivas su teoría de conflicto tiene un desenlace que va mucho más allá del consenso. La naturaleza absoluta y apoteósica de la lucha de clases, según Marx, no permite la consecución de un "consenso" hasta que se desapareciera todo menos uno de los contrincantes. Pero tal unanimidad potencial no es consenso; en efecto este término no tiene validez teórica alguna en la concepción marxista. Si aceptamos la idea de que la política es el proceso mediante el cual se buscan las bases de acuerdo y orden públicos (consenso) dentro de una situación de conflicto, entonces el marxismo es sumamente apolítico, El leninismo, que hasta cierto punto pone a Marx a patas arriba como Marx alegaba que él había hecho con Hegel, separa aún más el análisis teórico de la táctica revolucionaria activista. Esto simplemente intensifica la irrelevancia teórica de la política. Sea la política un factor dependiente de la estructura social y económica '(análisis social marxista) o la guía absoluta de las transformaciones revolucionarias (activismo revolucionario leninista) -su relativa autonomía como una dimensión esencial de la sociedad es pasada por alto. La política no es ni sirviente de la sociedad ni su amo. Un enfoque que presume que tiene que ser o uno o el otro cierra la posibilidad de proveer un marco científico para el estudio de la dimensión política de la sociedad," Si el funcionalismo corre el riesgo de sacrificar la relevancia en aras del rigor científico, también hay que evitar la
  • 14. contratendencia de magnificar la relevancia a expensas de la ciencia. Recuérdese que un genuino científico es uno que está contento con la incertidumbre. Las varias teorías no-marxistas del conflicto emplean como una idea orientadora básica el concepto de "élite", La visión de la sociedad como dividida entre "élites" y "masas" parece ser central al intento analítico de construir teorías de conflicto social. Algunos teóricos ven a la élite como una constelación de actores y grupos que tienden hacia una cohesión y homogeneidad de intereses básicos. Otros parten de la premisa analítica de una pluralidad de élites y masas; existen diferentes élites con diferentes bases de poder, influencia, o prestigio y con varias posibles relaciones entre sí y con las masas dependientes, en una forma u otra, de ellas. Muchas de las más interesantes teorías recientes del cambio social y político emplean este enfoque de élites y masas. En cualquier análisis político -pero especialmente en un momento histórico donde el cambio social y político es motivo de tanta inquietud práctica- algún concepto teórico de "élite" parece ser imprescindible. Y las varias teorías de conflicto -no importa por ahora las diferencias entre ellas- parecen proveer, por lo menos, un intento analítico de cerrar la laguna entre el rigor científico y la relevancia. Acción colectiva y política. Una acción colectiva es aquella acción por la cual la búsqueda de objetivos se lleva a cabo por más de una persona. Es un término que tiene formulaciones y teorías en muchas áreas de las ciencias sociales. Se define a la acción colectiva como “toda acción conjunta que persigue unos intereses comunes y que para conseguirlos desarrolla unas prácticas de movilización concretas El término nuevos movimientos sociales apareció para designar determinadas formas de acción colectiva manifiestas a partir de la segunda mitad de los 60, las cuales eran difíciles de explicar y enmarcar desde las posturas prevalecientes hasta ese momento. Sería muy complicado precisar un momento de origen para la acción colectiva, puesto que, desde que el momento en el que el ser humano actúa como tal (e incluso antes de ser homo sapiens sapiens) ya se tendía a formar grupos para conseguir objetivos comunes. Las diferentes formas de acción colectiva se entienden siempre desde el contexto histórico en el que estas sucedan (no es lo mismo una reivindicación en plena Edad Media —tanto en el objeto de reivindicación como en la forma en la que se reivindica— que hoy en día). Existe diferentes tipos de actores colectivos, pese a esto, todos tienen una serie de características comunes: Relativa estabilidad organizativa. Buscan una serie de objetivos, intereses o ideas entre sus miembros. Trabajan juntos para conseguir esos objetivos o fines. Esta línea de acción es coordinada y organizada. Intervienen por qué quieren en la política para solucionar un conflicto social. La acción colectiva es muy importante a la hora de modificar el escenario político. Todo poder político viene de abajo, ya que el sistema de funciones de estatus exige el reconocimiento y aceptación colectiva. Aunque el individuo tenga una gran importancia, el individuo puede llegarse a sentir impotente; ya que de alguna manera, el piensa que los poderes existentes no dependen de él en absoluto, por esta razón, es tan importante introducir en los revolucionarios una mentalidad de importancia y protagonismo al individuo, tal y como cita Lenin “la revolución empieza en casa”. Así, también se debe el individuo de sentir identificado con otras personas por la lucha del objetivo común (en el caso del Marxismo sería la clase obrera).
  • 15. Los movimientos dependen de su entorno exterior (y especialmente de las oportunidades políticas) para la coordinación y mantenimiento de las acciones colectivas. Marx entendía que la sociedad capitalista se dividía en dos clases sociales; la burguesía (quienes poseen los medios de producción) y la clase trabajadora —o proletariado— (quienes no poseen los medios de producción). La explotación del segundo crea o hace crecer la riqueza del primero. Marx defendía que la clase trabajadora debía de tomar conciencia como tal y, por medio de la acción colectiva acabar con el capitalismo e imponer el comunismo. La acción colectiva ha sido la causante de avances en muchas poblaciones del mundo. Un ejemplo es el de Sudáfrica y Nelson Mandela. Este (junto a los demás que lucharon por ello) consiguió muchas mejoras para su pueblo, en un contexto histórico y social donde el hombre blanco era superior al hombre negro, pese a ser los negros los indígenas. Mediante la acción colectiva, manifestaciones, sabotajes y otras acciones (tanto violentas como no violentas), Nelson Mandela consiguió una progresiva igualdad entre el hombre blanco y del hombre negro. Fue gracias a la acción colectiva por la cual Mandela (quién junto a otras personas) la encabezó, pudo ganar las elecciones de 1990 y conseguir una igualdad social y jurídica sobre todo. El conflicto social El término conflicto social se refiere a una forma de conflicto generalizado entre grupos sociales relevantes que constituyen una sociedad. Una definición generalmente aceptada de conflicto en el sentido sociológico es la ofrecida por Lewis para quien es una lucha por los valores y por el estatus, el poder y los recursos escasos, en el curso de la cual los oponentes desean neutralizar, dañar o eliminar a sus rivales. Un conflicto entre grupos pasa a ser un conflicto social cuando transciende lo individual o grupal y afecta a la propia estructura de la sociedad o a su funcionamiento. El conflicto es un hecho social universal y necesario que se resuelve en el cambio social. Variantes de la concepción de conflicto social dependen sobre asunciones más generales o básicas sobre la sociedad o naturaleza humana. Para versiones "moderadas" del conflicto, este no sólo coexiste sino tiene un papel compartido con la cooperación para establecer estabilidad o cohesión social. Estas visiones permiten a percepciones funcionalistas o estructuralistas construir teorías del conflicto que conciben tanto el conflicto mismo como otras instituciones "negativas" como poseyendo un rol social en la mantención y evolución de ella y sus instituciones. (en que ese conflicto, si es propiamente, se transforma en fuente de innovación y evolución cultural) La sociedad está en cambio constante y es integrada por elementos contradictorios. Ese cambio social y esos elementos contradictorios obvian la necesidad de explicar el cambio social pero necesitan una de la estabilidad o permanencia de las instituciones. Esta se encuentra en la coacción. Esto a su vez da origen a dos visiones: la clásica o conservadora, de acuerdo a la cual esa coacción da, o puede dar, origen a abusos de poder, que deben ser aceptados a fin de garantizar el buen funcionamiento social. Dentro de esta posición general hay visiones más moderadas que abogan por un estado que mejore las condiciones o abusos más extremos a fin de evitar revoluciones. Se debe hacer una mención especial de Max Weber para quien esas consideraciones significan que el Estado (que Weber concibe como teniendo el monopolio de la fuerza) va, inevitablemente, hacia una estructura racional-legal de la autoridad, utilizando una estructura burocrática a fin de ganar aceptabilidad. Sin embargo, para él, la política se deriva inanbigüamente del poder (entendido como
  • 16. la capacidad de tomar decisiones e imponerlas a otros), política se entiende como cualquier actividad a la que puede dedicarse el estado para influir sobre la distribución relativa de fuerza. La cuestión central es la transformación de esa fuerza de violencia desnuda en fuerza legitima, lo que se logra, como se ha dicho, a través de la construcción de estructuras burocráticas, es decir, reguladas y sustentadas. Aunque Weber no negó que el orden económico determinase el orden social y político, la concepción weberiana de las clases económicas es más amplia que la marxista, en que la pertenencia a clases no se determina solamente por la posición en relación al medio de producción que los individuos posean. Weber introdujo tres dimensiones a lo largo los cuales se estratifica socialmente a los individuos, incluyendo el estatus y un sistema de estratificación de acuerdo con el consumo de bienes (ver Estratificación social). Sin embargo, una vez que un grupo o clase ha obtenido un estatus elevado a través de ciertos logros, sus miembros tienden a limitar las oportunidades de que otros individuos las sustituyan, lo que a su vez genera conflictos que pueden incluso desembocar en revoluciones. Así, esta teoría puede ser vista en ocasiones como una parte de la teoría social evolucionista o, a veces, como parte de una percepción fuertemente influida por visiones tales como la de Marx o la de von Stein. Desde el punto de vista moderno, y a partir de la crítica desde la visión dialéctica al funcionalismo. En las interpretaciones de los diferentes autores, normalmente identificados con una escuela, la explicación se entiende de diferente manera si se refiere al sistema social en su conjunto totalizador o a la estructura social, que es el soporte teórico del sistema. Al mismo tiempo debemos situar el elenco de valores en un lugar designado y preciso, que es el sistema social. Desde el punto de vista funcional la cuestión se centra en considerar el conflicto como dinámica social hacia el consenso, una desigualdad estructural que se resuelve en una nueva integración social. Sin embargo, no parece ser posible explicar con ese soporte teórico otros aspectos más extremos del conflicto, tales como la revolución y la guerra. Quizás la primera es predecesora de la segunda y se originen en una primera fase del conflicto, el cual se falle en encontrar posiciones de consenso. En efecto, algunos autores han conceptualizado la guerra como una tentativa de superar conflictos internos a través de la "externalización" de los mismos. Esta última percepción se ha transformado en la visión generalmente aceptada en el mundo occidental. Las teorías de todo conflicto social buscan explicar como la sociedad necesita tanto leyes y estabilidad como desacuerdo y a fin de lograr Integración social lo que puede conseguirse ya sea con consenso o con coacción. En cualquier caso, el conflicto es el factor del progreso, que se basa en la formación de grupos de cambio y acción social, a fin de obtener la integración, mediante pactos o acuerdos con el resto de los actores o sectores sociales, de nuevas relaciones o estructuras, que propician los grupos de presión o interés de los artífices del cambio. Nuevos movimientos sociales en Argentina. Los movimientos sociales en la Argentina a partir de la década del 90:
  • 17. A comienzos de los 90, se produjeron las primeras reacciones a las medidas implementadas por el gobierno de Carlos Menem (1989 – 1999), sobre todo desde los trabajadores del Estado, afectados por el proceso de racionamiento de sus puestos de trabajo y desde el gremio docente, en defensa de la educación pública. Podemos decir que, en esta primera etapa, la movilización social, solo se caracterizó por ser “llamados” o “alertas” sobre lo que estaba pasando, sin lograr constituir una oposición fuerte a las recetas recesivas. Al cabo de una década de Neoliberalismo, el modelo va entrando en crisis, tanto por la desestructuración económica, social y política que provocó, como por el agotamiento del propio modelo. Así podemos entender, el porque de la reacción de 1999 en Seattle, donde grandes manifestaciones de personas, se oponen a la Cumbre de la Organización Mundial de Comercio y sus medidas, las cuales perjudicaban cada vez mas a la población mundial. Para el caso de Argentina, la movilización general del periodo 2000-2001, representó una reacción generalizada a l modelo y a la clase política que lo llevó adelante. Se produjo un importante ascenso de las luchas, durante las cuales, aparecieron nuevos movimientos sociales, que mostraron en primera instancia: la crisis de las formas tradicionales de participación como sindicatos y partidos políticos, que fueron rebasados por el accionar espontáneo de la población; en segunda instancia la necesidad de horizontalidad y transparencia, como características de funcionamiento , lo cual se tradujo en que el formato de “Asamblea” resultaba el único instrumento legítimo, para la toma de decisiones. Por ultimo la “solidaridad”, se fue instalando como norma, ante el desgarramiento del tejido social, la necesidad de sobrevivencia de diferentes sectores de la población y la falta de respuesta estatal. En una mirada más amplia, podemos decir que los autores que analizan el periodo, concuerdan en que alza de la conflictividad, no tuvo una dirección estratégica, mostrando contradicciones y fracturas entre los diferentes grupos. Origen y caracterización de los movimientos sociales: El origen de estos nuevos movimientos sociales fue múltiple, tales como:  Las redes territoriales, que se dieron en torno a la vecindad  La desocupación, como elemento que unificador, al ser excluido del sistema  La problemática en común que afectaba a una zona y permitía aglutinar fuerzas  El quiebre de empresas y falta de alternativas de trabajo, que hace surgir la necesidad de dar continuidad a la empresa donde se estaba. Estas diferentes situaciones dieron lugar: Asambleas barriales y movimientos zonales: Fueron conformadas por sectores medios, que se planteaban objetivos maximalistas tales como: la democracia directa y caducidad de los mandatos electorales actuales (“que se vayan todos”). En cambio su accionar puede calificarse, como minimalista, ya que buscaban el libre ejercicio del diálogo en las calles, la creación de comedores, bolsas de trabajo y huertas comunitarias. Aunque su preocupación no estaba puesta en la supervivencia, sino en la transformación de los valores institucionales vigentes y la realización de acciones simbólicas. Movimiento de Desocupados o Piqueteros. Formados por trabajadores desocupados, que en principio reclamaron el reingreso al mercado de trabajo, cortando las calles y rutas. El inicio de esta forma de lucha, tuvo su origen en la provincia de Neuquén, en las Jornadas de Cutral-Co en Abril de 1997, donde
  • 18. desocupados y docentes cortaron la ruta y fueron violentamente reprimidos, por la policía provincial, en cuyas circunstancias fue asesinada Teresa Rodríguez. Al tiempo y ante la falta de soluciones, para tener un nuevo puesto de trabajo, comenzaron a reclamar al Estado, prestaciones de asistencia en alimentos e ingresos. Desde la forma que adquirieron sus acciones, pueden verse como de corte maximalista, por la presencia en las calles , el corte y el peso que ejercían, aunque sus reivindicaciones eran mínimas, quedando reducidas a bolsas de comida y subsidios. Un punto a destacar, es que estos movimientos, se constituyeron en un espacio de contención, diálogo y resistencia para la población que sufría la pobreza como la desocupación. Movimiento de las Fábricas recuperadas: Tuvieron un primer inicio hacia 1995, buscando la autogestión, ante el inminente cierre de las empresas y la imposibilidad de reubicarse en el mercado laboral. Así, se produjo en principio, la ocupación de la fábrica, la resistencia al desalojo y la posterior puesta en marcha de la producción (lo cual implico un acuerdo con proveedores y clientes para reiniciar el ciclo productivo). La consigna fue: OCUPAR – RESISTIR- PRODUCIR. Los sindicatos, salvo excepciones, no tuvieron injerencia en este movimiento, por el cual en realidad se sintieron amenazados. Así las empresas recuperadas, comenzaron a extenderse y adquirieron diferentes formas jurídicas desde las sociedades anónimas, hasta las cooperativas, que se transformó en el marco jurídico mas conveniente, ante la posibilidad del inminente desalojo por la patronal y para permitir la igualdad con todos los compañeros, los cuales ya no eran obreros, sino socios entre sí. En este contexto, después del 2001, las empresas auto gestionadas, lograron articularse con las asambleas barriales y los movimientos piqueteros, con lo cual conformaron un frente de lucha más consistente. A partir de 2003, el Gobierno de Kirchner, colaboró en darles una estabilidad jurídica, que les faltaba. Al 2009, hay en existencia 270 fábricas recuperadas, si bien no es un movimiento mayoritario, tiene un valor cualitativo mucho mayor, desde el punto de vista que implica una nueva identidad para el trabajador, que es dueño de la empresa y como tal toma con sus compañeros las decisiones en Asamblea, la cual al ser soberana, le puede pedir que cumpla diferentes roles dentro de la producción o la administración de la empresa En referencia al espacio en si de la empresa, adquiere otro significado, ya que no hay áreas vedadas y la convivencia entre los trabajadores, junto con la corresponsabilidad en las tareas que se demandan, producen una transformación importante en el universo mental de quienes lo experimentan. Movimientos en defensa del medio ambiente: Surgieron en repudio a los daños producidos por el modo de desarrollo productivo capitalista, ya sea la minería a cielo abierto (con el movimiento del pueblo de Esquel en 2003, Río Negro en 2005); así como también contra la contaminación del río, que producirían las Papeleras a instalarse en la las costas uruguayas, mas precisamente en la ciudad de Fray Bentos y cuyo epicentro fue la ciudad de Gualeguaychú (Entre Ríos) y su metodología, el prolongado corte del paso Argentina-Uruguay, mas la nacionalización del conflicto a través de diversos reclamos. Estos movimientos que acabamos de puntualizar , como todos los de nuestra América Latina, se caracterizaron (siguiendo el planteo del sociólogo Ocie López ), por implicar el surgimiento de nuevas identidades contenedoras ( ante la desestructuración social del Neoliberalismo) y por llevar adelante reivindicaciones de inclusión social, y transformación del Estado, pero sin cuestionar la existencia de la Nación como marco jurídico-político. Mientras, los conflictos sociales en Europa, se traducían, en el reclamo de separación territorial, por razones étnicas, lingüísticas o religiosas, poniendo en cuestionamiento el Estado-Nación existente, tal es el caso de los Balcanes, Chechenia , Irlanda del Norte, etc.
  • 19. La política Kirchnerista y sus consecuencias en el movimiento social: A partir del periodo iniciado en 2003 a la fecha, después de las medidas, que los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, pusieron en vigencia dando respuesta a algunas de las demandas de los movimientos sociales, junto con la inclusión en el gobierno de algunos de sus representantes y la firme decisión de no reprimir la protesta social, fue produciendo una merma en la conflictividad social. Por otro lado, con el aumento de la actividad económica, reaparece el canal sindical, que junto con la vigencia de las paritarias, toma nuevamente fuerza como espacio de negociación. Al mismo tiempo, va perdiendo peso el movimiento piquetero. El balance de los resultados logrados por los diferentes movimientos sociales, muestra elementos contrapuestos. Por un lado al planteo del “que se vayan todos” de las asambleas barriales, se logró un desplazamiento de ciertas figuras políticas, sin producir un cambio total. Aunque como hecho importante, la política en si, fue rehabilitada como espacio de negociación y transformación. Los movimientos piqueteros, fueron disminuyendo su capacidad de movilización, tanto por la reactivación del ciclo económico y su inclusión en la lucha gremial; como por el apoyo estatal a los micro emprendimientos y la formación de cooperativas de trabajo; pero fundamentalmente, gracias a la ayuda social, de la cual dependen aun hoy gran cantidad de argentinos, cuya inclusión laboral, es un tema pendiente. En cuanto al Movimiento de las Fábricas recuperadas, lograron cierto formato jurídico para la continuidad de su funcionamiento con apoyo estatal. A su vez constituyen al día de hoy, una forma embrionaria, donde la fuerza de trabajo avanza sobre la propiedad de los medios de producción. Por último en relación a los movimientos en defensa del medio ambiente, es importante marcar, que sus demandas se contraponen al patrón de desarrollo actual, concebido en base al Agribusiness, la renta minera y la explotación de yacimientos no convencionales. En cuanto a sus logros, fueron parciales, aglutinando fuerzas en ámbitos de índole local, sin lograr una articulación más amplia. De tal manera que, en determinadas zonas, donde se realizaba la minería a cielo abierto se logró frenar esta modalidad, pero no ocurrió lo mismo, en aquellas provincias donde la renta minera es prioridad. Dentro de este panorama, aparecieron otras formas de explotación de recursos, que abrieron nuevos interrogantes, con respecto al daño irreversible o no al entorno natural, como por ejemplo el método de fractura (yacimientos no convencionales), propiciado por las empresas para aprovechar reservas de gas. La reacción a este tipo de explotación ha tenido avances limitados, debido a que solo se prohibió en determinadas ciudades, sin vislumbrarse cambios a nivel nacional. En tanto, el extenso movimiento contra las papeleras que se instalarían en Uruguay, tuvo el corte del puente Uruguay-Argentina como forma central y continua de protesta, a lo cual se sumaron otras acciones a nivel nacional. La duración e intensidad que adquirió el conflicto, obligó al gobierno a llevar este conflicto a los tribunales internacionales, con el resultado de que una de ellas, desistió de ubicarse en el país vecino. Surgimiento de movimientos sociales regresivos A partir del año 2008 y en particular en el 2009, en un contexto de baja del crecimiento económico y crisis política en las alianzas dentro del gobierno, aparecen movimientos caracterizados por los autores estudiados, como regresivos de derecha, que tienen como sujeto a sectores de la burguesía y donde se expresó una polarización, “a favor o en contra del gobierno” de Cristina Kirchner, dentro de toda la sociedad. De ahora en más, las cacerolas y los piquetes, en manos de las clases mas enriquecidas, reclamaban:  Contra la elevación de la alícuota a las retenciones por la exportación de soja (Resolución Nro. 125)
  • 20.  La inseguridad (que tuvo una primer manifestación mayoritaria con el Caso Blumberg en 2005)  El “autoritarismo” del gobierno de Cristina Kirchner (2007-2011) El final de este conflicto, no resultó favorable al Gobierno, ya que el Congreso no aprobó la resolución y el “campo” adquirió una unidad de acción que nunca antes había tenido, pequeños productores junto con la Sociedad Rural, a la vera de las rutas y con el apoyo mediático, ganaron esa batalla. Posteriormente el Gobierno, recuperó la iniciativa política, a pesar del revés económico y electoral. Los nuevos movimientos sociales en América Latina. Los últimos veinticinco años en América Latina han estado signados por la transición democrática y la consolidación del modelo económico neoliberal. Desde los inicios de la década de 1980 han surgido movimientos de organización social, de políticas de identidad y culturales, así como expresiones de demanda y protesta: los llamados "nuevos movimientos sociales". La novedad de estos movimientos radica en que, en un contexto de profunda "crisis de representación", plantearon "nuevas formas de hacer política" por medio de las cuales los ciudadanos encontraron cauces innovadores para construir y expresar colectivamente intereses, reivindicaciones y valores comunes. Esto supuso la expansión de la lucha política a ámbitos hasta entonces considerados como pertenecientes a otras esferas, como el género, las identidades étnicas o religiosas y las expresiones artísticas, o aspectos de la vida cotidiana misma, como las relaciones familiares, el trabajo y los consumos colectivos. Sin embargo, la focalización de la acción colectiva en objetivos específicos no derivó en el continente en manifestaciones aisladas del campo político institucional. Por el contrario, la reivindicación de identidades sociales alimentó la lucha por derechos e inclusión social. Los nuevos movimientos sociales. Actualmente, en toda América Latina, grupos de hombres y mujeres se organizan en torno de búsquedas, reivindicaciones o demandas, de muy diferente amplitud y objetivos. Se trata de grandes movilizaciones en contra de los efectos de las políticas económicas, organismos de derechos humanos, movimientos de pueblos indígenas u originarios, cooperativas de trabajo y asociaciones de trabajadores que trascienden las estructuras sindicales tradicionales y los partidos políticos, movimientos pro vivienda y asentamientos, asociaciones vecinales y barriales, comunidades eclesiásticas de base, asociaciones étnicas autónomas, movimientos de mujeres, grupos de jóvenes, coaliciones locales para la preservación del medioambiente y la defensa de tradiciones regionales, organismos políticos articulados en torno a cuestiones de género o sexualidad −como movimientos de derechos gays y lésbicos−, movimientos ensamblados alrededor de la música, el arte y otras expresiones de la cultura popular, grupos autogestionarios de desocupados o pobres y heterogéneas organizaciones que han florecido en el continente desde el inicio de los ochenta. Características de los nuevos movimientos sociales Se los denomina "nuevos" movimientos por oposición a las estructuras tradicionales de acción del campo popular, ya fueran éstos partidos políticos, sindicatos u organizaciones campesinas, que albergaban las formas principales de protesta y participación política antes de los años ochenta. Algunos de los más importantes surgieron en el contexto de extrema represión y férrea censura de las dictaduras militares (en especial en el Cono Sur) que prohibían los canales institucionales de expresión de las demandas sociales. De la conjunción de la
  • 21. crisis del discurso nacional-popular en el continente y la derrota político-militar de organizaciones de lucha armada revolucionaria emergieron nuevas formas de movilización, generalmente dirigidas a objetivos específicos, como la defensa de los derechos humanos, la demanda por el reconocimiento de los derechos de las mujeres o la reivindicación de formas culturales particulares. La explosión de organizaciones de base y asociaciones locales marcó un cambio en el carácter de la oposición política en toda la región, en tanto diversos sujetos contenidos en estos grupos comenzaron a reivindicar sus propias −diferentes− historias y derechos. Ante la imposibilidad de articular demandas en movimientos amplios y unificados de emancipación, se multiplicaron los espacios de lucha política y resistencia. Pero ¿qué son en concreto los nuevos movimientos sociales? Aunque la noción de movimiento social es intrínsecamente ambigua por la variedad de formas de acción política y objetivos que abarca, hay algunos rasgos que pueden ser señalados como comunes. Una de las principales características que los analistas suelen resaltar es la importancia del sentido colectivo construido por los actores participantes. El concepto entró en boga en América Latina a comienzos de la década de 1980 para designar aquellas acciones colectivas que se planteaban alrededor de identidades distintas de las tradicionalmente convocantes entre los sectores populares (como obrero o campesino). Puede afirmarse que más que una forma específica de organización o acción política, lo que define a los movimientos es una determinada relación con la llamada "política de la identidad", que establece sensibilidades colectivas que permitan preservar las particularidades de los distintos grupos. Asimismo, es importante distinguir entre movimientos sociales y organizaciones. Un movimiento puede reunir un amplio número de organizaciones específicas, más o menos institucionalizadas, con diferentes ideologías y mecanismos de acción, con intereses e identidades heterogéneas. Aunque el movimiento las englobe, son las organizaciones las que efectivamente se erigen como interlocutoras políticas en el campo social. Un ejemplo de esto es el movimiento por los derechos humanos en varios países latinoamericanos, que incluye diversas organizaciones particulares que en ocasiones actúan articuladamente y en otras no. Otra característica de los movimientos la constituyen las formas creativas e innovadoras de incidir en la esfera pública y presentar sus reclamos en el seno de la sociedad, como las marchas alrededor de la pirámide de las Madres de Plaza de Mayo en la Argentina o la ocupación de tierras en las zonas rurales o de edificios en las urbes en Brasil. En todos los casos, se trata de intervenciones en el espacio público que ponen en tensión aspectos jurídicos del Estado de derecho. Muchas veces, las acciones políticas incorporan aspectos estéticos, como los "escraches" de HIJOS en la Argentina. Incluso entre los movimientos articulados por identidades más tradicionales (de trabajadores o campesinos) se presentan nuevas formas de acción, organización y expresión. Si se analiza la escala social, se observa que algunos movimientos poseen alcance nacional o regional, otros son locales y orientados a objetivos específicos y acotados. En general, los movimientos que logran más poder de transformación social tienen un importante y complejo nivel organizativo, no sólo en el interior del movimiento, sino también en conexión con redes regionales, cumbres internacionales, alianzas transnacionales y articulación con otros movimientos. Ahora bien, la relación histórica de los nuevos movimientos sociales con movimientos populares que los antecedieron plantea dos interrogantes. En primer lugar, si los nuevos movimientos conllevan un viraje definitivo de problemáticas de clase social a otras
  • 22. relacionadas con la identidad cultural. En este sentido, es imprescindible subrayar que tanto los aspectos culturales como los identitarios no pueden entenderse separados de las relaciones de poder, especialmente las condiciones de clase. Aunque hay movimientos sociales pluriclasistas −como el de mujeres−, generalmente todos se encuentran atravesados por relaciones de clase, ya sea porque sus militantes provienen de una inserción social particular (el movimiento ecologista, por ejemplo, está mayoritariamente compuesto por sectores medios), o porque el tipo de reivindicación por el que abogan se relaciona directamente con relaciones de opresión (como los movimientos indígenas o de desocupados). Ello, por supuesto, no implica que la situación de clase funcione como el factor identitario prioritario que unifica el movimiento. El segundo interrogante es si los movimientos postulan una reorientación de la acción política: de acciones dirigidas al Estado a acciones que tendrían por escenario exclusivo la sociedad civil. Se entiende por sociedad civil uno de los ámbitos de lo social, que se diferencia, por una parte, del Estado y, por otra, de las fuerzas del mercado. Este campo puede ser concebido como una articulación de prácticas asociativas, un universo de derechos y un espacio democrático de representación y comunicación públicos. Está conformado por agrupaciones y asociaciones que organizan a los ciudadanos en tanto sujetos de derechos. Al igual que en otras regiones que pasaron por procesos de transición entre autoritarismo y democracia −Europa del Este, África Subsahariana−, en América Latina, el descubrimiento de la sociedad civil como ámbito político surgió con las dictaduras, cuando las víctimas de la represión y la persecución política encontraron protección no en las instituciones del sistema judicial, sino en asociaciones civiles, organizaciones religiosas y grupos de familiares. Las primeras acciones más o menos colectivas dentro de la sociedad civil se desplegaron en los setenta y principios de los ochenta, como defensa contra el Estado terrorista, y fueron el germen para procesos de organización política mayores. Sin embargo, la propuesta de cambio cultural de los movimientos sociales abarca también el ámbito del Estado y señala la necesidad de su transformación. En el estudio de los movimientos sociales, por lo tanto, se debe rechazar la presunta oposición entre el polo virtuoso de una sociedad civil vibrante y emancipatoria y el polo negativo de un Estado anquilosado y coartante. De hecho, los movimientos contribuyen a resaltar más una continuidad que un quiebre entre estos dos espacios sociales. La acción colectiva de estos movimientos expresa una concepción de la democracia que trasciende los límites de las instituciones existentes y propone la democratización de la sociedad como un todo, incorporando nuevos actores a los principios de equidad y justicia social e incluyendo prácticas culturales negadas por relaciones sociales de exclusión y desigualdad. El contexto histórico de emergencia de los movimientos sociales latinoamericanos Para comprender tanto la emergencia de los nuevos movimientos como la forma y las prácticas que estos adoptan, es preciso realizar al menos un breve recorrido por algunos acontecimientos sociales e históricos de las últimas décadas. Los años setenta se vivieron en Latinoamérica dentro del contexto global de un mundo bipolar, dividido política y económicamente en dos bloques: uno capitalista, bajo el predominio de los Estados Unidos, y otro del llamado socialismo real, bajo la orientación de la Unión Soviética. Nuestro continente se hallaba bajo la cercana y poderosa influencia estadounidense. Dentro de la región, Cuba fue desde la década de 1960 un punto de referencia de programas político-culturales socialistas, como también un punto de expansión de movimientos guerrilleros y de emancipación de diversos países de la región. Otro punto nodal de la izquierda latinoamericana −e internacional− lo representó, a partir de 1971, el experimento de socialismo democrático de Salvador Allende en Chile, quien accedió al poder
  • 23. por vía de elecciones generales. La derrota de los movimientos revolucionarios en diversos países y el fin del gobierno de la Unidad Popular chilena a manos del golpe militar encabezado por Pinochet en 1973 incidieron profundamente, en años posteriores, en la búsqueda de alternativas progresistas por parte de intelectuales y líderes sociales que habían participado o acompañado aquellos y otros proyectos políticos similares. Un efecto de esto puede percibirse hoy en la retórica y el accionar de los nuevos movimientos. Durante la década de 1970, las acciones de lucha y demandas populares, estudiantiles, obreras o campesinas en la región necesariamente se inscribían dentro del contexto mayor de conflicto entre el campo socialista o nacional-popular y el sistema capitalista. La palabra que en esos años sintetizaba este conflicto era revolución. En general, puede decirse que toda acción popular era entendida como revolucionaria en tanto formaba parte de un conflicto mayor que tenía por eje la búsqueda de un cambio de sistema. En el contexto de guerra fría, se instalaron en varios países dictaduras que ejercieron violentas represiones sobre el campo social, a la vez que modificaron sensiblemente la estructura económica de las sociedades latinoamericanas. En las siguientes dos décadas, la región y el mundo habrían de sufrir amplias y profundas transformaciones. El año 1989 marca una bisagra crucial y cierra definitivamente un período histórico, con la caída del bloque socialista, la desaparición de la URSS y la expansión acelerada de la globalización económica. Es precisamente en este contexto que se enmarcan el nacimiento y auge de los nuevos movimientos sociales en Latinoamérica. Para analizarlos, partiremos de una división convencional entre movimientos centralmente basados en demandas de identidad y derechos de ciudadanía (década de 1980) y movimientos por demandas de inclusión económica (década de 1990). Esta división es sólo para un ordenamiento cronológico de la discusión, ya que muchos movimientos permanecen activos a lo largo de ambas décadas, y las diversas categorías se superponen. Tal vez la división se refiere más al contexto político y económico en que se despliegan los movimientos que a los contenidos y las prácticas.