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Congregación de Esclavas de la Inmaculada Niña
El Discípulo amado y el Amor. Meditaciones. Federico Salvador Ramón – Edición actualizada
Angarmegia: Ciencia, Cultura y Educación. Portal de Investigación y Docencia
Edición preparada con ocasión del proceso de beatificación del Padre Fundador de las Esclavas de La
Inmaculada Niña.
http://angarmegia.com – angarmegia@angarmegia.com
El DISCÍPULO AMADO
Y EL
AMOR
Federico Salvador Ramón
MEDITACIONES
Publicado por
Centro Editorial Católico La Independencia - Almería – España – Año 1912
Edición actualizada por
María Dolores Mira Gómez de Mercado
Antonio García Megía
Imágenes
Edición Original
Índice de Meditaciones
MEDITACIÓN I _____________________________________________ 21
MEDITACIÓN II ____________________________________________ 23
MEDITACIÓN III ____________________________________________ 25
MEDITACIÓN IV ____________________________________________ 27
MEDITACIÓN V ____________________________________________ 29
MEDITACIÓN VI ____________________________________________ 31
MEDITACIÓN VII ___________________________________________ 33
MEDITACIÓN VIII ___________________________________________ 35
MEDITACIÓN IX ____________________________________________ 37
MEDITACIÓN X ____________________________________________ 39
MEDITACIÓN XI ____________________________________________ 41
MEDITACIÓN XII ___________________________________________ 43
MEDITACIÓN XIII ___________________________________________ 45
MEDITACIÓN XIV ___________________________________________ 49
MEDITACIÓN XV ___________________________________________ 51
MEDITACIÓN XVI ___________________________________________ 55
MEDITACIÓN XVII __________________________________________ 59
MEDITACIÓN XVIII __________________________________________ 63
MEDITACIÓN XIX ___________________________________________ 67
MEDITACIÓN XX ___________________________________________ 71
MEDITACIÓN XXI ___________________________________________ 75
MEDITACIÓN XXII __________________________________________ 79
MEDITACIÓN XXIII __________________________________________ 81
MEDITACIÓN XXIV __________________________________________ 85
MEDITACIÓN XXV __________________________________________ 89
MEDITACIÓN XXVI __________________________________________ 93
MEDITACIÓN XXVII _________________________________________ 97
MEDITACIÓN XXVIII ________________________________________ 101
MEDITACIÓN XXIX _________________________________________ 103
MEDITACIÓN XXX _________________________________________ 105
Edición
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
21
MEDITACIÓN I
EL AMOR ES UNIÓN
Punto 1º – La caridad es una virtud por la que amamos a Dios por Él mismo, y al
prójimo por Dios. La caridad es una virtud que tiene dos actos: amar a Dios y
amar al prójimo por Dios. Como quiera que el amor es virtud unitiva, de aquí
que amar a Dios es unirse con Él, cumpliendo así la primera parte del primero
y más excelente de todos los mandamientos. Amarás al Señor, tu Dios, con todo
tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todas tus fuerzas. Esto es,
que has de poner todos tus afectos en Dios, que en sólo Él has de pensar y por
Él sólo has de sufrir. Y esto por ser Él, Dueño y Supremo Señor de todo lo
criado, el infinito en todo su ser y perfecciones, en una palabra por ser Él
quien es.
Punto 2º – Amar al prójimo es también unión con el prójimo; pero no por razón de él
mismo, más por la unión que todos tenemos con Dios por nuestro origen, por
nuestro fin y por los medios que usamos para vivir siempre unidos con Él. Y
como en esta unión con Dios es donde cada hombre encuentra su felicidad, por
eso nos manda el Señor en la segunda parte de su primero y máximo
mandamiento que amemos al prójimo como a nosotros mismos; esto es, que
hagamos cuanto está de nuestra parte para que él, como nosotros, consiga y no
pierda la unión con Dios.
Punto 3º – Ve por qué, alma mía, a la caridad de Dios y del prójimo, sólo se opone
lo que nos separa de Dios. Por eso oye al amadísimo apóstol San Juan que dice:
«Si decimos que tenemos unión con Dios y andamos entre las tinieblas del
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
22
pecado, mentimos y no tratamos verdad»1
. Por el contrario, si nos atenemos en
todo a vivir, según la divina voluntad, entonces vivimos en unión con Dios y
con nuestros hermanos. Oye cómo sigue diciendo el mismo apóstol del amor:
«Pero si caminamos a la luz de la fe y santidad, como Él está asimismo en la
luz, síguese de ahí que tenemos· nosotros una común y mutua unión»2
en Dios.
AFECTOS
De odio al pecado
La culpa, Señor, sonroja mi rostro. Sin estar unido contigo soy como el
sarmiento cortado de la vid para ser echado al fuego. ¿Quién me mueve a mirar otra
cosa que no seas tú, Dios mío? ¿Por ventura no son estiércol todas las cosas y tú el
sumo bien?
En ti, dulcísimo Jesús, Maestro de toda perfección, en ti descanse mi mente.
¿Cómo me atreveré a mirar a las criaturas que me pueden arrebatar del lado de
mi Dios?
Volved, pecadores, a vuestro corazón, dentro de él está el reino del Señor. Él sólo
sea vuestro tesoro, vuestro consolador y vuestra ayuda.
PROPÓSITO
Huirsiempredelpecado para noperder el amor a Dios y alprójimo
1
Epístola I, cap. I, v. 6
2
Epístola I, cap. I, v. 7
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
23
MEDITACIÓN II
EL AMOR ES UNIÓN
Punto 1º – Dios es caridad y por eso ni se separa de nosotros ni cesa en su empeño de
que nosotros vivamos unidos a Él; y por esta razón, el Discípulo Amado nos
exhorta con tanta persuasión a considerar que los cristianos, conociendo el
amor que Dios nos tiene, debernos permanecer siempre unidos a Él por el
inefable lazo de la caridad. Oye, alma mía, sus palabras: «Nosotros asimismo
hemos conocido y creído el amor que nos tiene Dios. Dios es caridad, y el que
permanece en la caridad en Dios permanece y Dios en él»3
. Y para más
obligarnos a desear la unión del amor con Dios, añade luego: «Amemos, pues, a
Dios, ya que Dios nos amó primero»4
.
Punto 2º – Teniendo el Discípulo Amado tanto deseo de que permaneciésemos en el
amor de Dios, no podía menos de advertirnos los peligros que podían oponerse
a esta unión, y por eso nos vuelve a avisar de que el pecado se opone al amor
de Dios con estas palabras: «No queráis amar al mundo ni las cosas mundanas.
Si alguno ama al mundo no habita en él la caridad del Padre. Porque todo lo
que hay en el mundo· es concupiscencia de la carne, concupiscencia de los
ojos y soberbia de la vida, lo cual no nace del Padre, sino del mundo. El mundo
pasa y pasa también con él su concupiscencia. Mas, el que hace la voluntad de
Dios permanece eternamente»5
.
Punto 3º – Y para enseñarnos nuevamente cómo permaneceremos en esta unión eterna
con Dios, dice estas consoladoras palabras; «Y pues sabéis que Dios es justo,
3
Epístola, I, 4, 16.
4
Epístola, I, 4, 19, 31
5
Epístola, I, 2, 15, 16 y 17
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
24
sabed igualmente que quien vive según justicia es hijo del mismo»6
. Herederos,
por consiguiente, de su gloria y príncipes de su reino celestial donde en
retorno de las buenas obras y sacrificios que por Él hagamos, recibiremos al
mismo Dios en posesión y goce por los siglos de los siglos.
AFECTOS
De amor a Dios
¡Dios mío, qué fríamente te he amado hasta aquí! ¡En qué poco he tenido
permanecer en unión contigo! ¡Cuántas veces quebranté gravemente tu soberana
voluntad haciéndome tu enemigo y poniéndome en el peligro de vivir eternamente
apartado de ti!
De hoy en más, Señor, no temeré a los que matan el cuerpo; pero huiré a toda
costa del pecado que mata mi alma.
Para más unirme a ti, Dios mío, quisiera ejercitarme en la práctica de las virtudes
como el que más lo hizo de los santos.
Mi corazón está preparado; ayúdame, Señor. No desprecies mi ruego, que nace
de un corazón contrito y humillado.
PROPÓSITO
Corresponder conejerciciosde virtudes al amor que Dios nos hatenido primero
6
Epístola, I, 2, 29.
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
25
MEDITACIÓN III
EL AMOR ES UNIÓN
Punto 1º – Porque Dios nos ama, por eso no ha perdonado medio para unirnos con
Él, y para este fin «el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y a los que le
recibieron, que son los que creen en su Nombre, dioles poder de llegar a ser
hijos de Dios, los cuales no nacen de la sangre, ni de la voluntad de la carne,
ni de querer de hombre, sino que nacen de Dios por gracia» 7
. ¿Qué más pudo
hacer para que nosotros queramos unirnos a Él, que unirse Él a nosotros con
soberana humildad? Si tu Dios bajó hasta ti, ¿te desdeñaras tú de subir hasta Él?
Punto 2º – Más pudo hacer Dios para urgimos a vivir unidos con Él y más hizo: no se
unió solamente con una naturaleza humana igual a la mía, quiso unirse también
conmigo y se me unió sacramentalmente, dándome a comer el cuerpo y a beber
la sangre que había tomado por mi amor, y por eso orando nuestro Divino
Salvador a su Eterno Padre le decía: «Y les he dado ya parte de la gloria que
me diste alimentándolos con mi misma substancia, para que en cierta manera
sean una misma cosa corno lo somos nosotros. Yo estoy en ellos y Tú estás
siempre en mí; a fin de que sean consumados en la unidad»8
. Es, pues, Jesús
lazo que une a los hombres con Dios, estando nosotros como conglutinados
con Él por la sagrada Comunión y habitando en Cristo la Divinidad
corporalmente, Él es, sin duda alguna, el trono donde reposa el hombre
recostado en los brazos de Dios.
Punto 3º – Excelsa unión es esta que nos diviniza, cuanto de Dios somos capaces, y tan
deseada del Rey Divino que así rogaba a su Padre celestial: «Ruego que todos
sean una misma cosa y que como Tú, ¡oh Padre!, estás en mí, y yo en ti
7
San Juan I, 12 y 13.
8
San Juan XVII, 22 y ss.
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
26
por identidad de naturaleza, así sean ellos una misma cosa en nosotros
por unión de amor, para que crea el mundo que Tú me has enviado»9
.
Ve, alma mía, cómo evidentemente· nos declara el Maestro Divino el deseo de
que todos los que lo seguimos y estamos unidos con Él, estemos también unidos
por amor entre nosotros mismos, para que así conozcan los mundanos que Él es
el Mesías. Tal es la fuerza de probar la Divinidad de Jesús, que tiene el amor
de unos hombres a otros; y por aquí podemos deducir, cómo la caridad fraterna
no existe si no tiene su origen en el amor de Dios.
AFECTOS
De deseo de unirnos a Dios mediante Jesucristo
¡Quién podrá llegar hasta ti, Dios mío, sin mi divino Rey Jesús! Nadie va al
Padre si su Hijo Unigénito no lo lleva de la mano. ¡Desgraciados aquellos que se
olvidan de ti, Jesús mío!
Constantemente clamaré con el Apóstol San Pablo que sólo a ti quiero amar,
que todas las cosas las desprecio por vivir abrazado a ti, que todo lo quiero sufrir: la
desnudez, el hambre y hasta la misma muerte, para que mi vida sea siempre escondida
contigo en Dios.
PROPÓSITO
No separarnosnuncade Jesús para en Él vivirunidosconDiosy con el
prójimo
9
San Juan XVII, 21-36
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
27
MEDITACIÓN IV
EL AMOR ES UNIÓN
Punto 1º – Nuestro Divino, Jesús quiere a toda costa unirnos con Él, no sólo en este
mundo, desea tener además con nosotros una unión inmortal. Oigámoslo como
ruega: « ¡Oh, Padre justo! Yo deseo ardientemente que aquellos que Tú me has
dado estén conmigo allí donde yo estoy para que contemplen mi gloria, cual Tú
me la has dado, porque Tú me amaste antes de la constitución del mundo»10
.
¡Qué plegaria tan consoladora!
Punto 2º – ¡Qué amor tan tierno el de Jesús para los hombres! Después que anuncia a
los apóstoles que dentro de poco los dejará, porque Él ha de irá la Casa de
su Padre, en donde hay muchas mansiones y a donde va a prepararles lugar,
les dice: «No os dejaré huérfanos, yo volveré a vosotros. Aún resta un poco
de tiempo después del cual el mundo no me verá. Pero vosotros si me veréis,
porque yo vivo y vosotros viviréis. Entonces conoceréis vosotros que yo estoy
en mi Padre y que vosotros estáis en mí, y yo en vosotros»11
.¡Qué dulce
esperanza!
Punto 3º – Con razón dice la Sagrada Escritura que Dios tiene sus delicias en estar con
los hijos de los hombres. Estas palabras no se pudieron entender y sentir con toda
la delicadeza del amor que expresan hasta que el Rey de la Gloria dijo estas
otras: «Y cuando haya ido y os haya preparado lugar, vendré otra vez y os
llevaré conmigo, para que donde yo estoy estéis también vosotros. Que ya
sabéis adónde voy y sabéis asimismo el camino»12
. ¡Qué gratísima promesa!
10
San Juan, I, 12 y 13.
11
San Juan, XVII, 22 y 28
12
San Juan, XVII, 21
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
28
AFECTOS
De ansias de vivir con Jesús en la Gloria
¿Cuándo, Jesús mío, cuándo será una realidad que yo te vea, que yo viva
contigo para siempre, que mi alma viva anegada en el torrente de tus delicias?
Sin contemplar la hermosura de tu rostro, sin mirarme en la suavidad de tus
ojos deseados, sin oír los dulcísimos acentos de tus afables palabras, yo no puedo
sentir otra cosa que tedio de esta vida y hambre de ti, Divino Esposo.
Por eso mi alma te desea corno el ciervo la fuente de las aguas, por eso ansío
morir para vivir contigo, Jesús del alma.
PROPÓSITO
Deponer porobra cuanto sea menester para nosepararmejamásde Jesús
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
29
MEDITACIÓN V
EL AMOR ES UNIÓN
Punto 1º – Que no podemos estar unidos a Dios si no lo estamos con Cristo, es una
verdad clarísimamente enseñada por el mismo Divino Maestro con estas palabras:
«Yo soy la verdadera vid y mi Padre el labrador. Todo sarmiento que en Mí
no lleva fruto, lo corta mi Padre; y todo aquel que diere fruto lo podará para que
dé más […]. Al modo que el sarmiento no puede de suyo dar fruto, si no está
unido con la vid; así tampoco vosotros si no estáis unidos conmigo. Yo soy la
vid, vosotros los sarmientos: quien está unido conmigo, y yo con él, ese da
mucho fruto, porque sin Mí nada podéis hacer»13
, para conseguir la gloría y
por consiguiente la eterna unión con Dios.
Punto 2º – Escucha como el Salvador, alma mía, nos quiere mover, con penas y con
premios para que vayamos a Él, con estas palabras: «El que no permanece en
Mí será echado fuera, como el sarmiento inútil, y se secará y le cogerán y
arrojarán al fuego y arderá»14
. La pena no puede ser ni más concreta ni más dura.
Al contrario, añade: «Si permanecéis en Mí, y mis palabras permanecen en vos
otros, pediréis lo que quisiereis, y se os otorgará»15
. Solamente el que está en Él
puede conseguir los bienes que son de solo Él.
Punto 3º – Mas deseando tanto el Divino Maestro que estemos unidos a Él, para que así
lo estemos con su Eterno Padre, no había de dejar de enseñarnos de qué manera
nos uniríamos nosotros con Él mismo. Medita, alma mía, sus palabras: «Quien
ha recibido mis mandamientos y los observa, dice Jesús, ese es el que me ama.
Y el que me ama será amado de mi Padre y yo le amaré [...] y así cualquiera
13
San Juan, XV, 1 - 5
14
San Juan, XV, 6
15
San Juan, XV, 7
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
30
que ama observa mi doctrina, y mi Padre le amará, y vendremos a él y haremos
morada dentro de él»16
.
AFECTOS
De deseos de vivir siempre unidos con Jesús
Quiero guardar tu ley en medio de mi corazón, Jesús mío, y quiero tenerla
siempre escrita en mis manos para que mis obras se conformen en todo a ella, pues bien
sé que este es el modo de vivir siempre unido a Ti.
No permitas, Jesús mío, que me separe de Ti ni un solo instante de mi vida
y en la hora de mi muerte llámame y mándame ir a Ti, para que con todos tus santos
te alabe por los siglos de los siglos.
Amén.
PROPÓSITO
Observar siempreladoctrina de Jesús, para queelPadreyÉl moren enmí
16
San Juan, XIV, 21 y 23
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
31
MEDITACIÓN VI
PREMIO DE LA UNIÓN CON CRISTO
Punto 1º – En la observancia de la doctrina o mandamientos de Jesucristo se encuentra
todo bien, porque nos unimos no sólo con el Eterno Padre, mas también con el
Divino Espíritu; así nos lo promete Jesús cuando dice: « Si me amáis observad
mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre y os dará otro consolador para que esté
con vosotros eternamente, a saber: el espíritu de verdad a quien el mundo no puede
recibir, porque no le ve ni le conoce, pero vosotros le conoceréis, porque morará
con vosotros y estará dentro de vosotros»17
. Este que morará dentro de nosotros
es el Espíritu Santo, óptimo dador de todo bien que viene del cielo.
Punto 2º – Ve por qué, alma mía, el que cree que Jesús es el Hijo de Dios y observa sus
enseñanzas todo lo consigue, pues como el mismo Jesús nos dice: «Cuanto
pidiereis al Padre en mi Nombre yo lo haré»18
. Y por esto hasta promete que los
que creyeran en Él harían cosas mayores que Él19
. Y nos dice que todo nos lo
concederá si guardamos sus preceptos, no como a siervos, más como a iguales,
haciéndonos sus amigos20
.
Punto 3º – No se contenta el Divino Salvador con regalar en este mundo a los que le
obedecen. «El que me sirve, dice Jesús, sígame, que donde yo estoy allí estará
también el que me sirve y a quien me sirve le honrara mi Padre»21
. Si con Jesús
está en la tierra aquí le honrará el Padre, y si en el cielo, allí recibirá este honor, y
para más convencernos de que en la observancia de los preceptos que Jesús nos
da hallaremos todo bien divino, recordemos que Él ruega ardientemente a su
17
San Juan, XIV, 15, 16 y 17
18
San Juan, XIV, 13
19
San Juan, XIV, 12
20
San Juan, XV, 14 y 15
21
San Juan, XII, 26
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
32
Eterno Padre para que los que le sirvan estén con Él gozando de la gloria22
.
¡Cuántos deseos tiene Jesús de que vivamos unidos a Él!
AFECTOS
De gratitud porque tanto bien nos da Jesús si cumplimos sus mandamientos
No parece, Jesús mío, sino que no estamos obligados a servirte y que por eso nos
ofreces tanto galardón si cumplimos tus preceptos.
¿No es tuyo todo nuestro ser? Tuya es mi alma con todas sus potencias, tuyo mi
cuerpo con todos sus sentidos, tuyas son, Jesús mío, todas mis fuerzas.
Y, sin embargo, atendiendo Tú siempre a mi bien, si te sirvo con lo que es tuyo,
me premias como si todo fuera mío con bienes sobrenaturales que yo, con solas mis
fuerzas, jamás pudiera conseguir.
¡Oh Rey de mi alma! Si tanto me obligas, ¿cómo no te sirvo más y más?
PROPÓSITO
Cumplir laleydeCristoparagozardeÉl
22
San Juan, VII, 24
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
33
MEDITACIÓN VII
EL AMOR A JESÚS SÍNTESIS DE TODA
CARIDAD
Punto 1º – Uno sólo es el precepto en el que se nos manda amar a Dios y amar al prójimo
y, por lo tanto recíprocamente se comprueban el amor de Dios y el del prójimo,
porque no puede estar el uno sin el otro y no puede suceder que falte en un alma
uno de estos amores y exista el otro. Así lo afirma San Juan Evangelista cuando
dice: «En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, si amamos a Dios»23
.
Y también dice: «Y sobre todo tenemos este mandamiento de Dios, «que quien
ama a Dios ame también a su hermano»24
.
Punto 2º – Todavía podemos nosotros concretar más y sintetizar en un solo amor el que
Dios nos pide para sí mismo y el que nos manda tener al prójimo, pues del mismo
modo que se nos dice que el amor de Dios consiste en que guardemos sus
mandamientos y que estos no son pesados25
; y que si amamos al prójimo amamos
a Dios, de la misma manera tenemos esta otra escritura: «Quien guarda los
mandamientos de Jesucristo en ese verdaderamente, la caridad de Dios es perfecta,
y por esto conocemos que estamos en Él. Quien dice que mora en Él debe seguir
el mismo camino que Él siguió»26
.
Resulta pues, alma mía, que en el amor a Jesús está todo amor perfecto. Con razón
San Pablo anatematiza al hombre que no ama a Jesucristo.
23
I Epístola, V, 2
24
I Epístola, IV, 21
25
I Epístola, V, 3
26
I Epístola, II, 5 y 6
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
34
Punto 3º – Y como sean una misma cosa estas diversas manifestaciones de nuestra caridad
a Dios, a Cristo y al prójimo, bien se nota en que producen los mismos frutos y
tienen para sus despreciadores los mismos castigos.
El premio de la caridad es la eterna salvación, el goce eterno con la posesión de
Dios. «En esto está la perfecta caridad de Dios con nosotros, dice nuestro
Evangelista, en que nos da confianza para el día del juicio»27
.
Al contrario, la falta de amor de Dios, de Cristo y del prójimo nos lleva a la muerte
eterna. «El que me aborrece a mí también aborrece a mi Padre»28
. Y si «el que no
cree en Él ya tiene hecha su condenación»29
.
¿Qué será de los que le aborrezcan? De los que no aman a su prójimo leemos:
«Cualquiera que tiene odio a su hermano es homicida. Y ya sabéis que en ningún
homicida tiene su morada la vida eterna».
AFECTOS
De amor a nuestro Divino Jesús en quien se encuentra el foco de todo amor
perfecto
Tú has llamado, Jesús mío, al alma santa tu esposa, tu única. Y yo quiero que Tú
seas el único Esposo del alma mía.
¿A quién podré amar fuera de Ti, Bien mío, que más honrosa y suave ley me
imponga y que con más fidelidad y mayor galardón me recompense?
Mi honor es el mismo honor tuyo; tu yugo es suave y tu carga ligera; el cielo y la
tierra pasarán, pero el cumplimiento de tus promesas no pasará jamás.
Tú estás siempre a mi lado inspirándome y confortándome para que cumpla tus
preceptos, ¿qué más puedes hacer, Jesús, para que te ame? ¿Qué menos puedo hacer para
tener la dicha de abrasarme en el amor de los amores, que es mi Jesús?
PROPÓSITO
Amar aJesús
27
I Epístola, IV, 17
28
San Juan, XV, 23
29
San Juan, III, l8
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
35
MEDITACIÓN VIII
EL AMOR da
Punto 1º – Dice un adagio que «dádivas quebrantan peñas», y como si Dios hubiera
querido quebrantar la piedra de nuestro corazón con las más generosas dádivas,
así nos las ha hecho para demostrar el amor que nos tiene. «Que tanto amó Dios
al mundo, que no paró hasta dar a su Hijo Unigénito30
.
Y en otra parte añade: «En esto se demostró la caridad de Dios hacia nosotros, en
que Dios envió a su Hijo Unigénito al mundo, para que en Él tengamos la vida. Y
en esto consiste su caridad, que no le envió porque nosotros habíamos amado a
Dios, sino que Él nos amó primero a nosotros, y envió a su Hijo a ser víctima de
propiciación por nuestros pecados»31
. «No envió Dios su Hijo al mundo para
condenar al mundo, sino para que por su medio el mundo se salve»32
.
¿Qué más nos pudo dar?
Punto 2º – «El Verbo Divino tanto nos amó que se hizo carne y habitó entre nosotros»33
.
Y vino para que «todos los que crean en Él no perezcan, sino que tengan vida
eterna»34
. «Yo he venido para que tengáis vida y vida abundante», decía nuestro
Divino Maestro, y si para darnos a nosotros la vida que es el don de los dones, tan
to en el orden natural como en el sobrenatural, era preciso que Él perdiese la
temporal que había tomado, Él ardía siempre en deseos de dar su sangre por sus
30
San Juan, III, 16
31
I Epístola, IV, 9 y 10
32
San Juan, III
33
San Juan, I, 14
34
San Juan, III, 15
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
36
ovejas, y con razón había dicho: «Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor sacrifica
su vida por sus ovejas»35
.
¿Qué más pudo darnos?
Punto 3º – Y además, ¿qué más nos pudo dar Jesús que no nos diera? Nos dio su Sangre
y también nos dio a su Madre. «He ahí a tu Madre», dijo Jesús desde la cruz a la
Humanidad representada en San Juan Evangelista: «He ahí a tu hijo», le dijo a
María36
.
Mas, para que nadie pudiera aventajarle en dar, porque nadie podía aventajarle en
el amor y según Él mismo había dicho: «Nadie tiene amor más grande; que el que
da su vida por sus amigos»37
, por eso quiso Él dar su vida por nosotros, no una
vez, que en esto muchos le habían de igualar, Él da su vida por nosotros una y mil
veces, cuantas es consagrada la Hostia y el Cáliz, otras tantas se sacrifica por mí
sobre el altar.
¡Prodigio de amor sólo dado a Dios realizar! ¿Quién será ahora capaz de alcanzar
la medida del amor de Jesús a los hombres?
AFECTOS
De gratitud sin límites
Imposible, Dios mío, imposible, que criatura alguna pueda corresponder a la
magnitud de tus dones.
¿Qué vale mi vida en comparación de la tuya dada por mí una vez en la Cruz y
miles de veces en el augusto Sacramento del Altar? Y, ¿qué pudiera yo hacer para
corresponderte, Jesús mío, al don singularísimo de hacer a tu misma Madre la Madre mía?
Todos los pensamientos, palabras y obras de mi corta y mezquina vida son como nada en
relación con tan altos dones.
Sin cesar, Señor, alabaré tus misericordias. Todo mi ser lo consagro a Ti, y con
todo él quiero alabarte y bendecirte eternamente.
PROPÓSITO
DaraDiostodomihaberyposeer
35
San Juan, X, 11
36
San Juan, XIX, 25 y 26
37
San Juan, XV, 13
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
37
MEDITACIÓN IX
EL AMOR es dar
Punto 1º – ¿Las gracias que hemos recibido de Dios quién las podrá contar? Nos dio
a su Unigénito y en Él y por Él todas las cosas, pues, adoptándonos como
hijos, con Cristo seremos herederos de los divinos tesoros.
Oye, alma mía, como lo enseña San Juan, cuando después de afirmar que el
Verbo Divino no fue recibido de los suyos hecho hombre, añade: «Pero a
todos los que lo recibieron que son los que creen en su nombre, dioles poder
de llegar a ser hijos de Dios, los cuales no nacen de la sangre, ni de la voluntad
de la carne, ni de querer de hombre, sino que nacen de Dios por la gracia»38
.
Podemos ser hijos de Dios, ¿qué más podemos desear? Por eso el mismo San
Juan exclama: «Mirad que tierno amor ha tenido hacia nosotros el Padre
queriendo que nos llamemos hijos de Dios y lo seamos. Por eso el mundo no
nos conoce, porque no conoce a Nuestro Padre»39
.
Punto 2º – Que nuestro divino Maestro nos alienta para que no dudemos de su deseo
de darnos, es evidente. Pedid y recibiréis. Todo lo que pidáis en mi nombre se
os dará. El pan nuestro de cada día dánosle hoy, nos ha enseñado a decir a su
Eterno Padre.
Punto 3º – Y no sólo a pedirle lo necesario nos alienta con sus palabras y con sus
obras el Divino Maestro. Recuerda, alma mía, las bodas de Canaa, donde Jesús,
38
San Juan, I, 12 y 13
39
I Epístola, III, 1
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
38
a petición de su Madre Santísima, proveyó de vino, para que más se regalasen
los que le obsequiaban y los que con Él eran obsequiados por aquellos esposos.
Y daba una cosa de regalo, y para darla hacía el primero de sus milagros.
¡Qué amor! ¡Qué modo de dar!
AFECTOS
De gratitud
¿Cómo podré corresponder, Señor, a tantas gracias como me has dado? ¿Cómo
agradecerte los deseos que tienes de darme más?
¿Qué te retribuiré, Señor, en retorno de todo lo que me has dado? Todo lo
que yo puedo darte es ruin y mezquino: tus dones son larguísimos en el orden natural
y en el sobrenatural riquísimos y celestiales.
Mi retorno, Señor, será pedirte que me des más gracia, que me ayudes más,
para más amarte y más obligado quedar a Ti, y en fuerza de tu largueza vivir ligado
a Ti e impedido de separarme de tu lado por el peso de tus favores.
PROPÓSITO
Pedir a Dios que me ayude en misnecesidades
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
39
MEDITACIÓN X
EL AMOR da
Punto 1º – Porque el Eterno Padre ama a su Hijo, le da cuanto tiene. He aquí como el
Divino Maestro enseña esta doctrina: «En verdad, en verdad os digo, que no puede
el Hijo hacer por si cosa alguna fuera de lo que viere hacer al Padre porque todo
lo que Este hace lo hace igualmente el Hijo.
Y es que como el Padre ama al Hijo, le comunica todas las cosas que hace, y aun
le manifestará y hará en Él obras mayores que estas, de suerte que quedéis
asombrados».
Punto 2º – De como Jesús demuestra que ama a su Eterno Padre, dando por Él hasta la
propia vida, bien claramente se manifiesta cuando, acercándose la hora de su
Pasión, dijo a sus discípulos que ya iba a dar testimonio del amor que tenía a su
Padre entregándose a los que le buscaban para crucificarlo.
No pueden ser más claras y precisas las palabras del Divino Maestro: «Mas, para
que el mundo conozca que amo al Padre […] Levantaos y vamos de aquí».
Punto 3º – Si el Eterno Padre y Jesús demuestran su amor por lo que dan, no debe ser otro
nuestro modo de probar el amor, y por eso nos dice el Discípulo amado: «Quien
tiene bienes de este mundo, y viendo a su hermano en necesidad, cierra las
entrañas para no compadecerse de él, ¿cómo es posible que resida en él la caridad
de Dios?
Hijitos míos, no amemos solamente de palabra y con la lengua, sino con obras y
de veras o sinceramente»40
.
40
I Epístola, III, 17 y 18
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
40
Y no sólo los bienes exteriores, hasta la vida quiere Jesús que haya quien dé por
sus hermanos, a semejanza de Él, que se ha llamado buen Pastor, porque había de
dar hasta la última gota de su sangre por sus ovejas,
AFECTOS
De desprendimiento
Hame prendido el Señor con cadenas tan fuertes, que me sería casi imposible no
emplearme todo en amarlo y servirlo, si no me enloquecieran de algún modo mis pasiones.
Cuanto soy y poseo todo es tuyo, ¿qué cosa más justa que retomarlo todo a Ti?
Perdí la gloria en el pecado de Adán, y Tu, Dios mío, para volverme el derecho a
ella, me diste a tu Unigénito, esplendor de tu gloria y candor de tu luz increada.
¡El Divino Verbo hecho hombre me dio su propia vida y se me dio en alimento!
¿Qué podré yo negarte, Dios mío?
¿Qué haré yo por Ti, mi Jesús, que me parezca mucho sacrificio?
¿Qué podré yo darte que no sea mezquina dádiva?
Pídeme, Señor, pídeme cuanto quieras y dame tu gracia para que te dé cuanto me
pidas y nada te regatee.
PROPÓSITO
Devolvertodomihabery poseeraDiosquemelo hadado
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
41
MEDITACIÓN XI
AMOR interesado
Punto 1º – Muchos viven a costa de la piedad de los que aman a Dios. A estos negociantes
del culto divino los reprobó el Divino Maestro del modo más duro que usó en toda
su vida, según leemos en el Evangelista San Juan: «Jesús subió a Jerusalén, y
encontrando en el Templo gentes que vendían bueyes, y ovejas, y palomas, y
cambistas sentados en sus mesas habiendo formado de cuerdas como un azote, los
echó a todos del Templo, juntamente con las ovejas y bueyes, y derramó por el
suelo el dinero de los cambistas, derribando las mesas y hasta a los que vendían
palomas les dijo: Quitad eso de aquí, y no queráis hacer de la casa de mi Padre un
casa de tráfico»41
.
Punto 2º – Hay muchos que fingen imitar a Cristo, pero lo hacen principalmente por el
provecho que en ello encuentran, y por eso no trabajan como Él por amor, más
por el salario o recompensa que reciben.
Estos son los falsos pastores que reprocha el buen Pastor con estas palabras: «Pero
el mercenario y el que no es propio pastor, de quien no son propias las ovejas, en
viendo venir al lobo desampara a las ovejas y huye, y el lobo las arrebata y dispersa
el rebaño. El mercenario huye por la razón de que es asalariado, y no tiene interés
alguno en las ovejas»42
.
Punto 3º – Tampoco faltan otros que buscan a Cristo, pero no por hallar en Él la fe
verdadera, más por los bienes o goces temporales que Él les proporciona, y a estos
también reprende el Rey Divino diciéndoles: «En verdad, en verdad os digo, que
41
San Juan, II, 3
42
San Juan, X, 12
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
42
vosotros me buscáis, no por mi doctrina atestiguada por los milagros que habéis
visto, más porque os he dado de comer con aquellos panes hasta saciaros.
Trabajad para tener no tanto el manjar que se consume, sino el que dura hasta la
vida eterna, el cual os dará el Hijo del hombre, pues en Él imprimió su sello e
imagen el Padre que es Dios»43
.
AFECTOS
De desprecio de todas las cosas
¿De qué me valdrán, divino Maestro mío, riquezas que Tú abominas?
¿Para qué, Señor, procurar con tanto ahínco bienes que son terrenos y que apartan
de Ti los afectos de mi corazón y los pensamientos de mi mente?
¿Para qué, único Bien mío, paso la vida suspirando por adquirir algo más de los
tesoros deleznables de este mundo, que solo me sirven para intranquilizarme y turbar la
paz de mi alma y el sosiego de mi espíritu donde Tú quieres vivir?
¿Por qué he de servir a señor que puedo perder?
¿Por qué he de poner mi corazón en bienes que destruyen el orín y la polilla?
¿Por qué no he de despreciarlo todo por Ti?
Dame tu amor y gracia y eso me basta.
PROPÓSITO
Arrancar miafectodelosbienesdelatierra
43
San Juan, VI, 26
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
43
MEDITACIÓN XII
El AMOR casto
Punto 1º – El amor de las almas puras es el amor de los regalos e íntimas comunicaciones
con Jesús. El natural fruto de los castos amores con el Divino Esposo debe tener
en sí dulcedumbres y sabor divinos y hartura de deleites celestiales, que no en
vano las almas verdaderamente puras se abstienen por amor de Él de todo gusto y
regalo sensual.
Entre todos los apóstoles y entre todas las almas santas el discípulo más amado,
el Discípulo Amado por excelencia, es Juan, el virgen, el castísimo Juan. De él se
dice lo que de él sólo se ha escrito ni se escribirá jamás. «Uno de sus discípulos,
al cual amaba Jesús, estaba recostado a la mesa en el seno de Jesús, y a éste
discípulo hizo una seña Simón Pedro para que averiguase del Divino Maestro
quien era de los discípulos el que lo había de entregar y entonces recostándose
sobre el pecho de Jesús, le dijo: Señor, ¿quién es? Jesús le respondió: aquel a quien
yo diere el pan mojado»44
. A Juan lo recostó sobre su pecho, a él sólo le dijo su
secreto.
Punto 2º – A fin de vislumbrar los regalos que guarda el Divino Cordero para las almas
que son por su pureza como lirios y azucenas del valle venturoso donde sestea y
se apacienta Jesús, basta recordar que a Juan, y solo a Juan, hizo depositario de su
Santísima Madre; y viendo al discípulo que amaba que estaba allí dijo a su Madre:
«Mujer, he ahí a tu hijo. Después, dijo al discípulo, he ahí a tu madre. Y desde
aquella hora el discípulo la recibió por suya»45
.
¡La recibió por suya! ¡A Ella! ¡A María! ¡A la Madre de Jesús, por Madre suya!
¡A la Madre de la luz y de la gracia, la recibió como cosa y posesión suya!
44
San Juan, XII, 23 al 26
45
San Juan, XIX, 26 y 27
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
44
¡Imposible que otro consiga esta misma prerrogativa! ¡Imposible no vivir
envidiando a Juan todos los días de nuestra vida! ¿Quién extrañará que el que
vivió mirándose en la Madre de la Sabiduría, como en cosa propia, se levantase
hasta el principio de toda vida y penetrara los divinos arcanos cual águila superior
a toda otra inteligencia?
Punto 3º – El amor puro, como libre de toda otra mezcla que lo haga pesado y lo
entorpezca aunque empiece a correr a la par con los más aventajados en el amor
que no son tan puros, siempre los deja atrás en la carrera.
María Magdalena fue corriendo a Simón Pedro y al otro discípulo a quien amaba
Jesús y les dijo: «Han quitado al Señor del sepulcro y no sabemos dónde lo han
puesto. Salió, pues, Pedro y aquel otro discípulo, y fueron al sepulcro. Y corrían
los dos a la par, mas, el otro discípulo se adelantó corriendo más aprisa que Pedro
y llegó primero al sepulcro, mas no entró dentro».
Cualidad admirable y la más característica del verdadero amor de Jesús, por
vehemente que sea, notase en este hecho de Juan, que habiendo llegado el primero
al sepulcro, no entró en él, hasta que llegó Pedro. «Entonces entró también el otro
discípulo, que había llegado el primero al sepulcro y vio y creyó». Juan vio y creyó,
porque los otros aun no en tendían la Escritura, «que era menester que Jesús
resucitara de entre los muertos».
¡Cuánto amor y cuánta luz!
AFECTOS
De amor a la pureza de corazón
Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios.
¡Ay, alma mía!, ¿cuándo será el feliz momento en que yo te sienta limpia de todo
afecto de criaturas, de tal manera, que solo esté mi corazón en ti como en su único tesoro?
¿Cuándo perderé, Señor, el gusto a las criaturas que he seguido hasta hoy, para ir sólo en
pos de Ti adonde quiera que vayas? ¿Cuándo podré exclamar con los santos que me
causan hedor las cosas terrenas y que sólo deseo aspirar la gracia que se derrama de tus
labios, Jesús mío? Purifica más y más mi alma y mis sentidos para que yo alcance a oír
el cantar nuevo de las almas puras y a gozar el galardón de los que en Ti buscaron sus
deleites.
PROPÓSITO
Purificarmecadadíamásdetodoafectoalascriaturasparatenerlotodoenteroen sólo
Dios
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
45
MEDITACIÓN XIII
Del AMOR de ternura
Punto 1º – Disputábale Santa Teresa la primada en el amor a Jesús a la Magdalena y
no se daba por contenta si pensaba que no le amaba, por lo menos, tanto como
ella. ¡Dichosas las almas que se atreven a entrar en esta lid de amores!
¿Quién será capaz de apreciar los grados del amor de Dios que las almas
alcanzan en la tierra?
Digna de ser emulada es la mística osadía de nuestra santa; pero difícilmente
se hallará discípula alguna de Cristo que, en lo que aparece, se pueda colocar
en circunstancias tan denunciadoras por sí mismas de amor más tierno, que la
Magdalena.
Postrada ella a los pies de Jesús ungiéndolos con precioso ungüento de nardo
puro, y enjugándolos con sus propios cabellos, y sentada a los pies del Divino
Maestro, embriagándose en las palabras de Él.
Mientras Marta se quejaba de ella, es evidente testimonio de las delicias y
regalos que Dios da a gustar a los que de veras se convierten a Él, siendo tal
el enajenamiento que las dulzuras de la gracia causan en las almas, que, como
a la Magdalena, le son indiferentes el qué dirán de aquellos que los rodean y
las diatribas y reprensiones de los que juzgan perdido el tiempo debidamente
pasado al lado de Jesús, regalándose en sus perfecciones y enseñanzas.
Punto 2º – La ternura del amor de la Magdalena era tanta, cuanta se expresa en aquella
sentida queja que dirigió al Maestro, cuando lo vio después de la muerte de
Lázaro, y postrándose a sus pies le dijo: «Señor, si hubieras estado aquí, mi
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
46
hermano no hubiese muerto»46
. Y con sus lágrimas enternecía el corazón de su
amadísimo Jesús, que lloró también con ella.
Y si, exceso de ternura buscamos, ¿dónde lo hallaremos más cumplido que
en aquel divino instante en que, recostado el Discípulo Amado sobre el pecho
de Jesús, era regalado por éste con la visión de secretos celestiales?
En estos deliciosos momentos es cuando de una manera casi sensible se realiza
en el hombre aquel dichoso tránsito por el cual el alma más está donde ama
que donde anima, pues tan olvidada vive de sí misma, que ya no desea ni
suspira por otra cosa que no sea morar muy a solas en el amoroso nido que le
prestan los dulces brazos del Amado.
Punto 3º – Cual fuera la ternura del amor de la Magdalena para Jesús, fácilmente se
colige recordando que ella muy de mañana fue al sepulcro del Señor, y en
viendo quitada la losa corrió a dar aviso a Pedro y a Juan, y, volvió con ellos
nuevamente al sepulcro.
Y aunque estos apóstoles se volvieron otra vez a su casa, ella se quedó allí
llorando, porque «se habían llevado a su Señor y no sabía dónde le habían
puesto».
Mas, las ternezas verdaderamente imposibles de superar están contenidas en la
respuesta que dio la Magdalena al mismo Jesús cuando éste le preguntó: «Mujer,
¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?».
Y ella, creyendo que era un hortelano le contestó, «Señor, si tú te lo has
llevado de aquí, dime en dónde lo has puesto, y yo me 1o llevare»47
.
¡Oh inefable ternura que todo lo hace factible y a todo hace atreverse al alma
que así ama, con tal de no perder la presencia y posesión del Amado!
AFECTOS
De esperanza de vivir siempre en la divina presencia
Jesús mío, suene tu voz en mi oído, tu voz es dulce. No te me escondas,
dulcísimo Esposo de mi alma.
Descúbreme tu presencia arrobadora y no te olvides de que mi alma codicia
mirarse en tus oros, deseados, que tengo en mis entrañas dibujados.
Ven a mí, Bien mío, que mi alma sin tu presencia adolece, pena y muere.
46
San Juan, II, 32
47
San Juan, XX, 1 y ss.
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
47
Permíteme, Amor de mis amores, que desfallezca y me extasíe en los atrios de
tu casa santa. Que yo sienta refrigerarse mi alma con el rocío de tu cabeza.
Quiero vivir, Jesús mío, mejor un día en tu presencia, que mil años en la
compañía de los pecadores. Tú eres mi esperanza, mi auxilio y mi único consuelo.
PROPÓSITO
Buscar dondequiera a Jesús comoaúnico Bien mío
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
49
MEDITACIÓN XIV
Flaqueza del AMOR de ternura
Punto 1º – Apetecer el amor de Dios por los gustos y regalos que en él hallan las almas,
es cambiar el oro por la escoria, lo sensible por lo espiritual. En este defecto
caen ordinariamente los principiantes en las lides del amor, con lo que
claramente demuestran que más se aman a sí mismos que a Dios.
Fue llevado al monte Tabor San Pedro, y cuando vio que la gloria resplandecía
en el divino rostro de Jesús y extasiado gustaba las delicias celestiales, exclamó
diciendo: «Bueno sería que nos quedáramos aquí».
Pero Jesús, que es el Maestro del más sublime amor, para nada tiene presente
estas imperfectas palabras, y, en cambio, no habla de otra cosa con Elías y
Moisés que de los sacrificios que había de llevar a cabo por la salvación de
los hombres.
Punto 2º – Y no podía suceder de otro modo, Pedro estaba solamente imbuido en el
amor terreno y carnal. Apetecía la gloria, buscaba el regalo, le agradaba ser
preferido a los demás apóstoles.
El amor de Pedro a Jesús era demasiado tierno para avenirse a pensar que el
tálamo donde se desposa el alma con Dios es la cruz.
Tan lejos estaba San Pedro de pensar que había de ser muerto en una cruz, a
semejanza del Hijo del Hombre, que en una de las muchas ocasiones en que
Jesús habló de los tormentos que le habían de hacer sufrir los escribas y fariseos,
Pedro se atrevió a increparlo y a disuadirlo de tal pensamiento con tanto
ahínco, que el Maestro soberano le arguyó diciendo: «Quítateme de delante,
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
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Satanás, estorbo me eres, porque no entiendes las cosas que son de Dios sino
las de los hombres»48
.
Punto 3º – Y porque San Pedro no llego a entender en la ternura de su amor otra cosa
que gozar de Cristo, aunque fuera a costa del sacrificio de los demás, como lo
puso en práctica en el momento en que Jesús se entregaba en manos de sus
enemigos; y porque no entendió que para ser de Cristo hay que negarse a sí
mismo, tomar la cruz y seguirlo, por eso, a pesar de todas sus jactancias y
humanas valentías, a la hora de la prueba suprema empezó por seguir al Maestro
desde lejos y acabó por negarlo cobardemente.
AFECTOS
De amor al sufrimiento
«Padecer quiero, Señor, pues vos padecisteis; cúmplase en mi de todas maneras
vuestra voluntad, y no plega a Vuestra Majestad que cosa de tanto precio como vuestro
amor se dé a gente que os sirva sólo por gustos».
«Sí, que no está el amor de Dios en tener lágrimas, ni en estos gustos y
ternuras, que por la mayor parte los deseamos, y condolámonos con ellos, sino en
servir con justicia, y fortaleza de ánimo y humildad»49
.
PROPÓSITO
Noapetecerlosregalosy ternuras,nidelalma ni del cuerpo,aunquesean deDios
48
Mateo, XVI, 23
49
Vida de Santa Teresa de Jesús, XI
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
51
MEDITACIÓN XV
AMOR de fortaleza
Punto 1º – La fortaleza más consiste en sufrir que en acometer, por eso el amor
verdaderamente fuerte tolera hasta la muerte por el Amado. Y en padecer esta
prueba, la más terrible y espantable de cuantas se pueden sufrir en esta vida,
ha puesto nuestro Maestro la nota característica del mayor grado de amor que
alcanza el alma, cuando nos ha dicho que nadie tiene más caridad que el que da
la vida por sus amigos. Y en este sacrificio ha hecho consistir también el
principio de todas las divinas ternuras, pues el que no tiene valor para confesarlo
delante de los hombres no será tampoco confesado por Él delante de su Padre
que está en los cielos.
Punto 2º – Pero, como no es lo ordinario demostrar la fortaleza de nuestro amor
sacrificando la vida, hay otras muchas privaciones que imponerse, las cuales por
su duración pueden ser tan heroicas como la del martirio.
Puede el alma renunciar a las riquezas, en el afecto a lo que están obligados
todos los hombres y en el afecto a lo que se obligan los que hacen voto de
pobreza. Y soportar las privaciones y molestias que acarrea el no poseer cosa
alguna es gran prueba de firmeza en el amor.
Bienaventurados los pobres de espíritu, dice el Maestro del amor. Y éstos son
los que no quieren honras ni riquezas, aunque sean moderadas.
Hay también hombres que renuncian a los gustos de la carne, sosteniendo
cruda guerra con ésta, que es el más temible enemigo de nuestras almas. Y los
que así obran, con la gracia del Señor, tanto se niegan a sí mismos, y tan
fuertemente, se abrazan a su cruz, que las almas vírgenes son las que siguen al
Cordero a donde quiera que él va.
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
52
Y de los que renuncian al propio juicio y a la propia voluntad para vivir la
vida de la fe, nacen los justos que agradan a Dios y los que, llevados en brazos
de la divina voluntad o de los que representan a Dios, marchan seguros casi
de no naufragar en las tempestades del mar de esta vida.
El que obedece a Dios es amado de Él, y el que obedece al superior a Dios
obedece.
Punto 3º – También se prueba la fortaleza del amor privándonos de la presencia y
consuelos del Amado por amor de Él mismo. «Si me amarais os alegraríais
porque voy al Padre»50
, decía Jesús a sus apóstoles, pues así Él sería glorificado
sin que hubiera de sufrir más los horrores de la Pasión.
Esta prueba de amor practicó la Magdalena cuando, al ver resucitado a Jesús,
arrojose a los pies de éste y Él la apartó de sí diciéndole: «No me toques; antes
bien vete»51
.
Privarse por Dios de los seres que más amarnos es también gran prueba de
firmeza en el amor, siendo de advertir que suele ser más fuerte privarnos de
las personas que amamos por elección que de las que amamos por ley natural.
Tolerar que sufran o ser nosotros los que causemos o aumentemos el padecer
de los que amamos, y esto hacerlo por puro amor divino, es indudablemente
amor de héroes.
Así amaron las madres y esposas que se privaron de sus hijos y esposos
alentándolos al martirio, así sufrió la Magdalena abrazada al pie de la cruz.
Este fue el compendio de los sublimes amores de la Reina de los mártires: estar
en pie junto a la cruz donde veía morir a su Hijo y no dar señales de turbación,
ni de desmayo, ni de flaqueza alguna, por más que su dolor era sobre todo dolor,
contribuyendo, cuanto le era posible, con su conformidad a la Pasión de Jesús.
AFECTOS
De confusión por nuestras flaquezas
Llora, alma mía, tus flaquezas.
¿Hasta cuándo amaras como eres amada de tu Dios? Él nada te ha negado, Él
se ha hecho hombre y ha sufrido por ti toda clase de privaciones, de afrentas y de
tormentos... Y tú, ¿qué has padecido por Jesus?
Mientras no sufras la muerte, todos serán como sombra de tormentos los que
toleres por tu Jesus. Y siendo así, Dios mío, ¿cómo no me confundo de vergüenza al
50
San Juan, XIV, 28
51
San Juan, XX, 17
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
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dejarme llevar de la repugnancia que me causa el trabajo, la enfermedad, la pobreza,
la mortificación y los desprecios?
¿Aprenderé, Señor, algún día, a privarme de la presencia y consuelos de las
cosas y personas amadas? Dichosos los que por experiencia aprendieron a privarse por
puro amor de Dios de las criaturas que amaron con mayor preferencia: Mi Dios y todas
mis cosas.
PROPÓSITO
Sufrir todoslostrabajos,privaciones ydespreciospor amordeCristo
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
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MEDITACIÓN XVI
Del amor tímido
Punto 1º – Hay un amor divino oculto y tímido que hace a los hombres fingir que no
son de Cristo aparentando seguir a los contrarios del espíritu cristiano; éstos
son manifiestos hipócritas del vicio o de la religión.
De este número son todos aquellos que reconocen en Cristo al Hombre Dios,
verdadero y único Maestro de la humanidad, pero que no lo siguen
manifiestamente porque aman más la gloria de los hombres que la gloria de Dios,
o porque temen sufrir detrimento en sus intereses materiales, o en su prestigio
social, o en el puesto que ocupan, o en el afecto y consideración de las personas
con quienes tratan, o en los fines ulteriores que persiguen.
Conocedores hay de Dios que se ocultan cobardemente para confesar a Jesús
y a su Iglesia delante de los hombres, por temor a una palabra irónica, a una
burlona sonrisa, a un ridículo qué dirán.
De este número era un hombre de los fariseos, llamado Nicodemus, príncipe
de los judíos. Este vino a Jesús de noche y le dijo: «Sabemos que eres maestro,
venido de Dios, porque ninguno puede hacer estos milagros que tú haces si
Dios no estuviese con él»52
.
Y no obstante de reconocer que Cristo era el enviado de Dios, el Mesías
prometido, callaba cuando debía hablar en la defensa de Cristo y con su silencio
52
San Juan, III, 1 y 2
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
56
o temerosa palabra, contribuía a la crucifixión del inocente Maestro de la
Humanidad.
Punto 2º – Del número de los que aman tímidamente son también los que por
naturaleza son medrosos, o los que vinieron a serlo por no haber sufrido sin
amilanarse desengaños y contrariedades de los hombres, enemigos de aquellos
que al parecer debieron alentarlos más en los trabajos emprendidos por la
gloria de Dios, o los que por exceso de humildad desconfían demasiado de sus
propias fuerzas, o los que por falta de fe no confían en Dios cuanto
prudentemente deben confiar, o los que por temor a fracasar en sus empresas
santas retroceden siempre ante todo intento de trabajo por Dios.
En una palabra, este amor de los pusilánimes es infecundo para el que lo padece
y para los que dependen de tales personas es igualmente dañoso.
Por esta pusilanimidad no vendió todo lo que poseía aquel joven que sintiose
llamado por el mismo Cristo para que lo siguiera. Dominados por esta cobardía
huyeron los apóstoles la noche de la Pasión y dejaron solo a su divino Pastor.
La timidez apartó a muchos cristianos del martirio, y es causa de que muchos
no sean santos y de que no pocos ni lo intenten siquiera. Creen que no pueden,
les espanta la lucha, los sacrificios que han de hacer, las tentaciones que han de
vencer, y si del todo no se apartan de Jesús, es porque temen también perder
el premio.
Punto 3º – Este medroso amor tórnase a las veces valiente y arrojado en la desgracia
del Amado.
Así acaeció con Nicodemus y con aquel otro José de Arimatea, ambos
discípulos vergonzantes del Señor, pues, como dice nuestro Evangelista, después
de muerto el Maestro: «José, natural de Arimatea, que era discípulo de Jesús,
bien oculto por miedo de los Judíos, pidió licencia a Pilato para recoger el
cuerpo de Jesus.
Y vino también Nicodemus, aquel mismo que en otra ocasión había ido de
noche a encontrar a Jesús, trayendo consigo una confección de mirra y aloe,
como cien libras, y tomaron el cuerpo de Jesus, y bañado en las especies
aromáticas, lo amortajaron con lienzos, según la costumbre de sepultar de los
judíos»53
.
Si tú, alma mía, sientes temores infundados para acometer alguna empresa por
Jesús, si te espanta emprender el único negocio importante de esta vida, que es
la santificación propia, medita y considera como Jesús, tu Esposo, hállase
olvidado de casi todos los hombres, despreciado de muchos y combatido de
no pocos, y lánzate a luchar para que Él sea conocido y amado de todos
aquellos a los cuales puedan llegar tus palabras y ejemplos.
53
San Juan, XIX, 38 y ss.
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
57
AFECTOS
De aborrecimiento al temor infundido y de ansias de obrar siempre impulsado
por celo prudente
«De ningún cobarde se ha escrito nada bueno», dice un adagio para enseñarnos
que la cobardía nada inspira digno de loa, y si esto se dice de las obras humanas,
¿cuánto más cierto será esto tratándose de la empresa de nuestra santificación que es
la más ardua de todas las hazañas que puede acometer el hombre?
No sea yo como Jonás que huya de cumplir tus preceptos y soberana voluntad
por temor a tus enemigos. No tema yo a los que matan el cuerpo y no pueden matar
el alma, a los jueces tus enemigos, delante de los cuales tú me darás palabras de
sabiduría que ellos no podrán resistir, ni a las tentaciones que son pruebas en las que
tú quieres que venza y para lo que me das cuanta ayuda necesito, premiándome después
con galardón eterno.
Esté yo seguro de que tú me ayudas y tendré certeza de que todo lo puedo.
Pídeme, Señor lo que quieras, pero dame lo que me pidas. Conforta mi flaqueza
enviando sobre mi alma el fuego de tu Divino Espíritu.
PROPÓSITO
Sujetartodas misempresas ala obediencia, no intimidándomepor cosa alguna del
cielonide latierra cuando me impulse unlegítimosuperior
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
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MEDITACIÓN XVII
Del amor Jactancioso
Punto 1º – No quiere Dios, alma mía, el amor que no pasa más que de palabras, y
mucho menos si estas palabras son de falsedad, porque el hombre se atribuya a
sí más de la virtud que realmente tiene.
Esta especie de amor jactancioso nace de no estar ejercitadas las almas en el
amor divino. Los hombres que saben de luchas espirituales conocen
perfectamente su flaqueza y no confían en sí mismos, sino que en todo estriban
principalmente en la ayuda que les ha de venir de lo alto y, así, más atribuyen
a Dios, si algún triunfo consiguen, el mérito de la victoria, que a ellos mismos
y de este modo no se exaltan a sí propios.
Pero si no reconoce el hombre su ignorancia y flaqueza, se aparta
insensiblemente de Dios y llega a creerse tan superior a lo que en realidad es,
que, en su extravío, llega a decir como el rey de Tiro, de quien escribe la
Sagrada Escritura que blasfemaba con estas torpes palabras: «Se ha engreído tu
corazón y has dicho: yo soy Dios»54
.
Punto 2º – El amor jactancioso, alma mía, por ser tan imperfecto es necesariamente
flaco y arrastra a los que de él se dejan llevar a las más humillantes faltas
y caídas, porque hace a los hombres prometer o proponerse más de lo que es
permitido a sus propias fuerzas.
54
Ezequiel, 28, 2
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
60
Son evidente ejemplo de lo que acabas de leer, alma mía, los apóstoles San
Pedro y Santo Tomas. Este alentaba un día a todos sus condiscípulos a seguir a
Cristo en los peligros diciéndoles: «Vamos también nosotros y muramos con
Él»55
. Aquel, cuando Jesús decía a todos sus discípulos que ya no lo podrían
seguir, repuso diciendo: «¿Por qué no te puedo yo seguir ahora. Mi alma pondré
por ti»56
.
De estos dos, Pedro negó a Jesús aquella misma noche tres veces, y Tomás,
sobre huir con los demás apóstoles dejando a Jesús en poder de los que lo habían
de crucificar, no quiso creer el testimonio de sus condiscípulos que le decían
haber visto a Cristo resucitado.
También hay jactanciosos que se creen superiores a los demás hombres,
contrariando así la caridad fraterna, aconteciendo a éstos que, mientras ellos se
ensalzan delante de los demás, Dios los rechaza y condena.
En esto vino a parar el fariseo que, jactándose de sí mismo, prorrumpió en
contumelias en contra de los demás hombres, diciendo, mientras oraba puesto de
pie en el templo: «Oh Dios, te doy gracias de que no soy como los demás
hombres, que son ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como este
publicano... Os declaro que éste el publicano, volvió a su casa justificado,
mas no el otro»57
. Así lo dice el Maestro Divino.
Punto 3º – Este amor jactancioso se cura con la presencia y consideración de Jesús
humildísimo.
Negó Pedro a Cristo con horrible ingratitud y cobardía, pero miró Jesús al que
tan hondo había caído y lo sostuvo, miró Pedro a su Maestro y levantose con
verdadero valor de héroe para llorar amargamente su pecado toda la vida y
para aprender prácticamente, desde entonces, que a los humildes, y no a los
soberbios jactanciosos, es a quienes el Señor da su gracia.
Verdad es también que huyó y negó Tomás, pero el Hijo del hombre se le
mostró para hacerle ver sus manos y costado, amonestándolo para que no fuera
incrédulo, sino fiel.
Tomás entonces, iluminado por la divina lumbre de la humildad del Maestro,
humillándose también profundamente y adorando al Resucitado, exclamó: «
¡Señor mío y Dios mío!»58
.
Aprenda yo, Jesús mío, a ser humilde de corazón y, como de la abundancia
del corazón habla la boca, no habrá ciertamente en mis labios palabras para
ensalzarme y sí para reconocer siempre, que de mi nada soy y que cuanto
puedo y valgo todo es gracia tuya y prueba evidente del infinito amor que me
tienes, Rey de mi alma.
55
San Juan, XI, 16
56
San Juan, XIII, 37
57
San Lucas, XVIII, 10 al 14
58
San Juan, XX, 28
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
61
AFECTOS
De odio a la jactancia y de amor a la humildad
Mi bien, Señor, lo hallé cuando me humillaste. ¿De qué me aprovechará la
soberbia ni qué me dará la jactancia?
La alabanza en boca propia es vituperio, y el que se ensalza será humillado.
Estas sentencias, del sentido común la primera y del Maestro divino la segunda, me
enseñan a ser humilde en mis palabras, anonadándome y confesando mi propia ruindad
y vileza.
Y si bien es verdad que no he de ocultar las gracias de Dios, cuando para su
gloria deba manifestarlas, también lo es que he de estar muy firme en atribuirlas a Él,
sin que me robe nada de su gloria con mis palabras, hablando yo siempre a la manera
de San Pablo que, impelido por los de Corinto a referirles las visiones y revelaciones
que el Señor le había hecho, no dejó de sacar a colación sus flaquezas y el estímulo
o aguijón de su carne que le daba en rostro sin cesar por lo que él decía: «con gusto
me gloriaré de mis flaquezas o enfermedades, para que haga morada en mí el poder
de Cristo»59
.
PROPÓSITO
Huir toda palabra de jactanciareconociendosiempreque losdemásdebenser
preferidos amí
59
II Corintios, XII, 9
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
63
MEDITACIÓN XVIII
DEL AMOR TIBIO
Punto 1º – De todos los vicios que contrarían el amor el que más repugna al divino
Maestro es la tibieza, con palabras del más evidente desagrado lo ha
expresado así en el Apocalipsis60
. «Sé tus obras, que ni eres frío ni caliente»,
dice al ángel de Laodicea.
Y tanto le repugna ese estado del alma en que no se siente ni frío por el
pecado, ni caliente por la caridad, que añade: «¡Ojalá que fueras frío o
caliente!»
Con lo que nos hace ver nuestro Señor dos cosas, que prefiere el alma
encendida por la caridad al alma tibia, en lo que nos manifiesta una verdad a
todas luces sencillas, pues cuanto más caridad hay en un alma tanto es más
estimada de Dios, por consiguiente, le son menos estimables los que más tienden
a enfriarse por la tibieza de sus corazones, pero donde nos hace notar Dios
la repugnancia que siente para las almas que no son frías ni calientes es
cuando prefiere los fríos a los tibios.
Las almas frías son las que viven sin gracia, las que consintieron grave
pecado, y esto no obstante, dice el Señor al tibio: «¡Ojalá que fueses frío!»
No por razón de la culpa que en sí misma es más grave que la de la tibieza;
mas es preferible el frío al tibio, porque está más preparado para la enmienda el
primero que el segundo.
Y para no dejar el Maestro soberano la menor duda de la repugnancia que
los tibios le causan, ha dicho estas terribles palabras: «Más porque eres tibio
60
Apocalipsis III, 15 y ss.
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
64
y ni frío ni caliente te comenzaré a vomitar de mi boca». Esto es, te
abandonaré a tus propias ignorancias y flaquezas.
Punto 2º – El peor síntoma de la grave enfermedad que padecen los tibios, es el que
ellos lejos de sentirse y reconocerse enfermos, se creen perfectamente sanos y
llenos de todos los bienes; así nos lo enseña la Sagrada Escritura hablando del
tibio en el mismo lugar citado: «Porque, dices rico soy y estoy lleno de bienes
y de nada tengo falta».
El que nada necesita no pide cosa alguna a alguien. Mas quien, porque posee
alguna riqueza terrena, se cree que todo lo tiene y por tal motivo se priva de
Dios de todo está necesitado, pues donde no mora Dios sólo reina la pobreza.
El alma tibia que así presume de sus riquezas, aunque alguna poseyera de
orden sobrenatural, es una engañada y pobrísima alma, pues hallándose en
inminente peligro de perderse se cree dueña de toda felicidad. Y así nos lo
dice nuestro Señor añadiendo: «Y no conoces que eres un cuitado y miserable,
y pobre, y ciego y desnudo».
¡Qué triste estado el del tibio! ¡Pobre, ciego y desnudo!
Pobre es todo el que no tiene caridad y el que esta privado de las riquezas de
las virtudes.
Ciego está el tibio porque es imprudente en las cosas que ha de hacer, porque
no ve ni la ceguera en que vive.
Desnudo hallase también porque carece de buenas obras, pues las que hace son
hijas de ese exceso de confianza en sí mismo o por hipocresía; está desnudo
porque perdió la primera estola y, lo que es peor, porque no conoce siquiera
que los perdió.
¿Y a quién podremos encontrar más cuitado y miserable que al que es
tenido por Dios como pobre, ciego y desnudo?
Huyamos de este mal, salgamos de la tibieza.
Punto 3º – Para tan grave enfermedad del alma, descubierta con tan claras y terribles
palabras, no podía faltar remedio al Maestro de los maestros, y nos lo propuso,
en efecto a fin de que pudiéramos sanar todos los que adoleciéramos de vicio
tan execrable.
«Yo te aconsejo, dice el Señor al tibio, que compres de mí oro refinado en
fuego, para que seas rico, y que te vistas de ropas blancas para que no se
descubra la vergüenza de tus desnudeces y que unjas tus ojos con colirios para
que veas».
Has de comprar Oro refinado en el horno del Corazón Deifico, ofreciendo,
como moneda de pura ley, la oración que es como el oxígeno que aviva e
inflama el fuego de la caridad para que así puedas ejercitarte en obras de
mansedumbre, humildad y caridad de Cristo paciente.
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
65
También has de vestirte de ropa blanca, esto es, con la estola primera que
perdiste por el pecado, y con la inocencia no dañando a tu prójimo en lo más
mínimo, y con la pureza de tu vida despreciando, como a la más vil escoria,
todo deleite carnal y con las obras santas de las virtudes.
Por ultimo has de ungir tus ojos con colirios para que no quieran ver más los
bienes terrenos que ciegan los ojos de los prudentes, y para que purificados por
la consideración de los novísimos y lavados con el agua de toda tribulación y
humillación no vean ya en adelante otra cosa que la propia pobreza, ignorancia
y debilidad, y la riqueza, sabiduría y omnipotencia de Dios.
En una palabra, hemos de hacer todas nuestras obras por puro amor de Dios y
por Él mismo tolerar, cuando no alegres, resignados lo que por vivir píamente
hayamos de padecer, pues el mismo Señor nos enviará penas. «Yo a los que
amo reprendo y castigo», dice Jesús.
AFECTOS
De aborrecimiento de la tibieza y de ansias de ser fervoroso
Me levantaré e iré a ti, Dios mío. No quiero apacentarme más con el gusto de
las cosas mezquinas de acá abajo, sólo deseo saborear las cosas que son del cielo.
Ya considero , Señor, que el tiempo pasa veloz y, sino lo aprovecho, la gracia
se me escapa y con ella la gloria que he de merecer, tampoco olvido que vendrá la
muerte y ya nada podré hacer para mi perfección. Ahora es tiempo y ahora empezaré.
En todo momento pensaré en ti y me sacrificaré por ti, Jesús mío.
Amaré tu cruz y huiré de los pasatiempos y regalos de la vida. Tú nos has de
probar, Dios mío, en fuego abrasador, como se prueba la plata; con tu ayuda, Señor, es
mi deseo pasar por todas las tribulaciones que tú me quieras ofrecer en esta vida,
que más quiero ser aquí atribulado con mérito, que purificado en la otra vida sin
ganar ni un grado más de amor tuyo ni de tu gloria.
¡Qué insensato seré si desde hoy no me decido a sufrir penas en esta vida a
cambio de mayor gloria en la eterna!
Sean en adelante, Dios mío, tus mandamientos vehementísimo fuego en que
me abrase.
PROPÓSITO
Tenersiempredeseos desufriralgoporamor de Dios
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
67
MEDITACIÓN XIX
DEL AMOR INCIPIENTE
Punto 1º – Tiene la caridad principio, medio y fin. De perfección en perfección, de
grado en grado, va subiendo la caridad de punto en nuestras almas hasta que llega
a ser consumada. Para mejor comprender el estado de caridad en que nuestra
alma se encuentra, debemos tener presente que hay caridad de los incipientes,
de los propicientes y de los perfectos.
La caridad de los que empiezan tiene su primera nota característica en el
desabrimiento que siente el alma para todas las cosas que no son Dios o que no
la llevan a Dios. Es una como enfermedad que sobrecoge al alma y por la
cual siente como náuseas de las cosas humanas, aun las lícitas, que antes la
deleitaban.
En esta caridad de principiantes pasan muchas almas la vida entera sin haber
apenas dado un paso en la perfección, o mejor, andando y desandando
constantemente. Y no se crea que son grandes pecados o defectos muy visibles
los que les impiden adelantar en el sendero del amor divino, basta una
pasioncilla cualquiera, un puntillo de honra, como diría Santa Teresa.
Así esta misma santa anduvo diez y ocho años en el camino de los principiantes,
y los apóstoles, mientras pensaban y disputaban en cual había de ser entre
ellos el primero, apartados en algún modo estaban del mundo y a Jesús
seguían, pero tan llenos de imperfecciones, con tan poco espíritu y tan menguada
decisión de sufrir por el Maestro, que ni en aptitud estuvieron, después de
tres años de vivir con Cristo, de entender las divinas enseñanzas, cuanto menos
de practicarlas.
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
68
Por este motivo con los principiantes hace el Señor como la nodriza que nada
duro da al niño que cría para que se alimente. Y así, cuando el Redentor
soberano habló de trabajos a los apóstoles, se entristecieron y por eso les hubo
de decir: «Aun tengo muchas cosas que deciros, mas, por ahora, no podéis
comprenderlas»61
.
Punto 2º – Cuanto más crece el desabrimiento a todo lo que no es Dios, más se regala
y deleita el alma en las cosas divinas, y por este motivo, el alma que enferma
para el mundo empieza a sanar para Dios y desfalleciendo para el mundo
siéntese tan vivificada para el cielo que sólo en él quisiera morar; y así se la
ve apartarse de todo lo terreno para emprender el camino de lo divino y
estando Dios como fin de toda la vida espiritual, en Él pone el alma sus ojos y
Él tiende con más fuerza que la: saeta lanzada al blanco, con más ansias que el
ciervo herido a la fuente de las aguas.
En este feliz estado el espiritual dice con la esposa de los cantares, «me
levantaré y buscaré al que ama mi alma»62
.
Y, en efecto, alzase el alma de los gustos e inclinaciones sensibles a los
espirituales, aunque en este estado de incipiente es todavía atraída y fortalecida
por los deleites espirituales, tanto que el alma laméntase, y con sobrada razón,
de que no hubiera sabido antes cuanto más son halagadores los divinos que los
humanos deleites. y tanto más adelantan los que emprenden la senda de los
verdaderos espirituales, cuanto con más ansia y olvido de las criaturas buscan
a solo Dios. De modo que éste es el ejercicio que más dispone a los
principiantes a ser aprovechados, de tal manera que buscando a Dios sin
entorpecimiento de criaturas, y con vehementes ansias de sólo hallarlo a Él, es
como las almas pueden llegar a decir con San Juan de la Cruz:
«Y fui tan alto, tan alto,
que le di a la caza alcance».
Punto 3º – Este primer estado de caridad es el que más cautiva y seduce a las almas,
pero son verdaderamente pocos los que salen de él. Muchos son los llamados a
la perfección de la caridad, pero muy pocos los perfectos, los que se pueden
llamar escogidos, porque hayan alcanzado la consumación en el ejercicio de
esta reina de las virtudes.
Hasta partir el pan llegan muchos, hasta el Tabor no hay espiritual que no desee
ir, pero, ¡qué pocos son los que no dicen como San Pedro, «bueno es quedarnos
aquí»!
Porque el alma fácilmente queda asida a los regalos divinos y, en gustándolos,
no quisiera ya otra cosa que estas delicias, y no tiene por bueno lo que no
deja algún sabor deleitoso y con esta afición permanece el alma quieta y
61
San Juan, XVI, 12
62
Cantares, 3, 2
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
69
luego fácilmente se debilita .y retrocede, pues lejos de fortalecerse en el
desasimiento comenzado, vuelve a dejarse dominar de la afición a los propios
gustos, tanto más perjudiciales para emprender el camino de los proficientes
en la caridad, cuanto es menos fácil conocer que las aficiones a los regalos
espirituales nos apartan también de la perfección de la caridad.
Por lo cual a poco que nosotros, so pretexto de ser cosa buena y espiritual,
ahinquemos el alma o en algún propio querer, perderemos todo lo andado y
vendremos a ser juguetes de cualquiera pasión sencilla.
Y la lucha entre la caridad de Cristo que nos urge para que adelantemos y la
propia voluntad o afición que nos detiene, será nuestra cruz en lo sucesivo,
la cual nos atormentará y entristecerá, y nos robará el mérito de nuestra
perfección y los grados de gloria que con ella hubiéramos de conseguir.
Importa, pues, mucho al alma no apartarse nunca del camino de la propia
abnegación y desprendimiento de todas las cosas para que una vez decidida a
buscará Dios no haya criatura alguna que se lo impida, ya sea del cielo, ya
de la tierra, pues el hombre abnegado es el que marcha con gran libertad y
seguridad por el camino de la perfección, como dice el Kempis.
AFECTOS
De abnegación y desprendimiento y ansia de hallar a Dios
Mira, Señor, que mi alma ha desfallecido en los atrios de tu santa casa, que ya
no quiero volver mis ojos a bien alguno terreno, que nada de mi propio pensar y
querer deseo.
Tú, Dios mío, derrama sobre mi alma la lluvia de tu gracia para que yo
enferme de amor y tú me puedas sanar perfeccionándome.
Dame ansias de buscarte a ti y propósito firme de perder todo lo que no seas tú
o me lleve a ti.
Es mi voluntad firme de sacrificar todo lo que he amado hasta hoy: diversiones,
lujos, riquezas, amigos que me separen de ti, todo, todo lo quiero perder, porque, ¿de
qué me servirá la belleza que es engañosa y la hermosura que es vana?, ¿de qué la
sabiduría de este mundo que es necedad delante de Dios?
¿De qué me servirá la posesión de todos los bienes de esta vida, si sólo
renunciándolos me hago digno de ti?
¿De qué me aprovechará ganar todo el mundo perecedero con detrimento de
mi alma inmortal?
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
70
¿De qué la bondad misma de las criaturas, si tengo bien sabido que ella nunca
podrá ser infinita, porque, «nada hay bueno, sino sólo Dios»?
Pluguiera al cielo qué yo me olvidase de todas las criaturas y me apacentara
de hoy en más del Pan vivo que ha bajado del cielo, de la palabra divina, de los deseos
de hallar a Jesús donde quiera que Él se me esconda, ya sea en el Tabor, ya en el
Cenáculo, ya en el Calvario.
PROPÓSITO
Empezar lavidadelossantosy noretrocederjamás
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
71
MEDITACIÓN XX
DEL AMOR DE LOS PROFICIENTES
Punto 1º – Por muchos que fueran los deseos y ansias que sintiera el alma de hallar a
Dios, no le bastaran jamás para conseguir su fin si no se ejercitara en obras de
verdadera caridad, las cuales son las que tejen las redes donde nosotros
cautivamos al Esposo de nuestras almas.
Con el abandono de las criaturas y deseos de conseguir a Dios enciéndese el
espiritual en deseos de cumplir, cuanto más perfectamente le sea posible, los
mandamientos de Dios, y siente codicia de que sus obras sean lo más agradables
al Dador de todo bien.
Y habiendo de sacrificarse por dar gusto a Dios, todo penar tiene en poco
por grande que sea, y hallase siempre deseoso de sacrificarse más y tiénese a
sí mismo por siervo inútil, y a todos los demás por aprovechados delante del
Señor: «lo uno dice San Juan de la Cruz, porque le va el amor enseñando
lo que merece Dios, y lo otro, porque como las obras que aquí hace por Dios
son muchas y las conoce por faltas e imperfectas, de todas saca confusión y
pena, conociendo que es muy baja manera de obrar la suya por un tan alto
Señor»63
.
Punto 2º – El alma ejercitada humildemente en obras de perfección cumpliendo los
divinos mandamientos cuéstele lo que le costare, llega vivir en un estado
habitual de sufrimiento interior que más la estimula a llevar a cabo todo
sacrificio, pues ese sufrir es por más glorificar y servir al Señor y porque de
todos sea más conocido y amado.
63
Obras Espirituales, tomo III, pág. 126
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
72
De aquí que estas amorosas ansias hacen penar, pero no fatigan ni turban al
alma, antes bien, afírmanla cada día más en el deseo de darse toda a Dios y
de sufrir más y más por Él, para así demostrarle que de veras el amor que
le profesa es fuerte como la muerte, y también desea estar siempre abrazada a
la ley divina, aunque sea a costa de los mayores trabajos, desprecios y
privaciones de las criaturas, pues como dice San Juan, «en esto consiste la
caridad de Dios, en que caminemos según sus mandamientos»64
.
Y para que el alma vaya purificándose más y más, ofrécele el Señor abundancia
de tribulaciones interiores y exteriores, con lo que tan ejercitada queda el alma
en hacer la voluntad de Dios, aun las cosas más duras, que al fin viene el hombre
a entender que «los mandamientos de Dios no son pesados»65
.
Punto 3º – De compadecer son las almas que no saben entender las penas que Dios
hace sentirá los que se ejercitan en estas místicas lides del amor divino. Unas
veces que Dios se oculta al alma privándola de la paz y contento de su presencia,
otras que se le retira, como si la abandonase a sus propias fuerzas, poniéndola
como al borde del pecado, cuando ella tanto lo detesta y aborrece, ya
permitiendo que caiga en muchas faltas leves, pero que la causan muy hondo
pesar y profunda humillación, ya dándole en rostro el Señor y poniéndole
delante muy al vivo sus ingratitudes, ora muéstrale también el sinnúmero de
beneficios gracias y cuidados que por ella ha tenido, ora le hace ver la mala
correspondencia de ella.
Y así va estimulando al espíritu, como diría San Juan de la Cruz, «con ansias
en amores inflamada», hasta que lo sublima a lo más alto de la caridad.
Y es de ver al alma buscar con gemidos a Dios oculto, o pedirle que la conforte
porque se siente desmayar, o anonadarse como la más vil de las criaturas, o
alabar al Señor cantando las divinas misericordias, o atreviéndose tanto delante
de Él que llegue hasta pedirle que la bese con el beso de su boca, o que en
sintiéndolo el alma en lo interior de ella misma clame diciendo: «He hallado al
que ama mi alma, ya lo tengo y no lo dejaré». Y así abrazada al Esposo en el
más íntimo lazo del amor, empieza el alma a presentir algo de la gloria que
la espera.
AFECTOS
De amor probado en toda clase de luchas
Señor, habla, que tu siervo escucha. Señor ¿qué quieres que haga? Si Jacob
por la posesión de Raquel sirvió siete años y le parecieron pocos días por la grandeza
del amor, ¿cuánto tiempo debiera yo servir para poseerte?
64
II Epístola San Juan, v, 6
65
I Epístola San Juan, v, 5
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
73
Si los hombres del mundo por la adquisición y conservación de sus bienes
tanto se fatigan y sufren, ¿qué deberé yo sufrir para adquirirte y conservarte en mi
alma?
Sé que he de luchar batallas duras, Dios mío, pero no dudo que tú me ayudarás
para que lo venza.
Quiero subir de perfección en perfección hasta llegar a lo más encendido de la
caridad. Ilumina, Señor, mis ignorancias, fortalece mis flaquezas, líbrame de los lazos
del mundo engañador, de la carne corruptora y del demonio que, como fuerte armado,
acecha sin césar mi alma con ánimo decidido de perderla.
Llore yo mis pecados como la Magdalena y como ella vaya en pos de Ti por
la calle de la amargura y suba contigo hasta la cumbre del Calvario. Y aunque fuera
como San Juan Evangelista, no me creeré libre de padecer con Cristo, que él llegó
con su Maestro hasta el Calvario.
Así aprenderé por experiencia lo que significa antes morir que pecar, así
aprenderé a sortear prácticamente los peligros y precipicios que se hallan en la
empinada y estrecha vía que conduce al cielo, así aprenderé ahora el amor que los
santos tuvieron a Dios, para que luego goce de Él eternamente con ellos.
PROPÓSITO
Pasarportodaslas penasantesde cometerunafalta deliberadadelante delSeñor
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
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MEDITACIÓN XXI
DE LA caridad perfecta
Punto 1º – Sabido es, alma mía, que la caridad no llega a ser consumada hasta que después
de esta vida llegamos a gozar de la visión beatífica en el cielo, pero hay momentos
en este mundo en los cuales puede decirse que llegamos a tocar los ápices de la
caridad perfecta de los viadores, entrando casi en los linderos del amor de los
comprensores.
Y bien nos lo hace ver así el Maestro del divino amor, cuando, para terminar el
sublime discurso de caridad predicado a sus apóstoles después de la cena, dijo
estas dulcísimas palabras: « ¡Oh, Padre justo! El mundo no te ha conocido. Yo sí
que te he conocido, y estos los apóstoles, han conocido que tú me enviaste.
Yo, por mi parte, les he dado y daré a conocer tu nombre para que el amor con
que me amaste esté en ellos, y yo mismo esté en ellos»66
.
Y tanto se comunica Jesús al alma que llega después de muy constantes y rudas
luchas a transformarse en Jesús, que vive tan en Dios, como decía San Pablo, que
su vida era la vida de Cristo, o cómo vivió San Juan, recostado sobre el pecho de
Jesús, o remontándose al seno de Dios para cantar la eterna generación del Verbo
Divino, o como Moisés en el Sinaí o como Elías en el monte Horeb.
De las almas en este estado de amor es de las que principalmente dice el Maestro:
«Yo soy clarificado en ellos»67
.
Estos son los enamorados de Cristo hasta el punto de darlo y perderlo todo
gustosamente por Él. Estos son los que siempre, en cuanto es posible a la humana
66
San Juan, XVII, 25 y 26
67
San Juan, XVII, 10
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
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flaqueza, piensan en Cristo y a Él dirigen todos sus afectos. Estos son los que
suspiran por dar su vida o padecer o ser despreciados por Cristo. Estos son los que,
despreciando todas las persecuciones de los hombres, predican a Cristo
crucificado y tienen su gloria en morir por Él. Estos son los que van contentos a
la presencia de los jueces enemigos de Dios, porque fueron hallados dignos de
padecer contumelias por el nombre de Jesús.
Punto 2º – Las almas que llegan a este estado son tan de Dios, y Dios y Cristo son
considerados tan de ellas, que no podrían vivir estas almas sin poder decir con
razón que moran en Cristo y Cristo en ellas, que son una misma cosa con Él por
unión de amor.
De tales almas dice el Amado: «Yo estoy en ellas, y tú el Padre, estás en mí,
a fin de que sean consumados en la unidad»68
. Esto es, en la unión del amor
perfecto. Estos son los que en su alma, que es la Ciudad de Dios, reciben la
corriente impetuosa del rio de la divina gracia que los alegra.
Estas son las almas que han llegado a recibir tanta plenitud de gracia que, de los
senos fecundísimos de ellas, saltan fuentes de aguas vivas que llegan hasta la vida
eterna. Estas son las almas que pueden decir con razón que el Señor alumbró sus
ignorancias, porque así como el camino de los pecadores es ir de abismo en abismo,
de tiniebla en tiniebla, de noche en noche, así el derrotero de los justos es andar
de claridad en claridad, de lumbre en lumbre, de día en día, hasta llegar al día de
la perfección en donde se consuma la caridad.
En este estado es en el que el alma clama como la Esposa de los cantares: «Mi
amado para mí y yo para Él».
Estos son los que pueden decir que llevan sobre sus hombros el reinado de Cristo
en este mundo. Estos son los que mueren porque no mueren, los que cantan en
medio de las llamas, como los jóvenes del horno de Babilonia, los que son
superiores a toda fuerza humana, como Santa Inés en el lupanar, los que se mofan
de los verdugos y tormentos mientras son abrasados en parrillas, como San
Lorenzo...
Punto 3º – La caridad cuando empieza es como vino nuevo que fácilmente se tuerce y
agria, la caridad de los proficientes y aprovechados es borrascosa, porque lleva
consigo la purificación del sentido y la del espíritu que pone al alma en grandes
aprietos y tribulaciones, hasta que, mortificados los propios gustos y aficiones,
hácese añosa, y entonces es como el vino añejo y se compara al vino adobado que
está compuesto con mucha clase de yerbas aromáticas y confortantes.
De aquí nace que la caridad perfecta está llena de suavidad. Es fuego, pero su
llama, como diría San Juan de la Cruz, ya no es esquiva, es fuego que no
chisporrotea y levanta humo, es llama de amor viva y suavísima que penetra del
alma en el más profundo centro. Es caridad tan probada en el cumplimiento de la
68
San Juan, XVII, 23
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
77
voluntad de Jesús, que de nadie sabe resistir un mandato y al de todos se sujeta y
halla manjar a propósito para su alma en los sacrificios que le imponen los demás.
Mientras el hombre va sacrificándose a sí mismo por Dios o va entendiendo que
Dios lo sacrifica, todavía halla en ello consuelo el alma y no falta arrimo a la
propia voluntad; pero cuando el alma negada del todo a sí misma, ni aun los
trabajos que ha de padecer escoge, sino que se los impone justa o injustamente
otro, sea quien quiera, y por puro amor de Dios tolera tales trabajos, entonces
podemos decir que es cuando el alma se hace anciana o de algún modo consumada
en la caridad.
Así lo enseñó Cristo a su Vicario Pedro con estas palabras: «En verdad, en verdad
te digo que cuando eras más mozo tú mismo te ceñías e ibas adonde querías, mas,
en siendo viejo extenderás tus manos y otro te ceñirá y te llevara adonde tu no
quieras»69
.
¡Dichosas las almas que sepan llegar a este venturoso fin! Estas almas son, Señor,
las que llegan a embriagarse de la grosura de tu casa y a las que tu das de beber
con el torrente de tus delicias, porque cerca de Ti está la fuente de la vida»70
. Que
es el mismo Espíritu Santo que se manifiesta y comunica a los santos, cual «río
resplandeciente como el cristal, que procede del trono de Dios y del Cordero»71
.
AFECTOS
De humillación y de gratitud porque tantas gracias guarda para los que lo aman
¡Quién me diera lágrimas para llorar amargamente todos los días de mi vida, el
tiempo que he perdido, las gracias que he desaprovechado y la caridad que me falta por
mi poco espíritu de sacrificio y por mi disipación constante!
Tú me has llamado y yo no te he respondido, Tú me has buscado y yo me he
escondido, Tú me has lavado con tu propia sangre una y mil veces y yo me he vuelto a
engolfar en el fango. Mía es la culpa, tuya la generosidad en esperarme todavía.
¿Y seré yo tan insensato, Señor, que siga esta mi vida disipada y tibia, o enredada
en las zarzas de mis gustos y aficiones de mis vanidades y pareceres?
No, Amado de mi alma, no. Tu caridad me impele a volar en pos de Ti y a vivir
lo que me reste de vida abrazado a tu cruz, sin esperar otro consuelo y recompensa que la
satisfacción de padecer por Ti y la dicha de amarte, porque tus dones me obligan, y más
que por lo que me puedas dar, por lo que Tú mereces, Rey de las almas y perfectísimo
amador mío. Tú, soberano Dador de todo don perfecto, inflama mi corazón, muda mis
entrañas y convénceme de mi nada y nesciencia, para que así, anonadado, pueda yo decir
69
San Juan, XXI, 18
70
Salmos, XXXV, 9
71
Apocalipsis, XXII, l
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
78
por amor lo que mi divino Maestro dijo de su Eterno Padre por naturaleza: «Todas mis
cosas son tuyas y tus cosas son mías»72
.
Y entonces, Señor, pon tu brazo izquierdo debajo de mi cabeza y con tu derecha
abrázame para toda la eternidad, pues en este estado morir por Ti es mi única ganancia.
PROPÓSITO
Amar aDiossobretodaslascosasyatoda costa
72
San Juan, XVII, 10
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
79
MEDITACIÓN XXII
CARACTERÍSTICA DEL VERDADERO
AMOR
Punto 1º – El sublime rasgo característico del verdadero amor de Dios al hombre nos lo
expresa el Discípulo Amado en estas brevísimas palabras: «En esto hemos
conocido la caridad de Dios, en que dio el Señor su vida por nosotros»73
.
¿Quién es el que dio su vida por nosotros? El Hijo amado de Dios, en quien el
mismo Dios tiene sus complacencias, el mansísimo Cordero que pasó por todas
partes haciendo bien.
¿Cómo dio su vida? Entre desprecios, injurias...
¿Y a manos de quién murió? De los más viles verdugos impulsados por las más
bajas pasiones de los soberbios, de los envidiosos.
Punto 2º – Si tal es el carácter del amor de Dios para nosotros, ¿no debe ser otro el signo
de nuestro amor hacia el prójimo?
Y, por lo mismo, así continúa diciendo en el mismo lugar el Discípulo Amado:
«Y así nosotros debemos de estar prontos a dar la vida por la salvación de nuestros
hermanos». Nosotros, que nacemos hijos de ira, enemigos de Dios, nosotros,
injustos y crueles tantas veces, nosotros, manchados con los más nefandos
pecados de nuestra voluntad.
Punto 3º– Medita ahora, alma mía, cuantas son las personas que estuvieron dispuestas a
dar su vida por la eterna salvación de sus prójimos, y cuántos son los muchos que
73
I Epístola San Juan, III, 16
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
80
la dieron: unos con muertes violentas y otros en el prolongado martirio de una
paciencia sin límites. Apóstoles, mártires, confesores, vírgenes, religiosos,
seculares, cuenta los tormentos sufridos por dieciséis millones de mártires. Sólo
Dios puede enumerar los padecimientos de sus santos.
AFECTOS
De amor al sacrificio para imitar a Dios y probar si es verdadero mi amor al
prójimo
¿Qué mucho es, Señor, que yo dé mi vida por amor de mis prójimos, cuando tú la
diste por amor de ellos y por amor mío?
¡Mi sangre por tu sangre, mis penas por las tuyas!
¿Qué debiera yo sentir si considerara que hasta hoy he huido todo sacrificio y
apetecido todos los deleites?
«Hacecillo de mirra mi Amado para mí », diré con la Esposa de los Cantares desde
hoy. Tú eres, Señor, mi fortaleza, contigo subiré hasta la empinada cumbre de mis trabajos
y apurar gozoso todas mis contradicciones.
¿Qué mucho que yo sufra algo por quien tanto ha sufrido por mí?
¡Qué dichoso seria yo, Dios mío, si fuera capaz de sufrir algún día algo por tu
amor y Tú me dieras la gracia de ponerme en la ocasión de sufrirlo!
Bien sé que mi flaqueza, tantas veces manifiesta, me hace indigno de gracia tan
especial y tan propia de tus santos, pero ya que no sea, Señor, capaz de llevar por ti la
cruz de los soldados que más te siguieron en el padecer, concédeme que lleve siempre
clavadas en mi alma algunas astillas de esa tu cruz bendita, que me hagan derramar
incesantemente sangre del alma, en testimonio del vehemente deseo que sienta de dar mi
vida por la salud de mis hermanos y por puro amor tuyo.
PROPÓSITO
Hacercuantoseaposibleporelbien demishermanos
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
81
MEDITACIÓN XXIII
VEHEMENTES DESEOS DE PROBAR EL
AMOR CON EL SACRIFICIO
Punto 1º – El verdadero amor mesurado y prudente en la paz, se convierte en ardiente y
firmísimo a la hora de la lucha, al contrario del falso amor concupiscente o
interesado, que desmaya a la hora de la tribulación, de la escasez o del trabajo. El
Divino Maestro nos da de esto admirable ejemplo.
Llegada la hora de su Pasión no ocultaba el grandísimo deseo de ser sacrificado
que ardía en su alma, y para dar testimonio a todos manifiesto de que así lo deseaba
con toda vehemencia, Él mismo impulsó a sus enemigos en la persona de Judas
Iscariote para que se lanzasen en contra de su sagrada persona cuando dijo a Judas,
el traidor, las palabras que fueron como la orden y estímulo para que Judas saliera
de la compañía de Jesús, a fin de consumar la venta que del mansísimo Cordero
había ya hecho a los grandes señores de entre los escribas y fariseos.
«Lo que piensas hacer hazlo cuanto antes», dijo Jesús a Judas. Y cuando éste hubo
salido dijo Jesús: «Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado
en Él»74
.
Punto 2º – Pudo el Divino Apóstol agasajar al traidor, darle más de lo que iba a recibir
por su traición, pudo, aun humanamente, obligarlo a no separarse de los demás
apóstoles, pudo impedir que Judas fuera a ponerse a la cabeza de los soldados que
lo habían de prender, pero no hizo lo que pudo para librarse de los trabajos de la
Pasión, hizo lo contrario, como hemos visto.
74
San Juan, XIII, 27 y 31
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
82
También pudo Jesús burlar la saña de Judas y de sus enemigos. Pudo, pero no
quiso. Pudo Jesús haberse marchado con sus discípulos a otro lugar ignorado y
oculto, podía haberse quedado en el mismo cenáculo encerrado, pero ni éstas ni
otras miles cosas que en su sabiduría pudo hacer llevó a cabo.
Al contrario, correspondiendo al ardiente deseo de probar que amaba a su Eterno
Padre, exclamó y dijo: «Mas para que el mundo conozca que amo al Padre y que
cumplo con lo que me ha mandado, levantaos y vamos de aquí»75
.
Y salió Jesús y fue al lugar donde sus enemigos lo habían de encontrar.
Punto 3º – Jesús no había de dejar de dar prueba alguna que demostrase como Él se
entregaba a sus enemigos por puro amor de Dios, y por eso, cuando los tuvo en su
presencia, les hizo caer en tierra demostrando de este modo que, todos juntos, no
pusieran en Él sus sacrílegas manos si Él no lo permitiese.
Y cuando San Pedro, fiel hasta entonces a su deseo de morir defendiendo a Cristo,
sacó su espada y atacó a los soldados, el Divino Maestro detuvo en Pedro a todas
las criaturas que lo hubieran defendido diciendo: «Mete la espada en la vaina, ¿el
cáliz que me ha dado mi Padre he de dejar de beber?76
.
AFECTOS
De vehementes deseos de amar muy fielmente a quien tanto ha deseado sufrir por
mí
El amor todo lo vence.
Si yo amase de veras a mi Jesús todo lo sufriera por Él.
Pero yo amo al mundo más que a mi divino Maestro, y me amo a mí mismo más
que a mi Salvador, y busco para mí regalos mientras Él vive en la cruz, y ambiciono
honores siendo Él tan despreciado, y apetezco mayorías habiendo sido Él pospuesto a
Barrabás y hecho el oprobio de los hombres y la abyección de la plebe.
Tú, siendo rico, te hiciste pobre por amor mío.
Tú, siendo el Rey de los reyes, te sometiste a Herodes y a Pilato.
Tú, siendo el Sacerdote eterno, te sujetaste a Caifás y a Anás.
Yo siento rebeldía ante la más ligera obediencia y no la venzo sin murmurar o
regatear algo de lo que me mandan.
Tú siempre, Redentor mío, estás sediento de sufrir algo más por mí.
75
San Juan, XIV, 31
76
San Juan, XVIII, 11
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
83
Yo codicioso siempre de beber algún nuevo deleite de este mundo.
Ojala, amantísimo Salvador mío, que no sea tanta mi locura que me exponga a
perder las eternas delicias por las caducas de este mundo.
Los sufrimientos de acá son garantía de los deleites infinitos. Sufrir por puro amor
de Dios es amar.
Con amor se compra la gloria.
PROPÓSITO
Disponermesiempreparanodesearcosamejor quepadecer porCristo
El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912
85
MEDITACIÓN XXIV
ELECCION Y CONSTITUCIÓN DEL APOSTOL
Punto 1º – No habiendo Jesús de vivir humanamente entre nosotros durante el transcurso
de todos los siglos, y debiendo perdurar hasta el fin del mundo la obra salvadora
que Él había consumado en la cruz, quiso el divino Fundador de la Iglesia escoger
hombres que continuasen a través de los siglos la predicación de las salvadoras
doctrinas de la fe, y las practicas divinas de los Sacramentos venidos del cielo y
del espíritu ardentísimo de caridad enseñado por el Apóstol de los apóstoles.
Mas siendo tanta la dignidad que supone este oficio por tener que representar a
Jesús en su obra salvadora, y siendo, por otra parte, tantas las dificultades que se
oponen al ejercicio del apostolado por las duras pruebas a que ha de ser sometido
el apóstol por los mundanos, por los enemigos de Cristo y, muchas veces, por los
cristianos mismos, no ha dejado el soberano Maestro la elección de este cargo en
manos de los hombres, sino que Él mismo quiere ser el que elija y constituya
apóstol por su sola voluntad a quien a bien tuviere.
Y así lo enseña cuando dice a sus apóstoles: «No me elegisteis vosotros a mí»77
.
Es decir, no vinisteis vosotros a solicitar que yo fuera vuestro Maestro y Señor,
sino que yo, como agrícola, elegí los sarmientos que más me agradaron para
plantarlo en la viña de mi Iglesia, y vivieron unidos conmigo por la fe y caridad y
ayudados de mi divina gracia. «No me elegisteis vosotros a mí», sino que yo os
elegí y os llamé, y con mi vocación y gracia os hice mis amigos, mis discípulos,
mis apóstoles.
77
San Juan. XV, 16
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El Discípulo amado y el Amor

  • 1.
  • 2. Derechos de autor registrados 2017 Congregación de Esclavas de la Inmaculada Niña El Discípulo amado y el Amor. Meditaciones. Federico Salvador Ramón – Edición actualizada Angarmegia: Ciencia, Cultura y Educación. Portal de Investigación y Docencia Edición preparada con ocasión del proceso de beatificación del Padre Fundador de las Esclavas de La Inmaculada Niña. http://angarmegia.com – angarmegia@angarmegia.com
  • 3. El DISCÍPULO AMADO Y EL AMOR Federico Salvador Ramón MEDITACIONES Publicado por Centro Editorial Católico La Independencia - Almería – España – Año 1912 Edición actualizada por María Dolores Mira Gómez de Mercado Antonio García Megía
  • 4.
  • 6.
  • 7.
  • 8.
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  • 10.
  • 11.
  • 12.
  • 13.
  • 14.
  • 15.
  • 16.
  • 17. Índice de Meditaciones MEDITACIÓN I _____________________________________________ 21 MEDITACIÓN II ____________________________________________ 23 MEDITACIÓN III ____________________________________________ 25 MEDITACIÓN IV ____________________________________________ 27 MEDITACIÓN V ____________________________________________ 29 MEDITACIÓN VI ____________________________________________ 31 MEDITACIÓN VII ___________________________________________ 33 MEDITACIÓN VIII ___________________________________________ 35 MEDITACIÓN IX ____________________________________________ 37 MEDITACIÓN X ____________________________________________ 39 MEDITACIÓN XI ____________________________________________ 41 MEDITACIÓN XII ___________________________________________ 43 MEDITACIÓN XIII ___________________________________________ 45 MEDITACIÓN XIV ___________________________________________ 49 MEDITACIÓN XV ___________________________________________ 51 MEDITACIÓN XVI ___________________________________________ 55 MEDITACIÓN XVII __________________________________________ 59 MEDITACIÓN XVIII __________________________________________ 63 MEDITACIÓN XIX ___________________________________________ 67 MEDITACIÓN XX ___________________________________________ 71 MEDITACIÓN XXI ___________________________________________ 75 MEDITACIÓN XXII __________________________________________ 79 MEDITACIÓN XXIII __________________________________________ 81 MEDITACIÓN XXIV __________________________________________ 85 MEDITACIÓN XXV __________________________________________ 89 MEDITACIÓN XXVI __________________________________________ 93 MEDITACIÓN XXVII _________________________________________ 97 MEDITACIÓN XXVIII ________________________________________ 101 MEDITACIÓN XXIX _________________________________________ 103 MEDITACIÓN XXX _________________________________________ 105
  • 18.
  • 20.
  • 21. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 21 MEDITACIÓN I EL AMOR ES UNIÓN Punto 1º – La caridad es una virtud por la que amamos a Dios por Él mismo, y al prójimo por Dios. La caridad es una virtud que tiene dos actos: amar a Dios y amar al prójimo por Dios. Como quiera que el amor es virtud unitiva, de aquí que amar a Dios es unirse con Él, cumpliendo así la primera parte del primero y más excelente de todos los mandamientos. Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todas tus fuerzas. Esto es, que has de poner todos tus afectos en Dios, que en sólo Él has de pensar y por Él sólo has de sufrir. Y esto por ser Él, Dueño y Supremo Señor de todo lo criado, el infinito en todo su ser y perfecciones, en una palabra por ser Él quien es. Punto 2º – Amar al prójimo es también unión con el prójimo; pero no por razón de él mismo, más por la unión que todos tenemos con Dios por nuestro origen, por nuestro fin y por los medios que usamos para vivir siempre unidos con Él. Y como en esta unión con Dios es donde cada hombre encuentra su felicidad, por eso nos manda el Señor en la segunda parte de su primero y máximo mandamiento que amemos al prójimo como a nosotros mismos; esto es, que hagamos cuanto está de nuestra parte para que él, como nosotros, consiga y no pierda la unión con Dios. Punto 3º – Ve por qué, alma mía, a la caridad de Dios y del prójimo, sólo se opone lo que nos separa de Dios. Por eso oye al amadísimo apóstol San Juan que dice: «Si decimos que tenemos unión con Dios y andamos entre las tinieblas del
  • 22. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 22 pecado, mentimos y no tratamos verdad»1 . Por el contrario, si nos atenemos en todo a vivir, según la divina voluntad, entonces vivimos en unión con Dios y con nuestros hermanos. Oye cómo sigue diciendo el mismo apóstol del amor: «Pero si caminamos a la luz de la fe y santidad, como Él está asimismo en la luz, síguese de ahí que tenemos· nosotros una común y mutua unión»2 en Dios. AFECTOS De odio al pecado La culpa, Señor, sonroja mi rostro. Sin estar unido contigo soy como el sarmiento cortado de la vid para ser echado al fuego. ¿Quién me mueve a mirar otra cosa que no seas tú, Dios mío? ¿Por ventura no son estiércol todas las cosas y tú el sumo bien? En ti, dulcísimo Jesús, Maestro de toda perfección, en ti descanse mi mente. ¿Cómo me atreveré a mirar a las criaturas que me pueden arrebatar del lado de mi Dios? Volved, pecadores, a vuestro corazón, dentro de él está el reino del Señor. Él sólo sea vuestro tesoro, vuestro consolador y vuestra ayuda. PROPÓSITO Huirsiempredelpecado para noperder el amor a Dios y alprójimo 1 Epístola I, cap. I, v. 6 2 Epístola I, cap. I, v. 7
  • 23. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 23 MEDITACIÓN II EL AMOR ES UNIÓN Punto 1º – Dios es caridad y por eso ni se separa de nosotros ni cesa en su empeño de que nosotros vivamos unidos a Él; y por esta razón, el Discípulo Amado nos exhorta con tanta persuasión a considerar que los cristianos, conociendo el amor que Dios nos tiene, debernos permanecer siempre unidos a Él por el inefable lazo de la caridad. Oye, alma mía, sus palabras: «Nosotros asimismo hemos conocido y creído el amor que nos tiene Dios. Dios es caridad, y el que permanece en la caridad en Dios permanece y Dios en él»3 . Y para más obligarnos a desear la unión del amor con Dios, añade luego: «Amemos, pues, a Dios, ya que Dios nos amó primero»4 . Punto 2º – Teniendo el Discípulo Amado tanto deseo de que permaneciésemos en el amor de Dios, no podía menos de advertirnos los peligros que podían oponerse a esta unión, y por eso nos vuelve a avisar de que el pecado se opone al amor de Dios con estas palabras: «No queráis amar al mundo ni las cosas mundanas. Si alguno ama al mundo no habita en él la caridad del Padre. Porque todo lo que hay en el mundo· es concupiscencia de la carne, concupiscencia de los ojos y soberbia de la vida, lo cual no nace del Padre, sino del mundo. El mundo pasa y pasa también con él su concupiscencia. Mas, el que hace la voluntad de Dios permanece eternamente»5 . Punto 3º – Y para enseñarnos nuevamente cómo permaneceremos en esta unión eterna con Dios, dice estas consoladoras palabras; «Y pues sabéis que Dios es justo, 3 Epístola, I, 4, 16. 4 Epístola, I, 4, 19, 31 5 Epístola, I, 2, 15, 16 y 17
  • 24. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 24 sabed igualmente que quien vive según justicia es hijo del mismo»6 . Herederos, por consiguiente, de su gloria y príncipes de su reino celestial donde en retorno de las buenas obras y sacrificios que por Él hagamos, recibiremos al mismo Dios en posesión y goce por los siglos de los siglos. AFECTOS De amor a Dios ¡Dios mío, qué fríamente te he amado hasta aquí! ¡En qué poco he tenido permanecer en unión contigo! ¡Cuántas veces quebranté gravemente tu soberana voluntad haciéndome tu enemigo y poniéndome en el peligro de vivir eternamente apartado de ti! De hoy en más, Señor, no temeré a los que matan el cuerpo; pero huiré a toda costa del pecado que mata mi alma. Para más unirme a ti, Dios mío, quisiera ejercitarme en la práctica de las virtudes como el que más lo hizo de los santos. Mi corazón está preparado; ayúdame, Señor. No desprecies mi ruego, que nace de un corazón contrito y humillado. PROPÓSITO Corresponder conejerciciosde virtudes al amor que Dios nos hatenido primero 6 Epístola, I, 2, 29.
  • 25. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 25 MEDITACIÓN III EL AMOR ES UNIÓN Punto 1º – Porque Dios nos ama, por eso no ha perdonado medio para unirnos con Él, y para este fin «el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y a los que le recibieron, que son los que creen en su Nombre, dioles poder de llegar a ser hijos de Dios, los cuales no nacen de la sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de querer de hombre, sino que nacen de Dios por gracia» 7 . ¿Qué más pudo hacer para que nosotros queramos unirnos a Él, que unirse Él a nosotros con soberana humildad? Si tu Dios bajó hasta ti, ¿te desdeñaras tú de subir hasta Él? Punto 2º – Más pudo hacer Dios para urgimos a vivir unidos con Él y más hizo: no se unió solamente con una naturaleza humana igual a la mía, quiso unirse también conmigo y se me unió sacramentalmente, dándome a comer el cuerpo y a beber la sangre que había tomado por mi amor, y por eso orando nuestro Divino Salvador a su Eterno Padre le decía: «Y les he dado ya parte de la gloria que me diste alimentándolos con mi misma substancia, para que en cierta manera sean una misma cosa corno lo somos nosotros. Yo estoy en ellos y Tú estás siempre en mí; a fin de que sean consumados en la unidad»8 . Es, pues, Jesús lazo que une a los hombres con Dios, estando nosotros como conglutinados con Él por la sagrada Comunión y habitando en Cristo la Divinidad corporalmente, Él es, sin duda alguna, el trono donde reposa el hombre recostado en los brazos de Dios. Punto 3º – Excelsa unión es esta que nos diviniza, cuanto de Dios somos capaces, y tan deseada del Rey Divino que así rogaba a su Padre celestial: «Ruego que todos sean una misma cosa y que como Tú, ¡oh Padre!, estás en mí, y yo en ti 7 San Juan I, 12 y 13. 8 San Juan XVII, 22 y ss.
  • 26. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 26 por identidad de naturaleza, así sean ellos una misma cosa en nosotros por unión de amor, para que crea el mundo que Tú me has enviado»9 . Ve, alma mía, cómo evidentemente· nos declara el Maestro Divino el deseo de que todos los que lo seguimos y estamos unidos con Él, estemos también unidos por amor entre nosotros mismos, para que así conozcan los mundanos que Él es el Mesías. Tal es la fuerza de probar la Divinidad de Jesús, que tiene el amor de unos hombres a otros; y por aquí podemos deducir, cómo la caridad fraterna no existe si no tiene su origen en el amor de Dios. AFECTOS De deseo de unirnos a Dios mediante Jesucristo ¡Quién podrá llegar hasta ti, Dios mío, sin mi divino Rey Jesús! Nadie va al Padre si su Hijo Unigénito no lo lleva de la mano. ¡Desgraciados aquellos que se olvidan de ti, Jesús mío! Constantemente clamaré con el Apóstol San Pablo que sólo a ti quiero amar, que todas las cosas las desprecio por vivir abrazado a ti, que todo lo quiero sufrir: la desnudez, el hambre y hasta la misma muerte, para que mi vida sea siempre escondida contigo en Dios. PROPÓSITO No separarnosnuncade Jesús para en Él vivirunidosconDiosy con el prójimo 9 San Juan XVII, 21-36
  • 27. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 27 MEDITACIÓN IV EL AMOR ES UNIÓN Punto 1º – Nuestro Divino, Jesús quiere a toda costa unirnos con Él, no sólo en este mundo, desea tener además con nosotros una unión inmortal. Oigámoslo como ruega: « ¡Oh, Padre justo! Yo deseo ardientemente que aquellos que Tú me has dado estén conmigo allí donde yo estoy para que contemplen mi gloria, cual Tú me la has dado, porque Tú me amaste antes de la constitución del mundo»10 . ¡Qué plegaria tan consoladora! Punto 2º – ¡Qué amor tan tierno el de Jesús para los hombres! Después que anuncia a los apóstoles que dentro de poco los dejará, porque Él ha de irá la Casa de su Padre, en donde hay muchas mansiones y a donde va a prepararles lugar, les dice: «No os dejaré huérfanos, yo volveré a vosotros. Aún resta un poco de tiempo después del cual el mundo no me verá. Pero vosotros si me veréis, porque yo vivo y vosotros viviréis. Entonces conoceréis vosotros que yo estoy en mi Padre y que vosotros estáis en mí, y yo en vosotros»11 .¡Qué dulce esperanza! Punto 3º – Con razón dice la Sagrada Escritura que Dios tiene sus delicias en estar con los hijos de los hombres. Estas palabras no se pudieron entender y sentir con toda la delicadeza del amor que expresan hasta que el Rey de la Gloria dijo estas otras: «Y cuando haya ido y os haya preparado lugar, vendré otra vez y os llevaré conmigo, para que donde yo estoy estéis también vosotros. Que ya sabéis adónde voy y sabéis asimismo el camino»12 . ¡Qué gratísima promesa! 10 San Juan, I, 12 y 13. 11 San Juan, XVII, 22 y 28 12 San Juan, XVII, 21
  • 28. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 28 AFECTOS De ansias de vivir con Jesús en la Gloria ¿Cuándo, Jesús mío, cuándo será una realidad que yo te vea, que yo viva contigo para siempre, que mi alma viva anegada en el torrente de tus delicias? Sin contemplar la hermosura de tu rostro, sin mirarme en la suavidad de tus ojos deseados, sin oír los dulcísimos acentos de tus afables palabras, yo no puedo sentir otra cosa que tedio de esta vida y hambre de ti, Divino Esposo. Por eso mi alma te desea corno el ciervo la fuente de las aguas, por eso ansío morir para vivir contigo, Jesús del alma. PROPÓSITO Deponer porobra cuanto sea menester para nosepararmejamásde Jesús
  • 29. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 29 MEDITACIÓN V EL AMOR ES UNIÓN Punto 1º – Que no podemos estar unidos a Dios si no lo estamos con Cristo, es una verdad clarísimamente enseñada por el mismo Divino Maestro con estas palabras: «Yo soy la verdadera vid y mi Padre el labrador. Todo sarmiento que en Mí no lleva fruto, lo corta mi Padre; y todo aquel que diere fruto lo podará para que dé más […]. Al modo que el sarmiento no puede de suyo dar fruto, si no está unido con la vid; así tampoco vosotros si no estáis unidos conmigo. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos: quien está unido conmigo, y yo con él, ese da mucho fruto, porque sin Mí nada podéis hacer»13 , para conseguir la gloría y por consiguiente la eterna unión con Dios. Punto 2º – Escucha como el Salvador, alma mía, nos quiere mover, con penas y con premios para que vayamos a Él, con estas palabras: «El que no permanece en Mí será echado fuera, como el sarmiento inútil, y se secará y le cogerán y arrojarán al fuego y arderá»14 . La pena no puede ser ni más concreta ni más dura. Al contrario, añade: «Si permanecéis en Mí, y mis palabras permanecen en vos otros, pediréis lo que quisiereis, y se os otorgará»15 . Solamente el que está en Él puede conseguir los bienes que son de solo Él. Punto 3º – Mas deseando tanto el Divino Maestro que estemos unidos a Él, para que así lo estemos con su Eterno Padre, no había de dejar de enseñarnos de qué manera nos uniríamos nosotros con Él mismo. Medita, alma mía, sus palabras: «Quien ha recibido mis mandamientos y los observa, dice Jesús, ese es el que me ama. Y el que me ama será amado de mi Padre y yo le amaré [...] y así cualquiera 13 San Juan, XV, 1 - 5 14 San Juan, XV, 6 15 San Juan, XV, 7
  • 30. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 30 que ama observa mi doctrina, y mi Padre le amará, y vendremos a él y haremos morada dentro de él»16 . AFECTOS De deseos de vivir siempre unidos con Jesús Quiero guardar tu ley en medio de mi corazón, Jesús mío, y quiero tenerla siempre escrita en mis manos para que mis obras se conformen en todo a ella, pues bien sé que este es el modo de vivir siempre unido a Ti. No permitas, Jesús mío, que me separe de Ti ni un solo instante de mi vida y en la hora de mi muerte llámame y mándame ir a Ti, para que con todos tus santos te alabe por los siglos de los siglos. Amén. PROPÓSITO Observar siempreladoctrina de Jesús, para queelPadreyÉl moren enmí 16 San Juan, XIV, 21 y 23
  • 31. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 31 MEDITACIÓN VI PREMIO DE LA UNIÓN CON CRISTO Punto 1º – En la observancia de la doctrina o mandamientos de Jesucristo se encuentra todo bien, porque nos unimos no sólo con el Eterno Padre, mas también con el Divino Espíritu; así nos lo promete Jesús cuando dice: « Si me amáis observad mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre y os dará otro consolador para que esté con vosotros eternamente, a saber: el espíritu de verdad a quien el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce, pero vosotros le conoceréis, porque morará con vosotros y estará dentro de vosotros»17 . Este que morará dentro de nosotros es el Espíritu Santo, óptimo dador de todo bien que viene del cielo. Punto 2º – Ve por qué, alma mía, el que cree que Jesús es el Hijo de Dios y observa sus enseñanzas todo lo consigue, pues como el mismo Jesús nos dice: «Cuanto pidiereis al Padre en mi Nombre yo lo haré»18 . Y por esto hasta promete que los que creyeran en Él harían cosas mayores que Él19 . Y nos dice que todo nos lo concederá si guardamos sus preceptos, no como a siervos, más como a iguales, haciéndonos sus amigos20 . Punto 3º – No se contenta el Divino Salvador con regalar en este mundo a los que le obedecen. «El que me sirve, dice Jesús, sígame, que donde yo estoy allí estará también el que me sirve y a quien me sirve le honrara mi Padre»21 . Si con Jesús está en la tierra aquí le honrará el Padre, y si en el cielo, allí recibirá este honor, y para más convencernos de que en la observancia de los preceptos que Jesús nos da hallaremos todo bien divino, recordemos que Él ruega ardientemente a su 17 San Juan, XIV, 15, 16 y 17 18 San Juan, XIV, 13 19 San Juan, XIV, 12 20 San Juan, XV, 14 y 15 21 San Juan, XII, 26
  • 32. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 32 Eterno Padre para que los que le sirvan estén con Él gozando de la gloria22 . ¡Cuántos deseos tiene Jesús de que vivamos unidos a Él! AFECTOS De gratitud porque tanto bien nos da Jesús si cumplimos sus mandamientos No parece, Jesús mío, sino que no estamos obligados a servirte y que por eso nos ofreces tanto galardón si cumplimos tus preceptos. ¿No es tuyo todo nuestro ser? Tuya es mi alma con todas sus potencias, tuyo mi cuerpo con todos sus sentidos, tuyas son, Jesús mío, todas mis fuerzas. Y, sin embargo, atendiendo Tú siempre a mi bien, si te sirvo con lo que es tuyo, me premias como si todo fuera mío con bienes sobrenaturales que yo, con solas mis fuerzas, jamás pudiera conseguir. ¡Oh Rey de mi alma! Si tanto me obligas, ¿cómo no te sirvo más y más? PROPÓSITO Cumplir laleydeCristoparagozardeÉl 22 San Juan, VII, 24
  • 33. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 33 MEDITACIÓN VII EL AMOR A JESÚS SÍNTESIS DE TODA CARIDAD Punto 1º – Uno sólo es el precepto en el que se nos manda amar a Dios y amar al prójimo y, por lo tanto recíprocamente se comprueban el amor de Dios y el del prójimo, porque no puede estar el uno sin el otro y no puede suceder que falte en un alma uno de estos amores y exista el otro. Así lo afirma San Juan Evangelista cuando dice: «En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, si amamos a Dios»23 . Y también dice: «Y sobre todo tenemos este mandamiento de Dios, «que quien ama a Dios ame también a su hermano»24 . Punto 2º – Todavía podemos nosotros concretar más y sintetizar en un solo amor el que Dios nos pide para sí mismo y el que nos manda tener al prójimo, pues del mismo modo que se nos dice que el amor de Dios consiste en que guardemos sus mandamientos y que estos no son pesados25 ; y que si amamos al prójimo amamos a Dios, de la misma manera tenemos esta otra escritura: «Quien guarda los mandamientos de Jesucristo en ese verdaderamente, la caridad de Dios es perfecta, y por esto conocemos que estamos en Él. Quien dice que mora en Él debe seguir el mismo camino que Él siguió»26 . Resulta pues, alma mía, que en el amor a Jesús está todo amor perfecto. Con razón San Pablo anatematiza al hombre que no ama a Jesucristo. 23 I Epístola, V, 2 24 I Epístola, IV, 21 25 I Epístola, V, 3 26 I Epístola, II, 5 y 6
  • 34. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 34 Punto 3º – Y como sean una misma cosa estas diversas manifestaciones de nuestra caridad a Dios, a Cristo y al prójimo, bien se nota en que producen los mismos frutos y tienen para sus despreciadores los mismos castigos. El premio de la caridad es la eterna salvación, el goce eterno con la posesión de Dios. «En esto está la perfecta caridad de Dios con nosotros, dice nuestro Evangelista, en que nos da confianza para el día del juicio»27 . Al contrario, la falta de amor de Dios, de Cristo y del prójimo nos lleva a la muerte eterna. «El que me aborrece a mí también aborrece a mi Padre»28 . Y si «el que no cree en Él ya tiene hecha su condenación»29 . ¿Qué será de los que le aborrezcan? De los que no aman a su prójimo leemos: «Cualquiera que tiene odio a su hermano es homicida. Y ya sabéis que en ningún homicida tiene su morada la vida eterna». AFECTOS De amor a nuestro Divino Jesús en quien se encuentra el foco de todo amor perfecto Tú has llamado, Jesús mío, al alma santa tu esposa, tu única. Y yo quiero que Tú seas el único Esposo del alma mía. ¿A quién podré amar fuera de Ti, Bien mío, que más honrosa y suave ley me imponga y que con más fidelidad y mayor galardón me recompense? Mi honor es el mismo honor tuyo; tu yugo es suave y tu carga ligera; el cielo y la tierra pasarán, pero el cumplimiento de tus promesas no pasará jamás. Tú estás siempre a mi lado inspirándome y confortándome para que cumpla tus preceptos, ¿qué más puedes hacer, Jesús, para que te ame? ¿Qué menos puedo hacer para tener la dicha de abrasarme en el amor de los amores, que es mi Jesús? PROPÓSITO Amar aJesús 27 I Epístola, IV, 17 28 San Juan, XV, 23 29 San Juan, III, l8
  • 35. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 35 MEDITACIÓN VIII EL AMOR da Punto 1º – Dice un adagio que «dádivas quebrantan peñas», y como si Dios hubiera querido quebrantar la piedra de nuestro corazón con las más generosas dádivas, así nos las ha hecho para demostrar el amor que nos tiene. «Que tanto amó Dios al mundo, que no paró hasta dar a su Hijo Unigénito30 . Y en otra parte añade: «En esto se demostró la caridad de Dios hacia nosotros, en que Dios envió a su Hijo Unigénito al mundo, para que en Él tengamos la vida. Y en esto consiste su caridad, que no le envió porque nosotros habíamos amado a Dios, sino que Él nos amó primero a nosotros, y envió a su Hijo a ser víctima de propiciación por nuestros pecados»31 . «No envió Dios su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que por su medio el mundo se salve»32 . ¿Qué más nos pudo dar? Punto 2º – «El Verbo Divino tanto nos amó que se hizo carne y habitó entre nosotros»33 . Y vino para que «todos los que crean en Él no perezcan, sino que tengan vida eterna»34 . «Yo he venido para que tengáis vida y vida abundante», decía nuestro Divino Maestro, y si para darnos a nosotros la vida que es el don de los dones, tan to en el orden natural como en el sobrenatural, era preciso que Él perdiese la temporal que había tomado, Él ardía siempre en deseos de dar su sangre por sus 30 San Juan, III, 16 31 I Epístola, IV, 9 y 10 32 San Juan, III 33 San Juan, I, 14 34 San Juan, III, 15
  • 36. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 36 ovejas, y con razón había dicho: «Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor sacrifica su vida por sus ovejas»35 . ¿Qué más pudo darnos? Punto 3º – Y además, ¿qué más nos pudo dar Jesús que no nos diera? Nos dio su Sangre y también nos dio a su Madre. «He ahí a tu Madre», dijo Jesús desde la cruz a la Humanidad representada en San Juan Evangelista: «He ahí a tu hijo», le dijo a María36 . Mas, para que nadie pudiera aventajarle en dar, porque nadie podía aventajarle en el amor y según Él mismo había dicho: «Nadie tiene amor más grande; que el que da su vida por sus amigos»37 , por eso quiso Él dar su vida por nosotros, no una vez, que en esto muchos le habían de igualar, Él da su vida por nosotros una y mil veces, cuantas es consagrada la Hostia y el Cáliz, otras tantas se sacrifica por mí sobre el altar. ¡Prodigio de amor sólo dado a Dios realizar! ¿Quién será ahora capaz de alcanzar la medida del amor de Jesús a los hombres? AFECTOS De gratitud sin límites Imposible, Dios mío, imposible, que criatura alguna pueda corresponder a la magnitud de tus dones. ¿Qué vale mi vida en comparación de la tuya dada por mí una vez en la Cruz y miles de veces en el augusto Sacramento del Altar? Y, ¿qué pudiera yo hacer para corresponderte, Jesús mío, al don singularísimo de hacer a tu misma Madre la Madre mía? Todos los pensamientos, palabras y obras de mi corta y mezquina vida son como nada en relación con tan altos dones. Sin cesar, Señor, alabaré tus misericordias. Todo mi ser lo consagro a Ti, y con todo él quiero alabarte y bendecirte eternamente. PROPÓSITO DaraDiostodomihaberyposeer 35 San Juan, X, 11 36 San Juan, XIX, 25 y 26 37 San Juan, XV, 13
  • 37. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 37 MEDITACIÓN IX EL AMOR es dar Punto 1º – ¿Las gracias que hemos recibido de Dios quién las podrá contar? Nos dio a su Unigénito y en Él y por Él todas las cosas, pues, adoptándonos como hijos, con Cristo seremos herederos de los divinos tesoros. Oye, alma mía, como lo enseña San Juan, cuando después de afirmar que el Verbo Divino no fue recibido de los suyos hecho hombre, añade: «Pero a todos los que lo recibieron que son los que creen en su nombre, dioles poder de llegar a ser hijos de Dios, los cuales no nacen de la sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de querer de hombre, sino que nacen de Dios por la gracia»38 . Podemos ser hijos de Dios, ¿qué más podemos desear? Por eso el mismo San Juan exclama: «Mirad que tierno amor ha tenido hacia nosotros el Padre queriendo que nos llamemos hijos de Dios y lo seamos. Por eso el mundo no nos conoce, porque no conoce a Nuestro Padre»39 . Punto 2º – Que nuestro divino Maestro nos alienta para que no dudemos de su deseo de darnos, es evidente. Pedid y recibiréis. Todo lo que pidáis en mi nombre se os dará. El pan nuestro de cada día dánosle hoy, nos ha enseñado a decir a su Eterno Padre. Punto 3º – Y no sólo a pedirle lo necesario nos alienta con sus palabras y con sus obras el Divino Maestro. Recuerda, alma mía, las bodas de Canaa, donde Jesús, 38 San Juan, I, 12 y 13 39 I Epístola, III, 1
  • 38. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 38 a petición de su Madre Santísima, proveyó de vino, para que más se regalasen los que le obsequiaban y los que con Él eran obsequiados por aquellos esposos. Y daba una cosa de regalo, y para darla hacía el primero de sus milagros. ¡Qué amor! ¡Qué modo de dar! AFECTOS De gratitud ¿Cómo podré corresponder, Señor, a tantas gracias como me has dado? ¿Cómo agradecerte los deseos que tienes de darme más? ¿Qué te retribuiré, Señor, en retorno de todo lo que me has dado? Todo lo que yo puedo darte es ruin y mezquino: tus dones son larguísimos en el orden natural y en el sobrenatural riquísimos y celestiales. Mi retorno, Señor, será pedirte que me des más gracia, que me ayudes más, para más amarte y más obligado quedar a Ti, y en fuerza de tu largueza vivir ligado a Ti e impedido de separarme de tu lado por el peso de tus favores. PROPÓSITO Pedir a Dios que me ayude en misnecesidades
  • 39. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 39 MEDITACIÓN X EL AMOR da Punto 1º – Porque el Eterno Padre ama a su Hijo, le da cuanto tiene. He aquí como el Divino Maestro enseña esta doctrina: «En verdad, en verdad os digo, que no puede el Hijo hacer por si cosa alguna fuera de lo que viere hacer al Padre porque todo lo que Este hace lo hace igualmente el Hijo. Y es que como el Padre ama al Hijo, le comunica todas las cosas que hace, y aun le manifestará y hará en Él obras mayores que estas, de suerte que quedéis asombrados». Punto 2º – De como Jesús demuestra que ama a su Eterno Padre, dando por Él hasta la propia vida, bien claramente se manifiesta cuando, acercándose la hora de su Pasión, dijo a sus discípulos que ya iba a dar testimonio del amor que tenía a su Padre entregándose a los que le buscaban para crucificarlo. No pueden ser más claras y precisas las palabras del Divino Maestro: «Mas, para que el mundo conozca que amo al Padre […] Levantaos y vamos de aquí». Punto 3º – Si el Eterno Padre y Jesús demuestran su amor por lo que dan, no debe ser otro nuestro modo de probar el amor, y por eso nos dice el Discípulo amado: «Quien tiene bienes de este mundo, y viendo a su hermano en necesidad, cierra las entrañas para no compadecerse de él, ¿cómo es posible que resida en él la caridad de Dios? Hijitos míos, no amemos solamente de palabra y con la lengua, sino con obras y de veras o sinceramente»40 . 40 I Epístola, III, 17 y 18
  • 40. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 40 Y no sólo los bienes exteriores, hasta la vida quiere Jesús que haya quien dé por sus hermanos, a semejanza de Él, que se ha llamado buen Pastor, porque había de dar hasta la última gota de su sangre por sus ovejas, AFECTOS De desprendimiento Hame prendido el Señor con cadenas tan fuertes, que me sería casi imposible no emplearme todo en amarlo y servirlo, si no me enloquecieran de algún modo mis pasiones. Cuanto soy y poseo todo es tuyo, ¿qué cosa más justa que retomarlo todo a Ti? Perdí la gloria en el pecado de Adán, y Tu, Dios mío, para volverme el derecho a ella, me diste a tu Unigénito, esplendor de tu gloria y candor de tu luz increada. ¡El Divino Verbo hecho hombre me dio su propia vida y se me dio en alimento! ¿Qué podré yo negarte, Dios mío? ¿Qué haré yo por Ti, mi Jesús, que me parezca mucho sacrificio? ¿Qué podré yo darte que no sea mezquina dádiva? Pídeme, Señor, pídeme cuanto quieras y dame tu gracia para que te dé cuanto me pidas y nada te regatee. PROPÓSITO Devolvertodomihabery poseeraDiosquemelo hadado
  • 41. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 41 MEDITACIÓN XI AMOR interesado Punto 1º – Muchos viven a costa de la piedad de los que aman a Dios. A estos negociantes del culto divino los reprobó el Divino Maestro del modo más duro que usó en toda su vida, según leemos en el Evangelista San Juan: «Jesús subió a Jerusalén, y encontrando en el Templo gentes que vendían bueyes, y ovejas, y palomas, y cambistas sentados en sus mesas habiendo formado de cuerdas como un azote, los echó a todos del Templo, juntamente con las ovejas y bueyes, y derramó por el suelo el dinero de los cambistas, derribando las mesas y hasta a los que vendían palomas les dijo: Quitad eso de aquí, y no queráis hacer de la casa de mi Padre un casa de tráfico»41 . Punto 2º – Hay muchos que fingen imitar a Cristo, pero lo hacen principalmente por el provecho que en ello encuentran, y por eso no trabajan como Él por amor, más por el salario o recompensa que reciben. Estos son los falsos pastores que reprocha el buen Pastor con estas palabras: «Pero el mercenario y el que no es propio pastor, de quien no son propias las ovejas, en viendo venir al lobo desampara a las ovejas y huye, y el lobo las arrebata y dispersa el rebaño. El mercenario huye por la razón de que es asalariado, y no tiene interés alguno en las ovejas»42 . Punto 3º – Tampoco faltan otros que buscan a Cristo, pero no por hallar en Él la fe verdadera, más por los bienes o goces temporales que Él les proporciona, y a estos también reprende el Rey Divino diciéndoles: «En verdad, en verdad os digo, que 41 San Juan, II, 3 42 San Juan, X, 12
  • 42. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 42 vosotros me buscáis, no por mi doctrina atestiguada por los milagros que habéis visto, más porque os he dado de comer con aquellos panes hasta saciaros. Trabajad para tener no tanto el manjar que se consume, sino el que dura hasta la vida eterna, el cual os dará el Hijo del hombre, pues en Él imprimió su sello e imagen el Padre que es Dios»43 . AFECTOS De desprecio de todas las cosas ¿De qué me valdrán, divino Maestro mío, riquezas que Tú abominas? ¿Para qué, Señor, procurar con tanto ahínco bienes que son terrenos y que apartan de Ti los afectos de mi corazón y los pensamientos de mi mente? ¿Para qué, único Bien mío, paso la vida suspirando por adquirir algo más de los tesoros deleznables de este mundo, que solo me sirven para intranquilizarme y turbar la paz de mi alma y el sosiego de mi espíritu donde Tú quieres vivir? ¿Por qué he de servir a señor que puedo perder? ¿Por qué he de poner mi corazón en bienes que destruyen el orín y la polilla? ¿Por qué no he de despreciarlo todo por Ti? Dame tu amor y gracia y eso me basta. PROPÓSITO Arrancar miafectodelosbienesdelatierra 43 San Juan, VI, 26
  • 43. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 43 MEDITACIÓN XII El AMOR casto Punto 1º – El amor de las almas puras es el amor de los regalos e íntimas comunicaciones con Jesús. El natural fruto de los castos amores con el Divino Esposo debe tener en sí dulcedumbres y sabor divinos y hartura de deleites celestiales, que no en vano las almas verdaderamente puras se abstienen por amor de Él de todo gusto y regalo sensual. Entre todos los apóstoles y entre todas las almas santas el discípulo más amado, el Discípulo Amado por excelencia, es Juan, el virgen, el castísimo Juan. De él se dice lo que de él sólo se ha escrito ni se escribirá jamás. «Uno de sus discípulos, al cual amaba Jesús, estaba recostado a la mesa en el seno de Jesús, y a éste discípulo hizo una seña Simón Pedro para que averiguase del Divino Maestro quien era de los discípulos el que lo había de entregar y entonces recostándose sobre el pecho de Jesús, le dijo: Señor, ¿quién es? Jesús le respondió: aquel a quien yo diere el pan mojado»44 . A Juan lo recostó sobre su pecho, a él sólo le dijo su secreto. Punto 2º – A fin de vislumbrar los regalos que guarda el Divino Cordero para las almas que son por su pureza como lirios y azucenas del valle venturoso donde sestea y se apacienta Jesús, basta recordar que a Juan, y solo a Juan, hizo depositario de su Santísima Madre; y viendo al discípulo que amaba que estaba allí dijo a su Madre: «Mujer, he ahí a tu hijo. Después, dijo al discípulo, he ahí a tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió por suya»45 . ¡La recibió por suya! ¡A Ella! ¡A María! ¡A la Madre de Jesús, por Madre suya! ¡A la Madre de la luz y de la gracia, la recibió como cosa y posesión suya! 44 San Juan, XII, 23 al 26 45 San Juan, XIX, 26 y 27
  • 44. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 44 ¡Imposible que otro consiga esta misma prerrogativa! ¡Imposible no vivir envidiando a Juan todos los días de nuestra vida! ¿Quién extrañará que el que vivió mirándose en la Madre de la Sabiduría, como en cosa propia, se levantase hasta el principio de toda vida y penetrara los divinos arcanos cual águila superior a toda otra inteligencia? Punto 3º – El amor puro, como libre de toda otra mezcla que lo haga pesado y lo entorpezca aunque empiece a correr a la par con los más aventajados en el amor que no son tan puros, siempre los deja atrás en la carrera. María Magdalena fue corriendo a Simón Pedro y al otro discípulo a quien amaba Jesús y les dijo: «Han quitado al Señor del sepulcro y no sabemos dónde lo han puesto. Salió, pues, Pedro y aquel otro discípulo, y fueron al sepulcro. Y corrían los dos a la par, mas, el otro discípulo se adelantó corriendo más aprisa que Pedro y llegó primero al sepulcro, mas no entró dentro». Cualidad admirable y la más característica del verdadero amor de Jesús, por vehemente que sea, notase en este hecho de Juan, que habiendo llegado el primero al sepulcro, no entró en él, hasta que llegó Pedro. «Entonces entró también el otro discípulo, que había llegado el primero al sepulcro y vio y creyó». Juan vio y creyó, porque los otros aun no en tendían la Escritura, «que era menester que Jesús resucitara de entre los muertos». ¡Cuánto amor y cuánta luz! AFECTOS De amor a la pureza de corazón Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios. ¡Ay, alma mía!, ¿cuándo será el feliz momento en que yo te sienta limpia de todo afecto de criaturas, de tal manera, que solo esté mi corazón en ti como en su único tesoro? ¿Cuándo perderé, Señor, el gusto a las criaturas que he seguido hasta hoy, para ir sólo en pos de Ti adonde quiera que vayas? ¿Cuándo podré exclamar con los santos que me causan hedor las cosas terrenas y que sólo deseo aspirar la gracia que se derrama de tus labios, Jesús mío? Purifica más y más mi alma y mis sentidos para que yo alcance a oír el cantar nuevo de las almas puras y a gozar el galardón de los que en Ti buscaron sus deleites. PROPÓSITO Purificarmecadadíamásdetodoafectoalascriaturasparatenerlotodoenteroen sólo Dios
  • 45. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 45 MEDITACIÓN XIII Del AMOR de ternura Punto 1º – Disputábale Santa Teresa la primada en el amor a Jesús a la Magdalena y no se daba por contenta si pensaba que no le amaba, por lo menos, tanto como ella. ¡Dichosas las almas que se atreven a entrar en esta lid de amores! ¿Quién será capaz de apreciar los grados del amor de Dios que las almas alcanzan en la tierra? Digna de ser emulada es la mística osadía de nuestra santa; pero difícilmente se hallará discípula alguna de Cristo que, en lo que aparece, se pueda colocar en circunstancias tan denunciadoras por sí mismas de amor más tierno, que la Magdalena. Postrada ella a los pies de Jesús ungiéndolos con precioso ungüento de nardo puro, y enjugándolos con sus propios cabellos, y sentada a los pies del Divino Maestro, embriagándose en las palabras de Él. Mientras Marta se quejaba de ella, es evidente testimonio de las delicias y regalos que Dios da a gustar a los que de veras se convierten a Él, siendo tal el enajenamiento que las dulzuras de la gracia causan en las almas, que, como a la Magdalena, le son indiferentes el qué dirán de aquellos que los rodean y las diatribas y reprensiones de los que juzgan perdido el tiempo debidamente pasado al lado de Jesús, regalándose en sus perfecciones y enseñanzas. Punto 2º – La ternura del amor de la Magdalena era tanta, cuanta se expresa en aquella sentida queja que dirigió al Maestro, cuando lo vio después de la muerte de Lázaro, y postrándose a sus pies le dijo: «Señor, si hubieras estado aquí, mi
  • 46. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 46 hermano no hubiese muerto»46 . Y con sus lágrimas enternecía el corazón de su amadísimo Jesús, que lloró también con ella. Y si, exceso de ternura buscamos, ¿dónde lo hallaremos más cumplido que en aquel divino instante en que, recostado el Discípulo Amado sobre el pecho de Jesús, era regalado por éste con la visión de secretos celestiales? En estos deliciosos momentos es cuando de una manera casi sensible se realiza en el hombre aquel dichoso tránsito por el cual el alma más está donde ama que donde anima, pues tan olvidada vive de sí misma, que ya no desea ni suspira por otra cosa que no sea morar muy a solas en el amoroso nido que le prestan los dulces brazos del Amado. Punto 3º – Cual fuera la ternura del amor de la Magdalena para Jesús, fácilmente se colige recordando que ella muy de mañana fue al sepulcro del Señor, y en viendo quitada la losa corrió a dar aviso a Pedro y a Juan, y, volvió con ellos nuevamente al sepulcro. Y aunque estos apóstoles se volvieron otra vez a su casa, ella se quedó allí llorando, porque «se habían llevado a su Señor y no sabía dónde le habían puesto». Mas, las ternezas verdaderamente imposibles de superar están contenidas en la respuesta que dio la Magdalena al mismo Jesús cuando éste le preguntó: «Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?». Y ella, creyendo que era un hortelano le contestó, «Señor, si tú te lo has llevado de aquí, dime en dónde lo has puesto, y yo me 1o llevare»47 . ¡Oh inefable ternura que todo lo hace factible y a todo hace atreverse al alma que así ama, con tal de no perder la presencia y posesión del Amado! AFECTOS De esperanza de vivir siempre en la divina presencia Jesús mío, suene tu voz en mi oído, tu voz es dulce. No te me escondas, dulcísimo Esposo de mi alma. Descúbreme tu presencia arrobadora y no te olvides de que mi alma codicia mirarse en tus oros, deseados, que tengo en mis entrañas dibujados. Ven a mí, Bien mío, que mi alma sin tu presencia adolece, pena y muere. 46 San Juan, II, 32 47 San Juan, XX, 1 y ss.
  • 47. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 47 Permíteme, Amor de mis amores, que desfallezca y me extasíe en los atrios de tu casa santa. Que yo sienta refrigerarse mi alma con el rocío de tu cabeza. Quiero vivir, Jesús mío, mejor un día en tu presencia, que mil años en la compañía de los pecadores. Tú eres mi esperanza, mi auxilio y mi único consuelo. PROPÓSITO Buscar dondequiera a Jesús comoaúnico Bien mío
  • 48.
  • 49. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 49 MEDITACIÓN XIV Flaqueza del AMOR de ternura Punto 1º – Apetecer el amor de Dios por los gustos y regalos que en él hallan las almas, es cambiar el oro por la escoria, lo sensible por lo espiritual. En este defecto caen ordinariamente los principiantes en las lides del amor, con lo que claramente demuestran que más se aman a sí mismos que a Dios. Fue llevado al monte Tabor San Pedro, y cuando vio que la gloria resplandecía en el divino rostro de Jesús y extasiado gustaba las delicias celestiales, exclamó diciendo: «Bueno sería que nos quedáramos aquí». Pero Jesús, que es el Maestro del más sublime amor, para nada tiene presente estas imperfectas palabras, y, en cambio, no habla de otra cosa con Elías y Moisés que de los sacrificios que había de llevar a cabo por la salvación de los hombres. Punto 2º – Y no podía suceder de otro modo, Pedro estaba solamente imbuido en el amor terreno y carnal. Apetecía la gloria, buscaba el regalo, le agradaba ser preferido a los demás apóstoles. El amor de Pedro a Jesús era demasiado tierno para avenirse a pensar que el tálamo donde se desposa el alma con Dios es la cruz. Tan lejos estaba San Pedro de pensar que había de ser muerto en una cruz, a semejanza del Hijo del Hombre, que en una de las muchas ocasiones en que Jesús habló de los tormentos que le habían de hacer sufrir los escribas y fariseos, Pedro se atrevió a increparlo y a disuadirlo de tal pensamiento con tanto ahínco, que el Maestro soberano le arguyó diciendo: «Quítateme de delante,
  • 50. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 50 Satanás, estorbo me eres, porque no entiendes las cosas que son de Dios sino las de los hombres»48 . Punto 3º – Y porque San Pedro no llego a entender en la ternura de su amor otra cosa que gozar de Cristo, aunque fuera a costa del sacrificio de los demás, como lo puso en práctica en el momento en que Jesús se entregaba en manos de sus enemigos; y porque no entendió que para ser de Cristo hay que negarse a sí mismo, tomar la cruz y seguirlo, por eso, a pesar de todas sus jactancias y humanas valentías, a la hora de la prueba suprema empezó por seguir al Maestro desde lejos y acabó por negarlo cobardemente. AFECTOS De amor al sufrimiento «Padecer quiero, Señor, pues vos padecisteis; cúmplase en mi de todas maneras vuestra voluntad, y no plega a Vuestra Majestad que cosa de tanto precio como vuestro amor se dé a gente que os sirva sólo por gustos». «Sí, que no está el amor de Dios en tener lágrimas, ni en estos gustos y ternuras, que por la mayor parte los deseamos, y condolámonos con ellos, sino en servir con justicia, y fortaleza de ánimo y humildad»49 . PROPÓSITO Noapetecerlosregalosy ternuras,nidelalma ni del cuerpo,aunquesean deDios 48 Mateo, XVI, 23 49 Vida de Santa Teresa de Jesús, XI
  • 51. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 51 MEDITACIÓN XV AMOR de fortaleza Punto 1º – La fortaleza más consiste en sufrir que en acometer, por eso el amor verdaderamente fuerte tolera hasta la muerte por el Amado. Y en padecer esta prueba, la más terrible y espantable de cuantas se pueden sufrir en esta vida, ha puesto nuestro Maestro la nota característica del mayor grado de amor que alcanza el alma, cuando nos ha dicho que nadie tiene más caridad que el que da la vida por sus amigos. Y en este sacrificio ha hecho consistir también el principio de todas las divinas ternuras, pues el que no tiene valor para confesarlo delante de los hombres no será tampoco confesado por Él delante de su Padre que está en los cielos. Punto 2º – Pero, como no es lo ordinario demostrar la fortaleza de nuestro amor sacrificando la vida, hay otras muchas privaciones que imponerse, las cuales por su duración pueden ser tan heroicas como la del martirio. Puede el alma renunciar a las riquezas, en el afecto a lo que están obligados todos los hombres y en el afecto a lo que se obligan los que hacen voto de pobreza. Y soportar las privaciones y molestias que acarrea el no poseer cosa alguna es gran prueba de firmeza en el amor. Bienaventurados los pobres de espíritu, dice el Maestro del amor. Y éstos son los que no quieren honras ni riquezas, aunque sean moderadas. Hay también hombres que renuncian a los gustos de la carne, sosteniendo cruda guerra con ésta, que es el más temible enemigo de nuestras almas. Y los que así obran, con la gracia del Señor, tanto se niegan a sí mismos, y tan fuertemente, se abrazan a su cruz, que las almas vírgenes son las que siguen al Cordero a donde quiera que él va.
  • 52. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 52 Y de los que renuncian al propio juicio y a la propia voluntad para vivir la vida de la fe, nacen los justos que agradan a Dios y los que, llevados en brazos de la divina voluntad o de los que representan a Dios, marchan seguros casi de no naufragar en las tempestades del mar de esta vida. El que obedece a Dios es amado de Él, y el que obedece al superior a Dios obedece. Punto 3º – También se prueba la fortaleza del amor privándonos de la presencia y consuelos del Amado por amor de Él mismo. «Si me amarais os alegraríais porque voy al Padre»50 , decía Jesús a sus apóstoles, pues así Él sería glorificado sin que hubiera de sufrir más los horrores de la Pasión. Esta prueba de amor practicó la Magdalena cuando, al ver resucitado a Jesús, arrojose a los pies de éste y Él la apartó de sí diciéndole: «No me toques; antes bien vete»51 . Privarse por Dios de los seres que más amarnos es también gran prueba de firmeza en el amor, siendo de advertir que suele ser más fuerte privarnos de las personas que amamos por elección que de las que amamos por ley natural. Tolerar que sufran o ser nosotros los que causemos o aumentemos el padecer de los que amamos, y esto hacerlo por puro amor divino, es indudablemente amor de héroes. Así amaron las madres y esposas que se privaron de sus hijos y esposos alentándolos al martirio, así sufrió la Magdalena abrazada al pie de la cruz. Este fue el compendio de los sublimes amores de la Reina de los mártires: estar en pie junto a la cruz donde veía morir a su Hijo y no dar señales de turbación, ni de desmayo, ni de flaqueza alguna, por más que su dolor era sobre todo dolor, contribuyendo, cuanto le era posible, con su conformidad a la Pasión de Jesús. AFECTOS De confusión por nuestras flaquezas Llora, alma mía, tus flaquezas. ¿Hasta cuándo amaras como eres amada de tu Dios? Él nada te ha negado, Él se ha hecho hombre y ha sufrido por ti toda clase de privaciones, de afrentas y de tormentos... Y tú, ¿qué has padecido por Jesus? Mientras no sufras la muerte, todos serán como sombra de tormentos los que toleres por tu Jesus. Y siendo así, Dios mío, ¿cómo no me confundo de vergüenza al 50 San Juan, XIV, 28 51 San Juan, XX, 17
  • 53. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 53 dejarme llevar de la repugnancia que me causa el trabajo, la enfermedad, la pobreza, la mortificación y los desprecios? ¿Aprenderé, Señor, algún día, a privarme de la presencia y consuelos de las cosas y personas amadas? Dichosos los que por experiencia aprendieron a privarse por puro amor de Dios de las criaturas que amaron con mayor preferencia: Mi Dios y todas mis cosas. PROPÓSITO Sufrir todoslostrabajos,privaciones ydespreciospor amordeCristo
  • 54.
  • 55. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 55 MEDITACIÓN XVI Del amor tímido Punto 1º – Hay un amor divino oculto y tímido que hace a los hombres fingir que no son de Cristo aparentando seguir a los contrarios del espíritu cristiano; éstos son manifiestos hipócritas del vicio o de la religión. De este número son todos aquellos que reconocen en Cristo al Hombre Dios, verdadero y único Maestro de la humanidad, pero que no lo siguen manifiestamente porque aman más la gloria de los hombres que la gloria de Dios, o porque temen sufrir detrimento en sus intereses materiales, o en su prestigio social, o en el puesto que ocupan, o en el afecto y consideración de las personas con quienes tratan, o en los fines ulteriores que persiguen. Conocedores hay de Dios que se ocultan cobardemente para confesar a Jesús y a su Iglesia delante de los hombres, por temor a una palabra irónica, a una burlona sonrisa, a un ridículo qué dirán. De este número era un hombre de los fariseos, llamado Nicodemus, príncipe de los judíos. Este vino a Jesús de noche y le dijo: «Sabemos que eres maestro, venido de Dios, porque ninguno puede hacer estos milagros que tú haces si Dios no estuviese con él»52 . Y no obstante de reconocer que Cristo era el enviado de Dios, el Mesías prometido, callaba cuando debía hablar en la defensa de Cristo y con su silencio 52 San Juan, III, 1 y 2
  • 56. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 56 o temerosa palabra, contribuía a la crucifixión del inocente Maestro de la Humanidad. Punto 2º – Del número de los que aman tímidamente son también los que por naturaleza son medrosos, o los que vinieron a serlo por no haber sufrido sin amilanarse desengaños y contrariedades de los hombres, enemigos de aquellos que al parecer debieron alentarlos más en los trabajos emprendidos por la gloria de Dios, o los que por exceso de humildad desconfían demasiado de sus propias fuerzas, o los que por falta de fe no confían en Dios cuanto prudentemente deben confiar, o los que por temor a fracasar en sus empresas santas retroceden siempre ante todo intento de trabajo por Dios. En una palabra, este amor de los pusilánimes es infecundo para el que lo padece y para los que dependen de tales personas es igualmente dañoso. Por esta pusilanimidad no vendió todo lo que poseía aquel joven que sintiose llamado por el mismo Cristo para que lo siguiera. Dominados por esta cobardía huyeron los apóstoles la noche de la Pasión y dejaron solo a su divino Pastor. La timidez apartó a muchos cristianos del martirio, y es causa de que muchos no sean santos y de que no pocos ni lo intenten siquiera. Creen que no pueden, les espanta la lucha, los sacrificios que han de hacer, las tentaciones que han de vencer, y si del todo no se apartan de Jesús, es porque temen también perder el premio. Punto 3º – Este medroso amor tórnase a las veces valiente y arrojado en la desgracia del Amado. Así acaeció con Nicodemus y con aquel otro José de Arimatea, ambos discípulos vergonzantes del Señor, pues, como dice nuestro Evangelista, después de muerto el Maestro: «José, natural de Arimatea, que era discípulo de Jesús, bien oculto por miedo de los Judíos, pidió licencia a Pilato para recoger el cuerpo de Jesus. Y vino también Nicodemus, aquel mismo que en otra ocasión había ido de noche a encontrar a Jesús, trayendo consigo una confección de mirra y aloe, como cien libras, y tomaron el cuerpo de Jesus, y bañado en las especies aromáticas, lo amortajaron con lienzos, según la costumbre de sepultar de los judíos»53 . Si tú, alma mía, sientes temores infundados para acometer alguna empresa por Jesús, si te espanta emprender el único negocio importante de esta vida, que es la santificación propia, medita y considera como Jesús, tu Esposo, hállase olvidado de casi todos los hombres, despreciado de muchos y combatido de no pocos, y lánzate a luchar para que Él sea conocido y amado de todos aquellos a los cuales puedan llegar tus palabras y ejemplos. 53 San Juan, XIX, 38 y ss.
  • 57. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 57 AFECTOS De aborrecimiento al temor infundido y de ansias de obrar siempre impulsado por celo prudente «De ningún cobarde se ha escrito nada bueno», dice un adagio para enseñarnos que la cobardía nada inspira digno de loa, y si esto se dice de las obras humanas, ¿cuánto más cierto será esto tratándose de la empresa de nuestra santificación que es la más ardua de todas las hazañas que puede acometer el hombre? No sea yo como Jonás que huya de cumplir tus preceptos y soberana voluntad por temor a tus enemigos. No tema yo a los que matan el cuerpo y no pueden matar el alma, a los jueces tus enemigos, delante de los cuales tú me darás palabras de sabiduría que ellos no podrán resistir, ni a las tentaciones que son pruebas en las que tú quieres que venza y para lo que me das cuanta ayuda necesito, premiándome después con galardón eterno. Esté yo seguro de que tú me ayudas y tendré certeza de que todo lo puedo. Pídeme, Señor lo que quieras, pero dame lo que me pidas. Conforta mi flaqueza enviando sobre mi alma el fuego de tu Divino Espíritu. PROPÓSITO Sujetartodas misempresas ala obediencia, no intimidándomepor cosa alguna del cielonide latierra cuando me impulse unlegítimosuperior
  • 58.
  • 59. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 59 MEDITACIÓN XVII Del amor Jactancioso Punto 1º – No quiere Dios, alma mía, el amor que no pasa más que de palabras, y mucho menos si estas palabras son de falsedad, porque el hombre se atribuya a sí más de la virtud que realmente tiene. Esta especie de amor jactancioso nace de no estar ejercitadas las almas en el amor divino. Los hombres que saben de luchas espirituales conocen perfectamente su flaqueza y no confían en sí mismos, sino que en todo estriban principalmente en la ayuda que les ha de venir de lo alto y, así, más atribuyen a Dios, si algún triunfo consiguen, el mérito de la victoria, que a ellos mismos y de este modo no se exaltan a sí propios. Pero si no reconoce el hombre su ignorancia y flaqueza, se aparta insensiblemente de Dios y llega a creerse tan superior a lo que en realidad es, que, en su extravío, llega a decir como el rey de Tiro, de quien escribe la Sagrada Escritura que blasfemaba con estas torpes palabras: «Se ha engreído tu corazón y has dicho: yo soy Dios»54 . Punto 2º – El amor jactancioso, alma mía, por ser tan imperfecto es necesariamente flaco y arrastra a los que de él se dejan llevar a las más humillantes faltas y caídas, porque hace a los hombres prometer o proponerse más de lo que es permitido a sus propias fuerzas. 54 Ezequiel, 28, 2
  • 60. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 60 Son evidente ejemplo de lo que acabas de leer, alma mía, los apóstoles San Pedro y Santo Tomas. Este alentaba un día a todos sus condiscípulos a seguir a Cristo en los peligros diciéndoles: «Vamos también nosotros y muramos con Él»55 . Aquel, cuando Jesús decía a todos sus discípulos que ya no lo podrían seguir, repuso diciendo: «¿Por qué no te puedo yo seguir ahora. Mi alma pondré por ti»56 . De estos dos, Pedro negó a Jesús aquella misma noche tres veces, y Tomás, sobre huir con los demás apóstoles dejando a Jesús en poder de los que lo habían de crucificar, no quiso creer el testimonio de sus condiscípulos que le decían haber visto a Cristo resucitado. También hay jactanciosos que se creen superiores a los demás hombres, contrariando así la caridad fraterna, aconteciendo a éstos que, mientras ellos se ensalzan delante de los demás, Dios los rechaza y condena. En esto vino a parar el fariseo que, jactándose de sí mismo, prorrumpió en contumelias en contra de los demás hombres, diciendo, mientras oraba puesto de pie en el templo: «Oh Dios, te doy gracias de que no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como este publicano... Os declaro que éste el publicano, volvió a su casa justificado, mas no el otro»57 . Así lo dice el Maestro Divino. Punto 3º – Este amor jactancioso se cura con la presencia y consideración de Jesús humildísimo. Negó Pedro a Cristo con horrible ingratitud y cobardía, pero miró Jesús al que tan hondo había caído y lo sostuvo, miró Pedro a su Maestro y levantose con verdadero valor de héroe para llorar amargamente su pecado toda la vida y para aprender prácticamente, desde entonces, que a los humildes, y no a los soberbios jactanciosos, es a quienes el Señor da su gracia. Verdad es también que huyó y negó Tomás, pero el Hijo del hombre se le mostró para hacerle ver sus manos y costado, amonestándolo para que no fuera incrédulo, sino fiel. Tomás entonces, iluminado por la divina lumbre de la humildad del Maestro, humillándose también profundamente y adorando al Resucitado, exclamó: « ¡Señor mío y Dios mío!»58 . Aprenda yo, Jesús mío, a ser humilde de corazón y, como de la abundancia del corazón habla la boca, no habrá ciertamente en mis labios palabras para ensalzarme y sí para reconocer siempre, que de mi nada soy y que cuanto puedo y valgo todo es gracia tuya y prueba evidente del infinito amor que me tienes, Rey de mi alma. 55 San Juan, XI, 16 56 San Juan, XIII, 37 57 San Lucas, XVIII, 10 al 14 58 San Juan, XX, 28
  • 61. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 61 AFECTOS De odio a la jactancia y de amor a la humildad Mi bien, Señor, lo hallé cuando me humillaste. ¿De qué me aprovechará la soberbia ni qué me dará la jactancia? La alabanza en boca propia es vituperio, y el que se ensalza será humillado. Estas sentencias, del sentido común la primera y del Maestro divino la segunda, me enseñan a ser humilde en mis palabras, anonadándome y confesando mi propia ruindad y vileza. Y si bien es verdad que no he de ocultar las gracias de Dios, cuando para su gloria deba manifestarlas, también lo es que he de estar muy firme en atribuirlas a Él, sin que me robe nada de su gloria con mis palabras, hablando yo siempre a la manera de San Pablo que, impelido por los de Corinto a referirles las visiones y revelaciones que el Señor le había hecho, no dejó de sacar a colación sus flaquezas y el estímulo o aguijón de su carne que le daba en rostro sin cesar por lo que él decía: «con gusto me gloriaré de mis flaquezas o enfermedades, para que haga morada en mí el poder de Cristo»59 . PROPÓSITO Huir toda palabra de jactanciareconociendosiempreque losdemásdebenser preferidos amí 59 II Corintios, XII, 9
  • 62.
  • 63. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 63 MEDITACIÓN XVIII DEL AMOR TIBIO Punto 1º – De todos los vicios que contrarían el amor el que más repugna al divino Maestro es la tibieza, con palabras del más evidente desagrado lo ha expresado así en el Apocalipsis60 . «Sé tus obras, que ni eres frío ni caliente», dice al ángel de Laodicea. Y tanto le repugna ese estado del alma en que no se siente ni frío por el pecado, ni caliente por la caridad, que añade: «¡Ojalá que fueras frío o caliente!» Con lo que nos hace ver nuestro Señor dos cosas, que prefiere el alma encendida por la caridad al alma tibia, en lo que nos manifiesta una verdad a todas luces sencillas, pues cuanto más caridad hay en un alma tanto es más estimada de Dios, por consiguiente, le son menos estimables los que más tienden a enfriarse por la tibieza de sus corazones, pero donde nos hace notar Dios la repugnancia que siente para las almas que no son frías ni calientes es cuando prefiere los fríos a los tibios. Las almas frías son las que viven sin gracia, las que consintieron grave pecado, y esto no obstante, dice el Señor al tibio: «¡Ojalá que fueses frío!» No por razón de la culpa que en sí misma es más grave que la de la tibieza; mas es preferible el frío al tibio, porque está más preparado para la enmienda el primero que el segundo. Y para no dejar el Maestro soberano la menor duda de la repugnancia que los tibios le causan, ha dicho estas terribles palabras: «Más porque eres tibio 60 Apocalipsis III, 15 y ss.
  • 64. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 64 y ni frío ni caliente te comenzaré a vomitar de mi boca». Esto es, te abandonaré a tus propias ignorancias y flaquezas. Punto 2º – El peor síntoma de la grave enfermedad que padecen los tibios, es el que ellos lejos de sentirse y reconocerse enfermos, se creen perfectamente sanos y llenos de todos los bienes; así nos lo enseña la Sagrada Escritura hablando del tibio en el mismo lugar citado: «Porque, dices rico soy y estoy lleno de bienes y de nada tengo falta». El que nada necesita no pide cosa alguna a alguien. Mas quien, porque posee alguna riqueza terrena, se cree que todo lo tiene y por tal motivo se priva de Dios de todo está necesitado, pues donde no mora Dios sólo reina la pobreza. El alma tibia que así presume de sus riquezas, aunque alguna poseyera de orden sobrenatural, es una engañada y pobrísima alma, pues hallándose en inminente peligro de perderse se cree dueña de toda felicidad. Y así nos lo dice nuestro Señor añadiendo: «Y no conoces que eres un cuitado y miserable, y pobre, y ciego y desnudo». ¡Qué triste estado el del tibio! ¡Pobre, ciego y desnudo! Pobre es todo el que no tiene caridad y el que esta privado de las riquezas de las virtudes. Ciego está el tibio porque es imprudente en las cosas que ha de hacer, porque no ve ni la ceguera en que vive. Desnudo hallase también porque carece de buenas obras, pues las que hace son hijas de ese exceso de confianza en sí mismo o por hipocresía; está desnudo porque perdió la primera estola y, lo que es peor, porque no conoce siquiera que los perdió. ¿Y a quién podremos encontrar más cuitado y miserable que al que es tenido por Dios como pobre, ciego y desnudo? Huyamos de este mal, salgamos de la tibieza. Punto 3º – Para tan grave enfermedad del alma, descubierta con tan claras y terribles palabras, no podía faltar remedio al Maestro de los maestros, y nos lo propuso, en efecto a fin de que pudiéramos sanar todos los que adoleciéramos de vicio tan execrable. «Yo te aconsejo, dice el Señor al tibio, que compres de mí oro refinado en fuego, para que seas rico, y que te vistas de ropas blancas para que no se descubra la vergüenza de tus desnudeces y que unjas tus ojos con colirios para que veas». Has de comprar Oro refinado en el horno del Corazón Deifico, ofreciendo, como moneda de pura ley, la oración que es como el oxígeno que aviva e inflama el fuego de la caridad para que así puedas ejercitarte en obras de mansedumbre, humildad y caridad de Cristo paciente.
  • 65. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 65 También has de vestirte de ropa blanca, esto es, con la estola primera que perdiste por el pecado, y con la inocencia no dañando a tu prójimo en lo más mínimo, y con la pureza de tu vida despreciando, como a la más vil escoria, todo deleite carnal y con las obras santas de las virtudes. Por ultimo has de ungir tus ojos con colirios para que no quieran ver más los bienes terrenos que ciegan los ojos de los prudentes, y para que purificados por la consideración de los novísimos y lavados con el agua de toda tribulación y humillación no vean ya en adelante otra cosa que la propia pobreza, ignorancia y debilidad, y la riqueza, sabiduría y omnipotencia de Dios. En una palabra, hemos de hacer todas nuestras obras por puro amor de Dios y por Él mismo tolerar, cuando no alegres, resignados lo que por vivir píamente hayamos de padecer, pues el mismo Señor nos enviará penas. «Yo a los que amo reprendo y castigo», dice Jesús. AFECTOS De aborrecimiento de la tibieza y de ansias de ser fervoroso Me levantaré e iré a ti, Dios mío. No quiero apacentarme más con el gusto de las cosas mezquinas de acá abajo, sólo deseo saborear las cosas que son del cielo. Ya considero , Señor, que el tiempo pasa veloz y, sino lo aprovecho, la gracia se me escapa y con ella la gloria que he de merecer, tampoco olvido que vendrá la muerte y ya nada podré hacer para mi perfección. Ahora es tiempo y ahora empezaré. En todo momento pensaré en ti y me sacrificaré por ti, Jesús mío. Amaré tu cruz y huiré de los pasatiempos y regalos de la vida. Tú nos has de probar, Dios mío, en fuego abrasador, como se prueba la plata; con tu ayuda, Señor, es mi deseo pasar por todas las tribulaciones que tú me quieras ofrecer en esta vida, que más quiero ser aquí atribulado con mérito, que purificado en la otra vida sin ganar ni un grado más de amor tuyo ni de tu gloria. ¡Qué insensato seré si desde hoy no me decido a sufrir penas en esta vida a cambio de mayor gloria en la eterna! Sean en adelante, Dios mío, tus mandamientos vehementísimo fuego en que me abrase. PROPÓSITO Tenersiempredeseos desufriralgoporamor de Dios
  • 66.
  • 67. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 67 MEDITACIÓN XIX DEL AMOR INCIPIENTE Punto 1º – Tiene la caridad principio, medio y fin. De perfección en perfección, de grado en grado, va subiendo la caridad de punto en nuestras almas hasta que llega a ser consumada. Para mejor comprender el estado de caridad en que nuestra alma se encuentra, debemos tener presente que hay caridad de los incipientes, de los propicientes y de los perfectos. La caridad de los que empiezan tiene su primera nota característica en el desabrimiento que siente el alma para todas las cosas que no son Dios o que no la llevan a Dios. Es una como enfermedad que sobrecoge al alma y por la cual siente como náuseas de las cosas humanas, aun las lícitas, que antes la deleitaban. En esta caridad de principiantes pasan muchas almas la vida entera sin haber apenas dado un paso en la perfección, o mejor, andando y desandando constantemente. Y no se crea que son grandes pecados o defectos muy visibles los que les impiden adelantar en el sendero del amor divino, basta una pasioncilla cualquiera, un puntillo de honra, como diría Santa Teresa. Así esta misma santa anduvo diez y ocho años en el camino de los principiantes, y los apóstoles, mientras pensaban y disputaban en cual había de ser entre ellos el primero, apartados en algún modo estaban del mundo y a Jesús seguían, pero tan llenos de imperfecciones, con tan poco espíritu y tan menguada decisión de sufrir por el Maestro, que ni en aptitud estuvieron, después de tres años de vivir con Cristo, de entender las divinas enseñanzas, cuanto menos de practicarlas.
  • 68. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 68 Por este motivo con los principiantes hace el Señor como la nodriza que nada duro da al niño que cría para que se alimente. Y así, cuando el Redentor soberano habló de trabajos a los apóstoles, se entristecieron y por eso les hubo de decir: «Aun tengo muchas cosas que deciros, mas, por ahora, no podéis comprenderlas»61 . Punto 2º – Cuanto más crece el desabrimiento a todo lo que no es Dios, más se regala y deleita el alma en las cosas divinas, y por este motivo, el alma que enferma para el mundo empieza a sanar para Dios y desfalleciendo para el mundo siéntese tan vivificada para el cielo que sólo en él quisiera morar; y así se la ve apartarse de todo lo terreno para emprender el camino de lo divino y estando Dios como fin de toda la vida espiritual, en Él pone el alma sus ojos y Él tiende con más fuerza que la: saeta lanzada al blanco, con más ansias que el ciervo herido a la fuente de las aguas. En este feliz estado el espiritual dice con la esposa de los cantares, «me levantaré y buscaré al que ama mi alma»62 . Y, en efecto, alzase el alma de los gustos e inclinaciones sensibles a los espirituales, aunque en este estado de incipiente es todavía atraída y fortalecida por los deleites espirituales, tanto que el alma laméntase, y con sobrada razón, de que no hubiera sabido antes cuanto más son halagadores los divinos que los humanos deleites. y tanto más adelantan los que emprenden la senda de los verdaderos espirituales, cuanto con más ansia y olvido de las criaturas buscan a solo Dios. De modo que éste es el ejercicio que más dispone a los principiantes a ser aprovechados, de tal manera que buscando a Dios sin entorpecimiento de criaturas, y con vehementes ansias de sólo hallarlo a Él, es como las almas pueden llegar a decir con San Juan de la Cruz: «Y fui tan alto, tan alto, que le di a la caza alcance». Punto 3º – Este primer estado de caridad es el que más cautiva y seduce a las almas, pero son verdaderamente pocos los que salen de él. Muchos son los llamados a la perfección de la caridad, pero muy pocos los perfectos, los que se pueden llamar escogidos, porque hayan alcanzado la consumación en el ejercicio de esta reina de las virtudes. Hasta partir el pan llegan muchos, hasta el Tabor no hay espiritual que no desee ir, pero, ¡qué pocos son los que no dicen como San Pedro, «bueno es quedarnos aquí»! Porque el alma fácilmente queda asida a los regalos divinos y, en gustándolos, no quisiera ya otra cosa que estas delicias, y no tiene por bueno lo que no deja algún sabor deleitoso y con esta afición permanece el alma quieta y 61 San Juan, XVI, 12 62 Cantares, 3, 2
  • 69. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 69 luego fácilmente se debilita .y retrocede, pues lejos de fortalecerse en el desasimiento comenzado, vuelve a dejarse dominar de la afición a los propios gustos, tanto más perjudiciales para emprender el camino de los proficientes en la caridad, cuanto es menos fácil conocer que las aficiones a los regalos espirituales nos apartan también de la perfección de la caridad. Por lo cual a poco que nosotros, so pretexto de ser cosa buena y espiritual, ahinquemos el alma o en algún propio querer, perderemos todo lo andado y vendremos a ser juguetes de cualquiera pasión sencilla. Y la lucha entre la caridad de Cristo que nos urge para que adelantemos y la propia voluntad o afición que nos detiene, será nuestra cruz en lo sucesivo, la cual nos atormentará y entristecerá, y nos robará el mérito de nuestra perfección y los grados de gloria que con ella hubiéramos de conseguir. Importa, pues, mucho al alma no apartarse nunca del camino de la propia abnegación y desprendimiento de todas las cosas para que una vez decidida a buscará Dios no haya criatura alguna que se lo impida, ya sea del cielo, ya de la tierra, pues el hombre abnegado es el que marcha con gran libertad y seguridad por el camino de la perfección, como dice el Kempis. AFECTOS De abnegación y desprendimiento y ansia de hallar a Dios Mira, Señor, que mi alma ha desfallecido en los atrios de tu santa casa, que ya no quiero volver mis ojos a bien alguno terreno, que nada de mi propio pensar y querer deseo. Tú, Dios mío, derrama sobre mi alma la lluvia de tu gracia para que yo enferme de amor y tú me puedas sanar perfeccionándome. Dame ansias de buscarte a ti y propósito firme de perder todo lo que no seas tú o me lleve a ti. Es mi voluntad firme de sacrificar todo lo que he amado hasta hoy: diversiones, lujos, riquezas, amigos que me separen de ti, todo, todo lo quiero perder, porque, ¿de qué me servirá la belleza que es engañosa y la hermosura que es vana?, ¿de qué la sabiduría de este mundo que es necedad delante de Dios? ¿De qué me servirá la posesión de todos los bienes de esta vida, si sólo renunciándolos me hago digno de ti? ¿De qué me aprovechará ganar todo el mundo perecedero con detrimento de mi alma inmortal?
  • 70. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 70 ¿De qué la bondad misma de las criaturas, si tengo bien sabido que ella nunca podrá ser infinita, porque, «nada hay bueno, sino sólo Dios»? Pluguiera al cielo qué yo me olvidase de todas las criaturas y me apacentara de hoy en más del Pan vivo que ha bajado del cielo, de la palabra divina, de los deseos de hallar a Jesús donde quiera que Él se me esconda, ya sea en el Tabor, ya en el Cenáculo, ya en el Calvario. PROPÓSITO Empezar lavidadelossantosy noretrocederjamás
  • 71. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 71 MEDITACIÓN XX DEL AMOR DE LOS PROFICIENTES Punto 1º – Por muchos que fueran los deseos y ansias que sintiera el alma de hallar a Dios, no le bastaran jamás para conseguir su fin si no se ejercitara en obras de verdadera caridad, las cuales son las que tejen las redes donde nosotros cautivamos al Esposo de nuestras almas. Con el abandono de las criaturas y deseos de conseguir a Dios enciéndese el espiritual en deseos de cumplir, cuanto más perfectamente le sea posible, los mandamientos de Dios, y siente codicia de que sus obras sean lo más agradables al Dador de todo bien. Y habiendo de sacrificarse por dar gusto a Dios, todo penar tiene en poco por grande que sea, y hallase siempre deseoso de sacrificarse más y tiénese a sí mismo por siervo inútil, y a todos los demás por aprovechados delante del Señor: «lo uno dice San Juan de la Cruz, porque le va el amor enseñando lo que merece Dios, y lo otro, porque como las obras que aquí hace por Dios son muchas y las conoce por faltas e imperfectas, de todas saca confusión y pena, conociendo que es muy baja manera de obrar la suya por un tan alto Señor»63 . Punto 2º – El alma ejercitada humildemente en obras de perfección cumpliendo los divinos mandamientos cuéstele lo que le costare, llega vivir en un estado habitual de sufrimiento interior que más la estimula a llevar a cabo todo sacrificio, pues ese sufrir es por más glorificar y servir al Señor y porque de todos sea más conocido y amado. 63 Obras Espirituales, tomo III, pág. 126
  • 72. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 72 De aquí que estas amorosas ansias hacen penar, pero no fatigan ni turban al alma, antes bien, afírmanla cada día más en el deseo de darse toda a Dios y de sufrir más y más por Él, para así demostrarle que de veras el amor que le profesa es fuerte como la muerte, y también desea estar siempre abrazada a la ley divina, aunque sea a costa de los mayores trabajos, desprecios y privaciones de las criaturas, pues como dice San Juan, «en esto consiste la caridad de Dios, en que caminemos según sus mandamientos»64 . Y para que el alma vaya purificándose más y más, ofrécele el Señor abundancia de tribulaciones interiores y exteriores, con lo que tan ejercitada queda el alma en hacer la voluntad de Dios, aun las cosas más duras, que al fin viene el hombre a entender que «los mandamientos de Dios no son pesados»65 . Punto 3º – De compadecer son las almas que no saben entender las penas que Dios hace sentirá los que se ejercitan en estas místicas lides del amor divino. Unas veces que Dios se oculta al alma privándola de la paz y contento de su presencia, otras que se le retira, como si la abandonase a sus propias fuerzas, poniéndola como al borde del pecado, cuando ella tanto lo detesta y aborrece, ya permitiendo que caiga en muchas faltas leves, pero que la causan muy hondo pesar y profunda humillación, ya dándole en rostro el Señor y poniéndole delante muy al vivo sus ingratitudes, ora muéstrale también el sinnúmero de beneficios gracias y cuidados que por ella ha tenido, ora le hace ver la mala correspondencia de ella. Y así va estimulando al espíritu, como diría San Juan de la Cruz, «con ansias en amores inflamada», hasta que lo sublima a lo más alto de la caridad. Y es de ver al alma buscar con gemidos a Dios oculto, o pedirle que la conforte porque se siente desmayar, o anonadarse como la más vil de las criaturas, o alabar al Señor cantando las divinas misericordias, o atreviéndose tanto delante de Él que llegue hasta pedirle que la bese con el beso de su boca, o que en sintiéndolo el alma en lo interior de ella misma clame diciendo: «He hallado al que ama mi alma, ya lo tengo y no lo dejaré». Y así abrazada al Esposo en el más íntimo lazo del amor, empieza el alma a presentir algo de la gloria que la espera. AFECTOS De amor probado en toda clase de luchas Señor, habla, que tu siervo escucha. Señor ¿qué quieres que haga? Si Jacob por la posesión de Raquel sirvió siete años y le parecieron pocos días por la grandeza del amor, ¿cuánto tiempo debiera yo servir para poseerte? 64 II Epístola San Juan, v, 6 65 I Epístola San Juan, v, 5
  • 73. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 73 Si los hombres del mundo por la adquisición y conservación de sus bienes tanto se fatigan y sufren, ¿qué deberé yo sufrir para adquirirte y conservarte en mi alma? Sé que he de luchar batallas duras, Dios mío, pero no dudo que tú me ayudarás para que lo venza. Quiero subir de perfección en perfección hasta llegar a lo más encendido de la caridad. Ilumina, Señor, mis ignorancias, fortalece mis flaquezas, líbrame de los lazos del mundo engañador, de la carne corruptora y del demonio que, como fuerte armado, acecha sin césar mi alma con ánimo decidido de perderla. Llore yo mis pecados como la Magdalena y como ella vaya en pos de Ti por la calle de la amargura y suba contigo hasta la cumbre del Calvario. Y aunque fuera como San Juan Evangelista, no me creeré libre de padecer con Cristo, que él llegó con su Maestro hasta el Calvario. Así aprenderé por experiencia lo que significa antes morir que pecar, así aprenderé a sortear prácticamente los peligros y precipicios que se hallan en la empinada y estrecha vía que conduce al cielo, así aprenderé ahora el amor que los santos tuvieron a Dios, para que luego goce de Él eternamente con ellos. PROPÓSITO Pasarportodaslas penasantesde cometerunafalta deliberadadelante delSeñor
  • 74.
  • 75. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 75 MEDITACIÓN XXI DE LA caridad perfecta Punto 1º – Sabido es, alma mía, que la caridad no llega a ser consumada hasta que después de esta vida llegamos a gozar de la visión beatífica en el cielo, pero hay momentos en este mundo en los cuales puede decirse que llegamos a tocar los ápices de la caridad perfecta de los viadores, entrando casi en los linderos del amor de los comprensores. Y bien nos lo hace ver así el Maestro del divino amor, cuando, para terminar el sublime discurso de caridad predicado a sus apóstoles después de la cena, dijo estas dulcísimas palabras: « ¡Oh, Padre justo! El mundo no te ha conocido. Yo sí que te he conocido, y estos los apóstoles, han conocido que tú me enviaste. Yo, por mi parte, les he dado y daré a conocer tu nombre para que el amor con que me amaste esté en ellos, y yo mismo esté en ellos»66 . Y tanto se comunica Jesús al alma que llega después de muy constantes y rudas luchas a transformarse en Jesús, que vive tan en Dios, como decía San Pablo, que su vida era la vida de Cristo, o cómo vivió San Juan, recostado sobre el pecho de Jesús, o remontándose al seno de Dios para cantar la eterna generación del Verbo Divino, o como Moisés en el Sinaí o como Elías en el monte Horeb. De las almas en este estado de amor es de las que principalmente dice el Maestro: «Yo soy clarificado en ellos»67 . Estos son los enamorados de Cristo hasta el punto de darlo y perderlo todo gustosamente por Él. Estos son los que siempre, en cuanto es posible a la humana 66 San Juan, XVII, 25 y 26 67 San Juan, XVII, 10
  • 76. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 76 flaqueza, piensan en Cristo y a Él dirigen todos sus afectos. Estos son los que suspiran por dar su vida o padecer o ser despreciados por Cristo. Estos son los que, despreciando todas las persecuciones de los hombres, predican a Cristo crucificado y tienen su gloria en morir por Él. Estos son los que van contentos a la presencia de los jueces enemigos de Dios, porque fueron hallados dignos de padecer contumelias por el nombre de Jesús. Punto 2º – Las almas que llegan a este estado son tan de Dios, y Dios y Cristo son considerados tan de ellas, que no podrían vivir estas almas sin poder decir con razón que moran en Cristo y Cristo en ellas, que son una misma cosa con Él por unión de amor. De tales almas dice el Amado: «Yo estoy en ellas, y tú el Padre, estás en mí, a fin de que sean consumados en la unidad»68 . Esto es, en la unión del amor perfecto. Estos son los que en su alma, que es la Ciudad de Dios, reciben la corriente impetuosa del rio de la divina gracia que los alegra. Estas son las almas que han llegado a recibir tanta plenitud de gracia que, de los senos fecundísimos de ellas, saltan fuentes de aguas vivas que llegan hasta la vida eterna. Estas son las almas que pueden decir con razón que el Señor alumbró sus ignorancias, porque así como el camino de los pecadores es ir de abismo en abismo, de tiniebla en tiniebla, de noche en noche, así el derrotero de los justos es andar de claridad en claridad, de lumbre en lumbre, de día en día, hasta llegar al día de la perfección en donde se consuma la caridad. En este estado es en el que el alma clama como la Esposa de los cantares: «Mi amado para mí y yo para Él». Estos son los que pueden decir que llevan sobre sus hombros el reinado de Cristo en este mundo. Estos son los que mueren porque no mueren, los que cantan en medio de las llamas, como los jóvenes del horno de Babilonia, los que son superiores a toda fuerza humana, como Santa Inés en el lupanar, los que se mofan de los verdugos y tormentos mientras son abrasados en parrillas, como San Lorenzo... Punto 3º – La caridad cuando empieza es como vino nuevo que fácilmente se tuerce y agria, la caridad de los proficientes y aprovechados es borrascosa, porque lleva consigo la purificación del sentido y la del espíritu que pone al alma en grandes aprietos y tribulaciones, hasta que, mortificados los propios gustos y aficiones, hácese añosa, y entonces es como el vino añejo y se compara al vino adobado que está compuesto con mucha clase de yerbas aromáticas y confortantes. De aquí nace que la caridad perfecta está llena de suavidad. Es fuego, pero su llama, como diría San Juan de la Cruz, ya no es esquiva, es fuego que no chisporrotea y levanta humo, es llama de amor viva y suavísima que penetra del alma en el más profundo centro. Es caridad tan probada en el cumplimiento de la 68 San Juan, XVII, 23
  • 77. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 77 voluntad de Jesús, que de nadie sabe resistir un mandato y al de todos se sujeta y halla manjar a propósito para su alma en los sacrificios que le imponen los demás. Mientras el hombre va sacrificándose a sí mismo por Dios o va entendiendo que Dios lo sacrifica, todavía halla en ello consuelo el alma y no falta arrimo a la propia voluntad; pero cuando el alma negada del todo a sí misma, ni aun los trabajos que ha de padecer escoge, sino que se los impone justa o injustamente otro, sea quien quiera, y por puro amor de Dios tolera tales trabajos, entonces podemos decir que es cuando el alma se hace anciana o de algún modo consumada en la caridad. Así lo enseñó Cristo a su Vicario Pedro con estas palabras: «En verdad, en verdad te digo que cuando eras más mozo tú mismo te ceñías e ibas adonde querías, mas, en siendo viejo extenderás tus manos y otro te ceñirá y te llevara adonde tu no quieras»69 . ¡Dichosas las almas que sepan llegar a este venturoso fin! Estas almas son, Señor, las que llegan a embriagarse de la grosura de tu casa y a las que tu das de beber con el torrente de tus delicias, porque cerca de Ti está la fuente de la vida»70 . Que es el mismo Espíritu Santo que se manifiesta y comunica a los santos, cual «río resplandeciente como el cristal, que procede del trono de Dios y del Cordero»71 . AFECTOS De humillación y de gratitud porque tantas gracias guarda para los que lo aman ¡Quién me diera lágrimas para llorar amargamente todos los días de mi vida, el tiempo que he perdido, las gracias que he desaprovechado y la caridad que me falta por mi poco espíritu de sacrificio y por mi disipación constante! Tú me has llamado y yo no te he respondido, Tú me has buscado y yo me he escondido, Tú me has lavado con tu propia sangre una y mil veces y yo me he vuelto a engolfar en el fango. Mía es la culpa, tuya la generosidad en esperarme todavía. ¿Y seré yo tan insensato, Señor, que siga esta mi vida disipada y tibia, o enredada en las zarzas de mis gustos y aficiones de mis vanidades y pareceres? No, Amado de mi alma, no. Tu caridad me impele a volar en pos de Ti y a vivir lo que me reste de vida abrazado a tu cruz, sin esperar otro consuelo y recompensa que la satisfacción de padecer por Ti y la dicha de amarte, porque tus dones me obligan, y más que por lo que me puedas dar, por lo que Tú mereces, Rey de las almas y perfectísimo amador mío. Tú, soberano Dador de todo don perfecto, inflama mi corazón, muda mis entrañas y convénceme de mi nada y nesciencia, para que así, anonadado, pueda yo decir 69 San Juan, XXI, 18 70 Salmos, XXXV, 9 71 Apocalipsis, XXII, l
  • 78. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 78 por amor lo que mi divino Maestro dijo de su Eterno Padre por naturaleza: «Todas mis cosas son tuyas y tus cosas son mías»72 . Y entonces, Señor, pon tu brazo izquierdo debajo de mi cabeza y con tu derecha abrázame para toda la eternidad, pues en este estado morir por Ti es mi única ganancia. PROPÓSITO Amar aDiossobretodaslascosasyatoda costa 72 San Juan, XVII, 10
  • 79. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 79 MEDITACIÓN XXII CARACTERÍSTICA DEL VERDADERO AMOR Punto 1º – El sublime rasgo característico del verdadero amor de Dios al hombre nos lo expresa el Discípulo Amado en estas brevísimas palabras: «En esto hemos conocido la caridad de Dios, en que dio el Señor su vida por nosotros»73 . ¿Quién es el que dio su vida por nosotros? El Hijo amado de Dios, en quien el mismo Dios tiene sus complacencias, el mansísimo Cordero que pasó por todas partes haciendo bien. ¿Cómo dio su vida? Entre desprecios, injurias... ¿Y a manos de quién murió? De los más viles verdugos impulsados por las más bajas pasiones de los soberbios, de los envidiosos. Punto 2º – Si tal es el carácter del amor de Dios para nosotros, ¿no debe ser otro el signo de nuestro amor hacia el prójimo? Y, por lo mismo, así continúa diciendo en el mismo lugar el Discípulo Amado: «Y así nosotros debemos de estar prontos a dar la vida por la salvación de nuestros hermanos». Nosotros, que nacemos hijos de ira, enemigos de Dios, nosotros, injustos y crueles tantas veces, nosotros, manchados con los más nefandos pecados de nuestra voluntad. Punto 3º– Medita ahora, alma mía, cuantas son las personas que estuvieron dispuestas a dar su vida por la eterna salvación de sus prójimos, y cuántos son los muchos que 73 I Epístola San Juan, III, 16
  • 80. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 80 la dieron: unos con muertes violentas y otros en el prolongado martirio de una paciencia sin límites. Apóstoles, mártires, confesores, vírgenes, religiosos, seculares, cuenta los tormentos sufridos por dieciséis millones de mártires. Sólo Dios puede enumerar los padecimientos de sus santos. AFECTOS De amor al sacrificio para imitar a Dios y probar si es verdadero mi amor al prójimo ¿Qué mucho es, Señor, que yo dé mi vida por amor de mis prójimos, cuando tú la diste por amor de ellos y por amor mío? ¡Mi sangre por tu sangre, mis penas por las tuyas! ¿Qué debiera yo sentir si considerara que hasta hoy he huido todo sacrificio y apetecido todos los deleites? «Hacecillo de mirra mi Amado para mí », diré con la Esposa de los Cantares desde hoy. Tú eres, Señor, mi fortaleza, contigo subiré hasta la empinada cumbre de mis trabajos y apurar gozoso todas mis contradicciones. ¿Qué mucho que yo sufra algo por quien tanto ha sufrido por mí? ¡Qué dichoso seria yo, Dios mío, si fuera capaz de sufrir algún día algo por tu amor y Tú me dieras la gracia de ponerme en la ocasión de sufrirlo! Bien sé que mi flaqueza, tantas veces manifiesta, me hace indigno de gracia tan especial y tan propia de tus santos, pero ya que no sea, Señor, capaz de llevar por ti la cruz de los soldados que más te siguieron en el padecer, concédeme que lleve siempre clavadas en mi alma algunas astillas de esa tu cruz bendita, que me hagan derramar incesantemente sangre del alma, en testimonio del vehemente deseo que sienta de dar mi vida por la salud de mis hermanos y por puro amor tuyo. PROPÓSITO Hacercuantoseaposibleporelbien demishermanos
  • 81. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 81 MEDITACIÓN XXIII VEHEMENTES DESEOS DE PROBAR EL AMOR CON EL SACRIFICIO Punto 1º – El verdadero amor mesurado y prudente en la paz, se convierte en ardiente y firmísimo a la hora de la lucha, al contrario del falso amor concupiscente o interesado, que desmaya a la hora de la tribulación, de la escasez o del trabajo. El Divino Maestro nos da de esto admirable ejemplo. Llegada la hora de su Pasión no ocultaba el grandísimo deseo de ser sacrificado que ardía en su alma, y para dar testimonio a todos manifiesto de que así lo deseaba con toda vehemencia, Él mismo impulsó a sus enemigos en la persona de Judas Iscariote para que se lanzasen en contra de su sagrada persona cuando dijo a Judas, el traidor, las palabras que fueron como la orden y estímulo para que Judas saliera de la compañía de Jesús, a fin de consumar la venta que del mansísimo Cordero había ya hecho a los grandes señores de entre los escribas y fariseos. «Lo que piensas hacer hazlo cuanto antes», dijo Jesús a Judas. Y cuando éste hubo salido dijo Jesús: «Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en Él»74 . Punto 2º – Pudo el Divino Apóstol agasajar al traidor, darle más de lo que iba a recibir por su traición, pudo, aun humanamente, obligarlo a no separarse de los demás apóstoles, pudo impedir que Judas fuera a ponerse a la cabeza de los soldados que lo habían de prender, pero no hizo lo que pudo para librarse de los trabajos de la Pasión, hizo lo contrario, como hemos visto. 74 San Juan, XIII, 27 y 31
  • 82. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 82 También pudo Jesús burlar la saña de Judas y de sus enemigos. Pudo, pero no quiso. Pudo Jesús haberse marchado con sus discípulos a otro lugar ignorado y oculto, podía haberse quedado en el mismo cenáculo encerrado, pero ni éstas ni otras miles cosas que en su sabiduría pudo hacer llevó a cabo. Al contrario, correspondiendo al ardiente deseo de probar que amaba a su Eterno Padre, exclamó y dijo: «Mas para que el mundo conozca que amo al Padre y que cumplo con lo que me ha mandado, levantaos y vamos de aquí»75 . Y salió Jesús y fue al lugar donde sus enemigos lo habían de encontrar. Punto 3º – Jesús no había de dejar de dar prueba alguna que demostrase como Él se entregaba a sus enemigos por puro amor de Dios, y por eso, cuando los tuvo en su presencia, les hizo caer en tierra demostrando de este modo que, todos juntos, no pusieran en Él sus sacrílegas manos si Él no lo permitiese. Y cuando San Pedro, fiel hasta entonces a su deseo de morir defendiendo a Cristo, sacó su espada y atacó a los soldados, el Divino Maestro detuvo en Pedro a todas las criaturas que lo hubieran defendido diciendo: «Mete la espada en la vaina, ¿el cáliz que me ha dado mi Padre he de dejar de beber?76 . AFECTOS De vehementes deseos de amar muy fielmente a quien tanto ha deseado sufrir por mí El amor todo lo vence. Si yo amase de veras a mi Jesús todo lo sufriera por Él. Pero yo amo al mundo más que a mi divino Maestro, y me amo a mí mismo más que a mi Salvador, y busco para mí regalos mientras Él vive en la cruz, y ambiciono honores siendo Él tan despreciado, y apetezco mayorías habiendo sido Él pospuesto a Barrabás y hecho el oprobio de los hombres y la abyección de la plebe. Tú, siendo rico, te hiciste pobre por amor mío. Tú, siendo el Rey de los reyes, te sometiste a Herodes y a Pilato. Tú, siendo el Sacerdote eterno, te sujetaste a Caifás y a Anás. Yo siento rebeldía ante la más ligera obediencia y no la venzo sin murmurar o regatear algo de lo que me mandan. Tú siempre, Redentor mío, estás sediento de sufrir algo más por mí. 75 San Juan, XIV, 31 76 San Juan, XVIII, 11
  • 83. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 83 Yo codicioso siempre de beber algún nuevo deleite de este mundo. Ojala, amantísimo Salvador mío, que no sea tanta mi locura que me exponga a perder las eternas delicias por las caducas de este mundo. Los sufrimientos de acá son garantía de los deleites infinitos. Sufrir por puro amor de Dios es amar. Con amor se compra la gloria. PROPÓSITO Disponermesiempreparanodesearcosamejor quepadecer porCristo
  • 84.
  • 85. El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912 85 MEDITACIÓN XXIV ELECCION Y CONSTITUCIÓN DEL APOSTOL Punto 1º – No habiendo Jesús de vivir humanamente entre nosotros durante el transcurso de todos los siglos, y debiendo perdurar hasta el fin del mundo la obra salvadora que Él había consumado en la cruz, quiso el divino Fundador de la Iglesia escoger hombres que continuasen a través de los siglos la predicación de las salvadoras doctrinas de la fe, y las practicas divinas de los Sacramentos venidos del cielo y del espíritu ardentísimo de caridad enseñado por el Apóstol de los apóstoles. Mas siendo tanta la dignidad que supone este oficio por tener que representar a Jesús en su obra salvadora, y siendo, por otra parte, tantas las dificultades que se oponen al ejercicio del apostolado por las duras pruebas a que ha de ser sometido el apóstol por los mundanos, por los enemigos de Cristo y, muchas veces, por los cristianos mismos, no ha dejado el soberano Maestro la elección de este cargo en manos de los hombres, sino que Él mismo quiere ser el que elija y constituya apóstol por su sola voluntad a quien a bien tuviere. Y así lo enseña cuando dice a sus apóstoles: «No me elegisteis vosotros a mí»77 . Es decir, no vinisteis vosotros a solicitar que yo fuera vuestro Maestro y Señor, sino que yo, como agrícola, elegí los sarmientos que más me agradaron para plantarlo en la viña de mi Iglesia, y vivieron unidos conmigo por la fe y caridad y ayudados de mi divina gracia. «No me elegisteis vosotros a mí», sino que yo os elegí y os llamé, y con mi vocación y gracia os hice mis amigos, mis discípulos, mis apóstoles. 77 San Juan. XV, 16