1. Primera Lectura: del profeta Jeremías (26,1-9):
Salmo Responsorial: Sal 68
R/. Que me escuche tu gran bondad, Señor.
Evangelio: san Mateo (13, 54-58)
Es el hijo del carpintero
Tiempo Ordinario. La verdadera fe
nos pone en movimiento, nos
empuja a un cambio de vida.
Autor: P . Clemente González | Fuente: Catholic.net
2. Primera lectura
Lectura de la profecía de Jeremías (26,1-9):
Al comienzo del reinado de Joaquín, hijo de Josías, rey de Judá, vino
esta palabra del Señor a Jeremías: «Así dice el Señor: Ponte en el
atrio del templo y di a todos los ciudadanos de Judá que entran en el
templo para adorar, las palabras que yo te mande decirles; no dejes ni
una sola. A ver si escuchan y se convierte cada cual de su mala
conducta, y me arrepiento del mal que medito hacerles a causa de sus
malas acciones. Les dirás: Así dice el Señor: Si no me obedecéis,
cumpliendo la ley que os di en vuestra presencia, y escuchando las
palabras de mis siervos, los profetas, que os enviaba sin cesar (y
vosotros no escuchabais), entonces trataré a este templo como al de
Silo, a esta ciudad la haré fórmula de maldición para todos los pueblos
de la tierra.»
Los profetas, los sacerdotes y el pueblo oyeron a Jeremías decir estas
palabras, en el templo del Señor. Y, cuando terminó Jeremías de decir
cuanto el Señor le había mandado decir al pueblo, lo agarraron los
sacerdotes y los profetas y el pueblo, diciendo: «Eres reo de muerte.
¿Por qué profetizas en nombre del Señor que este templo será como
el de Silo, y esta ciudad quedará en ruinas, deshabitada?»
Y el pueblo se juntó contra Jeremías en el templo del Señor.
¡Es palabra de Dios! ¡Te alabamos Señor !
3. Salmo 68
R/.Que me escuche tu gran bondad, Señor.
Más que los pelos de mi cabeza
son los que me odian sin razón;
más duros que mis huesos,
los que me atacan injustamente.
¿Es que voy a devolver lo que no he robado? R/.
Por ti he aguantado afrentas,
la vergüenza cubrió mi rostro.
Soy un extraño para mis hermanos,
un extranjero para los hijos de mi madre;
porque me devora el celo de tu templo,
y las afrentas con que te afrentan caen sobre mí. R/.
Pero mi oración se dirige a ti,
Dios mío, el día de tu favor;
que me escuche tu gran bondad,
que tu fidelidad me ayude. R/.
4. Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (13,54-58):
En aquel tiempo fue Jesús a su ciudad y se puso a
enseñar en la sinagoga. La gente decía admirada:
«¿De dónde saca éste esa sabiduría y esos milagros?
¿No es el hijo del carpintero? ¿No es su madre María, y
sus hermanos, Santiago, José, Simón y Judas? ¿No
viven aquí todas sus hermanas?
Entonces, ¿de dónde saca todo eso?»
Y aquello les resultaba escandaloso.
Jesús les dijo: «Sólo en su tierra y en su casa
desprecian a un profeta.» Y no hizo allí muchos
milagros, porque les faltaba fe.
¡Es palabra del Señor! ¡Gloria a Ti, Señor Jesús!
5. Oración
Señor Jesús, en ese pasaje del Evangelio veo reflejada mi
tendencia a ponerte límites, a no confiar plenamente en que Tú
quieres y puedes estar presente en mi oración. Ante mi
debilidad, ante la distracción, necesito de tu gracia para que
nunca más desprecie la intimidad que puedo llegar a tener
contigo en la oración.
Petición
Ven, Espíritu Santo, llena mi corazón con el fuego de tu amor.
6. Meditación
El hombre quiere conocer, quiere encontrar la verdad. La verdad es
ante todo algo del ver, del comprender, de la theoría, como la llama la
tradición griega. Pero la verdad nunca es sólo teórica.
San Agustín, al establecer una correlación entre las Bienaventuranzas
del Sermón de la montaña y los dones del Espíritu que se mencionan
en Isaías 11, habló de una reciprocidad entre "scientia" y "tristitia": el
simple saber -dice- produce tristeza.
Y, en efecto, quien sólo ve y percibe todo lo que sucede en el mundo
acaba por entristecerse. Pero la verdad significa algo más que el
saber: el conocimiento de la verdad tiene como finalidad el
conocimiento del bien.
Este es también el sentido del interrogante socrático: ¿Cuál es el bien
que nos hace verdaderos? La verdad nos hace buenos, y la bondad es
verdadera: este es el optimismo que reina en la fe cristiana, porque a
ella se le concedió la visión del Logos, de la Razón creadora que, en la
encarnación de Dios, se reveló al mismo tiempo como el Bien, como la
Bondad misma. (Benedicto XVI, Discurso preparado para el Encuentro
con la Universidad de Roma, La Sapienza el 17 de enero, visita
cancelada el 15 de enero de 2011.)
7. Reflexión
¡Cuántas veces nos creemos gente "buena y religiosa" porque vamos a la
iglesia, como los israelitas contemporáneos de Jeremías, o los paisanos
de Jesús, pero sin creer verdaderamente en la Palabra que el Señor nos
dirige!
Dios interpela siempre nuestra conciencia, invitándonos a la conversión y
a un cambio radical de vida. Pero esas palabras nos resultan incómodas y
molestas, y no queremos oírlas. Por eso perseguimos al "profeta" que nos
habla de conversión y no hacemos caso a Cristo mismo, pues, al fin y al
cabo, es sólo "el hijo del carpintero".
Es la hostilidad contra la fe. Necesitamos una actitud de profunda fe y
confianza en Jesucristo para querer escuchar su palabra y no
escandalizarnos cuando nos sorprende y nos "saca de nuestras casillas"
cambiándonos nuestros planes muy personales. Es demasiado cómoda
una fe que no exige nada y que se adapta a las propias tendencias
pasionales de egoísmo, de placer o de racionalismo.
Pero la verdadera fe nos pone en movimiento, nos empuja a un cambio de
vida, a una confianza total en Jesucristo que nos lleva a un compromiso
radical de lucha contra el pecado, de caridad, de sacrificio, de dar la cara
por Cristo ante los demás, sin miedos ni respetos humanos.
8. Propósito
Diariamente, pedir que sepa conservar y acrecentar el don más
precioso que tengo: mi fe en la Santísima Trinidad.
Diálogo con Cristo
Señor, es tan grande tu bondad y misericordia que
absurdamente llego a «acostumbrarme» a ellas, perdiendo así
la capacidad de maravillarme continuamente de la grandeza de
tu amor. Tú siempre dispuesto hacer grandes cosas en mi vida,
yo distraído en lo pasajero. Por eso no quiero, no puedo y no
debo dejar pasar más el tiempo sin seguir con confianza y
valentía las inspiraciones de tu Espíritu Santo. Con tu ayuda, sé
que lo voy a lograr.