1. Nº 1
Correo Querbes
INFANCIA Y JUVENTUD DE LUIS QUERBES
Pedro Querbes, abuelo de Luis, vivía en
Canabières en Rouergue, cerca de Rodez. Era
sastre, al igual que sus antepasados. José Querbes,
padre de Luis, nació en 1763 de Pedro Querbes
y de María Soulier. A él le siguieron otros cuatro
hermanos, todos sastres. José salió de Canabières
en 1784, y se instaló en Lyon para allí dedicarse
a su oficio de sastre. Conoció a Juana Brebant,
originaria de San Didier en el departamento de
L’Ain, venida a Lyon para ganar su vida en la
ciudad como costurera para mujeres. Se casaron el
18 de diciembre de 1792. Tuvieron dos hijos: Luis
y cuatro años más tarde, Magdalena.
Luis nació el 21 de agosto de 1793; fue bautizado
el mismo día por un sacerdote anónimo. Después,
al día siguiente, fue inscrito en el registro por
P. Luis Querbes en un edificio de Vourles. un oficial del estado civil. El cielo de Francia
Autor: Gilbert Couderre estaba en aquel tiempo muy revuelto. En efecto,
la Revolución francesa (1789-99) estaba en lo
más crudo; el Terror reinaba en París y se propagaba a otras ciudades. Cuando
Luis vino a este mundo, la ciudad de Lyon estaba sitiada. Los bombardeos se
habían iniciado el 10 de agosto. Según se sabe, Juana Brebant tuvo que abandonar
precipitadamente la casa, alcanzada por una bomba, llevando a su bebé, Luis,
en sus brazos. Durante ese tiempo José tomó parte en los combates al lado de los
sitiados. Tuvo que esconderse para escapar a la persecución. Reapareció cuando
la caída de Robespierre en julio de 1794.
Los padres de Luis y de Magdalena se esforzaron en la educación cristiana de
sus hijos. Para la instrucción les confiaron a personas de su confianza, ya que Juana
era iletrada. Luis siguió el catecismo del abate Ribier, coadjutor de la parroquia
de San Nicecio. Hizo su primera comunión el 13 de junio de 1805, día del Corpus
Christi.
En octubre, entró en la escuela clerical o escolanía de San Nicecio. Trabó
amistad con dos de sus compañeros, Rabut y Steyert. Apreciaba mucho a tres de
2. Correo Querbes nº 1
sus profesores, sacerdotes que habían atravesado la prueba de la
persecución: Ribier, Durosat y Marduel. Luis fue confirmado el
2 de febrero de 1807; algunas semanas después, el 25 de marzo
del mismo año, recibió la tonsura, que constituía el primer grado
de las órdenes menores, por el cardenal Fesch. Su vocación se
robusteció.
De esta época se encontró un escrito de su mano al dorso de
una estampa santa: “Yo, Luis José María Querbes, hago voto de
castidad para el resto de mi vida”. Así la orientación de Luis se
precisaba más. Niño de Coro
por Bruno Hébert, csv
En 1810, el párroco Besson de San Nicecio, confió a los tres
alumnos que acababan la escuela clerical, Querbes, Rabut y
Steyert, a un prestigioso maestro, profesor de sólida cultura, cristiano comprometido,
el señor Guido María Deplace. Éste tomó muy en serio el papel de profesor y
de maestro de vida. En 1812, Luis Querbes obtiene brillantemente el título de
bachiller en Letras; y redacta la petición de entrada en el seminario San Ireneo.
A los 19 años, entra pues en el seminario siguiendo su camino hacia el sacerdocio.
Se confió a su maestro, el señor Deplace, que le anima en sus compromisos, le
ofrece su apoyo en los momentos de enfermedad, de cansancio y le estimula a
seguir hacia la meta.
El 17 de diciembre de 1816, Luis Querbes fue ordenado sacerdote por Monseñor
Dubourg, obispo de Luisiana de paso por Lyon.
Juan Luis Bourdon, csv
UN COMPROMISO POCO COMÚN
¡El voto de castidad del joven Luis Querbes ha hecho
correr mucha tinta! ¿Qué se puede pensar de este
acontecimiento? La fecha de este voto sobre un trozo
de papel se conserva prácticamente ilegible. Se puede
confundir con el trazado no muy claro del encuadre del
texto, lo que se presta a diversas interpretaciones.
Según la sensibilidad de los observadores, a causa de
la precocidad del compromiso, se puede leer 1802, 1803
o 1808. Si la desmañada hechura del cuadro parece ser
la de un niño de 9 ó 10 años, el grafismo de la escritura
presupone mayor madurez. Por otra parte, un compromiso
de castidad perpetua implica exigencias más apreciadas
por un adolescente de 15 años, que por un niño.
Ntra. Sra. de Gracias
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3. nº 1 Correo Querbes
Sea lo que sea este problema de fechas, es difícil ver en este asunto otra cosa que
la muy firme voluntad del joven Querbes de consagrar su vida al Señor. El trozo de
papel de una estampa recubierta que se encontró cosida en un hábito, aclara su
discreción sobre el tema y su constancia.
Maurice Marcotte, csv
EL PAPA DE SUS AÑOS JÓVENES
No sólo Gregorio XVI fue importante en la vida de Luis Querbes. Pío VII fue el
Papa de su infancia y de su juventud. De nacimiento, Gregorio Luis Chiaramonti,
fue elegido papa en Venecia el 14 de marzo de 1800 (Luis tenía entonces seis años)
y murió en Roma el 20 de agosto de 1823 (Luis acababa de ser nombrado párroco
de Vourles). Ese benedictino discreto y cultivado,
elegido papa un poco a pesar suyo, después de un
cónclave que duró 113 días y que parecía iba a
eternizarse, era de una personalidad muy atractiva.
Gastó, no obstante, los 15 primeros años de su
pontificado en la resistencia contra las ambiciones
de Napoleón.
Primero, la firma del Concordato (1801), que
consistía en normalizar las relaciones entre la Francia
Pío VII aplastada por la Revolución, y la Iglesia. Operación
seguida de la adopción unilateral por Napoleón de los 77 artículos orgánicos (1802)
que anulaban la mayor parte de las cláusulas del Concordato favorables al papado.
El Emperador niega al Papa cualquier poder temporal, reparte a su manera las
diócesis de Francia, nombra a los obispos, quiere obligar al Santo Padre a aprobar
las incursiones que, a menudo, se asemejan a expoliaciones. Luego fue la anexión
uno a uno de los Estados Pontificios al Imperio, seguida del encarcelamiento del
Santo Padre en Savona, en la Riviera italiana, después en Fontainebleau; cinco
años en total, de 1809 a 1814.
Para vencer la resistencia del Pontífice, Napoleón le aísla cada vez más, instala
a los cardenales en París en donde él sueña con establecer la corte pontificia. Pío
VII se ve forzado a defender el deber de la neutralidad de la Iglesia con respecto a
todas las naciones ya que el Emperador pretende hacer del Papa “el amigo de sus
amigos y el enemigo de sus enemigos”. Pero he aquí que el largo purgatorio llega
a su final. La derrota del ejército imperial permite al Papa reintegrarse a Roma el
24 de mayo de 1814.
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4. Correo Querbes nº 1
La continuación del pontificado se hace más serena. Este papa, abierto de
espíritu y de un buen carácter, vive como un pobre; es muy querido de la gente
sencilla. Los historiadores ponen en su haber, la restauración de los jesuitas, el
restablecimiento de la diplomacia vaticana y la continuación de las misiones.
Combate el escándalo de la esclavitud, anima a los artistas y a los investigadores,
y trabaja por la salvaguardia del patrimonio romano.
Este papa había heredado, al inicio de su pontificado, una Iglesia miserable en
cuanto a su rango mundial. El Sacro Colegio había sido dispersado y el papa Pío
VI, desposeído y maltratado, había muerto fuera de Roma, en Valence al sur de
Lyon. Fueron numerosos los que pensaron, que esto era el fin del catolicismo. En
todo caso, subsistirían Iglesias nacionales. La rectitud y la paciencia de Pío VII
permitieron restablecer la visibilidad y la irradiación de la Iglesia Universal.
Bruno Hébert, csv
EN BREVE, DIÁCONO
Siguiendo el parecer de su confesor, el joven Querbes escribe algunos renglones
el 20 de julio de 1816. Se trataba de poner al día, de su propio puño y letra,
las disposiciones en las que se encontraba la víspera de su ordenación diaconal:
“Tiemblo cuando pienso que mañana a esta hora seré revestido de la misma dignidad
que San Esteban y San Lorenzo; me reconozco completamente indigno a causa de
mis iniquidades pasadas y también debido a mis imperfecciones y a mis defectos
presentes, particularmente, a mi gran sensibilidad y al apego demasiado vivo a mis
padres”.
“Pido al Espíritu Santo que haga descender
sobre mí el espíritu de firmeza y de fuerza que son
las gracias principales del diácono; el espíritu de
recogimiento y de oración para preservarme de los
peligros de la disipación a la que me arrastra la
excesiva libertad de la que yo gozo; el espíritu de
humildad y de dulzura para comportarme como
conviene con mis inferiores y mis iguales; reprimir
mi acritud, alegrar mi aspecto sombrío y monótono,
El silencio, por Augusto Préault alejar las ideas nostálgicas que me persiguen”.
Querbes, subdiácono
Editado por la Provincia de los C.S.V. de Canadá - Traducido en la Comunidad viatoriana de España
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